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2012: La batalla por la identidad nacional y el estado plurinacional.

Fuentes: Rebelión

 Los procesos sociales como la construcción de una identidad nacional, evidentemente demandan tiempo e implican diversas y complejas interacciones en la sociedad y sus componentes históricos, culturales, económicos, etc. En ese marco, existen episodios como la realización del censo nacional que jugará un papel trascendental en esa perspectiva, puesto que dependiendo del tipo y enfoque […]

 Los procesos sociales como la construcción de una identidad nacional, evidentemente demandan tiempo e implican diversas y complejas interacciones en la sociedad y sus componentes históricos, culturales, económicos, etc. En ese marco, existen episodios como la realización del censo nacional que jugará un papel trascendental en esa perspectiva, puesto que dependiendo del tipo y enfoque de las preguntas que se realizarán, se puede establecer, anular o destacar determinadas características identitarias que hacen al ser nacional. Es decir, que influirán y marcarán en el imaginario social del conjunto de la población, aquello que desde la conquista y colonización de América, constituye una permanente búsqueda sobre lo que representa y significa el hombre boliviano. Veamos pues algunas aristas de este trascendental asunto para nuestro país.

La realización del Censo Nacional de Población previsto para el presente año 2012, no es un asunto menor que sólo deba ser analizado bajo los tradicionales y largamente discutidos argumentos técnicos y metodológicos que entraña, sobre todo tomando en consideración que se realizará en el nuevo contexto del Estado Plurinacional, cuyo proceso de construcción no solo demanda la disponibilidad de información estadística y poblacional completa, objetiva y confiable, sino que ésta responda a los nuevos desafíos, estructura y enfoque Constitucional.

Es decir, no se trata únicamente (también lo es) de un instrumento técnico que permitirá retratar y actualizar la nueva realidad y los datos nacionales disponibles, y cuánto se ha cambiado respecto del año 2001; sino que debería contribuir al establecimiento de las bases para diseñar y efectuar el seguimiento correspondiente al nuevo modelo de desarrollo establecido en la Constitución Política del Estado, donde, por ejemplo, se establece el mandato y los lineamientos para construir el paradigma del Vivir Bien como modelo alternativo al sistema capitalista y neoliberal.

Sin embargo de la gran importancia que tiene el censo nacional en lo que se refiere a la planificación del desarrollo (habida cuenta que debería ser encarada en concordancia al nuevo modelo de sociedad), y respecto del cual ya deberían haberse tomado previsiones para establecer nuevos indicadores y parámetros que, a diferencia de los tradicionalmente utilizados en censos anteriores, permitan medir lo avanzado bajo el nuevo enfoque del Vivir Bien en armonía con la naturaleza; en este caso y en vista de que en la opinión pública ya se han planteado algunas inquietudes acerca de la necesidad de establecer claramente las identidades culturales y la pertinencia (o no) de incluir la categoría de «mestizo», es que abordaré este último aspecto que, según mi modesto criterio, está relacionado con la construcción de la Identidad Nacional y no se trata únicamente de un asunto estrictamente técnico y libre de toda sospecha, como se trasluce de algunos criterios conocidos por la opinión pública.

Si efectuamos una apretada síntesis acerca del significado y los alcances del censo nacional, se pueden destacar los siguientes aportes:

· Permite determinar la situación actual y establecer un parámetro de comparabilidad con los datos censales disponibles de décadas pasadas, acerca de las condiciones socio-económicas, identitarias, demográficas, ocupacionales, educativas, de acceso a servicios y otros aspectos del conjunto de la población nacional.

· Establece los datos primarios fundamentales para la planificación del desarrollo, incluyendo la identificación de los sectores, las regiones y el tipo de población que demanda la atención del Estado, en vista de la situación de pobreza, vulnerabilidad, exclusión o explotación en la que se encuentren.

· Brinda los insumos necesarios para definir la distribución de la renta nacional y del impuesto directo a los hidrocarburos (IDH) a nivel departamental, regional, municipal e indígena, así como la asignación de la cantidad de escaños que corresponden por población en las instancias legislativas del Congreso Plurinacional (que también podrían ser extensivas a las Asambleas legislativas de los gobiernos departamentales, municipales e indígenas que son resultantes del nuevo régimen autonómico del país).

