En Cochabamba nos reunimos con Moisés Torres Veizaga, presidente del Movimiento Sin Tierra de Bolivia, para hablar sobre los problemas de los campesinos. Además de la nacionalización de los hidrocarburos demandada por el pueblo, el nuevo Gobierno de Evo Morales tiene como reto afrontar el tema de la distribución de tierras en Bolivia. El Movimiento […]
En Cochabamba nos reunimos con Moisés Torres Veizaga, presidente del Movimiento Sin Tierra de Bolivia, para hablar sobre los problemas de los campesinos.
Además de la nacionalización de los hidrocarburos demandada por el pueblo, el nuevo Gobierno de Evo Morales tiene como reto afrontar el tema de la distribución de tierras en Bolivia. El Movimiento Sin Tierra (MST) de Bolivia reclama que se hagan efectivas las medidas escritas en la Reforma Agraria de 1953 y, por otro lado, ‘limpiar’ las instituciones tomadas por los grupos de poder económico, quienes las habían puesto a su servicio.
DIAGONAL: ¿Cuándo y cómo surge el MST en Bolivia?
M.T.V.: El MST surge en el año 2000 por la injusta distribución de tierras que existe en Bolivia. Nuestros abuelos eran esclavos del patrón o el señor feudal. En 1953 se produce la Reforma Agraria que dice que la tierra es de quien la trabaja. Pero esto no se cumple. La distribución de tierras ya desde entonces fue injusta porque en aquel momento los lotes de tierras que dio el Gobierno de entonces a los campesinos fueron muy pequeños y más si tenemos en cuenta que luego se los tenían que repartir entre los descendientes.
D.: ¿Por qué se habla entonces de que existe un elevado latifundismo en el país?
M.T.V.: Las tierras que cultiva el campesino en la zona occidental son minifundios de baja calidad y son muy poco productivas. En cambio, en el oriente se concentran millones de hectáreas de latifundio de las empresas agropecuarias que se ha concentrado en pocas manos como pago de favores políticos de los gobernantes. De los 65 millones de hectáreas cultivables de Bolivia, unos 40 millones son de terratenientes. Otros 10 millones corresponden a las tierras protegidas, pero a las que también acceden los poderosos para sacar recursos naturales como madera, minerales o gas. Estas últimas tierras están vedadas para los indígenas campesinos, que sólo disponemos de 15 millones de hectáreas de baja calidad para cultivar. Consecuencia de esto es que más de un millón de campesinos en el país no pueden vivir de la tierra. Son las personas que por necesidad han emigrado a los centros urbanos donde viven sin empleo o trabajan en la economía informal o en las grandes extensiones agrícolas y ganaderas del oriente. El resto se marchan al extranjero.
D.: ¿Cómo es posible que tras 50 años esta situación no se haya resuelto?
M.T.V.: En 1996 apareció la ley INRA que supuestamente mejoraría la distribución de tierras. Tras 10 años sólo se ha saneado el 7% de tierras del país. Por esta situación, en el año 2000 se organiza el MST para reivindicar las tierras ociosas, que muchas están hipotecadas para pedir préstamos bancarios. Se decide entrar en las tierras que no se están trabajando. Desde entonces han sido muchos los enfrentamientos con el Gobierno y los terratenientes.
D.: ¿Qué grado de represión ha sufrido el MST?
M.T.V.: En el año 2000 grupos de sicarios asesinaron a seis dirigentes. Todavía no se ha aclarado lo que sucedió ni detenido a los asesinos. Y hasta hoy las persecuciones son constantes.
D.: ¿Qué apoyos estáis recibiendo? ¿Qué cobertura dan los medios de comunicación de vuestra lucha?
M.T.V.: Hemos sido tildados de avasalladores de tierras, de estar armados como las FARC o Al Qaeda, de estar más armados que Rambo. Los medios de comunicación nos preguntan que de dónde sacamos las armas. Nosotros les decimos que las usamos para cazar animales. Y ahí se quedan. Porque cuando les decimos que no nos alcanza para comprar azúcar, sal o fideos, eso no nos lo sacan en los medios. Por todo esto creemos que somos los marginados entre los marginados. En Bolivia somos ricos en recursos naturales pero seguimos pobres.