El SME se ha convertido en una piedra en el zapato para el gobierno, preferiría sacarlo de la jugada para seguir imponiendo el neoliberalismo a sus anchas. Para enmarañar a los electricistas en conflictos internos, Calderón usa a sus instituciones y a sus esquiroles; primero con el problema de las elecciones sindicales, empantanando la discusión, […]
El SME se ha convertido en una piedra en el zapato para el gobierno, preferiría sacarlo de la jugada para seguir imponiendo el neoliberalismo a sus anchas. Para enmarañar a los electricistas en conflictos internos, Calderón usa a sus instituciones y a sus esquiroles; primero con el problema de las elecciones sindicales, empantanando la discusión, y ahora, con la Secretaría del Trabajo que le niega el reconocimiento como Secretario General del SME a Martín Esparza.
El gobierno ha lanzado la amenaza de una posible intervención más directa, ya lo dijo Javier Lozano: «se debería negar la toma de nota… lo vimos el año pasado con el sindicato minero; esas cosas (movilizaciones) no funcionan»; el mensaje que están mandando es: «sus movilizaciones no nos importan», «si yo quiero me meto», pero los trabajadores tienen la última palabra.
Quieren un SME inmóvil, para arrebatarles sus prestaciones, como la cláusula 64 que les garantiza el derecho a una vejez digna. Se anuncia un recorte en el presupuesto en Luz y Fuerza del Centro de 3 mil millones de pesos, el cual va afectar en especial a las prestaciones, herramienta y equipo, este nuevo recorte significa para los trabajadores menos material de trabajo, más riesgo eléctrico, congelamiento de plazas; pero a los altos funcionarios de la compañía no se les toca ni un pelo, pues seguirán conservando sus celulares, sus coches, laptop’s, sus viajes y todos sus privilegios.
Calderón y Carstens argumentan que «se actuará con austeridad», que se van hacer «enormes esfuerzos», ¿Cuales esfuerzos? Enormes esfuerzos son los que realizan los electricistas, que laboran en condiciones muy precarias. Quieren dejarlos en las peores condiciones de trabajo, para luego culparlos del mal servicio y avanzar en la privatización. En este sentido, los medios de comunicación han desplegado una enorme campaña de difamación, para restarle a los electricistas cada vez más simpatía del pueblo. Además en este paquete pretenden disminuir los subsidios que hay en las tarifas y aumentar el precio de estas; es decir que el costo total de la electricidad lo asuma el pueblo. Contra esto, el SME ha dicho ¡tarifa social!, que paguen más quienes más tienen, y para el pueblo tarifa subsidiada.
Vienen por todo, quieren privatizar la industria eléctrica. Calderón ya lo planteó en su «decálogo de reformas»: «una transformación de raíz de las empresas públicas para eliminar privilegios, opacidad y corrupción».
En caso de dejarlos pasar, no se van a quedar contentos; después ¿qué van a proponer?, ¿la fusión de CFE con LyFC?, ¿la fusión de SUTERM con el SME? Parece ser eso lo que están apuntalando desde el gobierno para desaparecer al SME y echar a la basura toda su historia de lucha. Pero los trabajadores sabrán responder a la altura de las circunstancias. Su lucha en realidad no es contra Muñoz y demás títeres esquiroles, es contra todas las políticas neoliberales que se pretenden implementar.
Al pueblo y sus organizaciones les toca rodear de solidaridad al SME, impedir que el gobierno lo intervenga negando la toma de nota, cerrarle el paso a un enfrentamiento del pueblo con los trabajadores y defender juntos la electricidad como un derecho social. El pueblo no puede ir a luchar sin sus electricistas, ni los electricistas sin su pueblo: estudiantes, campesinos, colonos, etc. Ganar la simpatía y el respaldo de la gente, y revertir la campaña de desinformación que contra el SME están impulsando los grandes medios, es la tarea inmediata.