Volvamos a ser pueblos naturales, sociedades primitivas, salvajes…¡Salud y Anarquía!(die Nationen, Peter Töpfer – nationale Anarchie) Desde su trágico final, en medio de una alocada aventura subversiva, fueron varios los artículos que abordaron las estrambóticas apuestas ideológicas de Eduardo Rózsa Flores, cuya personalidad parece un libreto escrito para despistar a los investigadores: judío comunista convertido […]
Volvamos a ser pueblos naturales, sociedades primitivas, salvajes…
¡Salud y Anarquía!
(die Nationen, Peter Töpfer – nationale Anarchie)
Desde su trágico final, en medio de una alocada aventura subversiva, fueron varios los artículos que abordaron las estrambóticas apuestas ideológicas de Eduardo Rózsa Flores, cuya personalidad parece un libreto escrito para despistar a los investigadores: judío comunista convertido primero al Opus Dei y más tarde al Islam, un islámico antinorteamericano, antisionista y propalestino que busca desestabilizar a Evo Morales cuando en el mundo árabe y en Irán el presidente boliviano es parte de los íconos tercermundistas a defender, y un largo etcétera. Con todo, pasó casi desapercibida la activa adhesión de Rózsa a una variopinta tendencia denominada «nacional-anarquismo», una conjunción de palabras que la lingüística llamaría oxímoron: dos términos de significado opuesto que buscan generar un nuevo sentido, del tipo «silencio atronador» o «revolución tranquila»… es claro que el anarquismo es internacionalista y cosmopolita por antonomasia, y el nacionalismo suele ser antianarquista y estatalista.
No obstante, basta incluir el término nacional-anarquismo en el Google para ingresar a decenas de blogs, en múltiples idiomas, sobre esta suerte de subcultura que nació en Inglaterra y se expandió por Europa, que rechaza la globalización capitalista y el mundo moderno, defiende la ecología, y busca prepararse física y espiritualmente para el fin del orden social (desastre ecológico incluido) en comunidades étnicamente puras o «autonomías perfectas».
Rózsa fue animador de estas ideas en Hungría, donde -afecto a la red- creo el blog http://national-anarchism.
Etnodiferencialismo y mixofobia
No obstante, pese a su apariencia «progresista» en aspectos como la defensa de la ecología o su rechazo a la deshumanización que conlleva la moderna sociedad capitalista industrial, y a la autodefinición del nacional-anarquismo como «nacionalismo antiautoritario», antiestatal y étnico-cultural, esta corriente que articula toda una subcultura muy diversa e incluso contradictoria es heredera de la denominada «tercera posición» o «revolución nacional». Es decir, una evolución de extrema derecha británica -el Frente Nacional- que intentó despegarse parcialmente del nazismo y el fascismo clásicos, a los que consideró, con bastante sensatez, demasiado burocráticos, estatalistas y autoritarios.
En 1998 Southgate fundó la Facción Nacional Revolucionaria, que él describe como «una dura organización revolucionaria basada en una estructura celular subterránea similar a la utilizada por el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) y el IRA irlandés». La NRF (por su sigla en inglés) también impulsaba un movimiento de camping y senderismo rural conocido como la fraternidad de los Camisas Verdes, bajo la influencia de Corneliu Codreanu, un ultranacionalista y antisemita fundador de la Guardia de Hierro rumana. Los Camisas Verdes realizaban ceremonias con antorchas y distribuían pequeñas bolsas de tierra.
Así, el «autonomismo» o etnodiferencialismo los llevó a propiciar alianzas con el nacionalismo negro de la Nation of Islam de Louis Farrakhan, reivindicar la separación de Gran Bretaña por nacionalidades -lo que los acercó al IRA irlandés- y a simpatizar con el modelo de descentralización popular impulsado por Muamar El Kadafi en Libia.
El racismo activo original derivó en la defensa de la «coexistencia pacífica» de las razas… aunque cada una en su lugar, e incluso a elogiar a Nelson Mandela. «Consideramos que el mestizaje a gran escala es una amenaza grave que pone en peligro la diversidad del género humano, uniformándolo poco a poco, de la misma forma que la caza o la contaminación amenazan al mundo animal y al medio ambiente», sostienen en un panfleto titulado «El nacional-anarquismo. 17 cuestiones frecuentemente planteadas». Al mismo tiempo, hay quienes tienden puentes con el Nacional-bolchevismo ruso -con la intención de fortalecer un bloque euroasiático y antinorteamericano entre Europa y Rusia- y luchar contra el liberalismo y el cosmopolitismo.
