Los medios deben denunciar las agresiones antes de que las mujeres mueran asesinadas. El agresor las ataca porque las considera inferiores y vulnerables. Por ello debe hablarse de violencia contra la mujer, y no de crímenes pasionales, según el decálogo para el tratamiento del tema en los medios de comunicación, elaborado por Periodistas de Argentina […]
Los medios deben denunciar las agresiones antes de que las mujeres mueran asesinadas. El agresor las ataca porque las considera inferiores y vulnerables. Por ello debe hablarse de violencia contra la mujer, y no de crímenes pasionales, según el decálogo para el tratamiento del tema en los medios de comunicación, elaborado por Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista (PAR).
Desterrar de las redacciones la figura del crimen pasional. Hablar en cambio de violencia de género, o de violencia contra las mujeres: o sea, de un delito. Denunciar las agresiones de todo tipo, sin esperar la muerte de las mujeres. Proteger la identidad de la víctima, no la del agresor. No nombrar a la víctima con diminutivos o apodos. No buscar justificaciones que distraigan de la violencia, el problema central. Chequear las fuentes, sobre todo las oficiales. Mantener el tema en la agenda periodística. Cuidar las fotos que se publican. Alejarse del sexismo, el sensacionalismo y la obscenidad. No musicalizar con temas que hablen de amores enfermos o celos.
Las recomendaciones están incluidas en el Decálogo para el Tratamiento Periodístico de la Violencia contra la Mujer, de la Red Par, Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista, uno de cuyos párrafos recuerda que ‘las mujeres de entre 15 y 44 años corren mayor riesgo de ser violadas o maltratadas en su casa, que de sufrir cáncer, accidentes de tránsito, guerra y malaria, según las estadísticas del Banco Mundial’.
Los datos, usados por el secretario general de las Naciones Unidas, el surcoreano Ban Kimoon, al presentar la campaña mundial contra la violencia hacia las mujeres, revelan la magnitud de un problema que, según la Red Par, sigue siendo poco visible.
La red por una comunicación no sexista que conecta a casi un centenar de periodistas de todo el país, se reunió el pasado fin de semana pasada en Salta (**). Entonces se decidió impulsar el decálogo, ante propietarias y propietarias de empresas periodísticas, editores y editoras, periodistas y trabajadores y trabajadoras de los medios en general, para evitar el lenguaje que encubre la relación de poder existente en los ataques que sufren las mujeres.
‘Una injusta distribución del poder en la sociedad que destaca el valor de la fuerza en los varones y la debilidad y la sumisión en las mujeres’, subrayan las autoras y los autores del decálogo.
Por eso su primera recomendación es usar los términos violencia contra las mujeres, violencia de género y violencia machista. Y desterrar la figura de crimen pasional al referirse al asesinato de mujeres víctimas de la violencia de género.
Los crímenes pasionales no existen, señala el decálogo.
‘Es un crimen, un delito, un asesinato, pero nada tiene de pasional. En el imaginario colectivo el término pasional remite al amor romántico, a los amores que matan, idea que frivoliza y hasta justifica el crimen’, sostienen las y los periodistas de la Red Par en los fundamentos de su decálogo.
También explican las limitaciones de violencia familiar, término que en general, han adoptado todas las legislaciones provinciales del país. Las y los periodistas de Par coinciden con la delegada especial del gobierno español contra la Violencia sobre la Mujer, Encarnación Orozco, quien ha dicho que lo más entendible es violencia machista y no violencia doméstica, para ‘llamar a las cosas por su nombre y porque la violencia que se ejerce contra las mujeres, se produce en función de que el agresor considera inferior y vulnerable a la mujer’. (***)
Las periodistas y los periodistas de la Red PAR recuerdan que también las feministas argentinas privilegian violencia de género por sobre violencia familiar porque la mayoría de las denuncias realizadas en los centros de atención de todo el país provienen de mujeres.
Proteger la identidad de la víctima es otra de las recomendaciones del decálogo. ‘Si la víctima decide dar testimonio, hay que respetar su voluntad de divulgar o no su identidad y de qué manera. El o la periodista debe entender que la mujer se encuentra muy afectada y/o amenazada, por lo tanto es importante saber si cuenta con apoyo profesional y afectivo, y si puede brindar un testimonio que sirva a su caso y a miles de mujeres que se sentirán identificadas al escucharla’.
Amén del cuidado tratamiento que recomiendan para las víctimas, las periodistas y los periodistas de PAR advierten que la cobertura del tema debiera señalar la injusta distribución de poder en la sociedad, ‘y no los detalles de la agresión’. Sostienen que ‘abundar en esos detalles desdibuja el verdadero problema, lo agrava’.
