Tomo el título prestado del último libro de Robert Darnton publicado en español por la Editorial Trama, Las razones del libro, un título indispensable de un autor imprescindible en una colección fundamental –Tipos móviles– para comprender la historia de un oficio y su probable futuro. En el primero de sus capítulos, «Google y el futuro […]
Tomo el título prestado del último libro de Robert Darnton publicado en español por la Editorial Trama, Las razones del libro, un título indispensable de un autor imprescindible en una colección fundamental –Tipos móviles– para comprender la historia de un oficio y su probable futuro.
En el primero de sus capítulos, «Google y el futuro de los libros», un tema recurrente en los últimos años de su trabajo, Darnton apunta a la idea de la creación de una República Internacional de las Letras basada sobre la idea de los padres fundadores de la Constitución norteamericana: «Nuestra república se fundó», dice, «sobre la fe en el principio fundamental de la República de las Letras del siglo XVIII: la difusión de las Luces. Para Jefferson, la ilustración operaba a través de los escritores y los lectores, de los libros y de las bibliotecas […] Esta fe ha quedado plasmada en la Constitución de los Estados Unidos de América». Thomas Jefferson, en un lenguaje que anticipaba el fundamento de la discusión que todavía mantenemos hoy, decía: «el conocimiento es el patrimonio común de la humanidad». Siendo eso así, considerando que el saber es uno de los procomunes fundamentales del ser humano, ¿cómo no pensar en la creación de una gran biblioteca de accesibilidad ilimitada que contuviera todos los vólumenes , periódicos y revistas, panfletos y folletería, impresos en un país en un periodo de tiempo determinado?
La suspicacia de Darnton -director de las bibliotecas de Harvard- frente a la iniciativa de digitalización de Google radica no tanto en su legitimidad o en su pericia tecnológica o en su capacidad de gestionar el inmenso trabajo al que tiene que hacer frente. Su recelo proviene de la incertidumbre razonable que se produce cuando se deja en manos de un agente privado la gestión de un patrimonio común: «Cuando una empresa como Google echa el ojo a las bibliotecas», dice Darnton en ese primer capítulo, «ve en ellas algo más que templos del conocimiento y el aprendizaje. Ve recursos potenciales -lo que llaman «contenidos»- listos para ser explotados. Los fondos de las bibliotecas, reunidos durante siglos con un enorme esfuerzo de medios y de trabajo, pueden ser digitalizados masivamente a un coste relativamente bajo; de millones de dólares, desde luego, pero eso es poco dinero comparado con lo que han costado». Y algo más adelante nos advierte: «Sería una ingenuidad identificar Internet con la Ilustración. Internet tiene potencial para difundir el conocimiento más allá de lo que Jefferson pudo imaginar. Pero mientras iba tomando forma, del enlace al hipervínculo, los intereses económicos no se han quedado de brazos cruzados. Quieren controlar el juego, hacerse con él, poseerlo».
Hoy mismo, 28 de octubre, The New York Review of Books publica el último artículo de Robert Darnton, Can we create a National Digital Library?, donde propone, precisamente, una contrainiciativa pública y coordinada, transversal, para la creación de una gran biblioteca pública digital de acceso gratuito y universal como fundamento, precisamente, de aquel deseo quimérico y visionario de los padres de la Constitución: el acceso libre al conocimiento como soporte o condición crucial de una república floreciente. Darnton, es difícil ocultarlo, sigue aferrado a la idea de la ilustración potenciada, ahora, por los recursos que lo digital nos da. Los problemas legales, financieros, tecnológicos (metadatos, digitalización, etc.) y administrativos son superables si queremos que lo sean. Google nos lo ha demostrado; también otros proyectos complementarios como The Internet Archive, The Digital Library Federation, The Knowledge Commons Initiative, etc.
http://www.madrimasd.org/blogs/futurosdellibro/2010/10/28/132424