Lo visible, a través de las imágenes difundidas, del genocidio desatado por Israel en los territorios palestinos de la Franja de Gaza, horrorizó la conciencia de la opinión pública al contemplar la locura de la destrucción desatada. En cambio, la otra destrucción que está provocada la crisis globalizada del sistema, no menos dramática que la […]
Lo visible, a través de las imágenes difundidas, del genocidio desatado por Israel en los territorios palestinos de la Franja de Gaza, horrorizó la conciencia de la opinión pública al contemplar la locura de la destrucción desatada. En cambio, la otra destrucción que está provocada la crisis globalizada del sistema, no menos dramática que la primera, carece de esta visibilidad de parte de los grandes medios de información.
De vez en cuando, aparece una noticia, generalmente escueta, sobre los despidos de millones de trabajadores. La dramática destrucción que ello implica es neutralizada por los fríos números. No hay estadística global y fehaciente del número de trabajadores o familias que hayan perdido la fuente de su sustento diario. Lo que padecen los trabajadores del Sur está invisibilizada, los del Norte todo lo contrario, en este caso se repite la asimétrica estadística de la invasión de EE.UU. a Irak, las bajas norteamericanas están contabilizado al día y al minuto, en cambio las bajas del pueblo iraquí sean de combatientes o de civiles, no se efectúan. Así el día 26 de enero de este año, un cable de la agencia de noticias Reuters da cuenta de que solo en Estados Unidos y en un solo día, 70 mil trabajadores perdieron sus empleos solo en seis de las grandes corporaciones. El sistema neoliberal sigue su destructivo cauce; ya ha premiado y sigue premiado a las corporaciones financieras especulativas, que causaron la crisis con millones de millones de dólares mientras se castiga a los trabajadores productores con el despido, y a los más afortunados que no perdieron su puestos de trabajo se le somete a un empleo precario, al congelamiento o a la disminución de su salario, etc.
En este contexto de premios a especuladores e intermediarios y castigo a la producción el economista Juan Torres López, nos brinda el día 15 de enero en Rebelión.org, aterradores números sobre el dominio que ejercen las corporaciones en el mercado alimentario ya no solo en un país del Sur sino en un país europeo como España, según estos números el consumidor, como promedio, termina pagando el 474% del precio que estas corporaciones pagan al agricultor y en algunos casos como el de la papa, calabacín y pimentón el porcentaje oscila ente el 516% y el 591%. Lo insostenible del sistema y su irracionalidad tiene otras tantas manifestaciones. En diciembre pasado, oficialmente se anunció que EE.UU. ya llevaba un año de sostenida recesión, y la caída se mantiene. En el mes de enero se anuncia oficialmente que Inglaterra entró también en recesión. Las «leyes» de la teoría económica capitalista y del sagrado mercado nos indican que una crisis económica en una país repercute en la perdida de valor en su moneda tal como está ocurriendo con la Libra esterlina, en cambio éste no es el caso de EE.UU. que su moneda ya conocida en los últimos años por su debilidad y su constante devaluación, debería devaluarse y debilitarse aún más. Pero en los hechos es todo lo opuesto, el dólar, dentro de la vorágine de la crisis de su economía se fortalece respecto a las otras monedas. De nuevo estamos frente a la especulación, que después de subir el precio del petróleo y de los minerales hasta los cielos y acto seguido hundirlos por los suelos, ahora encuentra refugio en la moneda verde.
Mientras los gobiernos del primer mundo siguen con las reiteradas inyecciones en las corporaciones financieras de millones de millones de dólares sin que el hecho induzca a que la crisis, al menos, toque fondo. El índice Down Jones que en los dos años anteriores se mantenía sobre los 14 mil puntos está ahora oscilando sobre los 8 mil puntos. Las otras bolsas, las europeas y las asiáticas siguen la misma tendencia. Parece que las corporaciones financieras que causaron la crisis global con sus desmedidas especulaciones, al recibir esta millonada de liquidez aun no quieren otorgar créditos a cambio. Algunos analistas apuntan que posiblemente esta actitud sea un modo de presión para obligar a los estados a la compra de títulos envenenados y de alto riesgo especulativo aun acumulados en el sistema financiera internacional, de hecho, algunos estados ya están tomando medidas en este sentido. De todos modos y a excepción de alguna que otra ayuda a algunos grandes fabricantes de automóvil, las inyecciones monetarias se han dirigida exclusivamente a las corporaciones financieras. El arma de abaratar el costo del capital bajando los tipos de interés ya ha tocado fondo y va a resultar muy difícil bajarlos más de lo que están ahora entre el 0% y el 2%. En ninguna de las medidas tomadas se apunta a encauzar la inversión hacia el sector productivo, ni siquiera se contempla un mínimo control de la inversión especulativa, en las declaraciones si, pero en los hecho no se ha registrado alguna medida de ésta índole. Mucho menos se ve alguna orientación hacia una reestructuración del sistema financiera internacional o hacia la modificación de sus reglas de mercado absolutamente abierto al capital especulativo.
