El conflicto entre los trabajadores portuarios y el grupo Valastro mantiene al puerto de Mar del Plata paralizado hace trece días. Mientras los trabajadores/as reclaman la regularización de sus puestos de trabajo, los empresarios locales que controlan la industria pesquera han optado por desatenderse del problema y a través del Consorcio Portuario criminalizar la protesta […]
El conflicto entre los trabajadores portuarios y el grupo Valastro mantiene al puerto de Mar del Plata paralizado hace trece días. Mientras los trabajadores/as reclaman la regularización de sus puestos de trabajo, los empresarios locales que controlan la industria pesquera han optado por desatenderse del problema y a través del Consorcio Portuario criminalizar la protesta laboral.
Luego de evasivas por parte del SOIP (Sindicato Obrero de la Industria del Pescado), los delegados de cada planta ganaron la pulseada y decretaron un paro total de 48 horas. Asimismo, estudiantes universitarios junto a organizaciones sociales, políticas y de DDHH convocan a una movilización al puerto el viernes a las 16 en solidaridad con los trabajadores del pescado bajo la consigna «Si ganan los trabajadores del puerto, ganamos todos».
Son más de 8000 los trabajadores -fileteros, envasadores y peones- que hace 15 años son explotados por cooperativas truchas legalizadas por el Estado nacional y provincial. Los trabajadores no tiene garantía horaria, deben conseguirse la indumentaria de trabajo, carecen de representación gremial lo que posibilita el despido, en muchos casos violentamente, de obreros y obreras que reclaman por sus derechos. Es así que circulan entre los empresarios listas negras para evitar conflictos dentro de las plantas y de ese modo acallar la denuncia.
Los piquetes en el puerto están en permanente alerta. Sigue latente el peligro de desalojo que dictaminó el fiscal Mariano Moyano y que podría efectivizar la Prefectura Naval Argentina. El prefecto mayor Lómez a todo esto, ha decidido llamarse a silencio. Actitud similar tomaron las autoridades municipales que en ningún momento prestaron debida atención a la gravedad del conflicto, quizás más preocupados por manejar el lobby turístico de las vacaciones. Del mismo modo que Alberto Valastro, el intendente Daniel Katz optó por tomarse vacaciones en Europa bien alejado de la problemática local. Frente al silencio, los trabajadores elevaron la medida de fuerza incluyendo escraches a las plantas que siguen trabajando y desvíando los camiones con pescado provenientes de Necochea hacia el estacionamiento de la banquina. Dos mil novecientas toneladas de pescado se pudren hoy en el puerto de la ciudad.
En la última negociación, los apoderados del grupo empresarial, ofrecieron un sueldo de 800 pesos a los trabajadores, pero bajo la mismas condiciones irregulares que manejan la cooperativas. Los trabajadores rechazaron esta propuesta y respondieron con un pliego que exige que se les reconozca un «mínimo de tres años de antigüedad» y no se tome «ninguna represalia contra los obreros implicados en el conflicto». Hasta el momento, no hay respuesta.
La industria pesquera mueve en el país más de 2000 millones de dólares, pero solo la mitad es declarada legalmente. Para que esto suceda es necesaria la complicidad de las aduanas, del gobierno provincial que entrega los permisos de pesca (estos cupos son anuales pero grupos como Valastro los consumieron en cuatro meses). La anuencia de Felipe Solá no es desconocida para los marplatenses. En solo unos meses, cuando ocupó el cargo de Ministro de Agricultura y Pesca, entregó permisos para sobreexplotación del mar en la provincia. Hoy el gobernador está declarado persona no grata en la ciudad. A nivel nacional el colaboracionista con este sistema es el Consejo Federal Pesquero, representado por Gerardo Nieto, hombre cercano a la primera dama, Cristina Kirchner, quien amadrina los buques pesqueros de Conarpesa.
Este proceso de sobreexplotación del recurso está, literalmente, vaciando el mar. Por ejemplo, en los últimos 20 años disminuyó un 75 por ciento las reservas de merluza. El grupo Valastro no solo es propietario de las plantas que procesan el pescado sino también de 17 barcos de pesca que incluyen dos buques factoría (pesqueros que no tiran redes sino que aspiran caladero incluyendo crías evitando la reproducción de la especie devolviendo muerto lo que no sirve al mar). Coincidentemente, los cupos de pescas sirven para limpiar las zonas de la cuenca marítima Colorado donde se prepara el terreno para la plataforma petrolifera submarina