El llamado «nacional-anarquismo» fue un paso más: comenzaron a profundizar su posición antiestatal, a teorizar sobre el «fin de la civilización», criticar furibundamente a la modernidad y a reivindicar la descentralización radical, para lo cual escarbaron en los textos de los teóricos anarquistas Bakunin y Proudhon, y ecologistas como el estadounidense Murray Bookchin; no obstante mantienen -como recuerda Southgate- sus opiniones sobre «la separación racial» o «mixofobia» (el rechazo a la mezcla de razas -no ciertamente de ideologías en este infame popurrí posmoderno) y la autodeterminación de todos, en palabras del líder del nacional-anarquismo francés Hans Cany, quien rechaza estar promoviendo cualquier tipo de apartheid y se opone a la colaboración del nacional-anarquismo con grupos neonazis o con el Islam radical. Como señala Guillaume Faye -recuerda Southgate- «(…) este sistema, esta civilización, que es la erradicación de la identidad de los pueblos de Asia, África, Europa y las Américas tiene un nombre: se llama civilización occidental». Y es, ciertamente, el enemigo a combatir.
Ya con esta nueva cara, los nacional-anarquistas se lanzaron a una suerte de entrismo en organizaciones ecologistas, movimientos de liberación animal, círculos medievalistas, tradicionalistas radicales y movilizaciones anticapitalistas, donde chocan con la activa oposición de los anarquistas «de verdad» y casi toda la izquierda. Incluso, ciertas variantes del nacional-anarquismo han derivado en movimientos neo-paganos y subculturas musicales juveniles. Southgate abandonó el catolicismo por una suerte de misticismo abarcador de varias religiones tipo teosófico, que incorpora retazos de creencias católicas, gnósticas, sufíes, herméticas (del Antiguo Egipto), yóguicas o cabalísticas, buscando una síntesis entre lo político y lo espiritual. (Y esta búsqueda obsesiva por la síntesis incluye el extraño color de su bandera: púrpura, «síntesis de los colores rojo (el calor, el fuego, el sol) y el azul (el frío, el hielo, la luna)».
«Uno de los aspectos más interesantes del Nacional-Anarquismo reside en el hecho de que puede reunir a gente de ideas muy distintas. Uno puede ser un anarcosocialista, un anarcoindividualista, un regionalista, un autonomista, un ecologista radical, un pagano, un ateo, un agnóstico o cualquier otra cosa, siempre y cuando reconozca las ideas centrales del Nacional-Anarquismo: la oposición a la jerarquía, la oposición a los Estados y a la autoridad, la oposición al Nuevo Orden Mundial, la oposición al SúperEstado mundial (ya sea oficial o de facto) y la creencia en un mundo formado por pequeñas comunidades relativamente independientes, cada una conduciendo sus propios asuntos desde sus particularidades», continúa el citado panfleto «17 cuestiones», del nacional-anarquismo francés… «El Nacional-Anarquismo no desea imponer un sistema o una organización a ninguna sociedad, sino proponer un modo de vida alternativo a partir de unos principios distintos».
Con todo, el blog Bay Area National Anarchists de Estados Unidos incluye propaganda contra la amnistía a los inmigrantes ilegales y lamenta la muerte de Rózsa Flores, un «campeón de la libertad», quien «trataba de formar una milicia contra los abusos del gobierno boliviano contra los ciudadanos de Santa Cruz».