· Permite establecer la cantidad, distribución y diversidad de las identidades culturales y étnicas que existen en el país.

· Trasluce y responde a un enfoque y tipo de desarrollo que (salvo casos excepcionales como el reino de Butan en la cordillera de los Himalayas, donde se ha establecido el índice de la felicidad nacional como indicador principal del bienestar y el desarrollo de ese país) en la generalidad de los casos está vinculada al modelo capitalista predominante, cuyos parámetros en Bolivia ya deberían haber sido replanteados y reformulados en la boleta censal, para superar las metodologías tradicionales de medición del desarrollo, la pobreza y el bienestar y, sobre todo, contribuir al establecimiento de un modelo alternativo basado en el Vivir Bien y la armonía con la naturaleza.

Ahora bien, enumerados algunos aportes del Censo entre los que destaca el último punto que, en vista de su incidencia determinante en la planificación y el enfoque del desarrollo nacional, debería ser incluido como un aspecto fundamental del debate nacional; salvo que el país esté dispuesto a retrasar por otra década más y continúe utilizando indicadores e instrumentos de medición del desarrollo y el bienestar que corresponden a metodologías tradicionales que se encuentran en la vereda opuesta a lo establecido en la Constitución Política del Estado y el Vivir Bien, hagamos mención al asunto de la identidad nacional que también está relacionado con la realización del Censo.

Reeditando pasadas pero siempre permanentes y actuales preocupaciones vinculadas con el asunto de la identidad nacional, se ha vuelto a poner en debate la pertinencia de incluir la categoría de mestizo como parte de la boleta censal.

El asunto no es menor, puesto que efectivamente esta categoría no solo ha estado ausente en el anterior censo del 2001, sino que a pesar de representar a una muy importante mayoría poblacional que reclama esta característica como parte de su identidad, también implicaría supuestamente una especie de discriminación o «ninguneo» que se produce en la realización de las preguntas del censo, al desconocer una característica esencial del ser boliviano. Sin embargo, este razonamiento no toma en cuenta o ignora intencionadamente (tal vez encubriendo y ocultando otro tipo de intereses), los siguientes argumentos en contra de su inclusión:

· Jurídicamente y para la aplicación y cumplimiento de derechos individuales y/o colectivos reconocidos en la legislación nacional, no tiene ninguna trascendencia, puesto que lo mestizo no es un sujeto legal como sucede por ejemplo con los pueblos indígenas que, junto a los derechos individuales reconocidos para toda la población, también posee derechos colectivos propios.

· Implicaría incorporar criterios raciales junto a las categorías culturales utilizadas para la autoidentificación o autopertenencia; lo cual al margen de no ser aconsejable técnicamente, contribuiría a introducir factores distorsionantes en la metodología y los resultados censales, cuyo efecto podría ayudar a confundir la percepción ciudadana.

· La incorporación de lo mestizo responde a una muy antigua y larga intencionalidad ideológica y política por la cual se busca(ba) desarrollar un imaginario nacional homogéneo, monocultural, individualista y liberal republicano, en el que las identidades culturales y la diversidad étnica se anulan y desaparecen, para dar lugar al tipo de sociedad occidental acorde con el sistema colonial y capitalista predominante.

· Supondría incluir connotaciones racistas muy propias de visiones y enfoques excluyentes y xenofóbicos que tendencialmente podría utilizarse para anular o invisibilizar la diversidad cultural y las identidades diferenciadas de los pueblos indígenas, afectando además el carácter plurinacional del Estado y la sociedad boliviana.

· Ayudaría a complicar y complejizar innecesariamente un adecuado proceso de caracterización de la identidad y la diversidad plurinacional, solo bajo el débil argumento de incorporar (supuestamente por razones de equidad e inclusión), una característica racial como es lo mestizo, pero que no tiene ninguna utilidad ni individual ni colectiva para el ejercicio de la ciudadanía boliviana.

Arturo D. Villanueva Imaña es sociólogo, boliviano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.