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¿Quién manda en YPFB?

Fuentes: Rebelión

La situación actual de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) es en extremo preocupante. Hasta hace un año existían dos opciones para esta empresa. La primera, consistía en emprender una empresa autárquica autofinanciada por nuestras reservas internacionales, y por lo tanto con la posibilidad de desenvolverse en el mundo altamente competitivo del petróleo sin el control […]

La situación actual de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) es en extremo preocupante. Hasta hace un año existían dos opciones para esta empresa. La primera, consistía en emprender una empresa autárquica autofinanciada por nuestras reservas internacionales, y por lo tanto con la posibilidad de desenvolverse en el mundo altamente competitivo del petróleo sin el control directo de las transnacionales. Sin lugar a dudas, éste no es el camino que YPFB sigue en la actualidad. Por el contrario, ha optado por la segunda opción que consiste en sumarse a la nueva tendencia del capital que denominamos neo-neoliberal para constituirse en una SAM (Sociedad Anónima Mixta) que viene a ser un nuevo tipo de privatización disfrazada de una empresa nacional. Esta nueva forma del capitalismo se basa en que los capitales internacionales ya no toman el negocio petrolero a nombre propio, sino que lo hacen mediante una fachada nacionalista que en el caso boliviano se ejerce a través de las SAM.

YPFB y el nuevo modelo del capitalismo

La primera opción, imposibilitada por los tecnócratas y economistas liberales dentro del gobierno se desechó, prefiriendo mantener las reservas internacionales intactas en el extranjero, ganando intereses ínfimos con el supuesto objetivo de paliar cualquier corrida de capitales. Esta decisión de política económica liberal no tomó en cuenta que la crisis económica que estamos viviendo a nivel mundial es profunda y que dejar nuestras reservas internacionales a expensas de tal inestabilidad financiera es un peligro. Aparte de que en el ínterin nuestro país obtiene préstamos para inversión pública de fuentes externas a mayores intereses y con requisitos que restringen las posibilidades de hacer del país el espacio de ejercicio de la soberanía, la independencia, la autonomía y la autodeterminación.i

Las recetas económicas liberales alegan que la inversión de capital propio es altamente riesgosa, siendo más oportuno optar por créditos extranjeros. Esta concepción surge de la desconfianza que tienen los liberales en la administración estatal. La experiencia de muchos países ha demostrado el éxito de la verdadera reinversión estatal, poniendo en jaque todo el paradigma neoliberal del cual es tan difícil desprendernos. Así, es más contradictorio todavía que, a pesar de tanta crítica a este modelo que el gobierno ha lanzado, se siga amparando en algunas de sus recetas.ii

No es prudente que las reservas públicas, que tanto nos jactamos de tener, vayan a las bolsas extranjeras a servir como dinero de salvamento de los intereses de países con fines opuestos a los nuestros, fomenten la especulación monetaria, ganen porcentajes insignificantes y, en sí, se estanquen mientras nosotros esperamos sus migajas, en lugar de invertirse para la industrialización interna.

Aunque ya existen avances sobre inversiones para el sector de los hidrocarburos con nuestras reservas monetarias internacionales, es preocupante que suceda para solventar la ineficiencia de las empresas asociadas. Es alarmante que el gobierno acuda con 1.000 millones de dólares de la reserva internacional para poder consolidar la falta de ejecución de los planes de inversión que las empresas asociadas deberían ya estar ejecutando, lo que muestra que las mismas no están cumpliendo sus obligaciones con Bolivia. Es más, en los últimos cuatro años han realizado un boicot de inversiones, es decir, no han ejecutado las inversiones que estaban establecidas en su contrato. Pero ahora que YPFB ha optado por ser la fachada de las transnacionales, no sólo deja de sancionarlas por la falta de inversión, sino que las premia invirtiendo los mil millones de dólares que ya mencionamos, dinero que debería ser invertido por estas empresas.

Además de esto, tenemos que a través de un sistema de inversión apoyado en capitales nuestros, las transnacionales asociadas a YPFB en el país sin necesidad de invertir fondos propios, consolidan su aparato de adquisición de información estratégica referida a la realidad petrolera boliviana (que es significativa) y esperan pacientemente un default (la imposibilidad de pago de la deuda externa) de nuestra deuda externa que determinará una etapa más agresiva de control y lucro de capitales extranjeros con nuestros recursos naturales.

