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La Victoria del SÍ a la Nueva Constitución Política del Estado: aperturas, cierres y lucha popular

Fuentes: revolucionemosoaxaca.org

La victoria del SI al proyecto por la Nueva Constitución Política del Estado, (NCPE), con un 61% de la votación frente al 38.9% de votantes que optaron por el NO  a nivel nacional (datos de la Corte Nacional Electoral), ha representado, sin duda, un hito en la historia del país. Varias de las repercusiones e […]

La victoria del SI al proyecto por la Nueva Constitución Política del Estado, (NCPE), con un 61% de la votación frente al 38.9% de votantes que optaron por el NO  a nivel nacional (datos de la Corte Nacional Electoral), ha representado, sin duda, un hito en la historia del país. Varias de las repercusiones e interpretaciones, que en el país e  internacionalmente se han hecho sobre este tema, han remarcado la «fractura interna de Bolivia», apoyando la tesis separatista de la oligarquía boliviana que utiliza este argumento con la intención de justificar en último término la mutilación o división territorial de Bolivia en dos naciones, una la del Alto Perú, y otra, la Nación Camba.

Sin embargo, que Bolivia está confrontada internamente es cierto, más no en el sentido que le pretende dar la derecha en nuestro país. Bolivia siempre ha estado atravesada por divisiones y distinciones de clase, raza y género, y es la lucha de las fuerzas y clases populares contra las fuerzas oligárquicas y conservadoras lo que ahora estamos viviendo. Las clases sociales están en lucha. Estamos «divididos» desde mucho antes del ciclo de insurgencia popular iniciada el año 2000, desde antes del neoliberalismo de las décadas de los 80′ y 90′, desde mucho antes de las épocas de la dictadura de los 60′ y 70′. La república de Bolivia fue fundada a partir de fracturas del régimen colonial. En todo caso, lo que puede reflexionarse es el carácter actual de esta ruptura expresada en las urnas este domingo 25.

Varios analistas, muy conocidos por su participación como medios de «comunicación» intelectuales del régimen neoliberal, han lanzado ya algunos puntos de vista, y de inmediato se han pronunciado sobre la «baja» de votación «del MAS» frente a la que éste partido había obtenido en el Referéndum Revocatorio del año 2008 (con un 67% de apoyo al presidente Evo Morales). Ha sido una lectura forzada, constantemente esgrimida por la derecha ya que el Referéndum Revocatorio no es cualitativamente comparable a un Referéndum por una Nueva Constitución, y porque principalmente no ofrece la posibilidad de una mirada a los movimientos populares que han sido protagonistas e impulsores fundamentales a lo largo de todo este tiempo de los cambios vividos en Bolivia. Ante este nuevo intento de la derecha por desconocer el significado de los resultados electorales del domingo 25 de enero, no debe reducirse la interpretación de éstos a las expectativas del Movimiento Al Socialismo, porque se invisibilizan los otros significados del 61% de apoyo a la NCPE. En cualquier caso, incluso si se quiere comparar la baja de votación desde el referéndum del 2008, se deben tomar en cuenta  otros motivos de mucho más profundidad, que señalaremos posteriormente, que los aducidos por la derecha.

El sentido dado por cívicos y prefecturas en Bolivia, a los resultados, no sólo de este referéndum, ha tenido un hilo y un libreto parecido: Bolivia está dividida en dos: por lo menos cuatro departamentos que han rechazado el «proyecto constitucional masista» (Pando, Beni, Santa Cruz, y Tarija) y que apoyan los Estatutos Autonómicos redactados por las prefecturas y comités cívicos opositores al gobierno del presidente Morales. La interpretación es antojadiza porque oculta lo sucedido en la provincias y áreas rurales orientales (las provincias son el nivel inmediato más pequeño de división territorial dentro de un departamento), donde ganó el Sí a la constitución, como, por ejemplo, en las provincias del norte y oeste cruceño, en por lo menos una provincia del departamento de Pando y en una gran parte de las provincias del departamento de Chuquisaca. Es decir, dentro de cada departamento aparentemente hegemonizado por el No a la propuesta de constitución, existe un importante núcleo de resistencia que echa por tierra la hipótesis de que estos territorios son totalmente contrarios a esto que hasta ahora en Bolivia se denomina como «proceso de cambio».

