Sacando provecho de la desesperación de sus adversarios, la mancha azul copa más espacios en Tarija, Chuquisaca y Pando, y estremece el tradicional predominio de la derecha más extrema en Beni y Santa Cruz. Sin embargo, La Paz puede amargar la fiesta
Hábilmente convertida por la derecha en un virtual plebiscito sobre el respaldo actual del electorado boliviano al gobierno del presidente Evo Morales, el referéndum de este domingo 25 en Bolivia tiende a consolidar la creciente presencia del MAS en cinco regiones claves para la continuidad del mandatario y su régimen.
Uno de los brazos de la tenaza masista, que amenaza con reducir la hegemonía de los radicales de derecha en los orientales departamentos de Beni y Santa Cruz, proviene de Pando, en el extremo norte amazónico del país, doblemente templado entre agosto y septiembre, por la ratificación de Morales y la matanza de una veintena de campesinos que terminó fortaleciendo las posiciones oficiales.
El segundo brazo proviene de Tarija, en el sur fronterizo con Argentina y Paraguay, donde los movimientos sociales que defienden al régimen pro socialista se disponen a dar por liquidado el empate de hace sólo seis meses con las fuerzas de la derechista gobernación regional.
Por el centro, ganados ya los valles cochabambinos, los oficialistas del departamento de Chuquisaca están cerrando filas para terminar con el predominio, sobre todo citadino, de sus enconados adversarios, responsables junto con sus aliados en varias regiones, de la fuga y derrumbe de la Asamblea Constituyente (AC) con que Morales y sus seguidores intentaron «refundar Bolivia» el año pasado.
De acuerdo al historial de la Corte Nacional Electoral (CNE), en Chuquisaca, el avance del MAS se forjó a paso sostenido: desde los 66 mil votos de las elecciones del 2005, ha subido a los 75 mil logrados para la Constituyente y luego a los 92 mil obtenidos (53 %) en el referéndum que en agosto del 2008 ratificó al Presidente en su cargo.
En Tarija el caudal electoral del mandatario ascendió de 28 mil votos el 2005, a 46 mil el 2006 y a 66 mil hace seis meses (49.8 %).
En Pando, trepó de apenas el millar de votos conseguidos el 2005 a los 6.651 logrados para Constituyente, llegando a rebasar el 2008 los 13 mil que le dieron el 50 % de los votantes pandinos.
La conquista de los tres reductos aledaños al cuartel central derechista, según las encuestas de uno y otro bando, se viene acompañada de una tenue en principio -pero ya densa a escasos días del voto- infiltración masista en el corazón de la derecha más radical: los departamentos de Santa Cruz y Beni, donde la dirigencia empresarial hace aguas en el intento de conservar la votación que le permitió asestar dolorosas zancadillas enormes a Morales, que, a su vez, celebra tres años de gobierno.
VACUNA SALUDABLE
A diciembre, los sondeos del gubernamental Observatorio de Gestión Pública (OGP) proclamaban la victoria de Sí en el referéndum constitucional, a tono con los discursos del Presidente, que daban por hecho, con base en los informes de sus ministros, el triunfo oficialista en las urnas en los nueve departamentos del país
Pero a mediados de enero, bien miradas la tendencias y la semi-rearticulación de los opositores, Morales tuvo que jalar las orejas a los responsables de sus cohortes. No porque el Presidente publicitara la victoria, reclamaba, los militantes debían quedarse cruzados de brazos esperando los votos del cielo.
«!Tienen que hacer campaña!» les recriminó, al disponer el repotenciamiento de la convocatoria, la re-evaluación del optimismo, y la exigencia de que la militancia vaya a la urnas, para bajar la peligrosa escalada del abstencionismo, los votos nulos y blancos y la remozada campaña por el no, que, jalándose los pelos, recurrió en última instancia a los símbolos del catolicismo para atacar a un «régimen ateo», fracasada como quedó la contra-campaña en desmedro de la nacionalización de los hidrocarburos.
«El gobierno ya no está seguro de batir record de votación en el referéndum», tituló a una semana de los comicios el portal Bolpress. «Sondeos recientes y algunos ministros del Poder Ejecutivo anticipan la victoria del Si con una votación aproximada de 60%», agregó, bajando las expectativas de superar el 67 % logrado en agosto pasado o los delirios de alcanzar el 80 %.
«Me equivoqué, perdón, disculpas, he sido muy optimista. El optimismo a veces nos puede hacer cometer errores», corrigió a su vez el mandatario.
DESESPERACION Y EXABRUPTOS
Pero más que las enmiendas y virtudes del oficialismo, el «repotenciamiento» de la campaña masista y la consolidación de su presencia en regiones adversas, han sido atribuidos también a la desesperación de la derecha que, a semanas del encuentro en las urnas, había comenzado a perder, ya confundida, la bandera de las autonomías.
La enseña autonómica fue el combustible que sustentó a la derecha más radical y durante los últimos tres años, los prefectos y empresarios de la derecha insistieron entre sus bases el voto por el Sí a las autonomías. Pero de pronto, al estar incluido el régimen autonómico en el texto a aprobarse de la nueva Constitución y al estar respaldada esta inclusión -con amplias modalidades departamentales, indígenas y regionales- por una fracción centrista de la misma derecha (Podemos), para los radicales fue difícil contra-instruir el voto por el No a las autonomías ofertadas por el gobierno izquierdista.
La confusión del electorado entre uno y otro zarandeo se reflejará, estiman observadores, en la abstención y los votos nulos o blancos de una ciudadanía que en menos de seis meses asiste a dos referéndums y que en los últimos cuatro años se ha congregado en torno a seis procesos electorales, incluidas elecciones prefecturales y generales, además de la conformación de la AC y al consulta sobre la venta del gas a Chile, el 2004, junto a los comicios municipales.
