Santa Cruz El aterrizaje en el aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz de la Sierra, está plagado de incógnitas, de preguntas, de una inmensa curiosidad sociológica por realizar un breve acercamiento a una región boliviana que ha sido referente de la oposición más dura e intransigente al gobierno de Evo Morales. Las imágenes de Rubén […]
Santa Cruz
El aterrizaje en el aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz de la Sierra, está plagado de incógnitas, de preguntas, de una inmensa curiosidad sociológica por realizar un breve acercamiento a una región boliviana que ha sido referente de la oposición más dura e intransigente al gobierno de Evo Morales.
Las imágenes de Rubén Costas -prefecto departamental-, Branko Marinkovic -líder del Comité Cívico de Santa Cruz- y de las hordas violentas de la Unión Juvenil Cruceñista -grupo de choque de la derecha más reaccionaria- se suceden en mi cabeza, producto de la relevancia mediática que cobraron en los últimos dos años.
Conocer las particularidades de la realidad política de Santa Cruz y su influencia en el contexto nacional, identificar la correlación de fuerzas actual entre el MAS y la derecha, y pulsar el ambiente de campaña electoral, son algunos de los interrogantes que quisiéramos comenzar a desentrañar, en esta primera visita a la capital del Departamento más rico de Bolivia.
MARTES, 17 DE NOVIEMBRE
Desde primeras horas de la mañana, el calor es pegajoso en el centro de la ciudad. No llega a las insuperables cifras de la capital del Paraguay, pero el sol se deja sentir en toda su plenitud. Cuando uno camina sus calles, se percibe un aire similar al de Asunción, como antes de partir nos habían advertido.
Desde el principio, la «singularidad» cruceña se hace presente a través de varios indicadores. En la «Plaza Principal», llamada también «Plaza 24 de septiembre», se encuentra el otrora mítico «Club Cívico» de Santa Cruz, lugar de encuentro de las clases dominantes departamentales, como nos precisa un periodista del lugar. Hoy día, aunque venido a menos, sigue esforzándose por conservar su rancia distinción, mostrando una enorme bandera departamental y cartelería del movimiento «autonomista».
Limpiabotas de tez morena lustran los zapatos de trajeados individuos de piel más clara, mientras algunos de ellos leen con parsimonia el periódico de mayor tirada local, el antigubernamental y conservador «El Deber». Mujeres mayores de indudables rasgos indígenas, sentadas sobre el piso, piden monedas a los viandantes, mientras jóvenes estudiantes universitarios, de porte más occidental, se manifiestan frente a la fachada de su facultad exigiendo más inversión. Todos ellos conforman la fotografía móvil del mediodía cruceño.
Telefoneó al camarada de la embajada innombrable y me facilita el contacto del único concejal masista de la ciudad, «Chato» Peredo, hermano del mítico Inti Peredo, compañero del Che en el foco guerrillero boliviano de los sesenta. La imposibilidad de encontrarnos me obliga a localizar a Darwin, candidato suplente a diputado, que en nuestra fugaz conversación me asegura que trabajar para la izquierda en esta ciudad ha traído y sigue trayendo importantes riesgos físicos para cualquier compañero.
Mi conversación en un locutorio del centro, es escuchada de manera «accidental» por un tipo flacucho y sudoroso que se disculpa por la indiscreción de su afinado oído, presentándose como periodista que trabaja para «Cambio», el nuevo periódico del Estado. En tiempo breve me realiza un diagnóstico sensiblemente crítico de algunas políticas del gobierno y de la figura de Evo Morales, lo cual me parece profundamente saludable, viniendo de una pluma asalariada del gobierno. ¿Ocurriría lo mismo, por ejemplo, en el Reino de España? Seguramente que esto es consecuencia de la «insoportable falta de libertad de expresión» que se padece en los países bolivarianos, como diría la inefable SIP. De cualquier manera, el susodicho advierte que este gobierno es histórico, por aupar a la máxima jefatura del Estado a un indígena, que ha empezado a preocuparse seriamente por los más pobres y a mejorar sus condiciones de vida.
MIÉRCOLES, 18 DE NOVIEMBRE.
