Uno de mis libros de cabecera, obviamente, es Los cuatro días de mi eternidad de Luis Suárez (Ed. Muela del Diablo, La Paz, 2006), intelectual asesinado el 15 de enero de 1981 y considerado uno de los «mártires por la democracia». Acudo a él en múltiples ocasiones, y siempre encuentro respuestas nuevas en las mismas […]
Uno de mis libros de cabecera, obviamente, es Los cuatro días de mi eternidad de Luis Suárez (Ed. Muela del Diablo, La Paz, 2006), intelectual asesinado el 15 de enero de 1981 y considerado uno de los «mártires por la democracia». Acudo a él en múltiples ocasiones, y siempre encuentro respuestas nuevas en las mismas letras. Ante la coyuntura política actual, caí en un artículo escrito por Lucho -intitulado, precisamente «unidad frente al fascismo»- publicado en el Semanario Aquí en junio de 1979 (cuando era dirigido por Espinal). El paralelo con lo que se reflexionaba hace tres décadas y la coyuntura actual es remarcable, sólo hay que cambiar unos nombres, siglas y eventos.
En el texto se advierte sobre el proyecto de golpe que se gesta desde Santa Cruz movilizando grupos paramilitares en contra de la visita de Siles Zuazo a esta ciudad: «ante la incapacidad de ganar las elecciones, el expresidente prepara con teatral destreza un golpe para reimplantar el fascismo y terminar de saquear el país, eliminando esta vez a todos los dirigentes de izquierda que podrían oponerse a su actuar». En ese escenario Lucho invoca a la unidad: «hablar del peligro fascista y de la necesidad de unidad de las izquierdas frente a él, es necesariamente brindar todo el apoyo posible al fortalecimiento de la COB y al triunfo de la UDP. Hostigar o atacar a una de esas organizaciones es sin lugar a dudas, una actitud reaccionaria porque facilita el advenimiento de los verdaderos enemigos de las clases trabajadoras».
Se puede hacer un paralelo, cambiar el apellido de Bánzer por el de Marinkovic o Costas y la referencia a la COB y UDP por las diferentes fuerzas de izquierda que hoy apoyan el gobierno de Evo Morales. Cambian los nombres, pero los sectores sociales y los proyectos de sociedad son muy similares. Lo que está en juego sigue siendo -un poco más, un poco menos- lo mismo.
Por eso considero proféticas las palabras con las que Lucho concluye su texto: «En este momento, o se está contra el fascismo, a través del apoyo a las opciones reales de defensa de la democracia, o se es cómplice de él. Que nadie le haga el juego a la derecha por una miopía de perspectiva histórica, porque será responsable ante el pueblo de su traición».
A treinta años, estamos en un momento similar. O avanzamos en el proyecto popular piloteado por Evo (más allá de todos sus problemas, límites y contradicciones), o favorecemos el fortalecimiento de las oligarquías regionales que a la vuelta de la esquina, herederas del espíritu autoritario banzerista, no dudarán en liquidar a quien se le ponga en frente si tienen más poder. Ojalá estemos a la altura de la historia.