En ese camino, cuando se comprometen a no buscar justificaciones que distraigan de la centralidad de la violencia, subrayan la importancia de contextualizar: ‘la violencia de género, la violencia que mata mujeres, es consecuencia de un patrón de conducta basado en una relación desigual de poder. Alcohol, drogas, discusiones, celos, separación de la pareja o infidelidad, son solamente un pretexto: la verdadera causa de la violencia de género es el control y la dominación que determinados hombres ejercen contra las mujeres’, dicen.
Las fuentes también tienen su tratamiento en el decálogo. Se dice que muchas veces, la premura por informar sobre un hecho de violencia lleva a consultar a vecinos o allegados que, o pueden ser parte interesada, o sugerir hipótesis sin tener conocimientos demasiado certeros de lo que ocurre con la pareja y/o el ciclo de violencia. Otras veces, suelen aparecer opinólogos que sólo anhelan su minuto de fama en los medios. Consideran entonces que mucho más útiles son los testimonios de testigos directos que describan lo que han visto y/o oído, o de amigas o amigos de la víctima.
‘Tanto a nivel gubernamental como de asociaciones de la sociedad civil, en Argentina contamos con cantidad de profesionales capacitados para opinar. En el caso de juezas/ces, fiscales, funcionarios/as, legisladoras/es, dejar en claro su experiencia y antecedentes en el tratamiento de casos de violencia de género, y aclarar si hablan a título personal o institucional’, agrega la Red Par.
Acerca de las fuentes policiales, se indica que no es recomendable que sean las únicas fuentes de consulta y que es necesario preguntarse si es personal capacitado en el tratamiento de víctimas o si lo tratan como un delito más. Y frente al abogado o a la abogada defensor o defensora del agresor, recomiendan ‘estar atentos a las maniobras, ya que suelen utilizar los medios para manipular la información o cambiar los ejes de la investigación’.
El decálogo compromete también a sus firmantes a mantener el tema en agenda. A realizar notas preventivas, investigando casos anteriores de violencia. Preguntarse qué se hizo o no se hizo para evitar repetir errores. Si las mujeres que se animaron a denunciar y pedir ayuda, están adecuadamente protegidas. Qué acciones realizan los poderes del Estado para combatir este delito y proteger a las mujeres. Qué tareas desarrollan las organizaciones de la sociedad civil especializadas en el tema. Si esas organizaciones tienen en los medios los espacios que necesitan.
Para quienes trabajan en medios audiovisuales, se incluye un listado especial de temas musicales ‘de los más variados estilos’ que tratan la violencia de género, y que PAR tiene a disposición de quien los pida: El club de las mujeres muertas (Víctor Manuel); Un extraño en mi bañera (Ana Belén); Caperucita (Ismael Serrano); Malo (Bebe); Encadenada (Cristina del Valle/Esther G. Redondo/Antolín Morilla); Mujer Maltratada (Los Changuitos); Las hijas de Eva (Tatiana Bustos); Malos Tratos (The Birras); A golpes (La Fuga); Violencia machista (Ska-P).
La lista puede ser enriquecida, del mismo modo que el decálogo ‘no es una prescripción rígida e inamovible, sino que está sometido a aportes, sugerencias y revisiones que mejoren y completen su objetivo’.
Durante 2007, 97 mujeres murieron en Argentina víctimas de sus maridos, padres, novios y ex parejas. El relevamiento fue realizado por Artemisa Noticias, a partir de los cables de DyN, Télam y NA. En 2006, los feminicidios habían sido setenta y dos, y cuarenta en 2005.
Según los datos del Banco Mundial sobre los que el secretario general de las Naciones Unidas se basó para lanzar una campaña mundial, al menos una de cada tres mujeres ha sido golpeada, forzada a tener relaciones sexuales, o ha sufrido otro tipo de malos tratos a manos de su pareja a lo largo de su vida.
Un problema de derechos humanos, que, recuerda Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista, afecta a la mitad de la humanidad. No se limita a una clase social, etnia, raza o credo. La Red Par recomienda mantener el tema en agenda, denunciando la violencia en todas sus expresiones: psicológica, económica, emocional, sin esperar la muerte de las mujeres.
* Mónica Ambort es Directora de la revista umbrales. Invitada por la organización, participó en Salta del Tercer Encuentro de la Red Par, Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista.
** Entre otras y otros periodistas, asistieron al encuentro Gabriela Cabus y Pate Palero (Radio Nacional Córdoba); Marta César (Nuevo Diario) y Marisa Vázquez (Prensa de la Cámara de Diputados), de Salta; Sandra Chaer (Artemisa Noticias), Mariana Carbajal (Página 12), Liliana Hendel (Todo Noticias) y Luis Otero (madriddigital), de Buenos Aires; Mónica Molina (Urbanas, de La Pampa) y Néstor Dapiola, de Tandil.
*** A partir de la Ley Integral Contra la Violencia de Género aprobada en 2004 unánimemente, España condenó a 50 mil agresores en dos años. La lucha contra la violencia de género fue una de las principales promesas electorales de José Luis Rodríguez Zapatero. Mariana Otero, La Voz del Interior, lunes 30.