Hay triunfos que se obtienen con más deterioro para el vencedor que para el vencido. Son ese tipo de triunfos reprochables por la cantidad de trabajo que demandan con relación al resultado, muy pequeño, que pueden exhibir en relación con el esfuerzo realizado. Históricamente son los conocidos triunfos pírricos. La maniobra, de un campeón en […]
Hay triunfos que se obtienen con más deterioro para el vencedor que para el vencido. Son ese tipo de triunfos reprochables por la cantidad de trabajo que demandan con relación al resultado, muy pequeño, que pueden exhibir en relación con el esfuerzo realizado. Históricamente son los conocidos triunfos pírricos.
La maniobra, de un campeón en maniobras, que condujo al pacto Kirchner-Lavagna fue considerada por el conjunto de los analistas criollos como genial, extraordinaria, sin precedentes… etc. Puras exageraciones.
Frente a un pacto, es una simpleza pararse en el análisis sobre quien gana, o en quien pierde; esta es solamente una forma muy unilateral y empírica de análisis, más digna de periodistas deportivos que de analistas políticos; con todo mi respeto para los primeros.
Tampoco importa indignarse por la descarada cooptación oficialista, en medio de una situación plagada de borocotizados -que se alimentan con los rindes de la soja y el girasol- ya que esta coyuntura se va convirtiendo, en los tiempos que corren, en una especie de rutina paisajística de nuestras pampas.
Frente a un pacto, lo que es preciso es analizar las causas de quien lo convoca (en este caso el convocante es el dueño del poder) y ver si estas causas obedecen a razones ofensivas o defensivas.
Existe una larga cadena de pactos en la historia donde los que aparecieron como perdedores en primera instancia, terminaron como ganadores en el transcurrir del tiempo histórico y viceversa. De ahí, que un análisis pretendidamente serio sobre un pacto no pueda responder a las mismas pautas de éxito o fracaso que conlleva el análisis de un Yupanqui vs. Dep. Cambaceres.
El pacto Kirchner-Lavagna ¿ofensivo o defensivo?
«El objetivo del entendimiento, dijeron, es dar sustentabilidad y pluralidad de criterios al órgano partidario del PJ, hoy desarticulado e intervenido por la justicia electoral. A esa tarea está abocado Kirchner desde que dejó la Casa Rosada: en sus oficinas de Puerto Madero, el ex presidente busca dotar al gobierno de su esposa, Cristina Kirchner, de un brazo político que acompañe la gestión y contribuya a garantizar la gobernabilidad» (La Nación).
Las razones esbozadas por el kirchnerismo no nos hablan de ninguna ofensiva hegemónica, más bien todo lo contrario. «Garantizar la gobernabilidad», de una presidente que acaba de asumir, da la idea de algo quebradizo, y que, con un poco de actitud por parte de la oposición, se hace pedazos.
Lavagna declara haber ingresado al pacto sin modificar un ápice el programa político que lo acompañó en su campaña electoral: enemigo del gobierno bolivariano, en especial del presidente Chávez; critico de cualquier entendimiento con las FARC, lo que equivale a ser un asociado a Uribe; enemistado con la demagogia kirchnerista sobre la cuestión de los DD.HH, Lavagna es un hombre que considera la miserable cooptación, de una parte de los organismos por el oficialismo como una política revanchista.
El pacto oportunista firmado con el ex presidente Kirchner, sin embargo, no lo obligó a desdecirse o a autocriticarse de todas estas posiciones que en teoría están en las antípodas de lo que se necesitaría para enyuntarse al «neoprogresismo».
Lavagna, según el mismo sostiene, sin que nadie lo desmienta, ingresa al kirchnerismo como un disidente con programa propio y justo, vaya casualidad, cuando la presidenta se olvida de la «campaña basura» imperialista y se dispone a acordar con Sir Anthony Earl Wayne, en los términos que el embajador disponga.
Aun así, y previniendo que hayan quienes consideren este dato como pura casualidad y no como un dato político a favor del programa de Lavagna, veamos la secuencia.
«A mediados de enero, el Fondo Monetario envió al Ministerio de Economía una carta en la que pide precisiones sobre la metodología que está utilizando el INDEC para elaborar los índices de la economía argentina. Los técnicos del FMI creen que la información que están recibiendo no es exacta. El debate podría, incluso, complicar la negociación con el Club de París y hasta desatar juicios a nivel internacional». «El asunto es muy delicado», dijo a Clarín una alta fuente del Fondo que pidió no ser identificada. En Buenos Aires, fuentes oficiales confirman la existencia de la carta, pero minimizan su contenido» (Clarín)
Lavagna, un viejo asociado a las políticas fondomonetaristas, es una muestra de confiabilidad para que los índices (truchos) de la economía argentina se vuelvan confiables. Hace mal Morales Solá en La Nación cuando pretende marcar un paralelo entre Lavagna y el ex ministro Cavallo. La confiabilidad de los organismos internacionales en Lavagna no lo tienen en cuenta como técnico, de hecho el actual joven ministro, Martín Lousteau, cumple con los requisitos necesarios de subordinación, la incorporación de Lavagna es política marcando un giro del kirchnerismo hacia el programa de Lavagna, que de Lavagna hacia el programa del kirchnerismo. El pacto, así entendido, forma parte de un acuerdo más integral para el cambio de orientación que necesita el gobierno de Cristina en la etapa que se viene.
