Me resulta curioso leer las críticas hacia el software público que llegan desde Argentina, y antes de que la cosa se ponga más complicada en términos de entendimiento mutuo, y sobre todo porque es fácil en este tema perderse en ramas olvidando las cosas de fondo, quisiera manifestar mi opinión al respecto. Debo decir que, […]
Me resulta curioso leer las críticas hacia el software público que llegan desde Argentina, y antes de que la cosa se ponga más complicada en términos de entendimiento mutuo, y sobre todo porque es fácil en este tema perderse en ramas olvidando las cosas de fondo, quisiera manifestar mi opinión al respecto.
Debo decir que, con respecto a la crítica leída, comparto la defensa radical a la idea de que el software libre es un tema político que supera -en mucho- las meras especificaciones técnicas y es potenciador de la emancipación del conocimiento técnico (y de todo lo ue de ahí deriva) y su condición de posibilidad.
Sin embargo, no comparto en lo absoluto la crítica que se hace hacia la propuesta del modelo de software público. Fundamentalmente porque creo que lo leído demuestra una interesada falta de información lo cual sólo me evidencia cuán lejos estamos de la posibilidad de ver el bosque pese a los árboles.
Hablemos del contexto.
De todos los países latinoamericanos, a ninguno de los activistas de software y conocimiento libre puede quedarnos la menor duda de que Brasil es la referencia en terminos de: a) volumen de desarrolladores involucrados de modo formal a desarrollo de software de la mano del Estado (a través de los distintos estados (provincias) brasileños y con distintos modelos asociativos); b) El grado de integración de aplicaciones y de innovación en términos de aplicaciones para el gobierno electrónico bajo estándares libres; c) El volumen de aplicaciones desarrolladas y efectivamente probadas e integradas a la administración pública.
Muchos de nosotros (hablo como activista) podremos objetar el que varios de estos desarrollos utilicen la plataforma Java (desconozco el porcentaje, aunque infiero que es alto. Si algún(a) lector/lectora lo conoce, indíquelo en comentarios por favor), y más allá de mi opinión al respecto, bien sabemos que entre las comunidades de Software Libre no hay un acuerdo explicito y difundido sobre si es o no es software libre (aquí las de Venezuela no son, penosamente la excepción), mostrándose, entre las opiniones públicas y las privadas, una panoplia de diversas posiciones al respecto (incluso en nuestro país hay instituciones que desarrollan software libre que han promovido críticas hacia la plataforma Java y, sin embargo, desarrollan usándola). De modo que este es un muy importante «pero» al desarrollo de software libre en Brasil, pero más allá de ésto (que no es poco), lo cierto es que la política de organización y apoyo a iniciativas de software público en ese país viene dando sus frutos.
Hoy en día Brasil cuenta con una plataforma llamada «Software Público de Brasil» cuya cara visible es un portal con información de desarrollos, eventos, convocatorias y documentación sobre el proyecto de software libre que ya quisieran muchos de nuestros países tener.
Dicho esto, creo que debemos conocer algo de la historia del surgimiento de la idea del software público.
¿Qué es el software público? El modelo del software público brasileño responde a esto desde la teoría económica de los bienes públicos y la cita de la siguiente manera:
bem público como aquele que apresenta características de indivisibilidade e de não rivalidade. Ou seja, pode ser usado por todos sem que com isto se estabeleça competição entre os usuários pelo bem.
En mi opinión personal, la concepción filosófica y política de la búsqueda del bien común es muchísimo más potente en el concepto de «lo público» y, aunque yo hubiera preferido que también se incluyera, este es otro tema. El asunto es que el proyecto de software público asume que el software es -y debe ser- un bien público en función de su indivisibilidad y su no rivalidad: un usuario puede usarlo sin impedir con ello que otro lo utilice, y puede ser usado por muchos usuarios sin que esto represente que haya concurrencia por la «posesión» de ese bien entre todos ellos.
Aquello que, inexplicablemente, demandan los tempranos detractores de la idea del software público es que no se habla de software libre por ningún lado. Lo veremos más adelante. Con esta crítica, yo no puedo estar en mayor desacuerdo. El modelo conceptual del software público citado atrás, explicita más adelante:
A consolidação das principais modalidades de licenciamento associadas ao software livre (Inclusive com a publicação da CC/GPL em português.) estabelece, em tese, ambiência propícia à superação de boa parte dos limitadores listados, em especial os que se referem aos «receios de instituições desenvolvedoras e de potenciais usuários».
Las limitaciones a las que hace referencia la cita tienen que ver con las necesidades detectadas para la administración pública y para el ejerrcicio gobierno, centradas en: a) Recelo de los usuarios potenciales hacia cambios en los patrones de acceso al software; b) apropiación del código por parte de las instituciones públicas; c) mantenimiento del nivel de calidad de las soluciones para atender las crecientes demandas; d) falta de patrones universales para la producción de software; e) deconocimiento de buenas prácticas y f) construcción de relaciones fluidas entre sector individual, privado y público en el funcionamiento de las comunidades.
