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El fin de la web abierta

Fuentes: L&b

Con este título ha publicado un artículo Virginia Heffernan en el New York Times. La web es una prolífica ciudad comercial. Está falta de planificación. Sus espacios públicos muestran abusos, y aparecen muestras de decadencia urbana bajo la forma de enlaces rotos y proyectos abandonados. El malware y el spam han hecho que las condiciones […]

Con este título ha publicado un artículo Virginia Heffernan en el New York Times.

La web es una prolífica ciudad comercial. Está falta de planificación. Sus espacios públicos muestran abusos, y aparecen muestras de decadencia urbana bajo la forma de enlaces rotos y proyectos abandonados. El malware y el spam han hecho que las condiciones de muchos barrios sean inseguras e insalubres. Matones y vendedores callejeros ocupan las calles.

Pero ahora, dice la autora, con la compra de un iPhone o un iPad, uno puede disfrutar de una «zona residencial ordenada, que te deja probar las oportunidades de la web, sin tener que mezclarse con el desorden». Resumiré el resto del artículo, que es breve, y merece leerse íntegramente (además, el NYT tiene un diccionario disponible a golpe de doble clic, para cualquier duda).

Heffernan analiza la tendencia creciente a crear zonas privadas (como FaceBook) y sitios de pago, y lo compara, como hemos visto, con la decadencia del centro comercial en grandes ciudades americanas, hoy habitado por mendigos, frikis, turistas y gente con ingresos bajos. Los productos Apple imponen un rígido control sobre el software, que entre otras cosas trata de impedir que se abran a la web general (imponen también, aunque la autora no lo menciona, un gran control sobre los contenidos). Ellos, y los sitios protegidos crean un espacio con una «mejor experiencia», libre de comentarios absurdos, anuncios, pop-ups, sonidos y malos diseños. Estos sitios «son más boutiques que bazares». «Muchas apps [los programitas que, gratis o de pago, sólo pueden descargar los propietarios de un aparato Apple] son a la web como el agua embotellada es al grifo: un nuevo medio ingenioso y privado de obtener, empaquetar y poner precio a algo que una vez pudo haber sido gratuito».

Mucha gente está en vías de dejar la web completamente, dice Heffernan. «Veo que la gente huyó de las ciudades, y veo por qué están huyendo de la web abierta. Pero creo que pueden, también, un día lamentarlo».

http://jamillan.com/librosybitios/2010/06/el-fin-de-la-web-abierta/