La cámara es un arma; la pantalla, un escenario de combate. AsĂ concibe el cine Fernando Solanas, uno de los más lĂşcidos realizadores de nuestra AmĂ©rica, quien trajo a La Habana La dignidad de los nadies, penetrante y sensible largometraje documental sobre los padecimientos y la resistencia del pueblo contra las polĂticas neoliberales que literalmente […]
La cámara es un arma; la pantalla, un escenario de combate. AsĂ concibe el cine Fernando Solanas, uno de los más lĂşcidos realizadores de nuestra AmĂ©rica, quien trajo a La Habana La dignidad de los nadies, penetrante y sensible largometraje documental sobre los padecimientos y la resistencia del pueblo contra las polĂticas neoliberales que literalmente fundieron a la Argentina del menemismo y sus secuaces.
«Quise plasmar el rostro humano de esa batalla, convencido, como lo estoy cada vez más, que esos nadies algĂşn dĂa, más temprano que tarde, serán prĂncipes en el reino de este mundo, pues no tienen nada que perder y sĂ mucho por ganar», me dijo el cineasta en una conversaciĂłn informal sostenida en el Instituto Latinoamericano de Periodismo JosĂ© MartĂ.
El diálogo estuvo marcado por la comparaciĂłn de este filme con el que le antecede, Memorias del saqueo, exhibido en nuestro paĂs por el espacio de la Mesa Redonda.
«Aquel documental -acota Solanas- tenĂa un tono ensayĂstico, pues se trataba de exponer los mecanismos de los que se vale el modelo neoliberal para saquear el paĂs y empobrecer a la gente. Fue un reto bien difĂcil, puesto que se requiere de un ejercicio cinematográfico bien arduo a fin de explicar en imágenes un tema en apariencias árido. Este nuevo trabajo se aviene más con la naturaleza misma del cine, que cuenta historias.»
«En La dignidad de los nadies -precisĂł- se recogen experiencias a travĂ©s del relato de sus protagonistas. DifĂcil imaginarse que las chacareras, ajenas a los asuntos bancarios o polĂticos, iban a ser capaces de organizar un vigoroso y original movimiento de resistencia enfrentando a los bancos e impidiendo más de mil remates judiciales. Los comedores barriales y comunitarios, los dispensarios, panaderĂas y otras iniciativas sociales creadas por los vecinos para dar respuesta a la pobreza y al hambre. Las decenas de marchas del silencio de familiares de las vĂctimas de las mafias policiales que lograron desenmascarar a los asesinos y llevarlos a juicio. Las fábricas recuperadas por sus ex trabajadores demostrando que con la autogestiĂłn y sin estructuras jerárquicas de gerentes y capataces, podĂan producir con eficiencia y calidad.»
A pocos les será ajeno el espĂritu innovador que recorre este filme del realizador de La hora de los hornos y Sur. «Yo creo -afirmĂł con Ă©nfasis- en la inteligencia y la sensibilidad del espectador, en su capacidad para adentrarse en las complejidades de la narraciĂłn y reflexionar sobre lo que ha visto. Es por ello que en La dignidad de los nadies apelo a diversos recursos fĂlmicos intragenĂ©ricos. Es como si en un libro reuniera crĂłnicas, reportajes, pero tambiĂ©n notas analĂticas, procedentes del cine de ensayo.»
Al abordar el resultado de la pelĂcula, el crĂtico argentino Jorge Bernárdez señala: «Los personajes que presenta Solanas son dignos, pero la pobreza en la que se mueven no lo es, es indigna la pobreza, es indigno que exista gente hundida por debajo del nivel mĂnimo de supervivencia abandonados a la buena vaya a saber de quiĂ©n, porque a esta gente ni Dios, ni el Dios mercado les echan una mirada, y mucho menos una mano. Solanas no se detiene y esa es la buena noticia que trae esta pelĂcula, acaso a su cine le haya pasado lo mismo que a la Argentina, es decir, se haya empobrecido y haya adoptado una forma más cercana el periodismo televisivo. Pero cuando se suelta y se mete entre los nadies parece despuntar el mejor Solanas, el artista. En el arte hay una respuesta contra el aguante, la opciĂłn es atacar con arte. ÂżQuiĂ©n resistirá cuando el arte ataque?»
Ese arte, que como dijera el poeta español Gabriel Celaya «toma partido hasta mancharse», tiene en Solanas un militante.