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Estudio sobre el movimiento obrero mexicano en la década de los 70 del pasado siglo

La huelga magisterial de Chiapas y la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación

Fuentes: Rebelión

La década de los 70 fue clave en el desarrollo del movimiento obrero mexicano: en sindicatos, federaciones y centrales surgieron movilizaciones de masas que, al calor de las demandas económicas y profesionales, los trabajadores emprendieron acciones para depurar sus órganos de gobierno sindical, democratizar las estructuras de sus organizaciones representativas y participar en tareas más […]

La década de los 70 fue clave en el desarrollo del movimiento obrero mexicano: en sindicatos, federaciones y centrales surgieron movilizaciones de masas que, al calor de las demandas económicas y profesionales, los trabajadores emprendieron acciones para depurar sus órganos de gobierno sindical, democratizar las estructuras de sus organizaciones representativas y participar en tareas más generales y menos estrechas.

Aun cuando ese proceso –conocido como insurgencia sindical — no fue mayoritario, abarcó a contingentes importantes de la clase obrera, de los empleados privados y de los trabajadores al servicio del Estado. Electricistas, minero-metalúrgicos, telefonistas, obreros de la industria automotriz, de la construcción, textiles y trabajadores del transporte, entre otros grupos de asalariados, participaron en huelgas, paros, manifestaciones, mítines, y procesos electoral-sindicales por reivindicaciones laborales y político-gremiales que, al enfrentar la confabulación de líderes espurios, patrones y gobierno, tendieron a romper, en una marcha prolongada y dispareja, con el corporativismo del movimiento obrero organizado.

Esas movilizaciones no fueron estériles, pues gracias a ellas en el movimiento sindical mexicano se constituyó una franja independiente del control charro . En las industrias automotriz, siderúrgica, gran minera y cervecera, el aparato sindical burocrático recibió golpes muy fuertes, en especial en las grandes concentraciones obreras y en empresas con una alta composición orgánica del capital, de los cuales ya no se pudo reponer en forma completa, no obstante los retrocesos que logró imponer el neoliberalismo en las décadas de los 80, los 90 y en lo que va del siglo XXI.

En algunos sindicatos del Congreso del Trabajo, sin deshacer los lazos con el partido oficial de ese entonces, renacieron muchas de las funciones del movimiento obrero, una mayor militancia antipatronal y una actitud crítica frente a las orientaciones del poder público. El reformismo obrero adquirió un nuevo impulso. Dicha tendencia, con el avance del neoliberalismo, fue abandonada y el charrismo sindical entró en una profunda descomposición política, a la vez que avanzó el sindicalismo blanco.

Paralelamente a los obreros sindicalizados, los trabajadores «libres» buscaron construir sus sindicatos, conquistar la contratación colectiva y ejercer el derecho de huelga. Universitarios, obreros agrícolas y otros núcleos de asalariados carentes de organización sindical intentaron y/o lograron constituir sus agrupaciones de resistencia. En esa vertiente de la lucha de los trabajadores, los mayores logros fueron (y siguen siendo) el nacimiento, desarrollo y consolidación del sindicalismo universitario y de otros centros de educación media superior y superior. (1) La tasa de sindicación se elevó.

El magisterio, que no estaba al margen del proceso descrito, vivía acontecimientos cruciales. El viejo dominio caciquil del ingeniero Jesús Robles Martínez fue golpeado y destruido a fines de 1972, mediante un asalto charril de Manuel Sánchez Vite y Carlos Jonguitud Barrios. De este modo, el SNTE cayó en manos de una nueva camarilla, la del Movimiento 22 de Septiembre, que en 1974 adoptaría el pomposo nombre de Vanguardia Revolucionaria del SNTE.

La nueva dominación charrista en el sindicato magisterial logró hacerse de cierta base social, debido a las concesiones que le otorgaron los gobiernos de Luis Echeverría y de José López Portillo. Para 1977 el charrismo magisterial alcanzó sus mejores momentos. La oposición sindical democrática parecía estar en una crisis de nunca acabar. De ahí que las posiciones de VR fueran la envidia de otros grupos de la burocracia sindical del país.

Sin embargo, la tranquilidad no les duró mucho a los vanguardistas: la dinámica del desarrollo del capitalismo dependiente puso en entredicho el inmovilismo en las filas de los trabajadores de la enseñanza. La agitación volvió por sus fueros.

En efecto, durante el sexenio lopezportillista México se introdujo de lleno en la dependencia del petróleo y los créditos externos. La economía mexicana se petrolizó. Estos fenómenos repercutieron en toda la vida social y política de la nación, aunque de manera diferente en las diversas regiones y entidades.

