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Un gobierno sin compromiso

Fuentes: Alai-amlatina

Realmente no tenemos de que extrañarnos con la última aseveración del secretario de Gobernación, Carlos María Abascal Carranza en el sentido de «que nunca el presidente Vicente Fox Quesada se comprometió a resolver el caso Oaxaca», el cual ha dejado como saldo inaceptable más de veinte muertos, cerca de tres docenas de desaparecidos, otros tantos […]

Realmente no tenemos de que extrañarnos con la última aseveración del secretario de Gobernación, Carlos María Abascal Carranza en el sentido de «que nunca el presidente Vicente Fox Quesada se comprometió a resolver el caso Oaxaca», el cual ha dejado como saldo inaceptable más de veinte muertos, cerca de tres docenas de desaparecidos, otros tantos detenidos y un deterioro social de imprevisibles consecuencias, porque realmente durante el agonizante Gobierno federal nunca hubo de su parte un compromiso serio con el pueblo que le otorgó el poder.

Antes de recordar los compromisos ficticios del foxismo, es de mencionarse la toma y daca entre el aparato del presidente en funciones y el equipo del presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa. No fueron pocas las veces que el michoacano expuso ante los reporteros su esperanza de que Fox cumpliría al no dejarle como herencia el conflicto cuyo único culpable es el desgobernador de la entidad, Ulises Ruiz Ortiz, quien confabulado con la parte más retrógrada de su Partido, el Revolucionario Institucional, se ha dedicado a chantajear para -a como dé lugar- no perder «dicha plaza».

Ahora resulta que el señor de Bucareli indica, como nuevo descubrimiento de su política interior, que respecto a lo de Oaxaca la solución del conflicto se tiene que dar en el marco de un pacto federal a partir de una gran reconciliación.

Acto seguido afirma negando don Carlos María, que el problema de Oaxaca no es un saldo pendiente que dejará el presidente Vicente Fox, según él porque el actual titular del ejecutivo «nunca» se comprometió a solucionarlo, pues ello sólo corresponde a la sociedad de esa entidad. Entonces es de preguntarse, ¿para qué se envío a la fuerza pública federal?

Y al igual que su jefe no perdió la oportunidad para el adorno propio al afirmar que la administración federal que concluirá en dos días, hizo todo lo que le correspondía realizar y ya se «ha avanzado muchísimo» en ello, pues ya se tiene el cien por ciento de las escuelas y la Universidad de Oaxaca funcionando.

Para completar el desatino, nuevamente recurrió al expediente de echarle la culpa al pasado para evitar afrontar lo presente. Abascal se defendió al invocar que Oaxaca tiene problemas que datan de hace 76 años y otros desde hace 500 años por lo que amerita de una atención de fondo. Vamos, hasta los españoles conquistadores son los culpables de los crímenes del presente.

La perorata siguió para justificar lo injustificable al plantear que Oaxaca requiere de una solución estructural, una solución de fondo que tiene que ver con una reforma de Estado, social, educativa, de derechos humanos que están tan mal atendidos y de esa manera esa entidad adquirirá un nuevo impulso a su desarrollo «pero partiendo sin duda de un esfuerzo muy grande de reconciliación entre las y los oaxaqueños». Sólo cabe una pregunta: ¿porqué no implementaron todo eso, porqué ahora parece como que lo dejan para el que sigue? Lo de siempre «déjalo para el que viene».

En la defensa burda está el meollo del fracaso foxista: el Gobierno federal sólo entró al estado de Oaxaca a coadyuvar con la sociedad y con su gobierno a resolver el problema y «se está resolviendo», tal y como se iban a resolver en 15 minutos el problema del zapatismo en Chiapas, el millón de empleos anuales, el crecimiento del 7 por ciento por año y todos esos compromisos de la ficción. En verdad no tenemos de qué extrañarnos.

– Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor, vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.