En cuanto criatura psicópata, la corporación no conoce razones morales ni actúa con base en ellas para no lastimar al prójimo. No existe nada en su constitución legal que la limite en lo que puede hacer hacia los demás en pro de sus fines egoístas y, al contrario, está obligada a provocar daño cuando los […]
En cuanto criatura psicópata, la corporación no conoce razones morales ni actúa con base en ellas para no lastimar al prójimo. No existe nada en su constitución legal que la limite en lo que puede hacer hacia los demás en pro de sus fines egoístas y, al contrario, está obligada a provocar daño cuando los beneficios de hacerlo superan los costos… La corporación, como la personalidad psicópata, está programada para explotar a los demás, a fin de generar ganancias.
[Bakan, 60 y 69]
Introducción
La Coca Cola es una de las marcas comerciales más reconocidas en el mundo, con una presencia en casi todos los 194 países que hoy existen. La capacidad del refresco de penetrar hasta las comunidades más recónditas del planeta es asombrosa. Se estima que cada día se consumen en el mundo más de mil millones de latas o botellas de Coca Cola, equivalentes a 12,500 por segundo. Semejante omnipresencia y demanda se mantienen como resultado de los miles de millones de dólares que se gastan cada año en publicidad. La publicidad ha logrado asociar la Coca Cola en la conciencia del consumidor con la vida sana, la amistad, el placer, el deporte, los buenos recuerdos, la superación personal y, sobre todo, la felicidad.
Pero los millones de dólares erogados en publicidad no han podido evitar la creciente asociación de imágenes sombrías con la Coca Cola: represión antisindical, destrucción ambiental y la precarización de la salud de niños y adultos. Con el fin de divulgar estos aspectos negativos y mayormente ignorados, CIEPAC publicó una profunda mirada sobre la Coca Cola en trece capítulos durante 2003-2005 en su portal web. [Castro]
Un nuevo acercamiento a esta corporación se justifica por varios motivos. Primero, queremos demostrar que la Coca Cola es una corporación prototípica, y que en ese sentido sus prácticas no constituyen una excepción sino, para desgracia del planeta, la regla entre las corporaciones modernas. Para respaldar esta afirmación, haremos referencia al libro La corporación: la búsqueda patológica de lucro y poder, de Joel Bakan, profesor en derecho y autoridad en asuntos jurídicos. Como veremos, la Coca Cola es un ejemplo más de la corporación(2) que no conoce límites a su voracidad por las ganancias, ni propósitos altruistas que no contribuyan a sus fines lucrativos. Es un ente irracional e irreflexivo que deja en su estela importantes daños en la sociedad.
En segundo lugar, esta mirada actualizada se impone porque en México se consume más Coca Cola por persona que en cualquier otro país. Una sola corporación mexicana, FEMSA, es hoy la segunda embotelladora de Coca Cola en el mundo y la primera en América Latina. Conviene, por lo tanto, saber más sobre el impacto que están teniendo un producto y una corporación que se han expandido gracias en parte al consumo de las y los mexicanos.
En tercer lugar, conviene revisar la respuesta de la sociedad civil frente a las muchas críticas que las actividades de la Coca Cola han generado. En este sentido, interesa conocer los resultados del boicot mundial a sus productos: ¿qué alcance ha tenido, cómo ha afectado a la corporación y qué perspectivas tiene el boicot para lograr cambios sustanciales en las prácticas empresariales de esta corporación prototípica? ¿Hubo diferencias notables en sus actividades en años recientes? ¿Hacen falta otras acciones de presión más contundentes?
La Coca Cola es un ejemplo entre muchos de cómo funcionan las corporaciones en el capitalismo moderno. No es, en ese sentido, una excepción que pueda explicarse por su enorme tamaño y la ubicuidad de sus productos. Las corporaciones actúan con un solo fin: depredan a la gente y los recursos naturales, violan principios éticos y morales y «externan»(3) (o cargan) cualquier costo que pueden a la sociedad, a los trabajadores, incluso a los consumidores, en nombre de las ganancias.
Existen condiciones relativamente nuevas que hacen que el funcionamiento «normal» de las grandes corporaciones sea hoy más oprobioso. Una de las más importantes es la devastación ecológica que estamos viviendo. Las acciones de las corporaciones son uno de los motivos por los cuales estamos ante una crisis ambienta de dimensiones planetarias. Sus intereses egoístas son un impedimento para las acciones que se requieren instrumentar con urgencia. Otra característica de nuestros tiempos es la penetración del pensamiento neoliberal en los espacios económicos, políticos y culturales, lo cual ha provocado una abdicación del Estado de su papel teórico de ser el guardián de los «mejores intereses de la nación». Hoy, al contrario, el Estado no sólo se ha maniatado progresivamente para ejercer un control sobre los abusos cometidos por las corporaciones sino que actúa en abierta colusión para impulsar sus proyectos destructivos.
La corporación como persona psicópata
El término psicópata se aplica a la persona que padece una enfermedad mental o anomalía psíquica, por obra de la cual, a pesar de la integridad de sus funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada su conducta social.