Al incrementarse las inversiones petroleras e hidroeléctricas en los estados del Sureste, los precios se elevaron como nunca y los salarios quedaron por debajo de las necesidades básicas. En un folleto de propaganda sindical, los propios actores de la lucha sostenían:

La asfixia económica que se estaba desarrollando, producto del auge petrolero en las zonas de Tabasco, Campeche y Chiapas, dio como reflejo que todos los artículos de primera necesidad aumentaran tres o cuatro veces su precio normal, lo que representaba para el profesor el tener que procurarse otro tipo de alimentos más económicos puesto que, por ejemplo, la carne era artículo prohibido. El personal técnico de Pemex [Petróleos Mexicanos] ganaba lo suficiente como para comprarse los artículos de primera necesidad a un precio mayor y así le quitaban el poder adquisitivo de los trabajadores en general, no sólo a los de la educación. (2)

Si se toma en consideración la tradición de combate, el nivel cultural y la función de líder natural que desempeñaba el magisterio de educación básica, éste tuvo mejores condiciones para responder a la situación crítica. Así, la respuesta de los trabajadores hizo su aparición a principios de 1979. En Estación Juárez, Chiapas, el descontento empezó a expresarse; posteriormente tuvo lugar una reunión regional en Yajalón, con la demanda de que el sobresueldo fuera descongelado.

A grandes rasgos, tal fue el origen inmediato de la insurgencia magisterial que arrancó en 1979, y que sacudiría a algunos sectores no desdeñables de la sociedad mexicana.

Por medio de la Declaración de Yajalón , 12 secretarios generales delegacionales exigieron a la dirección de la Sección VII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que encabezara la lucha por el descongelamiento e incremento de los sobresueldos.

El Comité Ejecutivo de la Sección VII del SNTE –que encabezaba Jorge Paniagua– fue obligado a asistir a asambleas, a oír a los inconformes y a enviar un telegrama al Comité Ejecutivo Nacional del sindicato y a la Secretaría de Educación Pública.

La inconformidad se expresó en la paralización de actividades del magisterio federal y estatal. En un documento que convocaba al Primer Foro Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE, se señalaba:

Fue precisamente en la Región Norte de Chiapas donde prendió la chispa a mediados del pasado mes de mayo, a causa del encarecimiento de la vida por la explotación del petróleo, dos mil maestros se declararon en paro indefinido demandando el descongelamiento de sobresueldos y su incremento en un 100% sobre los existentes. Como era de esperarse, las autoridades locales de la SEP y la directiva seccional del SNTE, cada cual por su lado y con sus métodos, se apresuraron a detener el movimiento… (3)

En la segunda quincena de mayo la agitación adquirió un giro progresivo: de las reuniones se pasó a plantear medidas de presión. El día 23 estalló la huelga en la zona de Estación Juárez, que en poco tiempo se extendió a Yajalón, Pueblo Nuevo, Ostuacán, Salto de Agua, Pichucalco, Ocosingo, Catazaja, Tapilula, Tila y otras delegaciones. El 31 de mayo tuvo lugar un diálogo entre los paristas y el CE de la Sección VII, en el que se llamó a un pleno extraordinario.

Para el 4 de junio, el movimiento ya incluía 48 delegaci ones. Se efectuó un pleno de representantes con la asistencia de una representación del CEN del SNTE. El día 8, el Consejo Central de Huelga –que sesionaba en la Escuela Cámara de Comercio– fue reconocido por los comités seccional y nacional del sindicato. La SEP fue emplazada a un movimiento de huelga para el 16 de septiembre, de no acceder a su demanda central . De esta manera, por primera vez en su historia la burocracia sindical vanguardista fue obligada a utilizar el recurso del emplazamiento a huelga contra la patronal.

El CCH sesionó a lo largo del periodo de prehuelga.

El 9 de septiembre, se llevó a cabo en la capital chiapaneca una manifestación de más de 5 mil maestros, mientras en Tabasco se efectuaba el II Pleno Extraordinario de Representantes de Comités Ejecutivos Delegacionales de la Sección XXIX del SNTE.

La huelga del magisterio chiapaneco

Dada la sordera de la SEP, el 16 de septiembre estalló la huelga del magisterio chiapaneco en 30 delegaciones. Para el día 20 eran ya 115 delegaciones paradas, que sumaban un total de 10,500 trabajadores de la enseñanza y que afectaba a 285 mil alumnos.

