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Internet a la cubana: el ser humano en el centro de la red

Fuentes: Rebelión

Conferencia ofrecida el 4 de octubre del 2002 por Pedro Urra González, Director del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed, del Ministerio de Salud Pública, en la inauguración del proyecto «Viernes de Cubasí», auspiciado por el Portal Cubasí, de ETECSA.

Internet a la cubana: el ser humano en el centro de la red*

El meruco digital o poner los pies en la tierra
Inaugurar un proyecto como «Los Viernes de Cubasí» es una necesidad. Andamos tan ligados al meruco que, a veces, lo digo por experiencia propia, nos olvidamos del mundo en que vivimos. Digo el meruco digital cuando me refiero, por ejemplo, al tema de la «tierra física», esa «tierra prometida» que cuesta tan cara y que muchas veces no tenemos para instalar nuestros equipos. Muchas veces tenemos que inventar, «poner los pies en la tierra» y buscar opciones para poder llevar el acceso al mayor número de personas. Estamos todos, de alguna manera, tratando de construir y de hacerlo en el escenario de nuestra realidad, pero nos falta un espacio de pensamiento y de reflexión sobre temas que han ido apareciendo y que empiezan a ser fundamentales para la vida.

Hace diez años, cuando empezamos a crear las redes y nos reuníamos con otros compañeros a conversar sobre estos temas, Internet era algo muy lejano. Hoy no podemos hablar de nada, sin pensar en la relación que estos aspectos de la vida tienen con las tecnologías de la información y la comunicación. Internet es sólo una palabra que resume ese nuevo fenómeno que está inundando nuestras vidas, a pesar de las limitaciones del país, en cuanto a su estructura y alcance.

Necesitamos pensar sobre ese tema, necesitamos generar ideas sobre ese tema y sobre todo, necesitamos entender ese fenómeno. Internet es la palabra, no el fenómeno, es la manifestación más visible de algo mucho más profundo. Quería provocarlos un poco sobre este asunto, porque a veces incluso la información, la prensa y, a veces, los medios más importantes simplifican este fenómeno. Lo primero, es entender bien de qué estamos hablando y entender bien las implicaciones sociales, culturales, políticas, económicas, que tiene este fenómeno, extraordinariamente ligado con nuestro futuro inmediato, con el futuro como proyecto, algo que hay que abordar en toda su dimensión. Y hay que meditar en esto, sobre todo porque se ha puesto muy de moda pensar sobre esto, muchas veces en una dirección equivocada, y urge que nos insertemos en este debate, con profundidad.

Invertir en el ser humano

Cada vez que me piden hablar de Internet, pienso en el proceso de envejecimiento que experiementa la población cubana. Y ustedes se preguntarán, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Muy sencillo: somos una sociedad que, debido a las contradicciones de su desarrollo, estamos viviendo un proceso de envejecimiento, comparable con el de otros países desarrollados. Esto es un caso muy singular, Cuba es un país en desarrollo con significativos avances sociales, pero con un insuficiente desarrollo económico. En este sentido, Estados Unidos, por ejemplo, presenta una situación particular, al disponer de una fuerte inmigración, estimulada, como parte de una política migratoria selectiva para el uso de los recursos humanos externos. Nosotros tenemos que ser capaces de articular un sistema económico y un espacio de sostenibilidad para poder encarar este reto y creo que el país tiene que aprovechar todo el potencial de las nuevas tecnologías de la información en un escenario social capaz de apropiarse de ellas en función de los seres humanos. Tenemos que reinsertarnos en la economía desde una perspectiva de desarrollo nacional sostenible y humano y creo que ahí es donde está nuestro espacio.