Ecofascismo y colapso civilizatorio
Entre los referentes del nacional-anarquismo está Ernst Jünger -un filósofo nacionalista radical alemán que coqueteó con el nazismo junto con el grupo Revolución Conservadora, aunque más tarde se diferenció de Hitler-, el neofascista italiano Julius Evola -cultor del ocultismo y esoterismo- o el nazi «de izquierda» Otto Maximilian Strasser, además del eco-fascismo o «fascismo verde». «No hay que olvidar que el nazismo extrae una buena parte de sus fuerzas y de sus ideas del naturalismo integrista -sostiene Philippe Pelletier en ‘El problema del ecofascismo’-. En Alemania, el ultranacionalismo y su derivación antisemita se han combinado con una mística de la naturaleza. El célebre nacionalista Ernst Moritz Arndt (1769-1860) es además un ferviente defensor de los bosques. Wilhelm Heinrich Riehl, su discípulo, hace un llamamiento por ‘los derechos de la naturaleza salvaje’ (1853). El escritor Ludwig Klages (1872-1956), que denunció la extinción de las especies, la deforestación, la liquidación de pueblos aborígenes, la alienación creciente de los hombres respecto a la naturaleza, el utilitarismo económico y el nefasto papel del cristianismo, y todo ello en 1913, es un ultraconservador y un antisemita venenoso». Y el mismo autor sostiene que «una buena parte de los dirigentes y teóricos nazis, que frecuentemente son vegetarianos convencidos y amantes de los animales (Hitler, Himmler, Hess) cultiva un naturalismo integrista, que se puede considerar a posteriori como ecofascismo histórico. Preconizan una mística de la naturaleza, la defensa del terruño, de lo salvaje, la denuncia de las Luces, de la razón, del materialismo y del progreso. Constituyen eso que el historiador Peter Staudenmaier llama ‘el ala verde del partido nazi'».
Ante el colapso más o menos cercano -predicanan los nacional-anarquistas-, es mejor estar preparado, tanto para sobrevivir en una sociedad en decadencia como para construir la nueva utopía reaccionaria, a la que no podía faltarle su hombre nuevo.
Así, la preparación física y los entrenamientos de supervivencia forman parte del manual de estos grupos. «Este país cuenta con miles de centros deportivos, asociaciones de atletismo y gimnasios, y no hay ninguna razón por la que los nacional-anarquistas no puedan utilizar esos lugares para mejorar físicamente -explica Southgate. Mientras que las masas se sientan frente a sus pantallas de televisión, y se llenan la boca y eructan intermitentemente entre bocados de kebab rancio, nosotros debemos encarnar la edad del Guerrero y el Hombre Nuevo. Si no sois aptos, debéis hacer algo al respecto: dejar de fumar, disminuir el consumo excesivo de alcohol, comer alimentos saludables; unirse a otros nacional-anarquistas en los camping o excursiones los fines de semana y, lo más importante, mantenerse activo. Estar saludable en cuerpo, por supuesto, es estar saludables en mente». De la misma forma, convoca entusiastamente a prepararse para el colapso civilizatorio -y sobrevivir al derrumbe, violencia urbana incluida- mediante la preparación en técnicas de defensa personal y artes marciales (kung-fu, judo o kick-boxing).
Como la vieja subcultura de los Skinheads «White Power» y su movimiento Sangre y Honor, los seguidores de Southgate también se organizan en gran medida a través de la música. Southgate canta (o declama, muchos de sus discos son hablados más que cantados) en una lista extensa de grupos, desde H.E.R.R en Holanda a bandas en Alemania, Suecia o Polonia. Adicionalmente, existe una red de discográficas como Cold Spring (que se descibe como la discográfica premium de la música industrial, ambiental dark, neo folklórica, «noise» y neoclásica) e Invisible Eye que, aunque no tienen vínculos explícitos con el anarquismo nacional o las ideas neoracistas, disfrutan de una indisputada afinidad cultural y sirven como nexo para contactos de los grupos nacional-anarquistas y la difusión de sus ideas, por momentos más cercanas a una subcultura que a una ideología propiamente dicha, lo que ellos mismos niegan ser.
Los nacional-anarquistas son un claro producto de la globalización, se organizan por Internet y constituyen una subcultura global.. paradójicamente, pese a su búsqueda de las auténticas culturas nacional-populares -y de las tradiciones aún no profanadas por el capitalismo global- en cada lugar, usan las mismas ropas y comparten estilos a lo largo y ancho de Europa.
A la luz del culto al separatismo étnico de los nacional-anarquistas, adquiere cierta coherencia el apoyo de Rózsa a la Székely Legio, que busca que esta etnia de habla húngara proveniente del siglo VIII y en la actualidad residente en la Transilvania rumana vuelva a ser parte de la Gran Hungría… y al fin y al cabo que se entusiasmara con la aventura de venir a liberar a una mucho menos «milenaria» nación camba oprimida por el Estado andino en la vereda de enfrente del mundo. Y hasta sus pasionales combates con los croatas primero y con el Islam radical después, se «explican», en parte, por este culto patológico a los separatismos raciales… No cabe duda que el anarquismo nacional es una tendencia marginal. Pero es posible que Rózsa haya encontrado allí cierta racionalidad para sus pulsiones aventureras y su necesidad de encontrar nuevas causas para liberarlas.