En un manifiesto, el Consejo Central de Huelga del Magisterio Chiapaneco –que agrupaba a maestros federales y estatales– informaba:

1. Estamos en huelga desde el día 16 de septiembre de 1979, tomamos esta medida porque nuestros representantes sindicales no respetaron las peticiones presentadas por ellos mismos, ante las autoridades, con fechas 5 y 8 de junio de 1979.

2. En el documento en cuestión se plantea la necesidad de una reconsideración urgente, acerca del descongelamiento del sobresueldo por vida cara.

3. En Chiapas no existe un control de precios y el alza incontenible causada por la explotación de los recursos [no] renovables, lesiona la capacidad adquisitiva del salario magisterial, por otro lado, se trata de un estado fronterizo, con zonas turísticas y regiones insalubres.

4. La presencia de la Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos, así como la influencia de otras dependencias oficiales, estatales, paraestatales y particulares, que otorgan magníficos sueldos a sus empleados y en justicia les corresponden, nos dejan en desventaja adquisitiva, generando una escalada de precios, que lesiona el ya de por sí raquítico salario que percibe el magisterio. (4)

El movimiento nombró las comisiones necesarias para su organización interna, la solidaridad y las negociaciones. El 22 de septiembre tuvo lugar una marcha mitin de alrededor de 15 mil participantes.

Los jerarcas sindicales no entendían gran cosa de lo que ocurría. Por ejemplo, a propósito del séptimo aniversario de l Movimiento 22 de Septiembre, José Luis Andrade, secretario general del CEN del sindicato, peroró:

…no nos preocupa la actividad malintencionada de algunos emboscados. Nosotros siempre esperamos que enderecen el rumbo. Seremos siempre tolerantes con la disidencia respetuosa; pero seremos determinantes frente a la insidia y la traición que tratan de menguar la firme, clara y definida imagen del maestro mexicano. (5)

El 24 de septiembre, una comisión del CCH dio una conferencia de prensa. En la tarde tuvieron una entrevista con el secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE. Al día siguiente el movimiento huelguístico incluía 2,096 escuelas, 12,169 maestros (92 por ciento) y 378 mil alumnos. Por conducto de su enviado en Chiapas, el CEN ofreció como salida el incremento de 1,500 pesos y 94 pesos hora-semana-mes para los maestros con menos de 16 horas, propuesta que, inicialmente, las bases rechazaron.

La solidaridad se extendía por el país, el 26 de septiembre. El Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, el Movimiento Revolucionario del Magisterio y otras organizaciones enviaron muestras de adhesión.

Entre representantes del CCH y enviados de la dirección nacional hubo una gran polémica el 27 de septiembre. Ante la falta de capacidad de los líderes vanguardistas, dio inicio una depuración masiva de delegados sindicales.

Algunas brigadas del movimiento recorrieron el Sureste y se nombró una Comisión Política el 28 de septiembre. Al otro día salieron brigadas a todo el país.

El 2 de octubre, se llevó a efecto una gran marcha en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en la que intervinieron más de 40 mil personas, demostración viva de la solidaridad alcanzada.

Las demandas que aglutinaban a los trabajadores de la enseñanza en el país eran centralmente el aumento de salarios, el incremento de sobresueldos y la democracia sindical, además de ciertas reivindicaciones locales y particulares de grupos y sectores del magisterio. El programa reflejaba en forma nítida el carácter sindical del movimiento.

Las instancias regulares del sindicato fueron rebasadas. Por ello, no sin razón afirmaba el CCLMCH:

Al no encontrar disposición consecuente y decidida por parte de sus dirigentes, ni respuestas por parte de las autoridades, las bases han decidido lanzarse a la lucha rebasando a sus dirigentes delegacionales y seccionales e integrando sus propios organismos representativos y de dirección del movimiento. (6)

En la capital de la República, el 10 de octubre, se realizó una manifestación que partió de la Escuela Normal Superior de México y se dirigió a las oficinas del SNTE y la SEP, en la cual participaron más de 40 mil almas.

A pesar de que la histórica huelga no logró el descongelamiento de los sobresueldos, significó un avance importante en la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, y, sobre todo, en el proceso de democratización del sindicato magisterial. La lucha impuso, pues, un aumento de 1,500 pesos, con la condición de que sería el principio de una negociación de otro incremento. Con esto se retornó al trabajo, después de 27 días de huelga.