Por eso debemos pensar en la población, en primer término. En 25 ó 30 años, los que nacimos al Triunfo de la Revolución ya deberíamos retirarnos, pero eso no va a ser posible, habrá que cambiar el concepto y habrá que extender la vida laboral activa. Para esa fecha se podrían producir valores, habría un espacio de sostenibilidad económica y de desarrollo en manos de gente que hay que preparar desde ahora. Lo más interesante de este fenómeno es que la llamada nueva economía tiene que ver mucho con el manejo de la inteligencia y del conocimiento. Es decir, cada día, se valora más la posibilidad del desarrollo económico y el mejoramiento social, en función de los conocimientos, de la capacidad de utilizar la información para hacer todo lo que el ser humano sueña.

Se ha puesto muy de moda el término de sociedades de la información, y lo repetimos como un slogan, se acuña el término y se repite constantemente. La UNESCO promueve el concepto de sociedad del conocimiento. Este se ha incorporado en los programas de desarrollo de la mayoría de los países, como reflejo de algo que está en el ambiente. Pero no es un asunto de batallas semánticas o de estar o no en la moda, en esencia se trata de llenar con contenidos ese concepto, sobre todo un país como el nuestro, con su particular situación social, con su enorme potencial para socializar los procesos y para incorporar Internet a su desarrollo.

Soy de los que piensan que tenemos que ver cómo nos las arreglamos para masificar, para generar el mejor sistema de vasos comunicantes por el cual fluya la inteligencia de este país. Ningún país del Tercer Mundo tiene tan alto nivel de educación, mejor incluso que muchos desarrollados, donde no siempre se distribuye, del mejor modo, el conocimiento.

Pero no es suficiente que tengamos los recursos laborales, la fuerza de trabajo preparada. Si esos recursos humanos no se insertan en un medio que pueda aprovechar las ventajas de las tecnologías de la información y la comunicación para rearticular y generar un modelo de desarrollo sostenible, un modelo que reconozca este nuevo paradigma del que estamos hablando, no hacemos nada con esos recursos humanos. El ser humano tiene que movilizarse en función de los retos de su época, y creo que las tecnologías de la información ofrecen esa oportunidad. El tema, por supuesto, no se reduce a las tecnologías pero, sin apropiarse de ellas y sin su articulación con el conjunto del sistema económico y social, no es posible el cambio. De ahí, la importancia de que abordemos, con profundidad, el tema demográfico. Ante el problema del envejecimiento poblacional, tenemos que buscar soluciones. Para una población que envejece en un país, con recursos naturales limitados, pero que ha invertido una enorme cantidad de sus recursos en el capital social y humano -que se relacionan pero son diferentes-, y donde las redes sociales existentes tienen un peso fundamental, incluso en su forma de sobrevivir y desarrollarse, es imprescindible entender la llamada nueva economía, la economía de red y la denominada sociedad de información.

La pregunta es cómo extender la vida útil de esas personas que están envejeciendo, cómo extender sus conocimientos, cómo configurar un modelo que aproveche esa ventaja comparativa que tiene un país en el que hay una cultura social, un capital social, una inversión social en los recursos humanos. Y de qué manera, además, eso va a tener continuidad.

Internet y la nueva economía: no son la misma cosa

Manuel Castells, sociólogo español que fue profesor en la Universidad de Berkeley y que es un especialista en cuestiones vinculadas con urbanismo, tiene uno de los estudios más completos de la denominada era de la información; él es el autor de un clásico, La era de la información. Fue él quien acuñó el término «la economía de red», que es también el título de uno de los libros de la mencionada trilogía compuesta además por El poder de la identidad y El fin del milenio. Actualmente es profesor de la Universidad Abierta de Cataluña. En este ámbito, existe un pensamiento muy interesante y creo que tenemos que estar atentos a esta producción, conocerla y empezar a generar nuestra propia manera de interpretar estos fenómenos y actuar en consecuencia.

Revisando algunos materiales, traje este de Castells, un artículo que quiero utilizarlo aquí con un sentido provocador. En una conferencia que impartió hace algún tiempo, con el título «Iniciativa empresarial e integración social», él la comenzó con la idea siguiente: «La nueva economía no es una economía de las empresas de Internet, es una economía de las empresas que están articuladas en torno a redes de comunicación externas e internas, son aquellas que utilizan Internet como instrumento tecnológico central de la producción, gestión, comunicación, relación, tanto con el mercado como con los proveedores.»