Gerson Rivero es un periodista de izquierda que vende su fuerza de trabajo al periódico «El Deber», el rotatorio conservador antes citado. Gerson es cruceño de nacimiento y conocedor de la historia de su región, además de un firme defensor del gobierno boliviano y en consecuencia muy crítico con la derecha regional. Conversamos con él y su compañera degustando un típico almuerzo cruceño en el restaurante céntrico «El Aljibe».
La oligarquía de Santa Cruz
Gerson, nos advierte de la enorme influencia de la oligarquía cruceña en la vida política del Departamento. Señala que los empresarios agrícolas y ganaderos, formaron hace ya medio siglo logias de poder que controlan el desarrollo económico, político y cultural de Santa Cruz. Casi nada se escapa al férreo control de las logias. Hasta los Carnavales son conducidos y caracterizados por las logias de poder.
Estas logias, que nunca levantaron la bandera de la autonomía y que compartían negocios con los gobiernos centrales de La Paz, vieron peligrar sus intereses con la subida de Evo al Poder Ejecutivo. Es en este momento cuando instrumentalizan la reivindicación de la autonomía, como vía para enfrentarse al gobierno de cambio que lideraba el MAS. Son estas logias las que azuzaron a los miembros de la Unión Juvenil Cruceñista para que salieran a las calles -al estilo de las tropas de choque fascistas en la Italia de Mussolini y en la Alemania de Hitler- para que persiguieran, humillaran y golpearan a hombres, mujeres y niños indígenas, por el sólo hecho de representar el imaginario de la Bolivia mayoritaria india y campesina. Son estos mismos los que en septiembre de 2008 ocuparon, destruyeron y en algunos casos quemaron las instituciones del Estado central, bajo el falso paraguas de la autonomía, cuando en realidad la destrucción de bienes y las agresiones a los más pobres, se hacía en defensa de un proyecto de país excluyente, minoritario, racista y clasista.
Lo que resulta sorprendente pero muy inteligente, según apunta Gerson, es la sangre fría que tuvo el gobierno central para evitar la escalada violenta y dejar que estos grupos se desacreditaran públicamente ante gran parte de la sociedad cruceña e incluso ante muchos de sus propios simpatizantes. Hoy día, señala Gerson, han perdido mucha credibilidad y una parte importante de su apoyo.
Evo «El Visionario» y la revolución boliviana
Por la tarde del miércoles 18 de noviembre, un taxi me acerca hasta el lugar de la cita, donde me espera hace rato un hombre curtido en la lucha durante décadas, con experiencia incluso en la época de la militancia en la lucha armada. Me recibe con mucha amabilidad y fraternidad, pero con el tiempo justo debido a la frenética labor de la recta final de la campaña electoral.
Comienza describiéndome a Evo, como un hombre «visionario» que siempre anticipó el avance y las victorias electorales: aquella vez, en 2002, cuando en un programa de televisión se burlaron de él porque afirmó que iba a disputar el primer puesto en las presidenciales, y sorprendió a todos quedando en segundo lugar; o en las elecciones de 2005, cuando todos le miraron incrédulos porque aseguró que sobrepasaría el 50% de los sufragios, como después sucedió; y más recientemente en el referéndum revocatorio de 2008, cuando afirmó que superaría el 60% de apoyo, lo cual era considerado excesivo por sus propios compañeros, y terminó cosechando un aplastante 67% de los votos.
Nos recuerda los días de lucha que enfrentaron al pueblo contra la oligarquía cruceña. Rinde un homenaje al barrio popular denominado «Plan 3000», que resistió con dignidad la arremetida de las hordas al servicio de la oligarquía, y evitó que todo el territorio urbano quedase bajo control de la reacción, como necesitaban las clases dominantes para mostrar su supuesta hegemonía política.
Alude también a la jugada maestra del Presidente cuando se atrevió a medirse en el revocatorio, obligando a los prefectos de la derecha a pasar por el mismo aro, que llevó a la caída de dos de ellos, mejorando así la correlación de fuerzas de la izquierda en el terreno del poder departamental.
Me confiesa la astucia de los grupos de inteligencia del gobierno, que consiguieron infiltrarse en la red paramilitar que la oligarquía de Santa Cruz estaba creando, con el objetivo de conformar un ejército paralelo de mercenarios al servicio del «nuevo Estado» cruceño. No sólo se abortó la constitución de dicha red paramilitar, sino que se consiguió identificar a «distinguidos» personajes de la «alta sociedad» del Departamento.