En el caso de Pando, es bastante significativo el triunfo del Si en la provincia Manuripi, ya que políticamente, en su participación electoral, el departamento había sido desde mucho antes un bastión de los partidos de derecha. Los sucesos de septiembre del año pasado, conocidos como la «Masacre del Cacique», han sido fundamentales para dicho resultado. En el caso de Santa Cruz, las provincias del norte y otras del oeste, como Ichilo y Sara, caracterizadas por la alta migración de personas que llegan al lugar desde diversas partes del país, han sido desde hace varios años, un puntal de lucha campesina en el país, incluso, si se quiere comparar aquí los datos del referéndum revocatorio pasado, en la provincia Sara, el apoyo a Evo Morales fue menor que el apoyo a la NCPE. Actualmente. En el caso de Chuquisaca, departamento cuya capital de departamento Sucre, ha sido llamada la «Capital del racismo»,  el voto provincial e incluso,  también citadino, se ha volcado por el Si.

No se trata de una mirada triunfalista, ni mucho menos, se trata de observar el avance popular en lugares donde se ha articulado un movimiento indígena y campesino e incluso urbano, opuesto al racismo y propuestas de derecha, hasta este momento existen 71 provincias que votaron por el Si y 48 en las que ganó el  No (Datos presentados por Equipos Mori, La Prensa, 26 de enero de 2009).

La interpretación electoral aquí tiene de fondo el desarrollo de las organizaciones y de la lucha de los sectores campesinos, de los trabajadores asalariados del campo, de los jóvenes de áreas urbanas populares como el Plan 3000: existen y ahora se han mostrado mucho más. Son enclaves de resistencia con sus propios avances y ritmos, en regiones fuertemente dirigidas en sus instancias departamentales, por la derecha. La confrontación social no es algo nuevo, existe en cada departamento, inclusive en la ciudad de La Paz -con la  movilización de los llamados «pañuelitos blancos» de clase media y alta en contra del actual proceso de cambio-, que en general siempre ha apoyado con un porcentaje alto de votación a Evo Morales y al proyecto de NCPE, hecho que los resultados electorales del domingo 25, muestran de manera obvia. Pero, la derecha boliviana y sus intelectuales presentan esto como una pugna entre cinco departamentos «autonomistas» contra los restantes departamentos «masistas», lo cual es una terrible simplificación utilizada por los sectores conservadores, que ocultan e ignoran como siempre a los sectores en resistencia en sus propias regiones.

El proyecto constitucional negociado con los partidos políticos de oposición y aprobado el 20 de octubre de 2008 en la ciudad de La Paz, provocó diversas reacciones: rechazo rotundo de parte de prefecturas y comités cívicos porque consideraron que la inclusión del tema autonómico en la NCPE era falaz; el rechazo también de sectores de izquierda que consideraron la negociación como una traición a los movimientos sociales; el apoyo inicial de algunos sectores de centro derecha que habían participado en negociación que luego se desdijeron en su apoyo y optaron por el No; el apoyo público de sectores sociales, organizaciones sindicales y otras, además de varios sectores de la población que no pertenecen en específico a ninguna organización. En el tema tierras, como un pequeño ejemplo, varios consideraron -incluso algunos ex asambleístas del Movimiento Al Socialismo, que estuvieron en la Asamblea Constituyente terminada de manera muy difícil el 2007- que se había cedido demasiado, al igual que en el tema de Control Social, así como en el planteamiento del Cuarto Poder Plurinacional de las organizaciones indígenas, y en la exigencia de una Asamblea Legislativa Unicameral, que al final quedó como bicameral en los procesos de negociación con el partido de oposición Podemos y los comités cívicos y prefecturas.