Cuando se habla de nueva economía, no se habla de Internet. Internet es el fenómeno más conocido de este tema. Son aquellas economías donde la red es un elemento esencial de la reproducción económica y de la forma de operar.

Quiero llamar la atención sobre este hecho. A veces, hay una cierta simplificación de un concepto muy complejo que se articula con el fenómeno definitorio de esta época. Castells pone en un mismo nivel los conceptos de «nueva economía» y de «globalización». Él habla abiertamente de que la nueva economía no es otra cosa que globalización. La nueva economía no es ni mejor ni peor, es sencillamente un fenómeno inherente a la globalización, donde las tecnologías de la información son decisivas.

Viajemos a un escenario totalmente diferente. A veces reproducimos y asimilamos lenguajes y conceptos, sin tener conciencia total de sus implicaciones. Por ejemplo, la clonación es un hecho. Pero, ¿eso significa que necesariamente está en todas partes? Eso mismo pasa con Internet. Internet es solo una tecnología, una forma de interconexión de redes, como la clonación es una técnica, una herramienta genética que recién apareció, que estamos viviendo y que llevará, inevitablemente, a la clonación humana. Estas son las tecnologías actuales, probablemente se utilizarán también contra el ser humano, como sucedió con otras que, en su momento, experimentaron los efectos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Pero, en bien o en mal, eso no significa, necesariamente, que habrá clonación en todas partes, ni que sea la solución para todo, como ocurre con Internet. Internet per se no es el asunto.

IP en todas partes

Hace algún tiempo preparé una presentación sobre el futuro de la información y las bibliotecas de la salud, y comenzaba el análisis por lo que se conoce como «IP en todas partes». IP significa Internet Protocol. Es decir, un elemento técnico que veremos en cualquier sitio, y que ya demostró su viabilidad. El concepto se ilustra incluso con una foto en la que se ve a uno de los fundadores de Internet, Vincent Cerf, con un pulóver que dice: IP Everywhere.

¿Qué quiere decir IP Everywhere? ¿Qué implicaciones tiene? Sencillamente que, desde el punto de vista tecnológico, es posible la universalización de Internet. Dondequiera. En las zonas excluidas, en los barrios marginales, dondequiera. Lo mismo que la televisión. Hasta hace no tantos años atrás, alguien hablaba de que la televisión era un fenómeno elitista, discriminatorio, que los pobres no tendrían acceso a ella. Y ahora vemos que lo peor que tienen los pobres es la TV. Si la TV no está ligada a la cultura, al conocimiento, al mejoramiento humano puede acelerar y agudizar la marginalidad. Posiblemente en las favelas de Rio de Janeiro exista la mayor cantidad de televisores per cápita en un grupo poblacional, porque marginalidad no es necesariamente una casa de paja, como eran las del barrio de Las Yaguas, en la Cuba prerrevolucionaria. Marginalidad es exclusión; es desarticulación cultural; es no participación. Si la TV puede estar dondequiera, incluso donde no hay electricidad porque funciona con células solares, por qué no puede estar, de igual modo, Internet, que en cierto modo, tiene mayores ventajas.

IP Everywhere tiene que ver con la ubicuidad del protocolo de Internet. Desde el punto de vista tecnológico, la nueva etapa supone un proceso de extraordinaria diseminación donde la red va a permear los productos, los equipos, la arquitectura, todo. Es un proceso donde el IP va a estar realmente dondequiera: en un lapicero que puede registrar lo que vas escribiendo y enviarlo a un servidor para guardar esa información; en un libro, que tú puedes identificar, y hacerlo ubícuito; en un equipo electrodoméstico, etc., etcétera. Tecnológicamente, muchos de los equipos que conocemos van a evolucionar en ese sentido, y también el diseño y los servicios, algo que no se plantea en un futuro remoto, sino que ya es una realidad.

