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Silvia Espinosa de Jesús y a Jonathán González fallecieron en accidente después de haber presentado los alegatos ante el Tribunal latinoamericano del Agua

¿Un minuto de silencio?

Fuentes: La Palabra.com/Radio Mundo REal

Es quizá lo peor que le puede ocurrir a un luchador social. Pasarse la vida combatiendo con denuedo sinvergüenzadas y atropellos de todo tipo en defensa del ambiente y de los derechos humanos o de la justicia en general y que cuando muere de manera violenta en un pleno proceso o en el ejercicio activo […]

Es quizá lo peor que le puede ocurrir a un luchador social. Pasarse la vida combatiendo con denuedo sinvergüenzadas y atropellos de todo tipo en defensa del ambiente y de los derechos humanos o de la justicia en general y que cuando muere de manera violenta en un pleno proceso o en el ejercicio activo y honorario de su profesión para defender una causa justa, sólo se le regale póstumamente un minuto de silencio, cuando lo que se debería de hacer es levantar la voz y gritar mil y mil palabras de reivindicación y de reconocimiento.

Así les pasó a Silvia Espinosa de Jesús y a Jonathán González. Ellos fallecieron trágica y dolorosamente hace cuarenta y ocho horas, en una carretera viniendo de Guadalajara, después de haber presentado los alegatos ante el Tribunal latinoamericano del Agua por las tropelías e irregularidades relacionadas con la gasolinera Milenium en la Colonia Manantiales de Cuautla, Morelos. Jonathan González era además lo que se llama Case Drafter de la Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación Ambiental con sede en San Sebastián, España y alumno del Diplomado en Derechos Humanos de Sergio Aguayo.
A Silvia Espinosa de Jesús y a Jonathán González se les rindió un homenaje Post Mortem en el importante Primer Encuentro para un Nuevo Desarrollo Sustentable que inauguró el Presidente Municipal de Temixco, el Ingeniero Agrónomo y también reconocido ecologista Javier Orihuela García con el Senador Héctor Bautista, Presidente de la Comisión de la Comisión de Desarrollo Urbano y ordenación Territorial de la Cámara de Senadores. A este homenaje se sumaron los Alcaldes de Yautepec, de Huitzilac, de Jiutepec, de Jojutla, de Miacatlán, de Tlaltizapán y muchos otros, así como científicos, estudiosos e investigadores que participaron con sus conferencias magistrales al igual que funcionarios federales, y los expertos del Colegio de México, de la UAM, de la UNAM y desde luego de la UAEM.

Decía el gran poeta venezolano Andrés Eloy Blanco: no hay que llorar la muerte de un viajero, hay que llorar la muerte de un camino y el camino de lucha y de reivindicaciones de la razón, de la justicia y de la aplicación correcta de la ley es un camino que no morirá así pretendan silenciar a todos los Jonathanes y Silvias del mundo.

Ellos usaron de la palabra, del litigio institucional y de las leyes para defender los intereses ambientales y los recursos naturales del país y sólo les concedemos un minuto de silencio. Así andamos. En el pecado llevaremos la penitencia. Ellos no murieron en una francachela, ellos no murieron en un ajuste de cuentas, no fallecieron ahogados en un centro o playa vacacional ellos cayeron violentamente en una carretera lejos de sus hijos y de sus familias por andar velando por los intereses y conveniencias de usted lector y de nosotros todos. Ellos murieron defendiendo el ambiente, ellos perdieron la vida defendiendo sus convicciones y las nuestras.

Al día siguiente de su muerte trágica, el Tribunal Latinoamericano del Agua les dio la razón. El fallo fue favorable a su causa, veremos cómo se desempeñan los tribunales contenciosos administrativos. Como dicen los abogados: la causa de la causa es causa de lo causado. Si las autoridades no hubieran solapado las pillerías de los gasolineros, Jonathan y Silvia no hubieran tenido que ir a las cortes a defender la legalidad, la justicia y la sensatez. ¿Quién mató al comendador?

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