Sin embargo, en regiones como Santa Cruz o Tarija, la apuesta por la NCPE para organizaciones de jóvenes y organizaciones vecinales que se han constituido de manera más o menos reciente, también implicaba un triunfo contra la derecha y una demostración de la fuerza de su organización popular frente a la aplastante presencia de los cívicos en medios de «comunicación» masiva, que llevaron la propaganda contra la constitución de manera desvergonzada. La política, en los departamentos del oriente y sur bolivianos, se mueve en diferentes ritmos de los que existen, por ejemplo, en los sindicatos de La Paz o El Alto. En el oriente y el sur de nuestro territorio, el Movimiento Al Socialismo ni siquiera existe como estructura partidaria sólida, y aquí se juega mucho la figura de Evo Morales que inspira gran parte del apoyo popular. La lucha del Plan 3000, el Cerco a Santa Cruz, fueron parte de la organización de muchas personas, que no tenían más armas que un palo, una piedra, y más ayuda que la solidaridad del compañero que estaba a tu lado en una vigilia contra el asalto de las hordas de la Unión Juvenil Cruceñista. El voto por el sí, en estas zonas donde existe mucha confrontación violenta con los grupos de choque de derecha, fue parte de estas batallas. Los avances y retrocesos populares no deben ser inmediatamente identificados con los avances y retrocesos del MAS, que puede ser a la larga una lectura engañosa y aparente por parte del mismo partido de gobierno, sobre todo porque puede terminar subordinando los logros sociales a un solo partido, como se había hecho en la lectura de la Revolución de 1952, como si ésta fuese fruto de la lucha del Movimiento Nacionalista Revolucionario, lo cual es restringir demasiado y acríticamente los términos de la reflexión.

«Elige a Dios, vota No a la constitución»

El segundo eje de la lucha que se desarrolló y aún lo hace en Bolivia tiene que ver con los prejuicios profundos que ahora han aflorado de manera indiscutible en toda la campaña en miras del referéndum constitucional, que revelan que la dimensión señorial de nuestra política es parte directa y constitutiva de la confrontación actual. «Elige a Dios, vota No a la constitución», fue uno de los lemas que, con la complicidad de la jerarquía de la iglesia católica boliviana, encabezada por el cardenal Julio Terrazas, las fuerzas conservadoras utilizaron para oponerse a la aprobación del texto constitucional, arguyendo que «la fe» estaba en peligro frente a las intenciones de constitucionalizar las «brujerías» de los pueblos indígenas, es decir su culto a la Pachamama. Las peroratas sobre los peligros del «comunismo ateo» volvieron a los medios de comunicación muy fuertemente, llevados por los propagandistas de todo pelaje de la derecha.

Spots publicitarios mostrando fetos humanos,  la fotografía de Evo Morales y finalmente la imagen de Cristo, estaban dirigidos a explotar los prejuicios de la población respecto a temas muy debatidos como el aborto y respecto a la fe religiosa de la población. También se dieron sospechosos «milagros», estatuas de Cristo que lloraban y grupos de fieles que compungidos trataban de ligar el fenómeno con el referéndum sobre tierras y constitución a llevarse a cabo. Todo esto muestra la profundidad con que la que la lucha se está desplegando actualmente y el posicionamiento de los diferentes actores sociales que ya no pueden aparentar ni fingir una neutralidad que nunca tuvieron. 

Los medios corporativos iniciaron campañas veladas y varias formas de manipulación de las que nadie dice nada: armaron debates para que la «gente saque sus propias conclusiones», como anunciaban, cuando en realidad desde los invitados hasta las preguntas que realizaban, hasta sus pullas y comentarios, fueron esfuerzos direccionados a ser parte de la campaña contra la NCPE.

Las áreas urbanas tienen el 56.8 % de los votantes y las áreas urbanas poseen el 43.2% de los votantes a nivel nacional, por tanto el voto en las ciudades capitales de departamento son fundamentales. En oriente, el voto urbano ha sido por el No, y también existieron zonas muy pudientes en la ciudad de La Paz donde ganó el No a la constitución, en gran  parte por el papel del discurso de la «clase media» propugnada por un sector  de la población, (y por gente que cree ser de «clase media»), anunciaron que la NCPE daba lugar a un «nuevo racismo» indígena. En la Plaza Avaroa de la ciudad de La Paz, lugar donde se reunieron en su campaña de cierre, los conocidos «pañuelitos blancos» (supuestamente pacifistas) en una concentración poco numerosa, por cierto, éstos se enfrentaron con grupos de gente que marchaban por el Si: los primeros literalmente, escupieron a éstos últimos, y agrediéndolos gritando escondidos tras la barrera policial que los resguardaba: ¡indios de mierda!