A nivel técnico esto tiene que ver con el llamado IP Next Generation, un protocolo que va a resolver, desde el punto de vista técnico, las limitaciones IP en cuanto a posibilidades de crecimiento. Los problemas con los números de IP, que tienen un límite de enlaces posibles, están eliminándose por este sistema numérico, que multiplica casi hasta el infinito las posibilidades de interconexión.

Utilicemos otro ejemplo para explicar este fenómeno del IP en todas partes: el IP Coke Server. En los comienzos de Internet, unos estudiantes que estaban en un edificio, tenían ante sí el dilema de una máquina de Coca Cola, que casi siempre estaba vacía cuando ellos iban a buscar el refresco. La máquina se encontraba, lejos de su alcance, y entonces se les ocurrió conectar aquel aparato de vender refrescos a Internet. Desde el punto de vista técnico, es algo muy sencillo. Bastaba con poner una tarjeta con un control numérico que contara las latas de Coca Cola que quedaban. Cualquiera podía saber con precisión cuántas quedaban en la máquina. Esto, que puede parecer algo anecdótico, intrascendente, es, nada menos, que la base tecnológica y conceptual de lo que después se presentaría como la gran novedad de Internet.

En Hamburgo, durante la más reciente exposición mundial -a la que fueron menos gente de la que se pensaba- se expuso el famoso refrigerador IP. Y como decimos del refrigerador, puede decirse de cualquier equipo controlable desde el punto de vista numérico: un lente intraocular, un implante en el cerebro de una persona u otro. Si volvemos al ejemplo de la clonación, podríamos pensar que es perfectamente posible conectar tecnológicamente a una persona en un momento determinado para articularla con las redes, el conocimiento, la guerra, etcétera.

Existe, incluso, otro concepto, el de la Internet interplanetaria: un equipo que esté en órbita puede también articularse con las redes y conformar un sistema que se enlaza fuera de la Tierra. Es decir, si fuéramos a hablar, en este sentido, de IP Everywhere hablaríamos de que para pensar en la sociedad y el futuro, tenemos que hacerlo con claridad sobre lo que ya se está produciendo en términos tecnológicos reales y pensar entonces en los escenarios posibles y deseables para construir lo que deseamos.

Web services

La Harvard Business Review, una revista de referencia en el mundo capitalista empresarial, una publicación del practicante, de las personas que utilizan esos conocimientos en función de una solución del problema, dice: «Su próxima estrategia en Tecnologías de la Información y la Comunicación: Webservices». ¿Y eso qué es?
Miren qué interesante: el otro día hacíamos un ejercicio con unos amigos. Estábamos pensando en el diseño de un sitio web y nos dimos cuenta que Internet se mueve, desde el punto de vista tecnológico, hacia la arquitectura orientada a los servicios.

En el artículo que mencionaba, se dice que, por primera vez, en el campo del desarrollo de las aplicaciones y el software convergieron los enfoques de los negocios y de la programación. La denominada tecnología de los «Web services» aparece como un nuevo paradigma que se difunde de manera increíblemente rápida. Quiere decir que la llamada programación orientada a objetos se ha desplazado hacia la programación orientada a los servicios. Aquí los objetos son componentes fundamentales, pero al final, el diseño de la aplicación tiene que ver con el diseño del servicio. Significa que usted no diseña una página web, sino un sitio que permite un número determinado de servicios de acuerdo con las necesidades de los usuarios de Internet. Por ejemplo, en lugar de elaborar un sitio sobre un congreso determinado, usted diseña un palacio de las convenciones virtual que le permite ofrecer un servicio, no de uno, sino de todos los eventos que deseen sus usuarios.

Según este nuevo paradigma, se desarrollarán componentes modulares de software, que son reutilizables de forma ubícuota en Internet.

