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Las enseñanzas de Aznar en México/III

Fuentes: La Jornada

Identificar al enemigo de Occidente es una necesidad. Si «Fidel Castro en tiempos de guerra fría trató de construir un bloque ideológico contra las democracias occidentales, frustrado tras la caída del Muro de Berlín, hoy Chávez toma el relevo, forja la alianza antisistema, cuyo objetivo es la implantación del ‘socialismo del siglo XXI’». Según la […]

Identificar al enemigo de Occidente es una necesidad. Si «Fidel Castro en tiempos de guerra fría trató de construir un bloque ideológico contra las democracias occidentales, frustrado tras la caída del Muro de Berlín, hoy Chávez toma el relevo, forja la alianza antisistema, cuyo objetivo es la implantación del ‘socialismo del siglo XXI'». Según la agenda, el proyecto contra Occidente lo conforman el indigenismo, el neoestatismo, el nacionalismo, el militarismo y el populismo. Juntos arman la propuesta antisistémica donde «priman los supuestos derechos colectivos frente a los individuales, ignorando al individuo en beneficio del grupo, sea etnia, sindicato o clase social». En la agenda, «el indigenismo empieza a ser para América Latina lo que el nacionalismo es para Europa… Ambos cuestionan los estados nacionales modernos… el indigenismo sustituye el concepto de ciudadano de una república por el miembro de una comunidad étnica, al igual que el nacionalismo europeo busca fórmulas identitarias excluyentes… Tanto los indigenistas americanos como los nacionalistas excluyentes europeos promueven el falseamiento de la historia, en el terreno económico utilizan la reivindicación de supuestos derechos históricos como instrumento de dirigismo y proteccionismo económico. Por otro lado, el neoestatismo es una amenaza ideológica porque culpa al neoliberalismo de todos los males de la región. Su aplicación es un retorno al pasado, porque sus políticas económicas fracasaron». En cuanto al populismo, Enrique Krauze es el gurú conceptual. Personalismo providencial de un líder demagogo. Carisma con control de los medios de comunicación. Sujeto halagador del pueblo, con culto de la personalidad, arbitrario y perteneciente a un partido o movimiento. ¿Pensaba Krauze en Aznar, Fox, Bush, Berlusconi, Fujimori? Respecto del nacionalismo populista, la agenda concentra la crítica en el antimperialismo cuyo objetivo es poner a Estados Unidos, las instituciones internacionales, las multinacionales y el consenso de Washington como causante de todos los males «cuando en realidad -dicen- es todo lo contrario». La estrategia de los antioccidente, declaman, es poner en jaque el sistema democrático y el orden institucional.

«Hugo Chávez en Venezuela primero… cuestiona a los partidos… luego a las instituciones y la ley y se produce un cuestionamiento del sistema de partido y el sistema democrático en su conjunto». Este nacionalismo populista de Hugo Chávez toma el relevo de Fidel Castro en la lucha contra Occidente y se interpreta como «la injerencia castiza del internacionalismo proletario interviniendo en la región bajo la fórmula del populismo revolucionario». Relevo, para los autores, que supone una alianza antisistema donde se juntan los enemigos de la globalización… bajo la teoría de la conspiración. Son unos frustrados donde concentran sus iras y perversiones, antioccidentales y anticapitalistas… aglutinan a la izquierda que fracasó en mayo de 68, a los que jalaron el comunismo y que hoy ven con complacencia la pulsión antioccidental del islamismo yihadista, a los antiglobalizadores altermundistas… y a las distintas manifestaciones de indigenismo, populismo y fanatismo religioso. Su enemigo común: Occidente. Esta alianza no es sólo teórica. Hay coincidencia de actuación… entre Venezuela, Irán y Siria… Así en la triple frontera, Argentina, Brasil y Paraguay aumenta la inquietud por la actividad terrorista de los grupos islamitas que defienden el terrorismo… Europa debe hacer ver que América Latina está inmersa en la amenaza de Al Qaeda y la yihad es su objetivo».

Bajo este nuevo terrorismo se esconde la alianza antisistema del socialismo del siglo XXI. Se aprovechan del déficit institucional y la fragilidad democrática para llevar a cabo su plan. Eso sí, tal situación es debido también a la suma de dos agravantes a) «las doctrinas cepalistas y el populismo dirigista con sus burocracias parasitarias que coartaron las libertades»; y b) la aplicación parcial, tras las elecciones libres, de las políticas liberales. Ello debido, según los autores, a detractores de la economía de mercado que buscan restringir el avance de las libertades. Entre los populistas, neoestatistas, agregan, los teólogos de la liberación y su ideología del pobrismo. «Los enemigos de la libertad intentan convencer a través de argumentos falaces que el capitalismo, los intereses foráneos y la globalización son los que generan pobreza, cuando está sucediendo todo lo contrario… es la ideología del pobrismo… no existe experiencia en la que se haya disminuido la pobreza ahuyentando al capital y a los empresarios… no se puede decir… el rico es malo… Jesús también fue pobre». Es, subrayan, la falta de libertad económica, la inseguridad jurídica para invertir, el menoscabo del derecho de propiedad, la falta de legislaciones y tributaciones de beneficio al capital y de un buen pacto de la Moncloa, además, claro, de la violencia, las fallas del sistema. Según el documento, este último, un problema básico que coarta las libertades, limita el crecimiento económico y dificulta el funcionamiento de la democracia. Según la agenda, un poliedro donde la delincuencia callejera, las pandillas, el terrorismo, el narcotráfico, el secuestro, la violencia familiar y la impunidad criminal estimula, gracias a un sistema penitenciario en crisis, al delincuente a delinquir. Ellos alertan y tampoco olvidan. América Latina es un mar de corrupción, de democracias inmaduras, de carencias de liderazgo y de rivalidades nacionalistas. Europa comunitaria, agregan, es un espejo donde mirarse. También el pasado Ibero, donde la corona dio unidad y aportó los vínculos institucionales y culturales a la región que ahora no tiene. (Tal vez por eso el rey increpa a Chávez en la Cumbre Iberoamericana.) En esta lógica de patrimonio histórico-cultural, el apartado se refiere a la educación y su relevancia. Claro está, en la actualidad, por no privatizarse y no estar a la altura de las necesidad de la economía de mercado es inoperante y sostienen: «La hipótesis más razonable apunta hacia la ineficacia en la administración de los escasos recursos destinados a la educación, la falta de capacitación y dedicación del profesorado, la calidad deficiente de los métodos de enseñanza y, sobre todo, el bajo nivel del alumnado». ¿Tal vez piensan en la realidad española?

Por último se declaran defensores de la integración de la lenguas europeas en América Latina, refiriéndose al inglés, español, francés y portugués. Por eso no tienen empacho en declamar: «Durante 500 años las lenguas aborígenes han pervivido en coexistencia con el español. Aunque pocas han alcanzado algún peso demográfico…» Pero la preservación de este patrimonio no debería suponer educar en idiomas, ni lenguas aborígenes ni reconocer derechos colectivos. «Supone una amenaza hacia el orden constitucional liberal y los derechos individuales de los propios miembros de las comunidades».