Este tipo de enfrentamientos ya lo habíamos visto y vivido muchas veces. Y aquella, fue una patente muestra y muy pequeña de lo que sucede en Bolivia de manera muy dura todos estos años y que no cesará porque es parte central de la constitución de la oligarquía gamonal, y del entramado del  colonialismo interno en el país.

Que hay sobre el  latifundio

El tema que ha llamado poderosamente la atención es el tema del latifundio, que se presenta como uno de los más problemáticos. En la pregunta referida al número de hectáreas que va a ser permitido poseer, ha ganado la opción de 5 mil hectáreas con un 78%, frente al 22% que votó por 10 mil hectáreas. En Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, lugares donde los ganaderos, hacendados y latifundistas además de poseer inmensas posesiones de tierra y mucho poder político, la opción por las 5 mil hectáreas también ha ganado. «Se acabó el latifundio» afirmó el presidente en su discurso de festejo ante cientos de personas el 25 de enero. Sin embargo la ley no es retroactiva, en un país donde 15 familias o sociedades  poseen más de 512 mil hectáreas de tierra en los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando (o sea 25 veces más grande que la mancha urbana de la ciudad de Santa Cruz según datos del Instituto Nacional de Reforma Agraria), la NCPE garantiza el respeto a la propiedad privada sobre grandes predios. Esto ha generado ya varios reclamos sobre todo de organizaciones indígenas, que exigieron desde su inicio «tierra y territorio», y el saneamiento de sus tierras comunitarias de origen (TCOs), ya que muchos propietarios latifundistas obtuvieron tierras antes comunitarias gracias a las «magnánimas dotaciones» que recibieron por parte de gobiernos dictatoriales. Frente a estos reclamos, el gobierno ha dicho que va a implementar la ley de Reversión de tierras: tierra no labrada o con un fin social, será revertida al estado. Sin embargo, las dudas sobre este proceso están muy presentes, ya que los dueños de tierras se han dado muchas maneras y han practicado varias artimañas, «legales» o no, para  mostrar sus tierras como productivas y evitar así su reversión, también han recurrido a los enfrentamientos armados en «defensa» de sus propiedades (persiguieron a indígenas guaraní con armas y perros, a inicios del 2008).

Mientras el artículo  399 de la recientemente aprobada constitución dice: «los nuevos límites de la propiedad agraria zonificada se aplicarán a predios que se hayan adquirido con posterioridad a la vigencia de esta Constitución. A los efectos de la irretroactividad de la ley, se reconocen y respetan los derechos de posesión y propiedad agraria de acuerdo a ley» (NCPE, artículo 399), la interpretación es diferente para el máximo dirigente de la Confederación Sindical de campesinos a nivel nacional, Isaac Avalos -quien apoya contundentemente al presidente Evo Morales y responde en gran medida a la convocatoria del Movimiento Al Socialismo-,  a partir de ahora, afirma:  «como sector vamos a exigir que se comience a obligar a que los grandes terratenientes devuelvan las propiedades que tienen por demás para el Estado las redistribuya entre los campesinos. La constitución es muy clara: las personas que tienen, por decir, 100 000 hectáreas ahora deberán devolver 95 000 al Estado». (La Prensa, 26 de enero de 2006). De hecho el día de ayer martes 27 de enero, se han iniciado toma de tierras y predios en Santa Cruz, por iniciativa del Movimiento Sin Tierra, se espera el pronunciamiento público del gobierno.
Por su parte los empresarios agroindustriales han afirmado que se está limitando la producción y que no cederán un milímetro de sus tierras, lo cual muestra en parte el problema de interpretaciones que se está generando y que, por otra parte, contienen en el fondo las formas y los por qué de la lucha en Bolivia todos estos años.

