En las discusiones sobre la economía argentina se corre el riesgo de sobrevolar sólo la superficie de los problemas de coyuntura. Los hechos que en estos días pusieron en el centro la discusión sobre el verdadero estado de la economía argentina: la fuga de capitales, las suspensiones en algunas industrias y el recorte de subsidios; […]
En las discusiones sobre la economía argentina se corre el riesgo de sobrevolar sólo la superficie de los problemas de coyuntura. Los hechos que en estos días pusieron en el centro la discusión sobre el verdadero estado de la economía argentina: la fuga de capitales, las suspensiones en algunas industrias y el recorte de subsidios; son sólo manifestaciones de tendencias profundas de la economía nacional, dependiente del escenario global. Lo urgente, se impone a lo importante. Y la pregunta importante es ¿cómo está la economía argentina de los años kirchneristas, frente a los problemas que plantea el nuevo episodio de la crisis global?
El mundo «pos-Lehman Brothers»
El estado de la economía internacional en la actualidad es una consecuencia de las medidas que se tomaron para salir de la crisis que tuvo su pico en la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, aquel «negro» 15 de septiembre de 2008.
La perspectiva que planteaban posibles quiebras similares a las de Lehman y sobre todo los peligros que presentaba para la «gobernanza» y para el sistema mismo, impulsaron a medidas verdaderamente extraordinarias e inéditas de intervención estatal para sostener bancos y fondos de inversión e intentar reanimar a la economía mundial.
Para graficarlo, en el caso de los EEUU entre el 2007 y el 2009 aumentó su déficit fiscal en 10 puntos (pasó del 2,7% al 12,8) y su deuda aumentó del 63,3% del PBI en el 2007 al 94,4% en 2009. Esta enorme inyección fiscal se combinó con una baja de las tasas de interés de la Reserva que pasó del 5.25% en el 2007 a 0.25% en diciembre de 2008. Así pasó de una contracción económica a un crecimiento moderado.
Los estados europeos tomaron medidas similares. Hoy los déficits fiscales acumulan cifras espectaculares. EEUU tuvo un déficit de 1.2 billones de dólares en 2010, 8 veces superior a tres años atrás. Alemania en el 2007 tenía superávit fiscal y en el 2010 paso a tener un déficit de 81.6 mil millones de euros. Francia aumento su déficit de 51.6 mil millones de euros (2007) a 137 mil millones (2010). El Reino Unido en esos mismos periodos aumento su endeudamiento por razones fiscales de 33.7 mil millones de libras esterlinas a 142 mil millones de libras esterlinas.
El simple análisis de los números, que permitieron cierta salida de la crisis con un «keynesianismo de coyuntura», evidencia que ante el nuevo episodio en curso, hoy es imposible que los estados tomen medidas similares, sin abrir la posibilidad de quiebras, no solo de bancos comerciales o de inversión, sino de los estados mismos. Las trágicas vicisitudes de Grecia son sólo una manifestación de este sombrío escenario mundial. Ya que como afirman los economistas, no se trata de una crisis de «liquidez», sino de «solvencia» de varias economías, esto es, en términos científicos, una crisis de sobreproducción y sobre inversión.
La Argentina y el mito «blindaje»
Ni en el 2008, ni en la actualidad la Argentina estuvo «blindada». Acompañó los vaivenes de la economía mundial. En 2009, tuvo una baja del 2,5%, producida por la caída de los precios internacionales de los productos agroindustriales y la recesión brasilera (además de la sequía).
Cuando se recupera (parcialmente, como es evidente visto restrospectivamente), la economía mundial, la Argentina vuelve a crecer a un 8.5% en 2010 y se proyecta un 7% para el año en curso.
El contexto internacional, con la recuperación pos-2008, empujó a un aumento del 27% del precio de la soja, en relación al promedio del 2010 y el más alto desde el 2003, la economía brasilera pasó de caer un 0.6% en el 2009 a crecer un 7,5% en 2010. Además Argentina tuvo el plus de cosecha record de 100 millones de toneladas de cereales y oleaginosas. En este marco se dan los superávits «gemelos», fiscal y comercial.
¿Nunca menos?
Ese fue el colchón que permitió el gasto público, con subsidios para financiar a capitalistas amigos (y no tanto), pagar deuda externa, bajo el nombre de «desendeudamiento» y lanzar paliativos como la Asignación Universal por Hijo, ayudado por la apropiación de los fondos del Anses. Esta situación también le permitió sostener los subsidios indiscriminados que hoy intentan limitar. Pero sin solucionar problemas estructurales como el de la vivienda o el trabajo precario.
El 2011 tendría por primera vez déficit fiscal primario del 1% del PBI y del 2% si se incluye el pago de intereses de deuda y esa relación se proyecta al 1,4 y 2,5% del PBI respectivamente para el 2012. También se prevé una baja del superávit comercial y un déficit de cuenta corriente. Y a esto se le agrega que bajo el gobierno «Nacional y Popular», se va a un déficit energético. La producción de petróleo cayó un 27% entre 1998 y 2010 y la de gas un 10% entre 2004 y 2010, lógicamente por falta de inversión. Es decir, se permitió lisa y llanamente un saqueo a los recursos naturales sin imponer ninguna exigencia a las empresas. De los «superávits gemelos», se pasa a los «déficits trillizos».
El nuevo escenario que como mínimo será de una recesión larga a nivel mundial, que afectaría a Brasil, destino de la producción automotriz y China, hacia donde van la exportación agroindustrial; coloca en primer plano el fin de las condiciones que tuvo el país durante estos años. Con una economía y un «modelo» que lleva el pomposo título de «matriz diversificada con inclusión social», pero que sostuvo el nivel de primarización de su base productiva, la extranjerización de sus principales empresas y la entrega de sus recursos naturales. La orientación política de este gobierno permite ver que ni siquiera podrán defender su «nunca menos». La insistencia cada vez mayor de un techo a las paritarias, mientras la inflación aumenta persistentemente y es una de las bases de la huida hacia el dólar, la apertura de la discusión de los subsidios (una «confesión» de que beneficiaban a empresas con ganancias extraordinarias), son señales de las nuevas recetas cristinistas, que indican un rumbo muy lejano al «relato» mítico del Nac&Pop.
Fuente original: Blog «El violento oficio de la crítica» http://elviolentooficio.blogspot.com/