Respecto a los planes económicos del flamante Presidente de EE.UU., Barack Obama, a falta de datos precisos es prematuro dar un análisis definitivo, lo que se puede apuntar son trazos generales de lo que se ha filtrado a la prensa sobre sus planes de acción.
El plan de salvación del ya ex Presidente Bush de más de 700 mil millones de dólares para premiar a los especuladores, gozó del apoyo y el entusiasmo de Obama. En cambio el plan del último supera los 820 mil millones de dólares, de las cuales solo 225 mil millones se orientaran hacia la clase media norteamericana y una disminución de impuestos que beneficiarán al 95% de la población que se supone que es la menos rica, en cambio no se menciona nada sobre los impuestos de este restante 5% de la población que es el más rico. Parece que el grueso de éste dineral se dirigirá hacia la mismas cauces de las instituciones financieras, aunque se habla de inversiones en obras publicas, en el sistema educativo, en obras públicas y de salud pero no está claro si estás inversiones procederán de éste paquete de salvación del sistema financiero o del presupuesto federal. Lo que se tiene que apuntar en este contexto es que lo planteado al público de parte de Obama en cuanto a medidas económicas se refiere, hasta el momento, se refiere exclusivamente a EE.UU. y nada a la economía mundial, aunque su crisis haya partido de EE.UU. De todos modos quien haya visto por uno de los canales de televisión el discurso de Obama en su toma de posesión habrá notado el marcado misticismo que esforzó en insuflar a sus conciudadanos con el fin de que «EE.UU. recupera su liderazgo mundial».
La integración regional y la crisis La crisis y sus efectos ya están llegando a la región. Como ya se apuntó arriba el desempleo producido a efectos de la crisis carece de estadísticas fehacientes y de visibilidad, pero aunque la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha presentado estimaciones moderadas al respecto previendo que entre 1.5 y 2.4 millones los puestos de trabajo que se perderán en el año 2009 en América Latina, pero es de esperar que la perdida sea aun bastante mayor.
Las prometedoras, hasta hace muy poco, potencialidades de integración regional, parecen estar muy afectadas tanto por las posiciones e intereses encontrados entre los varios protagonistas, como por la galopante crisis que incide aun más en la divergencia de interés.
Uno de los hechos negativos para la integración regional está relacionado con los proyectos hegemónicos de Estados Unidos y de la Unión Europea vía los susodichos tratados de libre comercio (TLC) repudiados por el conjunto de los pueblos del continente. Colombia y Perú siendo miembros de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), optaron por una negociación por separado con EE.UU. de sus tratados de libre comercio, la misma posición adoptaron respecto a la negociación con la Unión Europea, manteniendo Ecuador y Bolivia una posición de una negociación en bloque de parte de los miembros de la CAN. Finalmente Ecuador cedió y anuncio su decisión de negociar por separado con la UE.
De acuerdo con «Los Tiempos» del 28 de enero de 2009, la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner declaró «»Estamos satisfechos de que Ecuador haya confirmado su voluntad de participar en la primera ronda de negociaciones» de un acuerdo comercial del 9 al 13 de febrero en Bogotá, en la que estarán además Perú y Colombia», indicó Ferrero-Waldner. Dicho de otro modo, todos los miembros de la CAN, a excepción de Bolivia, estarán todos juntos reunidos con los representantes europeos pero no negociarán en grupo sino separadamente. ¿Hasta que punto llegó la imposición europea? ¿Hasta que punto llegaron las «concesiones» de nuestros gobernantes? Bolivia que insistentemente reclamaba negociar en bloque se quedó sola y con dignidad pidió que se redefina el mandato de la CAN, y por lo tanto tendrá que negociar por separado sus relaciones comerciales con la UE.
Por otro lado el gobierno de Rafael Correa dispuso por el plazo de un año un aumento de aranceles y la reducción de cuotas para las importaciones de 625 productos con el objetivo de enfrentar los efectos de la crisis global. La medida afecta especialmente a las exportaciones de textiles y cerámica de Bolivia con una pérdida de más de 500 mil dólares. Bolivia y Perú expresaron su preocupación por las implicaciones de la medida y en el caso de Bolivia hubo cuestionamiento por la forma inconsulta en que procedió Ecuador. En resumen se abre la posibilidad de aumentar el intercambio comercial de la región con EE.UU. y la UE, para disminuir el intercambio regional. Los entusiasmos por la integración regional parece que se tienen que ir sustituyéndose por la preocupación por la misma y por los próximos zarpazos de la crisis dentro de un contexto nada halagüeño.
