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Maternidad y prostitución, un dilema invisible

Fuentes: SEMIac

El índice de mortalidad materna en Bolivia es el segundo más alto de la región: 231 madres mueren por cada 100.000 nacidos vivos. Esto significa que cada año 623 mujeres pierden la vida durante el embarazo, el parto y el post parto.El Gobierno está asumiendo acciones para que la maternidad se torne más segura en […]

El índice de mortalidad materna en Bolivia es el segundo más alto de la región: 231 madres mueren por cada 100.000 nacidos vivos. Esto significa que cada año 623 mujeres pierden la vida durante el embarazo, el parto y el post parto.

El Gobierno está asumiendo acciones para que la maternidad se torne más segura en el país, sobre todo en el área rural, donde las probabilidades de morir por esta causa son cuatro veces más altas que en las ciudades.

Sin embargo, un grupo casi invisible, para el que ni siquiera hay políticas de Estado, es el de las mujeres en prostitución. «Es el sector más explotado y denigrado; el grupo más difícil de captar, y le diré que no estamos haciendo casi nada», dijo a SEMlac la ministra de Salud y Deportes, Nila Heredia. Para ella, «no sólo se trata de un tema de salud, sino de un tema social».

Ha habido reuniones entre las autoridades gubernamentales y grupos de mujeres «para ver un sistema que nos permita colaborar con ellas, pero no tienen seguro y no dependen de patrón estable», afirma la Ministra. Aunque el Seguro Universal Materno Infantil (SUMI) es gratuito, muchas mujeres no acuden a él y ocultan su embarazo mientras sea posible, porque «la gente que hace prostitución lo hace por necesidad económica», afirma.

Prostituidas, engañadas y embarazadas

La responsable Nacional de Derechos Humanos de las Mujeres y Migrantes del Defensor del Pueblo, Betty Pinto, trabaja desde hace tiempo con mujeres en situación de prostitución y es cautelosa al hablar de ellas porque, en su experiencia, los medios de comunicación hacen sensacionalismo con uno de los sectores más vulnerables de la sociedad, donde, además, el cuerpo femenino es concebido como una mercancía.

Según Pinto, por lo general, los embarazos de las mujeres víctimas del comercio sexual se dan cuando éstas han sido seducidas por proxenetas, administradores de locales e incluso policías. Creen que ellos podrán sacarlas de su situación, pero toman conciencia del engaño cuando las abandonan. La decisión de abortar o continuar con la gestación es casi siempre de las mujeres.

Muy pocas, dice Pinto, se embarazan de los clientes, y son sobre todo las recién iniciadas, que aceptan relaciones sexuales sin preservativos a cambio de una paga doble. Pero también se exponen a las infecciones de transmisión sexual (ITS) y al virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

En cuanto se embarazan dejan de ir a los controles sanitarios, obligatorios para el ejercicio de la prostitución, y pasan a la clandestinidad porque, de lo contrario, tendrían que ser transferidas al SUMI. También ocultan su estado en los locales que frecuentan para que no las echen.

Pero no siempre pueden eludir la relación sexual y es entonces cuando son víctimas de vejaciones y violencia, que pueden derivar en complicaciones durante el embarazo y el parto.

El ambiente de los lenocinios y burdeles, donde abunda el tabaco, el alcohol y las drogas, es altamente nocivo para llevar adelante un embarazo, sobre todo para el bebé. Luego, cuando dejan la prostitución para esperar el nacimiento, se enfrentan a los problemas económicos, porque ya no tienen una fuente de ingresos.

El Defensor del Pueblo está realizando un estudio sobre prostitución y maternidad que será entregado en breve, puesto que casi no existe información al respecto. A partir de este diagnóstico, se pretende trabajar de forma coordinada con ellas para definir cómo y hacia dónde avanzar. Por lo pronto, se está haciendo un trabajo de promoción y vigilancia de sus derechos humanos.

Esta instancia apoyó el primer encuentro nacional de este sector en 2001 y promovió la elección de representantes en las ciudades capitales en 2004 y así contribuyó al fortalecimiento de las organizaciones de mujeres en prostitución, «aspecto necesario para que puedan demandar la vigencia de sus derechos, especialmente ante los servicios de salud y la Policía Nacional», señala el Informe al Congreso de la gestión 2004.

Cifras de la mortalidad materna

Las causas de muerte materna en Bolivia son: aborto 91 por ciento, hemorragias 32,7 por ciento, infecciones 16,8 por ciento, , hipertensión 4,7 por ciento, parto prolongado 1,8 por ciento; y un 34,8 por ciento, «otras causas», entre ellas homicidios, suicidios y accidentes, según el informe «Por una maternidad y nacimiento seguros».

La meta gubernamental, en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, es reducir la mortalidad materna a 98 muertes por cada 100.000 nacidos vivos y para ello se ha definido como estrategia la incorporación de los «Cuidados Obstétricos de Emergencia» en los centros hospitalarios que actualmente presentan deficiencias.

La estrategia también incluye la atención calificada del parto, puesto que alrededor del 70 por ciento de las muertes maternas se producen en ese momento y las 24 horas siguientes. En el área urbana, el 78 por ciento de las mujeres son atendidas por personal de salud y sólo el 39 en el área rural.

A nivel nacional, el 42 por ciento da a luz en su casa, pero en el área rural el porcentaje sube al 78 por ciento. Y es precisamente en los domicilios donde ocurre la mayor cantidad de muertes maternas con el 53 por ciento, frente al 37 por ciento en los servicios de salud y 10 por ciento en otros lugares.

La inequidad social entre el campo y la ciudad se refleja también en la mortalidad materna. El 70 por ciento de las madres que fallecieron en el año 2000 tenía menos de seis años de escolaridad o ninguno, y la mitad de ellas no había cumplido aún los 30 años.