Algunos nos ponemos nerviosos cuando vemos que Google y otras compañías Web están acumulando enormes colecciones de datos sobre nuestros hábitos de navegación. Hacer algo para impedirlo, sin embargo, es mucho más complicado que lo que muchos de nosotros estamos dispuestos a aguantar. Eso es lo que aprendí durante la semana que pasé intentando ser […]
Existen varias maneras de navegar de forma anónima; la más frecuente implica ir «de incógnito». La idea es navegar cómo lo haría normalmente, pero enmascarando la información que pueda usarse para averiguar su identidad. Para ello, es necesario encubrir su dirección de protocolo de Internet, o IP, el número exclusivo que identifica a su computadora. De esta manera, las compañías no podrán saber que su PC hizo una búsqueda sobre «cómo evadir impuestos».
El mes pasado, después de que AOL filtrara datos de búsqueda en la Web de 650.000 clientes, irritando a los defensores de la intimidad, decidí conservar el anonimato mediante un programa llamado Anonymous Surfing, disponible en la Web http://u3.sandisk.com/
download/Download_no_es.asp (en español). Existen otros programas de protección de identidad, como Tor. Entre sus usuarios, además de navegadores preocupados por su intimidad, hay detectives secretos y empleados de empresas corruptas.
Estos programas impiden que los sitios Web vean su dirección IP, canalizando su navegación sobre otras direcciones IP. Hay que decir que en el incidente de AOL estos programas no habrían servido de gran ayuda. Dos clientes de AOL fueron identificados públicamente porque habían escrito sus nombres y parte o toda su dirección en el cuadro de búsqueda, algo que el software de anonimato no habría podido ocultar.
En esta búsqueda del anonimato, cada vez que navegaba también borraba mis cookies, pequeños archivos de texto que los sitios Web usan para identificar a los visitantes que regresan. De modo que en las visitas siguientes a esos sitios yo parecía un recién llegado.
Como consecuencia de todo esto, navegar por la Web fue mucho más difícil. Las páginas tomaban más tiempo en abrirse y yo recibía mensajes de error en ciertos sitios, posiblemente por no tener cookies.
¿Cómo se protegió entonces mi intimidad? Por un lado, los nuevos sitios no podían mostrarme anuncios basados en lo que yo había leído anteriormente. Como mi dirección IP cambiaba con frecuencia, los sitios de e-commerce y los motores de búsqueda no podían relacionar mis búsquedas con una sola dirección de IP.
Ése fue el lado positivo. Sin embargo, hubo demasiados inconvenientes. Me gusta la comodidad, y no me importa un poco de personalización. Desde luego, los servicios de anonimato pueden hacer que sea mucho más difícil que las autoridades le sigan los pasos, una razón por la que debería preocuparnos el posible atractivo que este software puede tener para los delincuentes.
Si mi experiencia es señal de algo, creo que pocos usuarios de Internet van a cambiar sus métodos de navegación. Nos gusta demasiado la comodidad.
http://online.wsj.com/public