JUEVES, 19 DE NOVIEMBRE
El jueves 19, a media mañana, me recibe en una de las Casas de Campaña del MAS, Mauro Peña, candidato a diputado por Santa Cruz. En la parte trasera de la casa, al aire libre, soportando un viento que golpeaba con fuerza todo lo que se encontraba a su paso, conversamos con el candidato sobre la realidad política cruceña y nacional.
El proceso histórico-político de Santa Cruz
Para comprender la actual coyuntura cruceña, obviamente hay que retroceder en el tiempo para identificar las variables fundamentales del desarrollo histórico de la región. Mauro precisa que hasta la Revolución Boliviana de 1952, Santa Cruz estuvo olvidada por los gobiernos centrales. De hecho, no había un camino hacia Occidente. La Revolución es la primera responsable del impulso económico de la región, lo cual será acompañado después por el dictador Banzer, oriundo de Santa Cruz, que favoreció en gran medida a este territorio con la entrega de tierras. El robo del erario público y el negocio del narcotráfico en los años ochenta, fortalecerán aún más a las clases dominantes cruceñas.
Los Estatutos de Autonomía, advierte Mauro, se diseñaron para enfrentar al gobierno revolucionario de Evo Morales y con el objetivo de crear un «nuevo Estado», que tuviese el control de los recursos estratégicos y un sistema de justicia independiente. Para el candidato a diputado, la oligarquía fracasó principalmente por el éxito del bloqueo que el movimiento campesino aplicó a la región. Según Mauro, el punto de inflexión fue Tarija, donde los grupos de choque de la derecha fueron derrotados por los campesinos, los cuales fueron a tomar la Prefectura. En ese momento, acorralado, el Prefecto de Tarija llama a diálogo y se rompe la unidad de la media luna.
El Plan 3000: un barrio popular de resistencia
A primera hora de la tarde, cuando el sol caía con más fuerza, me aupé al autobús que iba en dirección al Plan 3000, el barrio popular que casi nadie conocía hasta que su heroica resistencia, aquellos días de mayo y septiembre de 2008, lo mostraron al mundo en imágenes que recorrieron el globo.
En la rotonda del Plan 3000 me bajo y camino sorteando un viento fortísimo cargado de arena, que se incrusta en los ojos y te obliga a avanzar de espaldas. Pregunto por la «Universidad Igualitaria Andrés Ibáñez», donde me espera el director del Centro, Edwin Grimaldo, un viejo luchador que vive hace más de un cuarto de siglo en el barrio. Agarra su celular y llama a Eduardo Loayza, director de «Radio Integración», una radio comunitaria manejada por las organizaciones sociales de la zona, como él mismo nos explica después.
Edwin rememora el nacimiento del barrio, hace 26 años, cuando tras una fuerte inundación, 3.000 familias se quedaron sin hogar y fueron trasladas al actual Plan 3000. De ahí su nombre. En condiciones muy precarias, sin apenas presencia del Estado, ha vivido la comunidad casi la totalidad de este cuarto de siglo.
Grimaldo recuerda con emoción los días de lucha en el Plan 3000, en mayo de 2008, cuando la celebración del referéndum de autonomía, y posteriormente en septiembre del mismo año, cuando resistieron la invasión de las hordas violentas financiadas por la oligarquía. Afirma, con orgullo, que nunca consiguieron someter al Plan 3000, ni ocupar ninguna de sus instituciones centrales, como la radio comunitaria o la Universidad Igualitaria. Asegura que la labor del compañero Eduardo Loayza, al frente de la «Radio Integración», fue clave para movilizar a miles de jóvenes del barrio que salieron a la calle a enfrentarse cuerpo a cuerpo con los miembros de la Unión de Jóvenes Cruceñistas, provistos con armas modernas y vehículos último modelo. Después de aquellos días, el Plan 3000 es un referente de resistencia popular en Santa Cruz y en toda Bolivia.
Aprovechamos también para conversar con Eduardo Loayza y rescatar su visión -la de un joven militante de barrio popular- sobre el proceso de cambio en Bolivia y la coyuntura actual. Para Eduardo, los logros han sido evidentes en estos 4 años de gobierno del MAS. Destaca la nacionalización de los hidrocarburos, que ha permitido aumentar los ingresos del Estado y las reservas internacionales del país como nunca. Gracias a esto, añade, se han podido crear los «bonos» para los sectores populares y así mejorar su calidad de vida. Destaca el proyecto estratégico para industrializar el país, y el impulso que se le va a dar a la producción de hierro y a la de litio, además del sueño de tener el primer satélite boliviano de la historia.
Nos habla también, de los errores y debilidades, como la deficiente administración del Estado, el modelo de reforma agraria excesivamente permisivo con los grandes propietarios y las cesiones a la derecha en el proceso constituyente. Pero lo que más le duele ha sido la maniobra del MAS para dividir a la derecha cruceña, aceptando en sus filas a algunos miembros de la Unión Juvenil Cruceñista, que meses atrás habían humillado y golpeado salvajemente a compañeros y vecinos del barrio. Hoy día, afirma consternado, los vemos encima de la tarima y tenemos que compartir espacio con aquellos que nos agredieron y que todavía nos siguen despreciando. «Ya sé que la política es así, pero esto nos duele muchísimo». Termina recordándonos, que la única vía para consolidar los cambios y avanzar hacia una nueva sociedad es: la lucha, la lucha y la lucha.
Anécdotas filofascistas: un taxista y un mural
Las pintadas de las paredes de cualquier ciudad del mundo son una parte importante de la simbología política y social de cualquier sociedad y, suelen ser muy aleccionadoras en cuanto a identificar los grandes temas conflictivos del momento político. En las calles de Santa Cruz, la hegemonía de la derecha también es perceptible en los murales anónimos que pueblan las paredes: «¡Me cago en tu voto, Evo!» y «¡Evo, va a morir en Santa Cruz!», son algunos de las frases lapidarias y escatológicas que muestran el «ingenio» de los pseudo-muralistas, que en público probablemente se reivindican los más demócratas, mientras en privado hacen apología al mejor estilo filofascista.
Pero sin duda, el más «entrañable» personaje que hemos conocido en Santa Cruz, es un taxista anónimo, que a bordo de un carro destartalado y mugriento, nos obsequio con una serie de comentarios al más puro tono fascistoide. El tipo, con sus greñas enredadas, sus tatuajes tipo alcatraz y su rostro desfigurado al mejor estilo cubista, superaba con creces al protagonista reaccionario de «Taxi Driver», haciéndolo parecer a su lado, la mismísima madre Teresa de Calcuta. «A ese indio de mierda no lo queremos aquí en Santa Cruz»; «a esos coyas de mierda no les gusta trabajar»; son algunas de las perlas que nos regaló gratuitamente este energúmeno al volante, cerrando su monólogo con el broche de oro: «¡Lástima que los españoles no mataron a todos los indios!». Un espécimen que pudiera parecer una excepción, pero que dramáticamente es representativo de sectores sociales que piensan de forma similar, aunque públicamente no tengan el descaro de defenderlo de manera tan descarnada.
Evo y la «clase» media cruceña
La cita oficial era a la 7.30 de la tarde en el Hotel Los Tajibos, uno de los más lujosos de Santa Cruz. Un grupo de «clase» media de la ciudad que había fundado la asociación «Santa Cruz Somos Todos», había organizado un acto de campaña electoral, con el Presidente y el Vicepresidente. Lugar quizás no habitual para Evo, pero inevitable por el auditorio. La política como el arte de la astucia para consolidar la hegemonía y mejorar la correlación de fuerzas en un histórico feudo de la derecha.
Tuvimos que esperar 2 horas y media para el inicio del acto, que comenzó pasadas las 10 de la noche. Evo, con su habitual atuendo informal. Junto a él, el inseparable Álvaro García Linera, de traje y corbata.
El discurso del Presidente y candidato, milimétricamente diseñado para el auditorio presente: los sectores medios y pequeños empresarios de la zona. No podía faltar una defensa sólida del «respeto a la propiedad privada», además de una mención a la figura constitucional de la «libertad de culto». También una reivindicación de los «bonos» para los pobres, como vía para estimular la economía interna y a su vez impulsar el crecimiento económico. Y finalmente, como era de esperar, una apología de la conciliación, como medio para la acción política, frente a modelos de confrontación.
Próxima estación: Cochabamba.
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