El bolo alimenticio de varias transnacionales, integrado por la fabulosa serranía de «El Mutún», al este del departamento de Santa Cruz, en plena frontera con Brasil, que contiene 40.000 millones de toneladas de mineral de hierro y 10.000 millones de toneladas de manganeso, ya estaba en sus gargantas. No se lo pudieron tragar porque la […]
El bolo alimenticio de varias transnacionales, integrado por la fabulosa serranía de «El Mutún», al este del departamento de Santa Cruz, en plena frontera con Brasil, que contiene 40.000 millones de toneladas de mineral de hierro y 10.000 millones de toneladas de manganeso, ya estaba en sus gargantas. No se lo pudieron tragar porque la presión ciudadana logró recuperarlo del fondo de su garganta,
La licitación, que debía favorecer a las empresas brasileñas Sidersul y Vale do Río Doce Akes SA., estaba totalmente digitada. El grupo «Tumbar», de la familia «Monasterios», de Santa Cruz, vinculado al multimillonario brasileño, Eike Batista, ya había logrado un permiso para avanzar en la explotación de la serranía. Ahora tenía comprometido el respaldo de cuatro de los siete integrantes del comité de adjudicación del proyecto.
Lo insólito del caso, es que se pretendía que la explotación de 1.5 millones anuales de toneladas de hierro, para la fabricación de arrabio, se la hiciera con carbón vegetal, lo que implicaba la tala de 45 hectáreas diarias de bosque amazónico, que alcanzaría a 165 mil hectáreas anuales y 657 mil hectáreas en los 40 años de duración del proyecto.
Los depredadores afirmaban que su propuesta era la más ventajosa, al ofrecer fuentes de trabajo a 5000 motosierristas que, sin medida ni clemencia, derribarían árboles para convertirlos en combustible de la acería. Sin embargo, es más insólito todavía que a sólo 20 kilómetros del cerro cruce el gasoducto de Santa Cruz s San Pablo, lo que facilita el uso del gas natural como reductor del hierro, a fin de producir hierro esponja o palanquillas, cuyas utilidades son muy superiores a la sola comercialización del arrabio,
El secreto del enigma reside en que el arrabio debía servir como insumo a las acerías que Brasil tiene en la serranía de «El Urucum», hermana siamesa de «El Mutún», donde se producen derivados del mineral de hierro con diesel y termoelectricidad. De esta manera, la parte boliviana del yacimiento, en lugar de ser competitiva del Brasil, se convertía en su subsidiaria.
Al detenerse la licitación, se pudo conocer que la empresa Shandong Luneng, de China, ofrece invertir, en lugar de los 500 millones de dólares de los brasileños, 5.000 millones de dólares, que abarca la construcción de un moderno ferrocarril que atraviese el territorio boliviano hasta Tacna Perú, para, desde allí, exportar, a través del Océano Pacífico, productos elaborados para los crecientes mercados asiáticos.
La importancia de la oferta es de tal magnitud que Bolivia, por primera vez en su historia, tendría un ferrocarril que articule el oriente y el occidente de su territorio. Hasta el día de hoy, el país tiene una red oriental de ferrocarriles, conectada a Argentina y Brasil, y una red occidental, que le sirve para exportar minerales por puertos chilenos. Las redes oriental y occidental continúan separadas.
Muchos creen que la licitación de «El Mutún», en condiciones tan negativas para la ecología de Bolivia, era una contravención al protocolo de Kyoto, suscritos por Bolivia, en preservación de la capa de ozono. El atentado, a punto de consumarse, se detuvo por el abrumador triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales, en las elecciones presidenciales del 18 de diciembre pasado.
Morales, frente a quienes pretendían presentarlo como «enemigo» del desarrollo de Santa Cruz por coadyuvar a que la licitación se postergue, aseguró que ella se llevará adelante dentro de dos meses, pero se da por descontado que, en forma previa, se cambiará el Código de Minería, elaborado por el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, a la medida de sus intereses privados, y se prohibirá el uso del carbón vegetal en la reducción del hierro.
Tampoco es casual, finalmente, que empresarios brasileños, asociados a grupos oligárquicos de Santa Cruz, se hubieran adjudicado 600.000 hectáreas de bosques cercanos a «El Mutún», a fin de perpetrar el ecologicidio aquí denunciado.