Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Los senadores estadounidenses John McCain y Joe Lieberman están vinculando la censura de Internet con la energía nuclear de un modo que debería aterrorizarnos a todos.
McCain es el verdadero poder detrás de la ley de calentamiento global Lieberman-Warner que ya podría ser votada por el Senado el martes 3 de junio. Como parte central de su campaña presidencial, McCain ejerce considerable presión a favor de masivos subsidios para construir nuevos reactores nucleares. A pesar de la ideología de «libre mercado» que profesa el candidato, esta ley puede entregar un tercio de billón de dólares del contribuyente a una industria que no logra obtener patrocinio privado debido a una tecnología fracasada, que es un objetivo para el terrorismo.
Ahora su copatrocinador, Lieberman, de Connecticut, lleva el tema al campo de la censura de Internet. En un reciente discurso en el hemiciclo, exigió que YouTube elimine numerosos materiales que él afirma promueven el terrorismo. Sin embargo, la propia ley que él y McCain impulsan obligaría a los contribuyentes a financiar reactores atómicos que son fácilmente accesibles a terroristas como máquinas de masiva destrucción radioactiva.
Calificándolo de un «risible» ataque contra la libertad de expresión, The New York Times se burla de la afirmación de que Internet sea «uno de los motores primordiales» del terrorismo. La acusación llega en el informe de Lieberman sobre «El extremismo islamista violento, Internet, y la amenaza terrorista interna.»
El Times consideró «profundamente inquietante que un senador influyente pueda llegar a considerar la idea de decir a una compañía de medios que clausure la expresión constitucionalmente protegida.» La ACLU (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles) ha advertido que esfuerzos similares «podrían ser un precursor de propuestas para censurar y regular la expresión en Internet.»
En una peligrosa capitulación, YouTube pasó a retirar unos 80 vídeos.
Lo que hace que este ataque contra la libertad de expresión sea doblemente inquietante es que acompaña a la promoción de la tecnología misma que da a potenciales terroristas el camino más fácil para crear un holocausto nuclear – las plantas comerciales de energía nuclear.
Ha sido claro desde hace tiempo que ningún reactor atómico podría resistir el choque de un avión del tamaño de los que fueron secuestrados el 11-S. Incluso sin penetrar el edificio de contención, la fuerza del impacto y los resultantes fuegos de combustible causarían con una certeza virtual masivas emanaciones radioactivas, imposibilitarían las operaciones de la planta, perturbarían críticos sistemas de enfriamiento, destruirían líneas de seguridad externas de energía y comunicaciones, amenazarían depósitos de residuos de combustible nuclear – la mayoría de los cuales están seriamente sobrecargados – así como de cascos secos altamente vulnerables, y mucho más.
Los 104 reactores atómicos autorizados de EE.UU. son tan vulnerables ante un ataque semejante como lo fueron el 10 de septiembre de 2001. No existe garantía alguna de que una nueva generación de reactores, proyectados para dentro de una década o dos, vayan a ser algo más seguros.
Una larga serie de estudios gubernamentales y privados durante el último medio siglo han advertido que por error o terror, un gran desastre de un reactor mataría a decenas de miles de personas a breve plazo, y a muchos, muchos más en los años por venir. El daño a la propiedad y el impacto en última instancia sobre lo que quede de la economía estadounidense sería incalculable.
Pero, mientras atacan nuestros derechos constitucionales en nombre de la lucha contra el terrorismo, McCain y Lieberman propugnan utilizar dinero público para construir aún más de esas armas pre-desplegadas de destrucción radioactiva masiva, dando a terroristas acceso a la amenaza máxima.
A pesar de la exagerada y bien financiada promoción por parte de la industria, ni un solo grupo ecológico de importancia apoya esta expansión nuclear. Un esfuerzo unificado se está realizando para despojar a la ley Lieberman-Warner de sus provisiones a favor de la expansión nuclear, y hay más información en sitios en la Red como ser www.nirs.org, www.beyondnuclear.org, www.NukeFree.org, y muchas más. Todos instan a los propugnadores de una energía segura a apelar a sus senadores en EE.UU. para que detengan esa vía, cargada de intereses creados, que conduce hacia el terror radioactivo.
En los hechos, la energía nuclear puede hacer exactamente lo mismo para resolver el calentamiento global como la censura de Internet puede hacer para salvaguardar la democracia – es decir, nada.
Por lo tanto, será necesario un nuevo masivo esfuerzo desde la base para derrotar esta última parodia de una ley energética – así como para salvar lo que queda de nuestra democracia de los que utilizan vagas amenazas de terrorismo como una excusa para destruirla.
Después de todo, ningún terrorista puede amenazar a nuestras ciudades con un ataque contra sus paneles solares. Y no hay nada en la energía eólica que llegue a sugerir la necesidad de cerrar Internet.
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Harvey Wasserman, cofundador de Músicos Unidos por una Energía Segura, edita el sitio en la red nukefree.org. Es autor de «SOLARTOPIA! Our Green-Powered Earth, A.D. 2030,» y se encuentra en: www.solartopia.org. Para contactos, escriba a: [email protected]