– Primero, lo elemental: ¿qué es el software libre? – Es el software que le da derecho a cada persona a inspeccionar el código fuente y saber qué cosa le ordena el programa a la máquina. Yeso implica poder usarlo dónde se quiera, cómo se quiera y cuántas veces se quiera. La concepción parte de […]
– Primero, lo elemental: ¿qué es el software libre?
– Es el software que le da derecho a cada persona a inspeccionar el código fuente y saber qué cosa le ordena el programa a la máquina. Yeso implica poder usarlo dónde se quiera, cómo se quiera y cuántas veces se quiera. La concepción parte de cuatro libertades básicas: derecho a usarlo, a inspeccionarlo, a modificarlo -es decir adaptarlo a sus circunstancias y necesidades- y a distribuirlo. Cualquier software que no tenga alguna de estas cuatro características, no puede ser llamado «libre».
– ¿Cómo fue tu acercamiento al software libre?
– El desarrollo del software libre me entusiasmó cuando leí sobre el tema hace bastante tiempo, allá por el ’92. Por allí me surgió la idea de crear software en forma colaborativa; es decir, compartiendo el código fuente. Era la forma lógica y sana de hacerlo, porque el único motivo para cerrarlo es puramente comercial. A partir de entonces, empecé a investigar.
Porque esto no se trata sólo de una cuestión de programadores, sino de los derechos humanos de las personas. Dado que, tarde o temprano, toda nuestra sociedad va a estar mediatizada por las máquinas, la única forma de garantizar sus derechos es permitiendo que se conozca las tecnologías que se usan. Y, en particular, que se tenga acceso a los códigos fuente que manejan las máquinas.
– Esto es una concepción política respecto del conocimiento…
– Así es. De cómo se usa y de cómo convivimos con el conocimiento. Hace mucho tiempo tuvimos una revolución industrial con la que aprendimos a manejar la energía y la materia. Se transformó el mundo y nos transformamos nosotros. En estos momentos, estamos saltando a sociedades que están comenzando a manejar el conocimiento y la información en forma automatizada. Ycon ello, estamos adquiriendo nuevas capacidades y poderes. Así como la revolución industrial marcó todas las discusiones políticas en relación con la propiedad privada de los medios de producción, lo mismo pasa ahora. La contradicción en la sociedad del conocimiento radica, justamente, en cómo se maneja el conocimiento.
– ¿Cuáles son los modelos en pugna?
– Una posibilidad es el conocimiento tal cual se lo maneja hoy, a través de las leyes de propiedad intelectual, más sus nuevas versiones de penalización incluidas en el ALCAo la restricción de derechos digitales. Si todo eso se impone, el conocimiento va a quedar en muy pocas manos. El planeta será manejado prácticamente por una corporación y todas las interacciones humanas, en todos los campos, estarán a su merced. Yesto es mucho más artificial de lo que -en su momento- fue la propiedad privada de los medios de producción. Porque la propiedad privada se la puede manejar de muy distintas maneras en relación con las decisiones públicas. Pero con el conocimiento no es así. Si yo tengo una idea y la expreso, el conocimiento también puede ser de quien lo escucha. Y entonces, no tiene sentido que yo controle a esa persona por una idea. Eso es lo que está pasando con las leyes de derecho de autor, llevadas al extremo en este momento.
– ¿Qué fue lo que provocó este cambio de perspectiva?
– Si uno lo piensa, los derechos de autor en la era industrial eran totalmente razonable, porque permitían distribuir mejor el conocimiento. Pero con la digitalización, esas restricciones desaparecieron. Primero, porque es más fácil buscar información, pero además porque cualquiera puede publicar sin mayores costos y distribuir a través de los buscadores. Entonces, carece de sentido que se creen leyes para promover la apropiación del conocimiento. Esas instituciones frenan el progreso más que promoverlo. Lo que se está haciendo ahora con el DRM, lo que ellos llaman Rights Digital Management (NdE: Gerenciamiento de Derechos Digitales),y nosotros Restrictions implican mecanismos por los cuales la computadora deja de pertenecer a su dueño para pasar a ser de los que arman los programas.
