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¿Qué es la democracia?

El ejemplo de Bolivia

Fuentes: www.michelcollon.info

Traducción Susana Merino

En su nuevo proceso histórico, Bolivia propone una nueva historia que permitirá a los bolivianos y a las bolivianas vivir bien, una razón por la que conviene proceder bien y que exige volver a lo esencial al interior de cada uno y que vuelve a plantear el tema de la vida.

En nuestros días hemos llegado a comprender que la vida es solo un estado intermedio entre el nacimiento y la muerte. Ignoramos que lo esencial con lo que nacemos es gratuito, absolutamente gratuito para la vida: el aire y el sol, sin los que no podríamos existir y sin embargo no tienen precio. Pero detengámonos un momento sobre este aspecto: si aceptamos que el aire y el sol indispensables a la vida son gratuitos, entonces ¿qué es lo que puede costar más?. En realidad, nada. Sin embargo mucha gente paga sumas gigantescas por cosas cuya importancia y valor son insignificantes, aunque traten de demostrarnos lo contrario.

Están los que acumulan bienes que les permitirían vivir tres vidas aunque solo tienen una. Les dejan herencias a sus hijos, pero si se hubieran tomado el tiempo necesario para educarlos no tendrían necesidad de esas herencias. Esos niños son los adolescentes y luego los adultos que aprenden a vivir de los esfuerzos de los demás y se vuelven exigentes para con los demás aunque el esfuerzo es incumbencia de cada uno de nosotros.

Hoy en día derrochamos parte de nuestra vida en cosas que no son fundamentales. Vivimos como si no fuéramos a morir jamás, no nos damos tiempo para detenernos sobre lo esencial. Cuando nace un niño buscamos inmediatamente parecidos en lugar de descubrir sus originalidades. En el colegio educamos estableciendo comparaciones mientras que en realidad un curso es la suma de numerosas y diferentes individualidades. Queremos que descubran el mundo adentro del colegio cuando el mundo está afuera.

Les enseñamos historia pero no les hemos explicado como vivir el presente. Las escuelas están llenas de materias complicadas y difíciles pero ninguna explica qué se debe hacer para vivir bien. Se nos enseñan múltiples conocimientos, se hace todo lo posible por convertirnos en personas inteligentes pero nada prevé como convertirnos en buenas personas.

De este modo muchos seres humanos eligen sus desafíos en el mundo exterior, aceptando dar más importancia a lo que se ve, el aspecto material domina sobre lo fundamental. El hombre se ha vuelto esclavo de sus propios sentidos; quiere obtener todo lo que ve, quiere poseer todo lo que toca. Se les enseña a los chicos a ser autónomos, a ser capaces de obtener todo por sí mismos, a ser independientes en la adolescencia cuando en realidad desde el nacimiento necesitamos de los otros, de la complementariedad y el saber que la originalidad reside en la complementariedad. No hay padres sin hijos, frutos sin semillas, sin agua, sin sol, sin alguien que las siembre.

Rendimos actualmente culto a ciertos cánones de belleza, lo que lleva a anular toda originalidad. Basta con observar a la naturaleza con todas sus flores: son todas bellas pero solo nuestra mirada y nuestros sentidos hacen que nos parezcan unas más bellas que otras.

Todo lo que acabamos de mencionar nos está mostrando que el hombre está en el camino equivocado en su búsqueda de la paz y la felicidad. Creemos que la paz y la felicidad nos llegan desde el exterior cuando en realidad proceden de nuestro propio interior.

Por lo tanto las mayores amenazas que acechan a la Humanidad son la mentira, el egoísmo y el poder. Hemos dejado de llamar a las cosas por su nombre y eso nos está pesando. Enseñamos a nuestros hijos a ser los mejores o los primeros en lugar de mostrarles que a partir de la originalidad y de la identidad individual no hay buenas o malas personas sino individualidades con misiones diferentes para diferentes competencias.

Les hablamos de países desarrollados y subdesarrollados sin explicarles el sentido de esas palabras. Porque se ha comprobado que los países más desarrollados son aquellos en que sus habitantes se sienten más solos. Las personas de la tercera edad son abandonadas y a los niños les falta ternura. No son los países más ricos donde la gente vive ni mejor ni más feliz. El famoso «desarrollo» ha vuelto a la gente demasiado dependiente del dinero, se le ha subordinado. El desarrollo no debe implicar «tener más» sino vivir «bien con Dios, consigo mismo, con los otros y con la Naturaleza»

En Bolivia el llamado subdesarrollo significa que las familias desde los niños hasta los abuelos, permanecen juntos hasta que la muerte los separa. Para nosotros los abuelos constituyen bibliotecas ambulantes porque pensamos que uno aprende a ser niño cuando se transforma en padre y a ser padre cuando se llega a abuelo. Estamos convencidos de que las personas inteligentes aprenden de sus propios errores mientras que los sabios aprenden de los errores de los demás.