Evidentemente a las transnacionales no les interesa invertir en Bolivia. La inversión extranjera, a la cual apuestan los neoliberales para el desarrollo económico no es factible en nuestro país. La inversión actual a nivel mundial se basa en una lógica de promoción para la inversión fundada en la expectativa de réditos a corto plazo a partir de inversiones de bajo riesgo. Esta tendencia de inversión mundial se debe a que los capitales globales tienen mayores réditos a partir de inversiones especulativas que de inversiones de generación de capital a largo plazo, una de las lógicas que conllevará a otra crisis económica futura. Un ejemplo claro de la actividad ya mencionada es el caso de General Motors que ganaba más dinero a partir de la compra de acciones en las bolsas que en la producción de vehículos.iii Es entonces evidente que Bolivia no debe esperar que la inversión extranjera la saque de su letargo económico, más aún si consideramos el boicot de inversiones de las transnacionales que tienen contratos en nuestro país en los últimos cuatro años, boicot que se sustenta en el marco de los lineamientos planificados por los organismos internacionales para un país como Bolivia dentro del marco mundial.

Lo que acabamos de anunciar no es ningún descubrimiento. Bien de memoria sabemos que las acciones de los organismos multilaterales en coordinación con los intereses petroleros internados en nuestra país han realizado, desde el pasado y hasta ahora, la formulación de prerrogativas dentro la planificación de inversiones estatales que conlleva a la consolidación de deudas externas excesivas en los países emergentes, deudas que en vez de promover la creación de nuevos motores de economía y mejoras sociales sustanciales han afianzado un sistema global de subsidios directos a los intereses corporativos internacionales para la consolidación de sus intereses a costa nuestra. Estos organismos promueven el fortalecimiento de un sistema re-colonial que mantiene el rol asignado a Bolivia, por los intereses internacionales, de país de paso y proveedor de materia prima y fuerza laboral barata, con lo que garantizan el saqueo de materias primas. En realidad al proyecto Neo-neoliberal no le interesa invertir en Bolivia y le conviene que Bolivia tampoco invierta en su desarrollo económico estratégico (YPFB).

Bajo este paraguas, es preocupante la decisión en la que ha incursionado el gobierno al realizar el pedido de 10.000 millones de dólares al Banco Mundial (BM) para el plan quinquenal de inversiones dentro de una futura gestión del MASiv. Con esto se ha gestado un viraje sustancial en las relaciones del Estado boliviano con los organismos multilaterales, que trasluce una reinserción de políticas de Estado contrarias a nuestros intereses y una apertura mayor a la etapa neo-neoliberal mencionada anteriormente.

En general, tenemos que la celda ideológica que no permite abrir la posibilidad de invertir las reservas internacionales para impulsar nuestro motor económico, más las claras interferencias de las empresas transnacionales asociadas dentro del modelo SAM para generar la dicotomización social en el país -no olvidemos, entre otros, las constantes cesiones económicas que el gobierno dio a las regiones del país por concepto de IDH, que a posterior ni siquiera fueron eficientemente ejecutadas-, más las prebendas y la falta de bolivianos capacitados que puedan tomar la riendas de una empresa de este calibre, han sido claras interferencias para el desarrollo autónomo de YPFB. Esta empresa está ahora casi ahogada por las deudas regionales, el pago de bonos y los constantes gastos que debe realizar para indemnizar a las distintas naciones indígenas que habitan los territorios donde se encuentran los recursos petroleros, gastos con los que ya no deben correr las transnacionales. Como ya anunciamos, estamos ante una nueva faceta neo-neolibral del capitalismo, la cual entre otras cosas utiliza inteligentemente el discurso intercultural impulsando sociedades civiles con los Estados para liberarse de responsabilidades económicas y sociales, tal cual se demuestra en el caso de YPFB. Además, las transnacionales logran debilitar la capacidad financiera de YPFB para desarrollar sus operaciones a futuro, con lo que garantizan aniquilar progresivamente la capacidad de autogestión de la empresa.

Autonomía de gestión para YPFB y el mercado del gas

Otro inconveniente que ni siquiera ha sido planteado en nuestro país y que ha estrangulado a YPFB es la falta de una estrategia jurídica al servicio de dicha empresa. En nuestro país sucede que YPFB debe supeditarse a leyes liberales cuando, por el contrario, en el mundo entero las leyes se supeditan a las empresas petroleras. YPFB debe armarse para competir con otras empresas petroleras a nivel mundial, por lo que corresponde darle todas las posibilidades políticas, económicas, legales, técnicas e ideológicas para hacerlo. No podemos encerrar a YPFB dentro de un paradigma liberal atrasado, que es lo que se está haciendo, cuando todas las empresas petroleras en el mundo se desenvuelven dentro de un marco ultraliberal (de adquisición de tecnología, de contratación de recursos humanos altamente capacitados e institucionalizados y autonomía de gestión) que les da todas las condiciones de acción requeridas. Evidentemente, esto se plantea dentro de un marco de utilizar del sistema petrolero aquello que requerimos para el desarrollo y beneficio del país, a partir de un esquema de participación y control del Estado y de los movimientos sociales en la empresa sin entorpecer su desenvolvimiento y logrando la verdadera industrialización del país.