El «cambio que se viene»
Lavagna es, además, una señal dirigida a toda la centro izquierda para que refrenen sus discursos y sus sueños antiimperialistas.
De hecho, ni las noveles agentes inmobiliarias, ni los piquetruchos, ni los distribuidores de la pobreza, han dicho «esta boca es mía» con la flamante y reaccionaria incorporación, mucho menos han declarado un rompimiento activo con las políticas kirchneristas y denunciado el giro derechista que ha tomado su jefe Nac & pop.
Como sea, para la sociedad carece de importancia que realicen o no algún comentario. Son viejos tragadores de sapos, reconocidos por su oportunismo y su flojedad de bolsillo ante la cooptación del poder y los rindes agropecuarios.
La incorporación de Lavagna ha llevado a que algunos opositores critiquen al kirchnerismo por su pretensión de acumular la suma del poder político. Este si que es un rasgo de hipocresía mayúscula, y esto por dos razones: la primera, tiene que ver que estos mismos opositores, no han alzado la voz cuando el kirchnerismo cotidianamente usa la suma del poder represivo en contra de los trabajadores; la segunda, se basa en que a ninguno de estos opositores se les escapa que cualquier republicano burgués sueña con ser Napoleón Bonaparte.
El problema no es ese; la decisión sobre la suma del poder político depende de cosas más profundas que del establecimiento de un pacto… sea este rentado o no. La suma del poder político tiene un desenlace en el campo de la lucha de clases.
El kirchnerismo, sin embargo, es conciente del tembladeral en que se ha convertido la economía mundial; sabe que la ola del tsunami no tardará en llegar a estas pampas y prepara sus acuerdos. El reciente acuerdo con su ex ministro no es más que una forma de asociarse con todo un sector de poderosos intereses que le pueden pasar factura ni bien los precios internacionales de los granos comiencen una escalada a la baja.
Lavagna es sabedor de estos intereses y de los mecanismos necesarios para su contención, no casualmente mantuvo estrechos vínculos con la patria contratista de la obra pública (Techint) y levanta, desde el punto de vista internacional, un programa ajustado a los intereses del Departamento de estado.
Son estas algunas de las razones por la que sostuvo una política contemplativa para con los hombres del presidente y los casos de corrupción denunciados durante todo el 2006-2007. Y aun, mientras disputaba la campaña electoral de octubre, siguió comportándose como todo un caballero.
Desde que salió del Ministerio de Economía, Lavagna se mostró como un adversario escrupuloso, quizá porque gran parte de las denuncias lo podrían involucrar como un participe necesario. Debemos recordar que las grandes contrataciones de obras realizadas en el periodo 2003-2005, lo tuvieron como ministro.
Si hay alguien que tiene documentados argumentos sobre las contrataciones del superministro De Vido, es sin duda don Roberto, sin embargo jamás se pronunció sobre la responsabilidad del Ministerio de Planificación en el caso Skanska, aunque sí denunció en su momento la «cartelización en la obra pública», naturalmente sin dar mayores precisiones.
Nada dijo tampoco, pese a que le podía ayudar a incrementar su caudal de votos, sobre la bolsa en el baño de Felisa Miceli, su sucesora en el ministerio; ni cuestionó, más recientemente, pese a su enconada enemistad con el líder venezolano, Hugo Chávez, otro acto de corrupción, lo de la valija con 800.000 dólares.
A don Roberto le gusta hablar de un «capitalismo de amigos» y a eso va.
¿Pirro con dinero gana todas las batallas?
El kirchnerismo ha bajado todas sus banderas iniciales, las que le habían servido como entusiastas estandartes para ganar la voluntad de muchos sectores medios. Medios progresistas, medio burgueses, medio burócratas, etc.
Las promesas de transversalidad para la construcción de una nueva política se han desmoronado en forma lamentable. Hasta acá, el kirchnerismo, fue soportando estos desmoronamientos políticos y morales de sus aliados a fuerza de pagos al contado y acomodo varios.
Se acabó la demagogia. Las ultimas incorporaciones electorales de elementos asociados a los genocidas confesos. La vuelta del FMI a cerrar acuerdos con el club de bancos. Las incorporaciones de lo más graneado de la burocracia sindical a la reconstrucción del «movimiento popular», etc. Harán que más temprano que tarde la solidez de la billetera no pueda frenar el hecho social.
Habrá que esperar a ese momento para ver si es posible seguir señalando al kirchnerismo como el mas genial de los maniobreros.