El término psicópata, aplicada en general a los seres humanos, es, sin embargo, válido para caracterizar las actividades de las corporaciones, toda vez que las corporaciones son, para fines legales, precisamente eso, personas. Hacia mediados del siglo 19, los tribunales de Estados Unidos y Europa, mediante una
«extraña alquimia legal, habían transformado la corporación en una ‘persona’, con su propia identidad… con la capacidad de realizar actividades empresariales en su nombre, acumular activos, emplear a personas, pagar impuestos y acudir a tribunales para afirmar sus derechos y defender sus acciones». [Bakan, 16]
Esta nueva criatura legal no tardó mucho en transformarse en el ente que hoy conocemos, incapaz de interactuar «sociablemente» con el mundo que lo rodea. Ya para 1933, la Suprema Corte de Estados Unidos comentó en un fallo judicial que las corporaciones eran literalmente «monstruos Frankenstein», capaces de cometer maldades. [Bakan, 19] El creciente enfurecimiento de parte de la sociedad civil respecto a la conducta antisocial que las corporaciones demuestran ha llevado a sus directores ejecutivos a maquillar a estos monstruos legales mediante ejercicios, mayormente publicitarios, de «responsabilidad social corporativa» en aras de convencer al público que las corporaciones son «ciudadanos responsables y transparentes». Sin embargo
La responsabilidad social corporativa [no es más que] su nuevo credo, una ajuste autocomplaciente [que las empresarios han hecho]. A pesar de este cambio, la corporación misma no ha cambiado. Sigue siendo, como en el momento de su nacimiento a mediados del siglo 19, una institución empresarial moderna, una «persona» legalmente constituida para valorizar sus propios intereses e despreciar toda preocupación moral. La mayoría de la gente encontraría esta «personalidad» repugnante, inclusive psicopática, si se tratara de un ser humano, pero, curiosamente, la aceptamos en lo que es la institución más poderosa en la sociedad. [Bakan, 28]
La Coca Cola en México y en el mundo: algunos datos básicos
La corporación matriz, la Coca Cola Company, con sede en la ciudad de Atlanta, EEUU, es la que controla el jarabe concentrado «secreto», del cual se hace toda la Coca Cola en el mundo. No obstante su alcance global, no es de las corporaciones más grandes en el imperio estadounidense, pues en el año 2006 ocupó el lugar 94 en la clasificación de la revista empresarial Fortune, que se calcula con base en los ingresos brutos.(4)
La corporación sede de la Coca Cola eroga cada año la suma de $2.4 mil millones de dólares en publicidad. [Blanding] Por increíble que parezca, de esa cantidad, una quinta parte, US$500 millones, se gastan en México. [Castro, 8ª parte] Su insistente e incisiva publicidad transmite imágenes de felicidad y sana diversión que se implantan en la conciencia o inconciencia durante la niñez o juventud y permanecen toda la vida. Tal vez como dato anecdótico pero significativo es el hecho de que, según Brian Price, ex reo durante 11 años y cocinero encargado de preparar la «última cena» de los prisioneros sentenciados a la pena capital en una penitenciaria de Texas, los condenados piden, en tres de cada cuatro casos, que su última comida incluya una Coca Cola. La explicación de Price sobre el valor sentimental que guarda la «última Coca» tiene que ver con la imagen que la empresa trata de crear mediante su publicidad: recuerdos de tiempos anteriores, cuando las cosas eran más alegres. Price comenta, «les hace remontar, pensar en los tiempos en que eran niños o adolescentes, cuando andaban en una cita… compartiendo una Coca Cola con sus novias… creo que les consuela». [Thomas, video 5/5, minuto 5:35]
Tras la invención de la Coca Cola en 1886, México fue de los primeros destinos fuera de EEUU en ser conquistados por la corporación, registrándose las primeras ventas en este país en 1897. Hoy la corporación mexicana FEMSA (Fomento Económico Mexicano, S.A.B. de C.V.) es la embotelladora de Coca Cola más grande de América Latina y la segunda más grande en el mundo, superada sólo por una embotelladora en EEUU. Tiene una presencia en nueve países latinoamericanos.(5) A los 187 millones de clientes que FEMSA dice tener en América Latina, les vende 1,800 millones de «cajas-unidad» (24 botellas de ocho onzas de líquido) de Coca Cola al año, dos de cada 10 botellas que se venden en el mundo. [América Económica] Su ubicuidad lo constata la cifra de un millón 500 mil puntos de venta en América Latina.
Con un consumo de 487 botellas de Coca Cola por persona al año, el mayor en el mundo, las y los mexicanos superan por amplio margen a los estadounidenses con sus 436 botellas por persona. Nada más en México se consume casi la mitad (46%) de toda la Coca Cola vendida en América Latina y siete de cada 10 refrescos que se venden en México son de la Coca Cola.