La posibilidad de lograr la autonomía de gestión en nuestra empresa petrolera está amparada en una realidad alentadora. Las expectativas de crecimiento de nuestro preciado gas natural son un motor que puede reanudar la agenda de octubre con fuerza. Tomemos en cuenta lo siguiente:

Los países emergentes como el nuestro, según la Administración de Información Energética del gobierno estadounidense, publicó una proyección en 2008v que señala que los países en vías de desarrollo tendrán una creciente demanda energética que promedia el 2,5% por año en comparación del 0,7% anual promedio de los países desarrollados. Esto más el cambio cualitativo registrado en muchos países desarrollados que han optado por la generación de electricidad a partir de turbinas propulsadas por gas natural, demuestran una tendencia real a utilizar más gas natural, la cual será seguramente seguida por los países en vías de desarrollo. La porción de la producción global de electricidad a partir de gas natural es ahora del 20% y se estima que para 2030 sea del 25% del total en la generación eléctrica, considerando la creciente demanda energética mencionada. Estos indicadores, acompañados de que el gas natural es un eficiente generador de energía con una producción menor de dióxido de carbono en comparación a otros derivados del petróleo, otorga al gas un mercado acorde con los requerimientos de disminución de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)vi. No está de más mencionar que esta propuesta de reducción de GEI tiene asidero en nuestro país actualmente en la adaptación del parque automotriz al consumo de gas natural. En este contexto, no debemos dejar de lado la opción de impulsar proyectos de generación eléctrica a partir del gas natural para el Mercado Interno (MI) considerando el crecimiento de la demanda energética de este recurso a nivel nacional.

Estos datos alentadores del mercado del gas y la transferencia de las industrias de demanda energética alta a países vecinos como Brasil, abren un mercado sólido de futuro para un país gasífero como el nuestro.

Tampoco debemos olvidar que los colosales descubrimientos de mega-campos petroleros en Brasil y Venezuela influyen en nuestras perspectivas de mercado. Debemos actuar acorde con la tendencia latinoamericana de proyectarse como el reservorio más importante de hidrocarburos para las próximas décadas; para esto es importante invertir en la actividad UPSTREAM en zonas tradicionales, claro está, si en un futuro cercano evitamos ser meros títeres.

El reto nuestro ante los desafíos actuales y futuros es no dejar atrás el sueño de controlar la cadena de los hidrocarburos a medida que adquiramos conocimientos técnicos y mejoras en la gestión, impulsemos nuevos campos, los controlemos y los cuidemos, industrialicemos la materia prima y sepamos invertir los excedentes rápidamente en un sistema de financiamiento interno más dinámico que en el futuro significa mayores réditos.

Un elemento de consideración es el de resguardar nuestra riqueza actual, velando el manejo apropiado de nuestras reservas estratégicas. Existen rumores de que nuestros mega-campos, específicamente: San Alberto y Margarita, han sido seriamente deteriorados por las malas praxis de explotación por parte de las transnacionales. Estos delitos de lesa patria serán debidamente investigados en el futuro.

En conclusión, con todas estas posibilidades, más un avance en el liderazgo nacional del proyecto de nacionalización de YPFB, debemos retomar las riendas de nuestras reservas internacionales y evitar que la inyección de capital de las reservas se destine a aminorar la problemática del desabastecimiento y la falta de inversión en prospección que no fue realizada por las transnacionales en periodos anteriores. Mucho más si las inversiones se realizan para encubrir las prácticas usureras de las empresas asociadas. ¡Y pensar que hemos dilapidado alrededor de 1.500 millones de dólares para «nacionalizar» la empresa que ahora sigue siendo manejada por las transnacionales!

Al final de cuentas ¿quién es el verdadero dueño de la empresa y qué ha pasado con la nacionalización? La respuesta es evidente considerando que todos los pasivos vienen del bolsillo de los bolivianos y todos los activos y la dirección de la empresa, una vez más, está en manos de las transnacionales.

 

i Maya Rivera Mazorco y Sergio Arispe Barrientos. Sobre la propuesta del «Vivir Bien» y YPFB

¿Cómo puede YPFB y el proyecto nacional avanzar si no superamos verdaderamente e individualmente el modelo colonizador? Publicado en www.rebelión.org y www.bolpress.com 

ii Ibíd. 

iii Vidal, Gregorio. Jefe del Área de Investigación de Economía Política de la Universidad Autónoma Metropolitana, Mejico. Durante el Seminario Internacional Postneoliberalismo cambio o continuidad 29 y 30 de octubre de 2008.

iv Los tiempos. Justifican gestiones para crédito ante el BM y FMI. 17 de octubre de 2009

v EIA. Internacional Energy Outlook 2008. Report # DOE/EIA-0484(2008). Junio 2008.traducido por nosotros.

vi Ibíd.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de los autores, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.