Hasta el surgimiento en Internet, y con mucho respeto para las personas que tienen creencias o sentimientos religiosos, la ubicuidad se identificaba como un atributo únicamente de Dios. Solo él, puede estar en todas partes al mismo tiempo. Con el desarrollo de la red, se ha hablado mucho de la ubicuidad en el sentido de que un mismo servicio o una misma persona puede estar «virtualmente» al mismo tiempo en muchos lugares. Por ejemplo, la información diaria de salud que ofrece Infomed, Al Día. Este servicio puede ofrecerse, al mismo tiempo, en una página y con otros servicios web, o con una «palm», o mediante un celular. Y todo ese conjunto es un mismo servicio, diversificado por un sistema de aplicaciones. Esto implica una nueva perspectiva del servicio, una universalización que técnicamente ya es posible gracias al web service, que estandariza, que supone una dirección universal en Internet, invocable por otro programa.

Son componentes modulares que encapsulan semánticamente una funcionalidad discreta. Una funcionalidad específica, un web service, por ejemplo, puede dar la temperatura del aeropuerto de Rancho Boyeros, eso es universal. Otro puede informar sobre la salida de los vuelos, etcétera. Usted puede imaginárselo, pero se encapsulan semánticamente, a nivel del servicio. El servicio es la información sobre la temperatura del aeropuerto. A ellos puede accederse por programas, por programación. ¿Qué quiere decir esto? Que usted puede programar con los componentes de software existentes los indicadores que necesita. Usted elabora un programa que le permite tomar la temperatura de un lugar, o la noticia del día de otro, el parte meteorológico de más allá… distribuidos en Internet.

Si vemos su parte positiva, puede decirse que hay un espacio de producción, de cosas de calidad, técnicamente viables, interesantes y sin las limitaciones que imponen las distancias. También supone, a nivel tecnológico, la reducción, en gran medida, de la mediación. Si lo vemos por el lado de los retos, vamos hacia un mundo que nos reclama más como seres humanos en el sentido de nuestra capacidad de saber qué hacemos, de la capacidad de discernir. Es un espacio donde es crucial que el individuo esté entrenado para tomar decisiones permanentemente sobre la base de un conjunto de principios éticos, sobre la base de un conocimiento, sobre la base de herramientas que le permitan moverse en ese mundo.

Comunidades virtuales

Las comunidades virtuales son manifestaciones de las redes de Internet en el contexto de las redes sociales. Las redes sociales tienen que ver con quién conoce a quién y quién conoce qué. Eso tiene una relación muy importante con el conocimiento y con otro concepto muy importante: la credibilidad, el valor de lo que se accede, la articulación social que está detrás de esas redes.

Existe una teoría por ahí que dice que entre dos personas en el mundo no hay más de seis pasos, se le conoce coloquialmente como los «seis grados de separación». Eso, en un mundo de 6 000 millones de habitantes, que uno cree que no hay quien lo maneje, supone una relación mucho más sencilla de lo que en apariencias pudiera suponerse. Hay reglas que demuestran que los seres humanos están separados mucho menos de lo que suponemos y eso es muy importante desde el punto de vista de la articulación social.

Existen múltiples evidencias de que las comunidades virtuales sí alteran los roles, porque la tecnología también participó en el desarrollo de las redes sociales. Cuando los procesos productivos son altamente repetitivos, la jerarquía es fundamental. Es más, en la era de la información, las tareas que son rutinarias y que podrían sustituirse por robots, son altamente jerárquicas. Ahora, están de moda las estructuras planas, que pueden generar un gran un desastre si se usan para tareas que no lo requieren. Cuando la tarea es repetitiva, lo que se necesita es sustituirla para liberar a los seres humanos de esa pesada responsabilidad, y aquí es fundamental la jerarquía, el control jerárquico. En todo espacio que se complica, las redes son mejores. De hecho las redes existieron, siempre, históricamente.

