Se están cumpliendo 20 años del «boom» de las radios comunitarias en Argentina, que entre 1985 y 1990 sorprendió al país con la creación de casi 3 mil radios de baja potencia. Estas emisoras lograron, en poco tiempo, abrir los micrófonos a miles de radialistas populares, a la participación del vecindario y de la gente […]
Se están cumpliendo 20 años del «boom» de las radios comunitarias en Argentina, que entre 1985 y 1990 sorprendió al país con la creación de casi 3 mil radios de baja potencia. Estas emisoras lograron, en poco tiempo, abrir los micrófonos a miles de radialistas populares, a la participación del vecindario y de la gente común e influir sustancialmente en la programación radial comercial, con la creación de nuevos formatos en los que tenía un papel central la opinión ciudadana, sin jerarquías ni condicionamientos. Siendo la radio en Argentina el medio más popular y con un alto grado de credibilidad por parte del público, las emisoras comunitarias jugaron un rol fundamental para el fortalecimiento del debate democrático en el país.
Si bien buena parte de estas radios ya no existen, continúan trabajando con firmeza unas 500 emisoras de este tipo, que siguen fortalecidas por estar sustentadas por proyectos sociales y populares firmes y por un compromiso con la democratización de las comunicaciones capaz de confrontar una vieja ley aún vigente, la Ley 22.285, que fue dictada durante la última dictadura militar y continúa privilegiando los intereses de las grandes empresas comerciales de la comunicación, concentradas en un puñado de no más de media docena de influyentes multimedios.
La mayoría de estas radios no comerciales están afiliadas a FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias) y una parte de ellas es miembro de AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias) y/o de ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica). El apoyo de las organizaciones internacionales de comunicación fue importante durante los años de lucha por la legalización de estas emisoras, fuertemente combatidas por las radios comerciales que las vieron como intrusas en el dial y llegaron a tildarlas de «clandestinas» y «usurpadoras». Luego de una lucha sustentada por las propias emisoras, las organizaciones sociales y el movimiento popular que tuvieron con ellas la posibilidad de participar en el debate cotidiano de ideas y políticas, las radios comunitarias lograron que se les extendieran permisos precarios para continuar con las transmisiones, que continúan vigentes hasta el día de hoy.
El panorama actual ofrece la existencia de radios de muy variados orígenes y una tendencia interesante a la creación de radios o de programas radiales por parte de organizaciones sociales, escuelas, grupos de interés, entidades de bien público, asociaciones de trabajadores, movimientos campesinos e indígenas. Esta tendencia se ve fortalecida por el abaratamiento de los equipos para la transmisión radial y el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el trabajo cotidiano de las emisoras.
Convergencia tecnológica y participación ciudadana
Uno de los talleres más exitosos que ofrece la radio comunitaria La Tribu, creada en 1989 por un grupo de jóvenes estudiantes de Periodismo y Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires, es el titulado «Hacé tu radio». Este taller reúne periódicamente a personas de todas las edades y de las más diversas organizaciones y entidades, que ven en la posibilidad de salir al aire con sus programas una oportunidad para crear y alentar más participación en los proyectos en los que están involucradas.
En estos talleres se hace evidente que para muchos de los grupos y organizaciones que se acercan por primera vez a la experiencia radial, la convergencia tecnológica es una práctica sustancial para su proyecto comunicacional, en el que están dispuestos a aunar prensa escrita, audios y elementos visuales con fotografías, presentaciones con diapositivas y hasta videos breves. No hay duda que los nuevos dispositivos tecnológicos que permiten digitalizar imágenes y sonido y el podcasting han facilitado esta tarea, como también han desafiado la creatividad de emisores y receptores. Por lo general, las radios cuentan con su propio sitio Web que actualizan constantemente y están también presentes en los sitios Web de las organizaciones de las cuales son miembros, desde donde los oyentes pueden acceder a su programación.
Así como en muchas radios comunitarias existen ahora telecentros barriales que han abierto sus puertas a nuevas formas de comunicación por computadora, también hay telecentros desde donde comienzan a transmitirse mensajes o programación radial. El denominado «streaming», que permite la emisión de productos puntuales por Internet sin necesidad de tener que llenar una grilla de programación de muchas horas, facilita que esfuerzos radiales específicos tengan una excelente cobertura y puedan ser escuchados por cientos de oyentes. Las TIC también son utilizadas para editar la programación, obtener, compartir y almacenar recursos, información, música y audios, y mantener una comunicación fluida con la audiencia, cada vez más inquieta y activa. A esto vale agregar el teléfono móvil que permite que ya no se precise que los reporteros en exteriores cuenten con grandes equipos para poder transmitir, sino que con la ayuda de un pequeño teléfono celular de bajo costo, con su tarjeta prepaga, pueda recoger testimonios, informar al minuto y participar de los hechos sin trabas, incluso enviando imágenes al sitio Web de la emisora. Los avances tecnológicos también han permitido la instalación de radios abiertas como apoyo a campañas en la vía pública, petitorios y marchas, reforzando así la visibilidad y repercusión del esfuerzo. La Corriente Clasista y Combativa, entre otros, se caracteriza por realizar un uso muy creativo de la radio abierta en sus movilizaciones y acciones gremiales.
Es interesante señalar que, debido a la buena repercusión de la tarea de las radios comunitarias, éstas han pasado a ser elementos indispensables en la tarea de los movimientos de base. El gobierno nacional, en más de una oportunidad, ha decidido apoyar estas iniciativas en lugares donde la existencia de estas emisoras no produce tanto escozor en las grandes corporaciones de la comunicación. Es así como en 2005 el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) reconoció oficialmente a la radio comunitaria FM Pocahullo, de la comunidad mapuche de Linares, provincia de Neuquén en la Patagonia argentina. Esta radio había sido creada en 1999 por un grupo de jóvenes indígenas y en la actualidad es parte de un proyecto comunitario integral.
En otra experiencia singular, la FM Radio Gráfica «Recuperando el aire» funciona en una de las empresas recuperadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, luego de la crisis económica de diciembre de 2001. Esta emisora fue instalada en la imprenta Cooperativa Gráfica Patricios y su programación está a cargo de los trabajadores y trabajadoras. Si bien por el momento su alcance es limitado, esta radio está abierta a la participación de los alumnos de la escuela secundaria y del centro cultural que funcionan dentro de la cooperativa. También en el mismo barrio de Buenos Aires, el Movimiento Territorial Liberación construye cooperativamente un barrio de 334 viviendas, incluyendo espacios comunitarios, escuelas y locales comerciales. Dentro de los espacios para el uso de la comunidad, han previsto el local para la radio comunitaria que es la expresión de los grupos barriales activos en la lucha por una vivienda digna.
Un espacio especial merecen las radios rurales pertenecientes al Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE). Estas radios se caracterizan por su militancia en defensa de las familias campesinas cuyas propiedades están amenazadas por los grandes terratenientes, por su lucha ecologista y por su cuestionamiento de las políticas agrícolas que no tienen en cuenta las necesidades alimentarias de la población, sino que sólo piensan en producir para el mercado internacional.
En la acción política, la organización «Jóvenes de Pie», del Movimiento «Barrios de Pie», alienta los talleres de capacitación en comunicación social y periodismo para incentivar el uso de la prensa y la radio populares con el fin de expresar las necesidades y los derechos de la población. Los nuevos medios de comunicación creados por este movimiento, con la colaboración de universidades y agrupaciones estudiantiles, han permitido construir conocimientos desde la gente y vincular la capacitación con proyectos concretos de comunicación barrial.
Para lograr una legislación que responda a la democratización de las comunicaciones en Argentina, un número importante de organizaciones sociales, sindicatos, agrupaciones estudiantiles y asociaciones de comunicadores se agruparon en 2005 en la Coalición para una Comunicación Democrática. Si bien se presentó un pedido para la sanción de una nueva ley de Radiodifusión que contemple los derechos a la comunicación de toda la población, los avatares políticos, las presiones de los multimedios y la falta de debate público sobre el tema han impedido avances significativos en este camino. Mientras tanto, las organizaciones de la sociedad civil interesadas en lograr estos cambios saben que la tarea exige continuar insistiendo ante las autoridades y también trabajar para crear conciencia en la ciudadanía de que otra comunicación es posible, pluralista y democrática, sin ataduras a intereses corporativos de ninguna índole.
(Este artículo forma parte de la revista de ALAI América Latina en Movimiento Nº 421, que versa sobre el tema «Comunicación: democratización, ciudadanía y medios comunitarios», de próxima circulación)