La Montaña guerrerense se enrojece

En la montaña guerrerense, que abarcaba 17 municipios (hoy 19, con los de Acatepec y de Iliatenco), existían graves problemas limítrofes entre los pueblos; los caciques, aunque no tenían mucha riqueza, eran muy violentos, y en el aparato priísta y los cacicazgos –en virtud de su composición– la corriente vanguardista tenía una importante influencia.

En la región –cuya pobreza es proverbial– a instancias de la esposa del presidente de la República se creó, en Tlapa, la Subdelegación de Desarrollo Educativo de la Montaña de Guerrero, que permitió implementar una política de reformas y la construcción de albergues, el fortalecimiento de internados indígenas y la fundación de escuelas secundarias técnicas, bajo la dirección de Rogelio Sosa Pulido, líder natural y militante comunista.

Durante la campaña electoral, el Partido Revolucionario Institucional quiso utilizar a los funcionarios de la subdelegación para su propaganda en contra del Partido Comunista Mexicano y a favor de sus candidatos. Los empleados no aceptaron tamaña imposición y fueron cesados. Ello encendió la mecha.

En un interesante documento, los protagonistas daban a conocer que:

…en una reunión regional de secretarios generales delegacionales, el día 13 de octubre de 1979, se acordó formar un frente sindical para lograr el cumplimiento de nuestras más urgentes demandas; estructuramos para este efecto, el Consejo Regional Sindical Provisional de la Montaña de Guerrero. Éste convocó de inmediato a la Primera Asamblea Regional Sindical de la Montaña, en la cual nos concentramos más de 3,500 trabajadores quienes nos pronunciamos enérgicamente por la movilización inmediata y la presentación formal de 18 demandas básicas, al presidente de la República, José López Portillo; esperando una respuesta de las autoridades del ramo, en un plazo perentorio de 48 horas.

El pliego que contiene estas demandas se les entregó, al secretario de Educación Pública, Fernando Solana; al secretario de Gobernación, Enrique Olivares Santana; al secretario general del SNTE, Profr. José Luis Andrade Ibarra y a la Sección 14 del SNTE. (7)

Las demandas incluían: aumento salarial del 50 por ciento; incremento de 100 por ciento por concepto de vida cara; construcción de tiendas y clínicas del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado en Tlapa, Metlatónoc, Chilapa, El Rincón y Malinaltepec; base a castellanizadores, coordinadores-instructores de albergues y al personal que trabajaba por contrato; igualdad de condiciones laborales para los maestros bilingües, federales y estatales; reconocimiento de las 12 escuelas técnicas de reciente creación, y otras de carácter laboral y social, que beneficiaban al pueblo en general.

Las autoridades respondieron con la utilización de la policía y matones de los caciques; el 7 de noviembre, en la madrugada, desalojaron a los trabajadores de la enseñanza, que fueron golpeados inmisericordemente.

Un estudioso narraba que luego de la represión:

…estuvieron llegando muchos grupos indígenas. Parecía que estuviéramos en la época de la Independencia: campanas, indios de calzón y cotón, de huaraches de pata de gallo, hablando su dialecto con los maestros, y pensando en una rebelión del pueblo. (8)

En vista de la gravedad de la situación, en la misma fecha el liderato del SNTE celebró una reunión, en la cual Carlos Jonguitud Barrios expresó:

No queremos aventureros de la acción política, ni que se pasen de contrabando mercancías ideológicas que sólo responden a los intereses de una facción, no más ingenuidad en la conducción del sindicato. (9)

Para completar el cuadro, José Luis Andrade señaló:

…es un hecho que existen personas interesadas en que los maestros suspendan labores. Si se trata de personas que están dentro del sindicato aplicaremos correctivas y si están fuera, los sujetaremos y limitaremos. Le cortaremos las manos a quien por aventura política pretenda manipular al magisterio. (10)

A pesar de la violenta represión, el movimiento de la Montaña logró algunas conquistas muy importantes, en especial en las demandas de carácter social.

Con la represión, la lucha se contrajo en forma transitoria, pero en un plazo relativamente corto se recuperaría y abarcaría a otros grupos del profesorado guerrerense.

El paro de la Laguna

Los trabajadores de las escuelas secundarias técnicas agropecuarias de la Región Lagunera, en Durango y Coahuila, se lanzaron a un paro indefinido de labores el 23 de octubre de 1979 -por encima del Comité Ejecutivo de la Sección XXXV del SNTE-, en busca de solución a un pliego petitorio, que comprendía, entre otras demandas: plaza base para todos los trabajadores, reconocimiento de la antigüedad, aumento salarial del 60 por ciento y pago inmediato de adeudos. En la Laguna, la organización del SNTE es regional y no estatal, abarcando a los trabajadores de ambos estados.