De este modo, el software público viene a ser, poco más o menos, aquél que por sus prestaciones, interés y sector social receptor está llamado a ser considerado un bien público.
Tanto el modelo de software público brasileño, como su base conceptual hacen un interesante paseo al lector interesado, sobre lo que ha sido el debate sobre las licencias de software libre en Brasil. En los actuales momentos, el licenciamiento de todo el cuerpo de software público en brasil se hace por dos vías: a) la preservación del derechos sobre marca y nombre del software (registro de propiedad intelectual) y b) preservación de propósito del código a través del licenciamiento a través de la GPL v2.
Sobre lo que el Modelo de Software Público implica para Latinoamérica
En mayo del presente año en la XII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Administración Pública, el CLAD promovió la presentación del Modelo Iberoamericano de Software Público y la firma del Consenso de Buenos Aires, con el objeto de facilitar el desarrollo de la Carta Iberoamericana de Gobierno Electrónico (Chile, 2007). Los documentos están allí y una lectura simple deja ver que se especifica, con suficiencia, que se trata de software libre.
En la actualidad -aunque no pude encontrar referencias específicas de ello- el modelo de software público de brasil está siendo implementado en Paraguay. Esto, sin duda, resultará una interesante muestra para todos (activistas y desarrolladores) de cómo puede el modelo funcionar en otras latitudes distintas a la brasileñas. Pero además, se ha avanzado en la propuesta de un Modelo Internacional de Software Público, para facilitar el cumplimiento de tareas tan cruciales como la interoperabilidad.
Lo que las críticas dicen sobre el software público.
He escuchado varias cosas, sin embargo hay dos que me llaman la atención:
- «La idea del software público va a dejar por fuera a empresarios e individuos desarrolladores de software libre» Falso. Un simple vistazo a lo que lleva por detrás el Proyecto de Software Público de Brasil (ver los enlaces arriba) deja claro que hay importante participación privada.
- «La idea del software público ya a traer como consecuencia que el Estado busque software gratis» Falso. Al igual que en el caso de arriba, hay que leer lo que está planteado antes de decir esta temeridad.
- «La propuesta del software público NO dice por ningún lado que el software deba ser libre» Falso. Ya lo hemos dicho arriba, pero si quiere alguien más detalle, sólo puedo sugerirle que se lea la documentación disponible sobre el modelo del software público (tanto el brasileño como el ibeoramericano).
Pero hay más cosas. En mi opinión personal, buena parte de las críticas se dejan llevar por sospechas personales de caracter político partidista, lo cual entorpece el debate más que enriquecerlo. En mi opinión la crítica no es hacia el modelo de software público, sino hacia determinadas posiciones políticas de alguna persona que desde alguna comunidad en particular opina al respecto.
Algunos de los errores derivados de esta posición pueden verse en una crítica presentada aquí. Allí, se reseña al CLAD como «un proyecto internacional que nuclea a todos los Estados que se acojan a la definición de Software Público». Eso es Falso. El CLAD es un Centro de reconocimiento internacional de apoyo a la promoción de investigación, formación y aprendizaje entre las administraciones públicas iberoamericanas. Como Centro sus trabajos, aportes y reuniones, en realidad, están centrados en la búsqueda de modos de fortalecer y mejorar la gestión pública para el Desarrollo Regional. Sólo eso y no solamente éso. En este sentido trabajar ahora con software público no es ni casualidad ni mucho menos un gran bigbang que eclipsa todo su trabajo anterior de más de veinte años.
Por otro lado, como indiqué antes, el propósito fundamental de la propuesta de Modelo Iberoamericano de Software Público» es el desarrollo de la Carta Iberoamericana de Gobierno Electrónico (ver el enlace arriba), la cual recomienda el uso de estandares abiertos y de software libre en razon de la seguridad, sostenibilidad a largo plazo y para prevenir que el conocimiento publico no sea privatizado» (cita textual del principio G de dicha carta). En este sentido, no es esta la única iniciativa, también es de destacar un documento reciente sobre interoperabilidad en los gobiernos iberoamericanos que se muestra en el mismo camino de la reivindicación del software libre como camino. (De este documento me gustaría hablar después)
En fin, quien afirme que el modelo de software público no habla de software libre está totalmente equivocado. Sin embargo, en términos estrictamente técnicos y por las reservas al uso de java en ciertos desarrollos de algunas de nuestras administraciones que mostré antes, estamos claros que hay tela para cortar, y mucha.
El modelo merece ser revisado y nutrido, pero sobre todo, blindado. Bien hemos vivido en Venezuela la experiencia de la llegada de corporaciones internacionales y grupos locales poderosos al debate político sobre las libertades en el software usado por el Estado. En este sentido, desde el activismo debemos entener que no se trata de un proceso -ni mucho menos- acabado. Personalmente pienso que éste es el camino y no tirando piedras en nuestro tejado con fines políticos que no quedan muy claramente declarados.
Les recomiendo estos interesantes textos, también desde Argentina, sobre el tema:
1) Reflexiones esperanzadas sobre Software Público, Libre y Gratuito