Nuestro propio egoísmo nos crea falsas necesidades para el beneficio personal. Es insólito ver la enorme cantidad de empresas y de personas dedicadas a inventar y a crear necesidades con ese «marketing» en lugar de descubrir las verdaderas necesidades y tratar de satisfacerlas.

Observen la diferencia existente entre una llave y la Coca-Cola. En el primer caso no hemos necesitado de la propaganda pero todos tenemos alguna mientras que para la Coca -Cola sabemos la enorme publicidad que dicho producto requiere. Los productos que necesitamos hablan por sí mismos y no tienen necesidad de publicidad.

El egoísmo o el excesivo interés por uno mismo han conducido al hecho de que hoy en día no exista una verdadera democracia. Creemos que un país es democrático porque sus ciudadanos concurren a las urnas. No nos hemos dado cuenta de que la democracia política vista como el derecho al voto es una minúscula expresión de la verdadera democracia. Tenemos que otorgarle el verdadero sentido a esa palabra. La democracia debe ser económica, social, cultural, ambiental y espiritual. Un país es democrático cuando las necesidades fundamentales de todos sus habitantes se hallan satisfechas.

El poder incluida la capacidad de dominar o a subordinar a partir de la riqueza material ha engendrado la violencia. Hemos perdido la perspectiva entre las personas, los grupos, los países. A pesar de ser uno de los países más ricos en recursos naturales puesto que dispone del yacimiento de litio más importante del mundo, Bolivia tiene la mina de plata a cielo abierto más grande del mundo, ocupa el lugar número quince en cuanto a recursos hídricos y posee 66 de los 113 ecosistemas existentes en el planeta. Ocupa el 7º lugar en cuanto a hierro y manganeso y ofrece diez alimentos originarios, los más nutritivos del mundo; la quinua, la cañagua y el tarwi. Bolivia está persuadida de que cada país no es más que un color en el universo y que solamente juntos formamos el arco iris.

El poder mal interpretado y la pérdida del sentido de la vida han dado lugar a que Bolivia sea estigmatizada como productora de drogas. Sin embargo la droga consumida en los EEUU procede solo en un 1% de Bolivia. Y la que entra en Europa a través de España solo en un 11,83% se origina en Bolivia y sin embargo se ha estigmatizado a todo un país y a sus milenarias costumbres relacionadas con la hoja de coca. Los países consumidores de drogas son precisamente los que sostienen la libertad de mercados, es decir que no habría oferta si no hubiera demanda y todos saben que erradicar el consumo de cocaína en esos países tiene fácil solución: dejar de consumir y proteger las fronteras.

El poder no es fecundo y no encuentra su sentido sino comprendemos dos cosas: la temporalidad del poder y la obligación de servir a que nos obliga el poder.

Todo lo que hemos señalado anteriormente muestra que mientras no digamos la verdad, que no globalicemos la complementariedad y la solidaridad y que no comprendamos que el poder no es dominación sino servicio, el planeta no será armonioso y sus habitantes no podrán vivir bien.

Para concluir señalemos que los mayores desafíos del hombre y aquellos que los científicos, a pesar de todos sus recursos no pueden responder son: ¿cómo darle sentido a la vida?, ¿cómo hacer para que la complementariedad, la solidaridad y el respeto sean globalizados?, ¿cómo desarrollar la estrategia de un marketing afin a la paz, a la verdad y al servicio, para que tenga las mismas campañas promocionales y aquellos sean adquiridos como principios de vida para todos? y finalmente ¿cómo hacer para que todos actuemos bien para que todos vivamos bien?.

Mientras tanto Bolivia espera el despertar de una aurora nueva para todos, es decir el Pachakuti

Discurso pronunciado por el Viceministro de cultura en una mesa redonda «Actuar bien para vivir bien» a iniciativa de la Delegación permanente del Estado plurinacional de Bolivia ante la UNESCO.

http://www.michelcollon.info/index.php?view=article&catid=6&id=2803&option=com_content&Itemid=11