El país andino encara su futuro mediato con elecciones al inicio y al final del 2009, que serán clave para apuntalar cambios profundos. Sin embargo, la oposición también jugará sus cartas. ¿Se repetirá la formula Morales- García Linera en las presidenciales de diciembre? Los hechos serán soberanos al final del año, pero podemos aventurar que […]
El país andino encara su futuro mediato con elecciones al inicio y al final del 2009, que serán clave para apuntalar cambios profundos. Sin embargo, la oposición también jugará sus cartas.
¿Se repetirá la formula Morales- García Linera en las presidenciales de diciembre?
Los hechos serán soberanos al final del año, pero podemos aventurar que si el 2008 fue un año trascendental para Bolivia (referendo revocatorio de mandato que ratifico a Evo Morales, consenso político con la oposición que pacífico el país, masacre de campesinos en Pando, por nombrar algunos), el 2009 no será menos importante si proyectamos que para final de año habrá muy probablemente una nueva Constitución y si no hay sorpresas, otro mandato del primer presidente indígena del país andino.
El 25 de enero los bolivianos concurrirán a las urnas para votar por tercera vez en 3 años, esta vez para ratificar o rechazar a la nueva Carta Magna que fue discutida, modificada, vuelta a discutir y otra vez vuelta a modificar en los últimos dos años por la Asamblea Constituyente.
Se descuenta que la consulta favorecerá al Gobierno, teniendo en cuenta que en agosto pasado, en el Referendo Revocatorio de mandato, Morales obtuvo más de dos tercios de los votos para continuar siendo presidente. La enorme base social sigue intacta por estos días.
Entonces, la Nueva Constitución Política del Estado reconocerá, entre otras cosas, la existencia de las 36 naciones indígenas y de los afro bolivianos, sentará las bases para la transformación profunda del Estado colonial, avala -como pedían los sectores de derecha- las autonomías departamentales, y consagra la nacionalización de los recursos naturales como el gas y el petróleo.
Y para el mes de diciembre se celebrarán las elecciones de todos los cargos que fueron sujetos de la revocatoria en agosto pasado. Es decir que Evo Morales y casi todos los prefectos se presentarán a los comicios en forma adelantada, que debían realizarse en 2010, pero gracias un acuerdo del oficialismo con el arco político boliviano y por la demanda social de más de 200 mil personas que coparon la plaza Murillo en La Paz, el año es el 2009.
Con ése acuerdo demostró el primer mandatario su sagacidad y cintura política: en medio del conflicto con los cívicos de la Media Luna (Beni, pando, Tarija y Santa Cruz de la Sierra), envalentonados con su triunfo en la revocatoria prefecturales que empataba al de Evo, consensuó con los partidos Podemos y Unidad Nacional el llamado a la consulta constitucional y el adelanto de las elecciones presidenciales para diciembre de 2009.
Ahí se destrabó el conflicto y magistralmente aíslo a los «cívicos», que no tuvieron margen de acción para oponerse al pacto nacional. Lo que se dice popularmente, matar dos pájaros de un tiro.
Ante esta derrota política, los sectores de la derecha se dispersaron, perdieron credibilidad y apoyo. Acaso pensaron que por afinidad ideológica con la agrupación Podemos de Jorge «Tuto» Quiroga, éste no llegaría al acuerdo con el MAS.
Sin embargo, no están muertos ni mucho menos, pronto reagruparon fuerzas y vuelven a la carga, siempre con los medios de comunicación hegemónicos como aliados fieles.
En este sentido, el día anterior a navidad, el presidente Evo Morales, les dijo a corresponsales extranjeros que lo peor de su gobierno ya había pasado, que el año 2008 fue el más difícil de los tres, desde que llegó al Palacio Quemado en enero de 2006.
Argumentaba que la derecha de su país, agrupada especialmente en la región de los departamentos de la Media Luna pero con epicentro en la oriental Santa Cruz de la Sierra, diseñó un plan para derrocarlo y le hizo sentir «como nunca tanto rechazo y agresión».
No le faltó razón al mandatario andino en sus análisis, pero queda la duda, ¿habrá pasado lo peor para el primer gobernante indígena de Bolivia?
En la misma semana también se dio a conocer que hay otro plan ideado por su sus opositores. Esta vez más intolerante y peligroso: un plan de magnicidio contra su figura en el que se utilizaría «a ejecutores nativos o de extracción popular», según sostuvo el ministro de gobierno Alfredo Rada y que sería perpetrado en el occidente, donde Morales tiene mayor adhesión.
La noticia quedó flotando en el aire y más allá de las consabidas chicanas opositoras para desacreditar la versión, no deja de causar cierto escozor a la densa sombra proyectada de los antecedentes inmediatos de la masacre de la región amazónica de Pando de septiembre, cuando murieron al menos 18 personas en la represión ordenada por el prefecto Cívico Leopoldo Fernández, hecho comprobado por la comisión investigadora de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas). (Ver «Defender a Evo y asegurar la integridad de Bolivia». APM 14/09/08)
Sin embargo, no será un camino de rosas lo que le espere a Evo Morales de cara a los acontecimientos anunciados. Si algo ha demostrado sus opositores es su capacidad para inventar hechos contra el gobierno o tergiversar otros con tal de desprestigiar al gobierno popular.
Ni siquiera bastó el crecimiento vertiginoso de las reservas internacionales, gracias a la nacionalización de los hidrocarburos, que subieron de 1.700 millones de dólares en 2006, a más de 7.700 millones de dólares el año que pasó, que ponen al país en una posición económica más sólida.
Y mucho menos, claro está, son reconocidos los planes sociales implementados por la gestión, como el bono «Juancito» Pinto que ayuda económicamente al 95 por ciento de los niños en edad escolar, o la erradicación del analfabetismo en Bolivia -junto con Cuba y Venezuela los únicos países de la región- a través del programa «Yo sí puedo» o la «Operación Milagro» que operó de la visa a más de 300 mil personas.
Se resisten a ver una sociedad más igualitaria atrás de estos avances sociales, y se limitan -sin argumentos sólidos- a ver «diabólica» influencia de Hugo Chávez y de Fidel Castro.
Para el vicepresidente Álvaro García Linera, Bolivia está en la etapa de transición de un viejo Estado neoliberal a un Estado nacional, popular, productivo, descentralizado e igualitario. «Los bolivianos de hoy estamos resolviendo lo que los bolivianos de las generaciones pasadas no pudieron resolver, la gran herida histórica de la patria, la desigualdad entre indios y mestizos, entre indígenas y mestizos», afirmó.
Es así, que si al final del 2009 el MAS vuelve a ganar los comicios y la constitución se pone en vigencia, la figura de Morales y especialmente el proceso de cambio del país andino verán un horizonte con mayores chances de consolidación.
[email protected]