¿Cuál es la contradicción? Las redes, como concepto, no tienen centros; tienen nodos que se configuran continuamente. No son centralizadas por concepto. La jerarquía tiene una estructura de pirámide; las burocracias históricas surgieron así. La gente habla de burocracia en el sentido peyorativo, y la burocracia es una forma de organización social -Max Weber lo conceptualizó muy bien. Una estructura en red para un proceso muy complejo se quedó históricamente por debajo de la estructura jerárquica que sí resolvía este tipo de problema. Sin embargo, las estructuras jerárquicas tienen la desventaja de la burocratización, de la centralización. Las tecnologías de las redes han creado las condiciones técnicas y culturales para que las organizaciones de redes puedan convertirse en las predominantes.

La mayoría de los fenómenos sociales tienden a ser complejos. El espacio fundamental que se requiere es el que tiene que ver con la capacidad de los individuos para resolver problemas con toda su inteligencia y su creatividad. La red lo complica. El ideal sería -y la educación es fundamental en este escenario-, que cada individuo, en sociedad o aislado, esté capacitado para actuar, sobre la base de una ética, unos conocimientos y unas habilidades para enfrentarse a los diferentes escenarios posibles y que la sociedad que lo contiene esté en constante movilidad hacia su perfeccionamiento.

La sociedad que alcance esto, es la sociedad que logrará el mejor sistema de vasos comunicantes entre el universo de sus recursos humanos, no habrá exclusión social. Aquí son determinantes otros dos conceptos: el conocimiento tácito y el conocimiento explícito. Recuerden que el conocimiento -esto es una discusión epistemológica- tiene que ver con la capacidad subjetiva de las personas de tomar decisiones con información. No es algo que está en un cartucho en el que se se pueda guardar dos libras de conocimientos. De información, sí, de información se puede guardar toda la que quiera. Puede conocerse un problema, pero no tener la capacidad para generar una nueva solución a ese problema. El conocimiento explícito es el que puede estar a nivel general; el tácito es el que está en la experiencia individual de las personas y que no se puede transmitir, si no es por comunicación.

En este contexto, lo más importante es la comunicación. Es fundamental, ¿por qué? Porque tiene que ver con las propiedades intrínsecas del individuo que interactúa, al aprender de la experiencia. Lógicamente la información es muy importante para no repetir todo lo que se hizo. Pero si no nos quedara nada, tiene que existir, al menos comunicación, para que entonces fluya el conocimiento tácito. El conocimiento tácito tiene que ver con la experiencia cultural, qué oliste, cómo; tiene que ver con las motivaciones, con el carácter, con la química, porque todo eso funciona con los genes. Eso es lo que hace único a un individuo, es lo que nos distingue como seres humanos. Cada individuo es único en la historia de la humanidad. Eso nos levanta la autoestima. Y lo que nos vuelve a poner en el lugar que realmente ocupamos es recordar que somos mortales, y que lo quedará, es lo que seamos capaces de sembrar en el recuerdo de la gente, en el hijo que atendiste, en la gente que ayudaste, en las virtudes que cultivaste.

El conocimiento tácito se puede ver mejor con un cuento, el del sarampión, del cual nos hablaba Mirta Núñez, una compañera, médico, que es la webmaster de Infomed. Estaban unos estudiantes de medicina alrededor de un enfermo, rompiéndose la cabeza para saber qué padecía aquel hombre. Le tomaban la presión, le hacían análisis, y en eso pasó un profesor y dijo: «esto me huele a sarampión…» Y los muchachos le preguntan: «¿Cómo lo sabe?» «Huelo a sarampión, hay peste a sarampión.» «¿Y a qué huele eso?» «¿A qué huelen las flores? -contestó el médico. A flores. ¿A qué huele el sarampión, a sarampión.» Y se fue.

Y todo el mundo se quedó pensando. Para él, que había visto miles de casos de sarampión era obvio, pero no se podía explicitar. Ese es el conocimiento que tiene una persona como resultado de su experiencia individual y que nos habla de la importancia que tienen la comunicación y el conocimiento tácito en el enfoque con sentido común a la vida.