Cívicos y prefecturas de derecha: ¿Adiós a las armas?

«Estamos ante un empate» aseguró Branko Marinkovic, presidente del Comité Cívico Pro-Santa Cruz, en una carta dirigida después del referéndum, exigiendo pactos. De la misma forma, un derrotado Samuel Doria Medina, (el mismo político que años antes había prometido capitalizar -léase privatizar- una empresa boliviana por día), dijo que para que la Constitución se cumpla tendría que haber ganado con un 90 u 80 % de aprobación ciudadana. Marinkovic ha dicho también que  el «empate» y la gente que votó por el No en Santa Cruz deben ser respetados, porque de lo contrario aparecerían «naturalmente» las voces de desacato desde su departamento. Por su puesto, la derecha, por ahora derrotada electoralmente, después de su desarme militar en septiembre de 2008, -un elemento de la derrota temporal de la derecha es que últimamente se ve obligada a discutir sobre la base del tamaño de la victoria electoral «del MAS»- se ha pronunciado por la implementación de sus Estatutos Autonómicos, desconociendo el 60% de apoyo nacional de  la NCPE.

Ante estos acontecimientos, cabe señalar el momento político en el que se encuentra Bolivia, en términos estrictos en un momento de reformas llevadas a cabo por una izquierda institucional, en miras de una transformación  y modernización, apoyado por los sectores sociales, cuyas demandas han sido tamizadas por los tiempos y formas estatales. Las reformas destinadas a la consolidación del estado y a los cambios de tipo social, económico y político, han sido centradas en la discusión sobre reformas constitucionales, que en cierta medida ha dejado posibilidades de discusión y politización de varios sectores populares de oriente, que se presentan como núcleos de resistencia, pero que también,  hasta ahora, ha cerrado varias puertas de transformación más radical como en el caso del tema de tierras,  y no ha dejado en claro varios temas como los de la implantación de «autonomías indígenas», por ejemplo.

La raíz brutal de lo colonial, de lo que Silvia Rivera, historiadora y socióloga boliviana, pensó como la relación entre colonizadores y colonizados, ahora reviste ya una forma fascista de organización y expansión en muchos lugares del país y eso no ha desaparecido ni mucho menos y la votación del domingo en parte de muestra aquello. Esta idea de la representación aparente (que pretende ser general) de la burguesía agroindustrial en los departamentos de oriente y el sur, esta sustentada en los odios  que se hallan en lo profundo y más corpuscular del tejido social, la victoria por las 5 mil hectáreas ha matizado algo este poder que al parecer tenían las prefecturas y los comité cívicos. ¡Pacto! Y cambio de la NCPE aprobada, exigen los latifundistas y la derecha de las prefecturas, como si realmente existiese el empate con el que sueña Marinkovic, mientras tanto, como siempre ellos, los partidarios de la oligarquía, sus grupos de choque que nos golpearon, escupieron, humillaron y asesinaron en las calles y carreteras, están re organizándose y pensando y calculando su participación para las elecciones presidenciales que se convocarán para diciembre de este año.

 De aquello están conscientes muchas y muchos de la/os compañera/os de las zonas que  han enfrentado sola/os las balas y palos de los cívicos Como ha señalado Oscar Olivera, portavoz de los trabajadores fabriles de Bolivia y de la Coordinadora de Defensa del Agua y la Vida, las soluciones profundas no están dadas en votaciones, como si se tratara de una caja de cartón donde están todas las respuestas, aún cuando éstas sean un momento importante en el país. La fuerza de la política subterránea popular en Bolivia, las transformaciones y tantos años de lucha han surgido de las grandes capacidades de autoconvocatoria y autoorganización de la gente. Hacer siempre presente el momento actual del movimiento, resistencia y lucha en estos enclaves urbanos y rurales que pelearon en estos tiempos, más allá de una figura o una estructura partidaria, y en miras de las luchas que vienen, es parte del trabajo y la reflexión colectivos partisanos, que son necesarios ahora que, como antes y  siempre, todo está por hacerse.