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Entrevista a Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia

Fuentes: La Jornada

«El movimiento indígena boliviano ha tenido gran habilidad y flexibilidad para articular múltiples alianzas con otros sectores, como obreros, clases medias, pequeños empresarios. Es decir, ha tenido la capacidad para formar un bloque histórico en el sentido gramsciano»

Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, tiene el aspecto de universitario de porte elegante y trato sencillo. Desde principios de año este ex guerrillero, sociólogo y matemático encabeza junto con Evo Morales y su Movimiento al Socialismo (MAS) el primer gobierno indígena de Bolivia que se ha propuesto refundar el país dotándolo de una nueva Constitución que haga participar a la población étnica en las decisiones del país, utilizando los recursos energéticos en la lucha contra la pobreza.

García Linera dice que nunca imaginó que ejercería un cargo público de tal responsabilidad. «Es una experiencia que, por la intensidad y desafío que representa, me recuerda el ímpetu intelectual, la frescura e intensidad que viví hace 20 años cuando estudiaba matemáticas en la Universidad Nacional Autónoma de México», afirma en conversación con La Jornada , en su primer viaje oficial a Europa.

A sus 44 años de edad, tiene detrás cinco en prisión. Creció en una nación convulsionada por una gran inestabilidad política donde cada elección era seguida de un golpe de Estado. Bolivia, el país predilecto de Simón Bolívar, lleva en sus menos de 200 años de vida independiente 189 golpes militares. Indeleble en la memoria continúa presente una gran movilización en 1979 que marcaría después su compromiso con la causa de los indígenas.

«Fue el primer gran bloqueo indígena y me impactó muchísimo porque no obedecía al mando de la Central Obrera Boliviana, que entonces dirigía el líder obrero Juan Lechín, un sindicalista con mucha fuerza política. La movilización, que paralizó a la ciudad de La Paz, donde yo vivía, y despertó en la sociedad paceña una serie de miedos y temores, provocó en mí un interés que después se convirtió en obsesión, hasta el día de hoy», afirma el vicepresidente.

También lo marcaron sus experiencias en México y Centroamérica, en donde vivió de cerca la formación y desarrollo de guerrillas rurales. «Me quedó claro el papel político del mundo agrario campesino y, en el caso de Ecuador, el componente indígena en las luchas sociales», afirma.

La vertiente teórica la encontró a partir de la reflexión desde el marxismo sobre el tema nacional y agrario, así como la cercanía con antiguos militantes del movimiento indígena Túpac Katari y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. «Fue la suma de varios elementos históricos, intelectuales y vivenciales que han hecho que el tema indígena sea una obsesión teórico-política hasta el día de hoy», señala García Linera.

­¿Es el movimiento indígena boliviano un ejemplo a seguir en otros países de amplia población indígena, como México?

­El movimiento indígena boliviano ha tenido una gran habilidad y flexibilidad para articular múltiples alianzas con otros sectores indígenas y no indígenas. Es decir, ha tenido la capacidad para formar un bloque histórico en el sentido gramsciano del término en torno al núcleo indígena pero incorporando a sectores no indígenas, obreros, clases medias, sectores pequeñoempresariales, lo que le ha permitido convertir su fuerza en un liderazgo nacional y en fuerza electoral.

«En diálogo directo con el movimiento indígena mexicano se encuentra la voluntad de poder en el sentido fuerte del término. Los movimientos indígenas bolivianos de manera práctica han propuesto cambiar el mundo tomando y cambiando el poder. La toma del poder por movimientos sociales es una de las experiencias más avanzadas en el mundo en un contexto de humildad y sencillez que hay que mantener. Es una experiencia muy notable que modifica las discusiones teóricas de Tony Negri, John Holloway y otras figuras que reflexionan sobre las acciones emancipativas de la sociedad».

­Se escuchan de nuevo rumores de golpe de Estado.