Otro escenario

Esta es una cultura en la cual usted abre la puerta de su casa y tiene el mar, y debe estar preparado para eso. Ese escenario no está ahí porque se nos ocurra, es el resultado del desarrollo. Hacer al cambio un elemento estable de las soluciones es el reto. Las tecnologías propician ese fenómeno y están asociadas a la complejidad. Significa que se ha organizado un sistema mucho más complejo, pero donde las tecnologías vienen a facilitar el manejo de esa complejidad. Y aquí el ambiente social es definitivo, y este se decide en el balance entre la tecnología, la capacidad de la tecnología de orientar este proceso y la maduración social. La manera en que se resuelve esa relación nos permite diferenciar sociedades como la finlandesa y la norteamericana, con las contradicciones que tienen una y otra.

En Holanda, por ejemplo, el 52 por ciento de la fuerza de trabajo no es fija, y por tanto, no hay esa concepción institucional tradicional. Imagínense ustedes los desafíos que eso supone para la concepción socialista y el papel del movimiento obrero, y las relaciones sociales, y la estabilidad de los vínculos. Todo eso cambió totalmente. ¿Y entonces eso significa que el socialismo no es viable como concepto de vida? ¿O es que las cosas ya no son las mismas? Si es así, entonces tenemos que replanteárnoslas. En ese escenario. Porque eso es una realidad.
Ah, sin embargo, en los países nórdicos y otros países europeos, el sistema de protección social es fuerte, por eso hacen que el aprovechamiento de las tecnologías sea mucho mejor que el que puede haber en otras naciones, como en Estados Unidos. Castells afirma que Estados Unidos es uno de los países que, con todos los avances tecnológicos, están menos aptos para los desafíos que estos avances plantean. Precisamente, porque es un sistema que se basó en el individualismo, y que subestimó o minimizó los espacios de interacción social. Imagínense una sociedad donde tú te conectas fundamentalmente con la red y no con los seres humanos, y entras a oficinas donde la gente parece anormal mirando para las computadoras, sin hablarse los unos a los otros.
Lo que nos salva a los cubanos es nuestro espacio social, donde la masividad de esas socializaciones es muy grande. Usted, por ejemplo, llega a la parada y ve una señora que llega y le pregunta: ¿Ven acá mi’jito, tú viste si pasó la 232? Y eso uno lo hace con cualquiera. Eso es normal en Cuba. La primera vez que yo fui a París -estudié francés cuando estaba en el ISRI- estaba loco por llegar y hablar francés con cualquiera, y no pude. Nadie me hacía caso. Terminé hablando con los cubanos que estaban allí, en español, por supuesto. En un mundo donde las redes crecen, la sociedad no podrá funcionar como una secta. Los espacios de socialización y pertenencia serán cada vez más vitales.

Sentido común y fantasilandia

En la sociedad de la información, se habla, también, de la necesidad de una sociedad del sentido común, vinculada a una reflexión filosófica, que tiene que ver con la realidad y la necesidad. Un refrigerador en nuestras casas, conectado a Internet está totalmente fuera del sentido común. Sin embargo, el refrigerador de un hospital, que necesita tener habilitados sus anaqueles con productos imprescindibles para la vida humana, sí tiene sentido que esté conectado a la red. Y las razones son obvias.

La tecnología ha llegado a un nivel de maduración y de flexibilidad que nos puede hacer caer en la trampa de la «fantasilandia», que tiene que ver con la sublimación de la información.

Es el famoso cuento de la computadora de inteligencia artificial, experta en meningitis a la que le hicieron una prueba. Unos burlones empezaron a darle datos de un muerto, y a introducirle datos, y más datos. Los bombillos se encendían y apagaban, y estuvo como una hora en eso hasta que imprimió el resultado: «el paciente no tiene meningitis». Ella no podía hacer otra cosa que no fuera eso. Una gente con sentido común se da cuenta rápidamente de que el hombre está muerto, pero para una máquina, el paciente no tiene meningitis.