Bolivia y la crisis En primer lugar se tiene que señalar que en Bolivia se entrecruzan dos hechos de envergadura; los efectos de la propia crisis y la entrada en vigencia, en los próximos días, de la Nueva Constitución del Estado con nuevas leyes que delinearán nuevas situaciones respecto a aspectos esenciales de la vida de los bolivianos, pero en lo que nos atañe, afectarán a los hidrocarburos y a la minería. Esto está en proceso y los temas son de tanta importancia que ameritan análisis propios que Petropress tiene que realizar en sus próximos números. Por lo tanto aquí se expondrá un análisis coyuntural y somero de los efectos de la crisis en el país.
El sector minero, que presenció gran auge a lo largo del año pasado y con considerables utilidades especialmente para las transnacionales mineras, sufrió una pronunciada baja en los precios internacionales a partir de agosto-septiembre del mismo año. En este contexto la Sinchi Wuyara, filial de la transnacional Glencore, envió 1.270 preavisos de despido a mineros de las minas Bolívar y Colquiri, aunque algunas noticias hablan de 3 mil posibles despidos. Como es natural los mineros se movilizaron y exigieron al gobierno que garantice sus puestos de trabajo y la salvaguarda de los acuerdos y convenios vigentes al respecto. La actitud del gobierno ha sido titubeante y ambivalente respecto al tema. En un momento el Ministro de Minería habló de una posible ayuda monetaria de parte del Gobierno a la transnacional minera, en otro momento trató a dos partes, mineros y transnacional, totalmente asimétricos, como dos partes iguales planteando la consolidación «de un solo bloque entre trabajadores y privados para enfrentar los posibles efectos de la crisis financiera internacional». Al final y después de varias reuniones con notable reticencia de parte de Sinchi Wuyara, la mediación gubernamental logró frenar los despidos a condición de que en este año no haya ningún aumento salarial para los mineros. De nuevo el trabajo y la producción son castigados por la crisis de la especulación. Nada nuevo ya. Por el momento parece solucionado el conflicto pero es de esperar que vuelva a resurgir como a extenderse de nuevo.
En esta perspectiva era de esperar medidas concretas de la parte gubernamental frente a los golpes de la crisis que solo acaban de empezar. Pero lo que se puede ver, hasta el momento, son anuncios a futuro de planes, en si positivos, de recuperación de las empresas estatales que habían sido privatizadas, de mayor inversión y mayor oferta de empleo de parte de las empresas estatales; Emapa (Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos), Papelbol (Papeles de Bolivia), Cartonbol (Cartones de Bolivia), Lácteosbol (Lácteos de Bolivia), Azucarbol (Azúcar de Bolivia) y Ecebol (Empresa Pública Nacional Estratégica de Cemento) y otras, también el Ejecutivo Nacional plantea la próximo reversión al estado de las empresas de servicios públicos en aplicación de la NCPE que los considera derechos del ciudadano.
Obviamente no está en nuestro animo criticar estas medidas, todo lo contrario, aplaudirlas y apoyarlas, en la medida en que son pasos de cambios estructurales que se tienen que consolidar y profundizar para que el cambio anhelado sea real. Pero lo que se está analizando ahora son las medidas apropiadas para afrontar la galopante crisis. De las arriba mencionadas empresas estatales, solo Emapa recién había iniciado sus actividades el año pasado, las otras son proyectos lo mismo que la recuperación de las empresas estatales privatizadas y la estatización de las empresas de servicios públicos que tendrán sus efectos positivos, pero no ahora, sino a mediano y largo plazo.
De igual modo es bien positivo el hecho de que el Gobierno vuelva a tomar en sus manos el control de las exportaciones, administradas hasta el momento por la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia, creando el Servicio Nacional de Verificación y Registro Único de Exportaciones, mientras el mercado interno, el juego de la demanda y la oferta, la fijación libre de los precios, siguen regidos por el famoso DS 21060 que otorga estas facultades a la iniciativa privada que sigue siendo la parte hegemónica en la producción nacional y sometiendo a la mayor parte de la población a los avatares de sus decisiones. En éste contexto cabe señalar que en un «Libre Mercado», como es el boliviano hasta el momento, el comportamiento de una empresa estatal, es poco diferente al de una empresa privada. En fin, todavía no hemos cambiado, ¿estamos aun en el proceso de cambio? RECUADROS
70 mil trabajadores perdieron sus empleos solo en seis de las grandes corporaciones.
De nuevo estamos frente a la especulación, que después de subir el precio del petróleo y de los minerales hasta los cielos y acto seguido hundirlos por los suelos, ahora encuentra refugio en la moneda verde.
Uno de los hechos negativos para la integración regional está relacionado con los proyectos hegemónicos de Estados Unidos y de la Unión Europea vía los tratados de libre comercio (TLC) repudiados por el conjunto de los pueblos del continente.