– ¿Cuál es la razón de fondo?
– Es que si una persona controla su computadora, puede ver y escuchar lo que quiera. En cambio, si a las computadoras les ponen una llave para ejecutar un determinado programa, sólo los progra- mas certificados van a poder reproducir, por ejemplo, películas o música administradas por Hollywood, por Sony o por cualquier otra corporación. Es bastante duro, porque ya no estamos hablando de leyes implementadas por la policía de los Estados o por la justicia, sino leyes que se ejecutan en forma automática. ¿Entonces, quién tiene el poder de policía sobre mi computadora? Lo tiene el programa. ¿Quién instaló el programa? Intel, o MD, o quien fabricó los microprocesadores. Ellos deciden lo que yo puedo hacer o no hacer con mi computadora. Ese es el mundo que se está planeando. Ycreo que de todos los temas políticos en discusión, éste es -probablemente- el de mayor impacto real en la sociedad y en la economía del futuro.
– ¿Cuál es la cuestión crucial en todo esto?
– El software tiene que ser auditable. Porque, ¿cuál es el problema del software comer- cial? Es que no es auditable. Es decir, yo no sé qué cosa le pone Microsoft a sus programas. Yo no tengo forma de saber si cuando yo mando un correo, el programa indica que también se lo mande a otro. Y esto es porque no tengo acceso al código fuente. Incluso hay mucho debate en Internet acerca de si no existen «puertas secretas» para las agencias del gobierno de Estados Unidos. Es que ese país tiene una normativa que se llama CALEA, que obliga a todos lo fabricantes de equipos de comunicaciones a poner puertas para el gobierno. Es decir, cualquier router fabricado por empresas norteamericanas tiene estos mecanismos adentro y, entonces, puede ser intervenido por agencias del gobierno.
– ¿Qué se está haciendo en Venezuela para que el Estado use sólo software libre?
– Hace unos años, el Presidente Chávez dictó el decreto 3390 por el que declaró obligatorio en el Estado, el uso de software ibre en general y Linux, en particular. Están en un esfuerzo muy grande para reemplazar todas sus tecnologías de información. ¿Dónde se origina esto? Bueno, cuando a Chávez le hicieron el paro petrolero -que fue un sabotaje por parte de los altos funcionarios de la empresa estatal-, toda la informática estaba manos de una empresa tercerizada, que estaba controlada por gente de Inteligencia de otros países. Y cuando ocurrió el paro, toda esta informática quedó en esas manos. Hicieron cosas verdaderamente terribles desde los mecanismos de software, que fueron percibidas como parte de una guerra electrónica. Ybueno, ahora lo que se decidió fue recuperar la soberanía tecnológica.
– ¿Es posible que todo esto sea la otra punta del puente que lleva a la red Echelon?
-Seguro. Si hasta se ha hablado de claves dentro de los entornos Windows, aunque uno no tiene forma de saber si todo esto es verdaderamente así. En cambio, con el software libre, al estar abierto el código, cualquiera puede revisarlo. Es decir, hay muchos ojos mirándo- lo. Este es el motivo por el cual el software libre se desarrolla mejor y tiene menos errores. Porque muchos ojos sobre algo, permiten que la cosa mejore. De la otra manera, si uno llama a Microsoft, nunca encuentra respuestas. Son los costos de tener una tecnología cerrada.
– ¿La forma ideal de migrar al software libre es por decreto?
– En Brasil hay un trabajo muy interesante. Brasil no siguió la línea de Chávez pidiendo el reemplazo del software en dos años, pero hizo una política decididamente en pro del software libre. No tuvo la forma de decreto, pero lo impulsaron con medidas de hecho y su impacto sobre la economía ha sido muy fuerte. Hoy tienen montones de gente desarrollando software libre y mucha gente ya capacitada. El modelo es otro, y muy exitoso
– Y aquí, ¿cómo estamos parados?