Y ahí hay que ver el papel que puede jugar la sociedad en el manejo de estas cuestiones. Tecnológicamente, cada día va a ser más fácil que las organizaciones sean más flexibles. Ahora, eso supone tener en cuenta el contexto social, cultural, geográfico, geopolítico. En Cuba, por ejemplo, la geopolítica es fundamental. El que no entienda que en Cuba cualquier fenómeno pasa por la contradicción con los EE.UU. y la supervivencia de una nación frente al país más poderoso de la Tierra, y eso tiene un fundamento objetivo, real, no entiende nada de lo que estamos hablando. Tener en cuenta este aspecto supone entender que en otro escenario puede ser perfecta una solución, cuando aquí es otra.

Digo eso porque cuando hablo de organizaciones orientadas al conocimiento me refiero precisamente a esa capacidad de tomar información y devolverla con mayor valor. Es un proceso donde la capacidad de obtener información y procesarla adecuadamente significa también una contradicción. En una economía típicamente capitalista o de mercado supone el famoso darwinismo digital. El que no se articula y procesa información aceleradamente, el que no responda al ritmo que impone el mercado, sale del juego.

El mercado crea la fantasilandia, esas necesidades creadas artificialmente para consagrar la regla mercantil. Están también los ludditas, que eran los que durante la revolución industrial rompían las máquinas, le caían a martillazos. No estoy hablando para nada de un neoluddismo, aunque los hay también. ¿Cuáles son los límites del consumo? ¿Dónde están sus límites? ¿Es que el mercado tiene límites? Entonces, ¿dónde están?. Los límites los ponemos nosotros, nuestra mente. Si no hay cultura, si no hay ética, si no hay capacidad del individuo que es lo más grandioso que hay en la Tierra, nada tiene sentido. Ese individuo tiene que estar empoderado, que es la palabra que está de moda ahora, para tener la capacidad de ponerle límites al consumo. ¿Qué quiere decir ponerle límites al consumo?. Una batalla cultural, social; ganarle la pelea a la fantasilandia.

Ni buena ni mala

La otra cosa que es importante en esta reflexión que estamos haciendo es que la tecnología per se no es ni buena ni mala, es tecnología. Es un instrumento. Ahora, ojo con esto. Ahí está el famoso cuento de McLuhan de que en el mensaje es el medio. La tecnología tiene por sí misma una dinámica. En determinados contextos donde sea más fuerte que la cultura, ella se impone.

Recientemente he tenido conversaciones con gente que me ha alarmado, personas que pueden ser hasta asesores de presidentes en países de nuestra América, fascinadas, copadas por la tecnología. Una persona que es básicamente un tecnólogo y no ve las dimensiones sociales de sus acciones, que no es lo mismo que un especialista o un técnico que tiene una cultura y un compromiso.

Cuando hablo de organizaciones orientadas al conocimiento, lo digo en ese sentido integral, lo digo en el sentido de la capacidad de aprender del medio ambiente, de combinar el conocimiento explícito con lo que a veces perdemos: el sentido común. El sentido común es una de las cosas que ha pasado a un segundo plano en las sociedades altamente estructuradas, y el sentido común es lo que nos salva.

Nosotros, a pesar de nuestros problemas, hemos tenido una cuota importante de sentido común, sin la cual no hubiéramos sobrevivido a un período especial. Y seamos responsables, porque nuestra sociedad, con sus características, con sus defectos y con sus virtudes, va a depender de lo que hagamos. No nos podemos dar el lujo de permitir que este proyecto se vaya a bolina, porque nos encapsulemos, nos hagamos rígidos y nos rompamos. Si nos dejamos comprar con enlatados de televisión y pacotilla, nos comen y terminamos siendo unos consumidores de cristalitos de los países desarrollados . Y no es lo que queremos.

Por suerte, esa no es la historia de la Revolución Cubana. Uno no se pierde si está claro cuál es el centro de todo: el perfeccionamiento, el mejoramiento del individuo, el amor y la libertad de los hombres, sobre la base de la libertad y del amor. Esa es la Revolución. Y esa es la esencia de la Revolución. Los momentos, las formas, los detalles, los construimos nosotros, con experiencia, con sensatez y con inteligencia.