Los paristas laguneros, como lo explicaron en un manifiesto, (11) integraron un Consejo Representativo de los Centros de Trabajo; efectuaron reuniones masivas y asambleas con los paterfamilias; publicaron volantes y desplegados; difundieron su problema en radio y televisión; realizaron paros escalonados de 12, 24, 48 y 72 horas; lograron paros de solidaridad de primarias, secundarias y preparatorias en la comarca; llevaron a cabo marchas y mítines, brigadeo, paradas, tomas de dependencias sindicales y oficiales, y enviaron una comisión de 60 representantes de los centros de trabajo y padres de familia a la Ciudad de México.

Hacia la unidad

Los días 17 y 18 de diciembre de 1979, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, tuvo verificativo el Primer Foro Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE, con la participación de los CCL de Chiapas y Tabasco, Consejo Regional Sindical de la Montaña de Guerrero, la Coordinadora de Trabajadores Administrativos y Manuales del Instituto Politécnico Nacional, el MRM, el Bloque Reivindicador del Valle de México, el Frente Magisterial Independiente Nacional, la Comisión Nacional de Maestros Coordinadores de Telesecundaria, las delegaciones sindicales del Instituto Nacional de Antropología e Historia y otras organizaciones de la oposición democrática.

El punto nodal de la discusión fue el tema acerca de la democratización del SNTE o la constitución de un nuevo sindicato. La Alianza de Trabajadores de la Educación y dos grupos más, que sostenían la segunda posición, fueron derrotados. La reunión resolvió:

a) Luchar por la conquista de la dirección política del SNTE por parte de los trabajadores.

b) Ejercer la democracia sindical, con una amplia participación de la base en donde sean emanadas las acciones de los dirigentes.

c) Practicar una política independiente respecto del Estado. (12)

En torno a las demandas económicas, el Primer Foro acordó exigir:

1º Incremento emergente de un 30% al sueldo base a partir del primero de enero de 1980 para todos los trabajadores de la educación en servicio y jubilados.

2º El descongelamiento inmediato de los sobresueldos y su incremento queda abierto de acuerdo a las condiciones propias de cada región para todos los trabajadores de la educación del país. (13)

Desde el punto de vista organizativo, la conquista más importante de la reunión fue la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE. La formación de la CNTE representó un gran aporte del magisterio al acervo del movimiento obrero clasista, una base para la lucha contra el corporativismo vanguardista y un centro aglutinador de la oposición democrática en el SNTE, que incluyó desde su nacimiento a organismos emergentes, representaciones estatutarias y grupos político-sindicales.

Notas

(1) Véase Gerardo Peláez Ramos, Historia del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de Guerrero, Ed. del CESS del STAUAG, Chilpancingo, 1990; «La huelga del STESUAN. 1978-1979», en Legado Sindical, núms. 11-12, agosto-septiembre de 1988; Breve historia del STUNAM, México, UNAM-STUNAM, 2002, y Resumen histórico del SUNTU (1979-1995), Culiacán, SUNTUAS-Académicos, 2004.

(2) Sección 7 del SNTE, CNTE; organización y democracia sindical, México, Equipo Pueblo, s. f., p. 6.

(3) Consejo Central de Lucha Unificado de Chiapas y Tabasco, Convocatoria Primer Foro Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE, Teapa, [s. e.], 5-XII-79.

(4) Gerardo Peláez, Insurgencia magisterial, México, EDISA, 1980, p. 12.

(5) Siempre!, núm. 1772, 10-X-79, p. 63, y Gerardo Peláez Ramos, Historia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, México, Ed. del STUNAM, 2ª ed. corr. y aum., 2000, p. 222.

(6) CCLMCH, Análisis y balance del movimiento democrático y sus logros económicos y sindicales, México, mimeo, 1980, y G. Peláez R, Historia del Sindicato Nacional…, p. 224.

(7) Desplegado, s. f.

(8) Francisco Pérez Arce, A muchas voces. Testimonios de la lucha magisterial, México, Praxis-IO -UAS, 1988, p. 40.

(9) El Día, 8-XI-79, p. 2.

(10) Excélsior, 8-XI-79, p. 20-A.

(11) Gerardo Peláez Ramos, Diez años de luchas magisteriales (1979-1989), México, Ed. del STUNAM, p. 17.

(12) Ibíd., p. 18.

(13) Ibíd.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.