Existen varias ideas que intentan explicar esta afición en México por los refrescos y, ahora también, por el agua embotellada.(6) Un motivo tiene que ver con el histórico rezago que padece el país en saneamiento público, en especial la provisión de agua segura a la población. La red de distribución de agua en centros urbanos es deficiente y el líquido llega en condiciones no aptas para el consumo humano. La Asociación Mexicana de Estudios para la Defensa del Consumidor indica que la calidad del agua potable en el país es tan mala que induce al consumo de refrescos, lo cual «constituye la más grave distorsión de nuestros hábitos de alimentación, además…lleva a la ingestión de calorías vacías». [Castro, 10ª parte] El agua entubada es la excepción en áreas rurales y los refrescos hacen las veces de la escasa agua de mala calidad. Además, en áreas rurales es más fácil encontrar y más barato comprar un refresco que alternativas más nutritivas, como la leche. En todo el país, 12 millones de personas no tienen acceso al agua entubada y 23 millones no tienen alcantarillado. [Bell, Enciso 2005-A] En Chiapas menos de la mitad de la población dispone de agua en sus hogares; al menos una tercera parte de la población en el estado padece de enfermedades (como el tracoma) por la falta de medidas de higiene. [Mariscal]
Segundo, en México los refrescos, gracias a la publicidad, se han abierto espacio en distintos ámbitos de la cultura social actual. Invariablemente están presentes en las celebración de distintos hitos de la vida humana. En el campo, las visitas a los hogares campesinos con frecuencia se agradecen con el ofrecimiento de un refresco. Además, es obligatorio el consumo de Coca Cola, o sucedáneos como Pepsi Cola, en ciertas actividades sociales. Por ejemplo, en el estado de Chiapas, los refrescos son una parte integral de muchas ceremonias o ritos de la población indígena. Conjuntamente con el posh, tradicional licor de fabricación local, se ha promovido el consumo de Coca Cola o Pepsi, llegando a desplazar en ocasiones al primero.
Una tercera razón por el alto consumo: las refresqueras tratan de imponer cuotas o metas de ventas a las pequeñas tiendas que manejan sus productos. A los dueños de tiendas rurales les dan refrigeradores, sillas, mesas y regalos de todo tipo, a cambio de que les compren cierta cantidad del refresco al mes. [Bell] Y los dueños buscan maneras para exigir a la clientela la compra de refrescos, por ejemplo condicionando la venta de otros productos a la compra de estos. En muchas localidades, la marca del refresco en venta depende no tanto del gusto del cliente sino de los acuerdos que tenga el cacique local con las embotelladoras.
Otra razón por la alta ingesta de refrescos tiene que ver con los públicos a los que va dirigida la publicidad. La niñez y la juventud son objetivos predilectos de las refresqueras, porque saben que, una vez enganchados los niños, son consumidores para toda la vida. Casi no hay refugio para los niños ante la presencia del logotipo. Por ejemplo, «cada vez que un niño tira la pelota para encestar, su cerebro registra el mensaje ‘Toma Coca-Cola’, pintado en el tablero de baloncesto, el deporte más difundido en las montañas de [Chiapas]». [Bellinghausen 2005] Es tanta la saturación de publicidad en comunidades indígenas que un grupo de intelectuales mexicanos dirigió una carta en 2005 al entonces presidente Fox:
Queremos saber si el Plan Nacional de Desarrollo incluye que la nutrición del pueblo mexicano se base en el consumo de Coca Cola. Esta pregunta, a primera vista estrafalaria, se origina en el hecho constatado de la publicidad agresiva y desmedida que se hace de esta bebida y en el precio con el que se expende en las comunidades indígenas de Chiapas, 2 pesos, a diferencia de los 5 que cuesta en tiendas de cualquier ciudad de la República Mexicana. [Bellinghausen 2001]
En términos generales, las protestas en todo el mundo por las acciones de la Coca Cola se pueden clasificar en tres grandes categorías: laborales, ambientales y de salud. Veamos con más detenimiento cada una.
Notas
1. Se elaboró este ensayo a solicitud de, y con el apoyo de, El Comité Noruego de Solidaridad con América Latina.
2. Para los efectos de este ensayo, distinguimos entre empresa (o compañía) y corporación, siendo la última una empresa controlada por numerosos accionistas, con emisión de acciones mercantiles, cuyo valor se determina mediante la oferta y la demanda en una bolsa de valores. Las palabras empresa y compañía se utilizan aquí en un sentido un tanto más genérico.
3. Una corporación «tiende a hacer mayores ganancias en la medida en que puede obligar a terceros a pagar la factura por su impacto en la sociedad…Existe una terrible palabra que los economistas utilizan para esto: externalidades». [Bakan, 70]
4. La Coca Cola reportó ingresos para 2006 de un poco más de 24 mil millones de dólares, con ganancias que superaron los 5 mil millones. A manera de comparación, la empresa que ocupa el lugar número 1, tanto en EEUU como en el mundo, es Wal-Mart, que tuvo ingresos de 351 mil millones y reportó ganancias de 11 mil millones. A nivel mundial, la Coca Cola tiene la posición 285. http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2007/index.html.
5. Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela. 6. México es el segundo consumidor per cápita de agua embotellada, sólo detrás de Italia.
* Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria