Este dicho popular muy conocido y adecuado para las circunstancias, sirve para tratar de alertar de una manera fraterna a quienes hoy en día son los encargados de conducir los destinos de nuestro país, gracias a la confianza que la gran mayoría del pueblo boliviano da a este proceso de cambios y si les […]
Este dicho popular muy conocido y adecuado para las circunstancias, sirve para tratar de alertar de una manera fraterna a quienes hoy en día son los encargados de conducir los destinos de nuestro país, gracias a la confianza que la gran mayoría del pueblo boliviano da a este proceso de cambios y si les hace el guante que se lo chanten. Si esta modesta alerta temprana sirve para otros compañeros que conducen destinos de mayorías en otros lugares, mucho mejor.
Los pueblos son los actores y constructores de la historia en el transcurrir de los tiempos. Ellos en sus diferentes etapas de la evolución de la humanidad por su sobrevivencia, resistieron y lucharon en contra de sus enemigos y de fenómenos naturales inclementes, y hoy día prosigue esa lucha en contra del depredador más grande del planeta, el capitalismo. De esas luchas así surgieron guías o conductores (hoy los llamamos líderes) como productos de los sentimientos y apoyo de los conglomerados, de pueblos y luego de naciones.
O sea que los pueblos hacen al líder y escriben la historia y no es a la inversa. Por su capacidad, por sus luchas, por su honestidad, por su compromiso de vida, por su disposición a escuchar al otro, por su consistencia y dureza moral, pero sobre todo por su humildad revolucionaria, su entereza por conducir destinos. Pero que se sepa ningún pueblo en la historia contemporánea creyó que su conductor circunstancial, era un dios viviente en la tierra. Lo que sí existieron muchos tiranos y tiranuelos, de toda calaña así como los dictadores de las épocas muy recientes impuestos por la fuerza del capital, donde todos creyéndose iluminados para imponer sus caprichos e intereses personales y de grupos con el apoyo imperial, invadieron, masacraron y saquearon pueblos y naciones. Y hoy esta especie de individuos y acciones fascistas siguen siendo un peligro que aún no se termina de extinguir.
En referencia a la conducción del proceso histórico que se desarrolla en Bolivia, cada día afloran algunas contradicciones internas en relación a la línea política e ideológica del gobierno respecto a la claridad del discurso hacia donde queremos ir, y como y con quienes y hasta donde queremos llegar, pues es a veces un poco confuso y varia según las circunstancias del auditorio y del lugar.
Las últimas elecciones nacionales realizadas el 4 de abril, si bien el gobierno logró abrir y ampliar espacios importantes, allí donde la derecha tiene sus reductos, también es cierto que algunos problemas internos sobre nominaciones a puestos electivos de una dirigencia intermedia, que le faltó sentido democrático y con la complacencia de las cúpulas partidarias, ellos mismos coparon los cargos y además con una visión fallida recurrieron a candidatos prestados, ocasionando malestar en sus filas partidarias. Hay grietas peligrosas entre la alta dirección y las bases. Y lo más peligroso aún entre el gobierno y los sectores laborales. Problemas estos todos ellos subsanables con un claro sentido de organización sin engreimiento político y con democracia revolucionaria, la que el compañero Presidente aprendió en el sindicalismo. La reciente protesta y paro de la COB en contra del aumento unilateral (sin congelamiento o control de precios) decretado por gobierno del insustancial 5%, es nominal y no real y no colma las expectativas de los trabajadores, es una señal al Presidente Morales que la debe tomar en cuenta correctamente y así evitar un futuro desencuentro histórico con los sectores laborales que sin claudicar y luchar por sus intereses clasistas, cuidarse de identificar plenamente y sin equívocos quien es su enemigo principal. La derecha antinacional obedeciendo mandatos del imperio siempre estará al acecho, a la espera de que las contradicciones secundarias entre este proceso de cambio y los sectores populares, se conviertan en contradicción principal, por carencia de una correcta visión política de ambos, para que este proceso avance hacia una verdadera liberación nacional.
Los pueblos y el mundo tienen innumerables problemas importantes por resolver, el hambre, la miseria, la salud, el trabajo, la educación y encima de todo esto, la contaminación, la falta del agua, la escasez de la energía etc. Y lo más importante es que el mundo cada día es más consciente al identificar plenamente a los responsables de todos esos males del sistema capitalista que se resiste tercamente a cambiar su modelo de consumo y despilfarro.
En el caso concreto de nuestro país, el gobierno tiene demasiados retos por delante que cumplir, implementar algo así como 200 leyes, que sean capaces de reflejar la hegemonía de clase de este proceso de cambios ratificado ampliamente en diciembre pasado. No sólo sanear la tenencia de la tierra aún pendiente, haciendo cumplir la ley, se debe recuperar, o mejor dicho, revertir las inmensas cantidades de tierras ociosas en manos de latifundistas. Hay que ir estudiando una nueva Ley de hidrocarburos y formas de nuevos contratos de nuestros recursos hidrocarburíferas contraídos con los agentes del capitalismo, las transnacionales que se suscribieron bajo el slogan: «no patrones, sino socios», pues las circunstancias y los momentos son otros. El pueblo quiere ser «dueño absoluto» de todos sus recursos naturales y necesita compradores, no socios.
Debemos «sembrar» los beneficios del gas y petróleo y de otros recursos naturales, invirtiendo en la creación de empresas agrícolas e industriales de propiedad de todos los bolivianos, para así ser coherentes con el discurso de que «el culpable de todos los problemas del la madre tierra es el capitalismo» y que mientras no lo derrotemos no solucionaremos este problema»,(lo cual es muy cierto) y no seguir fomentando el egoísmo individualista, alma del capitalismo como es la empresa privada cualquiera sea su dimensión especuladora.
Hay que crear una verdadera banca de fomento a las empresas colectivas, para que los recursos del Estado no sigan impulsando una banca usurera para beneficio de grupos de privilegiados, en desmedro del interés colectivo nacional.
Hay deudas pendientes especialmente con los asalariados del país, mejorar su poder adquisitivo, implementar una nueva Ley del trabajo que refleje los legítimos intereses de los trabajadores y la aprobación de la postergada Ley de pensiones, propuesta por los trabajadores.
A la par de ofrecer permanentemente desarrollismo y bienestar, hay que pedir y hacer sacrificio, con consciencia, organización, trabajo y lucha, para así consolidar militantes y pueblo revolucionarios y no fomentar «clientelismo» pernicioso, es importante respetar la autonomía clasista de las organizaciones sindicales, para así poder responder los embates del imperio y sus agentes criollos que se seguirán presentando, ante el empuje permanente de las masas revolucionarias hacia la construcción de una verdadera sociedad socialista.
En plena crisis del sistema capitalista, son tiempos de lucha unitaria de todos quienes queremos cambiar este sistema y no es tiempo de concursos de iniciativas individuales por salvar el planeta. Hay un espacio muy importante en formación para la integración no sólo económica sino política sobre todo el ALBA que en poco tiempo a dado muestras palpables de ser un organismo eficiente de integración de ayuda económica y además de proposición política, llevando una sola voz de sus miembros a diferentes foros mundiales.
Es en este espacio donde todas las iniciativas que beneficien a sus integrantes, se deben de proponer ya que unido en cualquier esfuerzo las ideas tendrán mayor peso y no sólo en el ALBA, sino también plantearlas en UNASUR, eso sería lealtad y consecuencia integracionista de ir solucionando nuestro problemas de manera mancomunada todos los pueblos de este continente. Pretender caminar cada uno por su lado, no nos llevará muy lejos.
El ALBA no sólo nos debe servir a los bolivianos y a sus integrantes para ampliar nuestros mercados especialmente de textiles que fueron cerrados en EE.UU. o para recibir las ayudas monetarias desinteresadas de Venezuela que permiten al gobierno bolivianos desarrollar obras en todos los rincones del país al criterio del c. Presidente.
La salvación del planeta tierra, no es tarea de una o varias personas, es una tarea de todos los habitantes de la tierra, a nadie en particular se le encomendó que asuma esa responsabilidad, lo contrario sería seguir creyendo en «superman». Modestamente sigo creyendo que es cuestión de que cada ser humano esté donde esté, haga su propia parte en esta situación, aportando con su consciencia, su organización y su lucha, desde su hogar, su barrio, la comuna, el pueblo, la nación, la necesidad imperiosa y permanente de acabar con el sistema capitalista como la única y eficiente manera de terminar con la depredación del planeta e imponer el sistema socialista revolucionario y verdadero que nos lleve a una sociedad de iguales, para vivir en completa armonía todos los seres vivientes y la naturaleza.
Hay muchas tareas pendientes por delante, para los de arriba y para los que estamos más abajo, no nos distraigamos ni distraigamos a los demás. Sí sabemos quienes son los culpables, vamos día y noche por ellos. Sí se quiere hacer historia hagamos historias colectivas con los pueblos y no con individualidades.
Que nuestros líderes no sueñen con los halagos, premios, lisonjas, títulos, ni aureolas, que escuchen al pueblo, ni se adelanten ni se atrasen, su mejor premio será el aprecio, reconocimiento y el apoyo del soberano que sabrán juzgar sus actos, esa es la mejor historia.
Si somos conscientes de que solamente es una nueva sociedad socialista la única que salvará a la humanidad y al planeta, pues esa es, la tarea número 1, entonces todos y cada uno haciendo nuestra parte, dediquemos todas nuestras fuerzas a la construcción y consolidación de esa nueva sociedad.
Que el poder no obnubile las mentes de los gobernantes y sean capaces de compartir todas las decisiones con los que los eligieron, escuchando a las bases populares organizadas y conscientes como si fuera la voz de dios.
José Justiniano Lijerón es ex Dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB)
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