-Acá se está haciendo bastante desde el ámbito privado. Hay muchas empresas privadas que ya lo están utilizando. No es algo ni demasiado público ni demasiado visible, porque no es del interés de las empresas mostrar lo que está sucediendo. También en el Estado hay muchas iniciativas individuales que suelen ser realizadas -simplemente- por los responsables de las áreas de sistemas.
– ¿Lo hacen y listo?
– Claro, porque el software propietario requiere para su instalación que haya una licitación pública, cosa que en realidad no se hace o se hace muy mal. De hecho, no se debiera siquiera incorporar marcas en los pliegos de licitación Yel software libre les simplifica todo, porque sólo lo tienen que bajar de Internet y lo usan sin ningún tipo de proceso administrativo. Entonces, muchos administradores de sistemas lo hacen directamente y le ahorran un montón de problemas y de dinero al Estado argentino y a la gente.
– ¿Nunca hubo intención aquí de migrar hacia sistemas abiertos?
– No. Hubo una decisión de apoyar grupos de software libre en el Estado, de hacer porta- les, de hacer reuniones,
y hasta allí se llegó. Pero tampo- co se tomó la decisión de ir en contra. Hay reparticiones importantes que ya están usando software libre y hay medidas de apoyo a la producción de la llamada industria del software, supuestamente, para apoyar las exportaciones.
– ¿Por qué dice «supuestamente»?
– Porque, personalmente, creo que con esto se aumenta la compra de licencias. Uno tiene que calcular todo lo que se gana, pero también todo lo que sale.
– ¿En qué sentido?
– Claro, si yo quiero fabricar un software de bases de datos, de seguro voy a tener que comprar alguna licencia Oracle. Enton- ces, cualquier presupuesto de venta también tiene un enorme porcentaje de compra de licencias a terceros. Y para conocer la ecuación, hay que saber cuál será nuestro papel en la cadena de valor. Si uno pone a 100 personas en un cuarto para hacer soporte técnico, retiene un valor relativamente bajo. Si uno desarrolla aplicaciones a medida, trabaja en una capa superior. Pero en todo caso, hasta ahora se avanzó porque hubo devalua- ción y aquí se consigue mano de obra calificada a un costo mucho más bajo que a nivel internacional. Nuestra industria no está construida sobre las bases del control de la tecnología.
– Entonces, ¿cuál sería el camino?
– Para países como el nuestro, no hay otro camino que el software libre. Yo puedo enten- der que Estados Unidos haga cuentas, porque tiene a una Microsoft o una Oracle recaudan- do. Porque, al cabo, el software propietario es como un sistema de recaudación de impuestos: cada computadora para que funcione le tiene que pagar un cierto impuesto a esta gente, y utiliza los sistemas legales de cada país para vigilar su cobro. A Microsoft esto le significa unos U$S 100 por año y por computadora.
-¿Esa es la cifra?
– Es la cifra que pretenden. Probablemente, con el software libre esto empiece a bajar. Pero hay un acuerdo con los fabricantes de máquinas y de procesadores para que las máquinas tengan que ser cada vez más rápidas y tengan que ser reemplazadas a intervalos regulares. Son distorsiones en la industria, que están causadas por este tipo de cuestiones.
– Contame cómo nació el Ututo.
– En el ’99, yo estaba en el área de energías no convencionales de la Universidad de Salta y comenzamos a desarrollar software para simular sistemas de energía solar. Lo hicimos de manera libre. En esa época había mucho menos conocimiento y difusión que ahora de estos temas. Venían los estudiantes, se encontraban con algo que no conocían y no tenían forma de seguir utilizando el mismo software. Entonces, se planteó el desafío de desarrollar una versión del Linux que funcionase desde un disco compacto y no tuviera necesidad de ser instalado. Esa fue la primera versión de Ututo, una de las primeras en el mundo en funcionar de esta forma.