­La primera quincena de octubre fue el momento más conflictivo de los 10 meses que llevamos de gobierno, cuando recibimos información fidedigna de los órganos del Estado de que ciertos miembros de la oposición comenzaron a tocar las puertas de los cuarteles, insinuándoles a los oficiales la posibilidad de acortar el mandato de Evo Morales. Encontraron rechazo, los oficiales nos informaron a nosotros. Han sido acontecimientos graves que son investigados, pero con la denuncia de los militares el asunto quedó estancado. Desde de la firma de los contratos con las empresas petroleras estamos viviendo un momento de cierta tensión pero de carácter secundario.

­¿Cuál es el proyecto boliviano de integración en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y en el Mercado Común del Sur (Mercosur?

­Tenemos que buscar la consolidación de bloques estatales que nos ubiquen en una mejor posición en el escenario de bloques regionales que están ahora conduciendo los procesos de globalización económica y comercial. Ni el Mercosur y ni la CAN, las dos plataformas que tenemos en América Latina, están en su mejor momento. El retiro de Chile y Venezuela de la CAN en protesta por la negociación de Perú y Colombia de Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos ha debilitado enormemente el bloque regional, sin embargo es posible volver a reunificar la CAN, respetando, pero dejando de lado estos temas, para reforzar otros temas de interés común en la negociación conjunta de un acuerdo de integración con la Unión Europea.

«Las fricciones entre Uruguay y Argentina, y Argentina y Brasil han debilitado el Mercosur, pero esperamos que puedan resolverse. La CAN y el Mercosur son procesos de integración de primer piso, queremos avanzar en él, pero también en un proceso de integración de segundo piso a nivel de toda la comunidad sudamericana».

­¿Con los hidrocarburos como piedra angular?

­En diciembre tendrá lugar un encuentro de la comunidad sudamericana y creemos que hay que tener sueños y actitudes realistas y audaces. Apuntar a una comunidad sudamericana a mediano y largo plazo, y trabajar redes de unificación práctica. Ya tenemos una primera red que son las carreteras de IIRSA (Iniciativa para la Integración Sudamericana) que hablan de una integración creciente de infraestructura caminera. Un segundo paso que el presidente Morales está proponiendo es en el ámbito de los energéticos, a partir de las empresas estatales. Petróleos de Venezuela, Petrobras (de Brasil), Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos y Energía Argentina, son cuatro empresas estatales que pueden permitir un avance sustancial de integración en el ámbito energético que benficie a toda la región, a los países productores pero también a las naciones consumidoras. El presidente Morales está trabajando un conjunto de propuestas que hará públicas en diciembre.

­¿Qué tipo de relación bilateral le gustaría a usted establecer con México?

­Yo hago un gran esfuerzo para estar al menos una vez al año en México. Hay muchas cosas que en lo personal me atan a ese país, y como a mí eso le sucede a miles de bolivianos que se han formado académicamente, que han trabajado, que han sido recibidos generosamente en México, que están muy vinculados con toda la producción cultural mexicana. Hay mucho de Bolivia vinculado con México y eso es algo que no debe perderse, es algo que debe potenciarse. Respetamos al gobierno elegido por el pueblo mexicano. Estamos muy interesados en reforzar nuestros vínculos políticos bilaterales. Están pendientes temas energéticos. Hace meses se habló sobre este tema, que no está cerrado. Mantenemos la misma disposición para retomar el diálogo y estamos dispuestos a dar los pasos necesarios.

­¿Se ha aplazado el sueño boliviano de tener en el futuro una salida al mar?

­Una salida soberana al mar es una reivindicación, un deseo, una exigencia irrenunciable. No se ha dado marcha atrás, lo que se está haciendo es trabajar paralelamente ámbitos de confianza, lo que el presidente Morales ha llamado «la confianza de los pueblos», de sociedad civil a sociedad civil, de gobierno a gobierno. Las cancillerías de Chile y Bolivia trabajan una agenda de 11 puntos, en la que figuran tanto el tema energético como el de una salida al océano Pacífico. Es una muy buena base para continuar el diálogo y el acercamiento entre ambos gobiernos.