Los trabajadores de la AM 530 – La Voz de las Madres, y de los obradores en donde se construyen las viviendas del plan «Sueños Compartidos», realizan paros en reclamo del pago de los sueldos de octubre, en un contexto de profunda crisis financiera de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la empresa cuyo […]
Los trabajadores de la AM 530 – La Voz de las Madres, y de los obradores en donde se construyen las viviendas del plan «Sueños Compartidos», realizan paros en reclamo del pago de los sueldos de octubre, en un contexto de profunda crisis financiera de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la empresa cuyo gerente general es Sergio Schoklender.
La Fundación ha recibido desde 2006 a la fecha más de 50 millones de pesos [15 millones de euros] enviados por el gobierno de los Kirchner (datos publicados por el Boletín Oficial), y es supervisada por Felisa Miceli desde que fue despedida de su cargo de ministra de Economía, tras el escándalo por los más de 200.000 dólares encontrados en el baño de su despacho, que nunca pudo justificar, y por los que se encuentra procesada judicialmente.
Sin embargo, la Fundación no paga en término los módicos y empobrecidos sueldos desde hace varios meses, con los problemas lógicos para trabajadores de la radio, la Universidad y los obradores de las viviendas, lo que motivó una respuesta lógica, como son los paros en la radio y en los obradores hasta que se paguen los salarios.
En la radio, el paro comenzó el martes 2 al mediodía, y sólo se escuchaba música en continuado, con una excepción que habla a las claras del compromiso incondicional de los trabajadores de la emisora (operadores técnicos, locutores y periodistas) con la historia de las Madres: el paro se interrumpió el miércoles a las 20.00, para emitir uno de los espacios que conduce Hebe de Bonafini, y fue retomado a las 21.00, cuando concluyó el programa. El gesto se repetirá el jueves a las 16.00 -si antes no se pagaron los sueldos y el paro no se hubiera levantado- para transmitir el habitual discurso desde la Plaza de Mayo de los días jueves, tras la marcha semanal de las Madres.
El gesto de los trabajadores es muy claro: el paro no es contra las Madres y su gloriosa historia, sino contra la codicia y matonismo empresarial de Schoklender, quien se encarga precisamente desde hace años de destruir ese prestigio a cambio de dinero, con la complicidad de un gobierno que negocia con los derechos humanos de la misma manera que pretende blanquear los fondos de los delincuentes que hicieron fortunas con el saqueo del país, y que depositaron en el extranjero.
En la Universidad, los trabajadores también vienen padeciendo el atraso en el pago de sus sueldos desde hace meses y muchos profesores se retiraron de sus cátedras por ese motivo. El abandono de un proyecto luminoso y necesario se hizo evidente desde que la Fundación empezó con la construcción de las viviendas, en octubre de 2006.En los obradores, ni los matones y patovicas de Schoklender parecen haber cobrado sus sueldos, pues no pudieron impedir los reclamos airados de los trabajadores, que incluyó un piquete y corte del tránsito sobre Hipólito Yrigoyen al 1500, frente a las puertas de la Universidad y la sede de la Fundación, en el mediodía del miércoles. Por la tarde, los del obrador de Castañares, en Villa Lugano, directamente llevaron su protesta a la General Paz, a la que cortaron en forma total durante un par de horas.
El desastre financiero de la Fundación Madres de Plaza de Mayo deja en claro el despropósito inicial de esta historia: una cosa es fundar una Universidad Popular y una radio, un proyecto educativo, cultural y comunicacional que no admite objeciones, con excepción de la derecha recalcitrante y enferma. Pero ponerse a construir casas con fondos oficiales, erigirse en patronal de cientos de trabajadores, y manejar millones de pesos a cambio de apoyo incondicional al gobierno K., fue el punto que dejó expuesta una política de vil intercambio de dinero por prestigio.
Ese fue el punto precisamente que alejó a muchas Madres de distintos puntos del país de la Asociación que dirige Hebe de Bonafini, quienes cuestionaron duramente la decisión impulsada por Schoklender. Una decisón espuria que dinamita un espacio histórico cargado de gloria por luchar contra dictaduras y fascistas de toda laya, a favor de los derechos humanos y de un mundo con justicia social, para fundar una empresa que hace agua por todos lados, en donde la corrupción ya es evidente.