– ¿Dónde se comenzó a usarse?
– Recuerdo que se puso en marcha en las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires. Empezó a desarrollarlo Marcos Zapata, que era un estudiante de la Universidad de Salta y él, incluso, fue contratado por el gobierno para desarrollar una versión específica de Ututo. Creo que aún sigue funcionando y además le ahorró muchísimo dinero a la ciudad.
– ¿Y luego?
– Luego, otro grupo de personas, entre los que estaba Daniel Olivera, tomó el proyecto y consiguió un impacto muy grande. Para países como el nuestro, no hay otro camino que el software libre. «
Se obtuvo el apoyo de la Free Software Foundation a nivel internacional por ser un desarrollo que cumplía con las cuatro libertades. Yhoy ya se lo utilizan- do en todo el mundo, porque incluye varias versiones específi- cas para distintos tipos de procesadores. Con eso, maximiza la capacidad de la máquina aunque sea chica, lo cual es muy útil para países como el nuestro, que no está como para renovar máquinas cada dos años.
– ¿Cuánta gente lo instaló hasta ahora?
– Alrededor de 70 mil personas. No creo que haya habido un software argentino que haya sido más utilizado. Pero quiero decir algo: no estamos con el proyecto Ututo para argentinizar algo, sino porque tiene aportes y «puntas» desde todo el mundo. – ¿Ututo va a ser el software de las computadoras que el MIT vendería a la Argentina? – El grupo de Ututo se lo planteó al MIT y en estos días lograron hacerlo funcionar en una máquina similar a la OLPC (NdE. Se refiere al modelo que se usará el Programa One Laptop per Child), como las que están desarrollando con Negroponte para venderlas a la Argentina a U$S 100.
– ¿Van a costar U$S 100?
– Bueno, dicen que va a costar 140. Nuestra idea es que el Ututo funcione allí, pero vamos a ver si hay alguna sensibilidad del gobierno y de las autoridades locales para utilizarlo en la Argentina. Igual, los muchachos estaban haciendo las pruebas. Las primeras máquinas podrían estar saliendo en abril de 2007 para ser distribuidas en todas las escuelas.
– ¿Alcanza con repartir las computadoras?
– No. Sobre esto hay que poner mucho más que la decisión política de comprar. Hay que pensar una política en la que se sepa cuál será el objetivo, cómo se las va utilizar y cuáles serán los contenidos. Es decir una política educativa respecto de las nuevas tecnologías. Es mucho más que entregarle una computadora a un
– ¿Y la conectividad?
– Conectividad hay. Son muy pocos lugares donde no haya, aunque sea, correo electrónico. Y el correo es una herramienta muy fuerte. Tampoco hace falta banda ancha. Siempre se está dando vueltas con el tema de romper la brecha digital, y esas cosas. En realidad, la gran brecha es la pobreza. En tanto y en cuanto no haya pobreza, no va a haber brecha digital. Amí no me gusta esa política de conectar a todo el mundo a la fuerza. Cada uno debe tener la libertad de administrar los escasos recursos que tiene. Quizás para algún chico de la Patagonia, la prioridad sea tener calefacción. Hay que luchar contra la pobreza y cuando la gente tenga aunque sea lo mínimo, y si le interesa Internet, la pondrá. Y si no le interesa, no la pondrá. Por eso, a mí me asustan esos megaproyectos con máquinas para todo el mundo, si todo el plan se reduce sólo a eso. Eso de cablear hasta la última milla, era lo que planteaban las grandes compañías de comunicaciones en la Cumbre de Túnez. Querían subsidios para poner cables hasta en el último árbol del Amazonas, pero ése no tiene por qué ser el proyecto de cada pueblo.
– La última: si yo quiero bajar el Ututo, ¿dónde lo consigo?
– Es fácil. Vas a www.ututo.org, lo grabás en un disco, y listo. No creo que haya habido un software argentino que haya sido más utilizado que el Ututo. «