Sin embargo en La Paz, donde los conservadores mantienen bolsones de voto significativo, el rechazo puede dar más de una sorpresa, sobre todo si logran acercarse al considerable caudal del 35 %que recibió el último prefecto de la derecha paceña, José Luis Paredes, que, de todas maneras fue revocado en su mandato.
Desplegando el rumor de las expropiaciones, los activos reductos derechistas, sobre todo de las circunscripciones de clase media y alta, proclaman un no rotundo que se extendía entre los medianos propietarios temerosos de perder sus pequeñas fortunas, pese a que no son mayoría en el departamento.
CUESTIONADO, PERO …INEVITABLE
Igualmente, la recurrencia a la fe católica o la aparición de un sicario con intenciones asesinas, entre otras acciones desesperadas, han llevado a los adversarios del presidente Evo Morales hacia el borde de una derrota en el referéndum del 25, cuando incluso un caudal considerable del «sí» terminará beneficiándolo, según el viejo dicho de que lo que no mata fortalece.
El sondeo empresarial señala que la negativa congrega al 47 % de los electores, mientras las encuestas oficiales estiman un respaldo del 65 %, engordado por el margen de error. Pero, de confirmase una media del 56 % entre ambas proyecciones, Bolivia estará de todas maneras en condiciones de estrenar este 25 de enero una nueva Constitución Política del Estado, y de realizar elecciones generales en diciembre, o adelantarlas para junio, con una prórroga casi segura de Morales.
La última carta opositora se reducirá entonces a deslegitimar el triunfo por debajo del 67 % con que el mandatario fue ratificado el año pasado, cuestionamiento que, para entusiastas ex colaboradores del ex embajador Philiph Goldberg, servirá de base para rearticular fuerzas a fin de disputarle a Morales, más que la Presidencia, unos escaños decisivos en el nuevo Parlamento plurinacional que se avizora.
«Estoy tan confundido, que incluso sospecho que el MAS tiene a su favor una eventual victoria del No, porque de esa manera todo el 2009 estaremos entrampados en el ajuste y nombramiento de autoridades y en el escenario eleccionario solo existirá el candidato del MAS», comenta Willy Flores Medina, editor de ExeClub, un portal sobre la política boliviana.
«A la luz del mencionado recurso a lo religioso para desprestigiar el proyecto popular, los resultados del referéndum serán también un interesante indicador del peso e influencia real que tienen en la actualidad ciertas jerarquías y discursos eclesiásticos aferrados a teologías neocoloniales, empecinadas en mantener inamovibles las estructuras de una sociedad excluyente y los privilegios de unos pocos», dice Alejandro Dausá, de ALAI-AmLatina
«Tantos desmanes fortalecieron más bien al Gobierno…con todo ello, la oposición ha quedado muy debilitada y dividida», concluye desde La Paz el antropólogo jesuita Xavier Albó. «Hasta la dosificación de la campaña por el No suena a apostar por un ‘no’ en tono menor, que simplemente quiere evitar un Sí demasiado apabullante», agrega.
Formados casi en fila, aprovechando el referéndum como plataforma para postular su candidatura presidencial, los adversarios de Morales se empeñan en recoger los votos sobrantes del banquete oficial, peleando codo a codo un mayor espacio en el espectro opositor, de tal manera que a Samuel Doria Medina le incomoda la presencia de Carlos Mesa y el silencio de Tuto Quiroga, mientras el solitario alcalde René Joaquino intenta no ser avasallado por el rodillo masista en su propio terruño potosino.
Por ese mismo rumbo, y pese a los berrinches para la TV, los prefectos Rubén Costas de Santa Cruz, Ernesto Suárez del Beni y Mario Cosío de Tarija ven las bardas de sus vecinos arder y ponen las suyas a remojo continuo, sin poder auxiliar de veras a los radicales pandinos, abandonados a su propia suerte y en vías de sufrir la peor derrota de su larga historia en el dominio feudal de la Amazonia norte.
DILEMA ESENCIAL
A escasos días de su nueva victoria, el presidente Morales luchaba sin embargo contra la tendencia al ausentismo aún entre su propia militancia, lo que dejaba ver la enorme preocupación por un triunfo no contundente, ese que puede plantearle problemas a la hora de la reelección y la continuidad del régimen izquierdista.
Casi resignado, el académico opositor Jorge Lazarte, se limitó a lamentar esta semana el mayor fracaso de la Constituyente («no haber compatibilizado la demanda por la justicia social con el Estado de Derecho»), la persistencia de la división y el retorno de la polaridad, además de la impronta de una «cruda ambición de poder arropada de mesianismo» y un futuro de múltiples conflictos.
Para otros sectores, advertidos de las fechorías de la derecha pero igualmente decepcionados por el nepotismo reciente, cuestionado por el propio Morales (lo cual no impide que siga desfilando entre Palacio y las Superintendencias), la cuestión se planteaba bajo la forma, a decir de Alfonso Gumucio, de un callejón sin salida «que nos obliga a escoger entre un Sí y un No que no nos convencen: un No que podría sumarse a la derecha y un Sí que favorece a un gobierno autocrático».
¿Sugerencias?: «me basta estar en desacuerdo con diez o doce fundamentales para no entregar mi Sí ciegamente. Sin embargo, tampoco voy a entregar mi No a quienes he combatido durante toda mi vida -propone Gumucio- Si votara con mi conciencia, honestamente, manifestaría mi rechazo a esta manipulación pifiando mi voto con una mordaz interjección».