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La emergencia del movimiento campesino

Fuentes: Alba Sud

En septiembre del año 2010 el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), bajo el lema «Somos tierra para alimentar a los pueblos», celebraba su primer congreso. Reafirmaban de este modo su compromiso en la lucha por la Reforma Agraria Integral y la Soberanía Alimentaria. Se manifestaron por las calles de Buenos Aires para hacer visible «el […]

En septiembre del año 2010 el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), bajo el lema «Somos tierra para alimentar a los pueblos», celebraba su primer congreso. Reafirmaban de este modo su compromiso en la lucha por la Reforma Agraria Integral y la Soberanía Alimentaria. Se manifestaron por las calles de Buenos Aires para hacer visible «el otro campo»: el de los marginados, ocultados, los pobres, los excluidos del imaginario social, nacional, y también del acceso a los bienes necesarios para el desarrollo una vida digna.

El «otro campo», en oposición «al campo» del agronegocio, de la soja transgénica, de la gran estancia, del monocultivo, integrado históricamente por pequeños/medianos productores o grandes estancieros. Este «otro campo», se compone de miles de familias campesinas indígenas con rasgos comunes: economías de subsistencia, sin títulos de propiedad ni derechos de riego, con posesiones comunitarias ancestrales sobre sus tierras, con escaso acceso a los servicios públicos, a la educación, a la salud. Es el «otro campo» que resiste desalojos y sufre la violencia e impunidad del «campo» poderoso.

Este «otro campo» se hace visible e irrumpe en los bordes de lo político: disputa y reivindica el acceso a los bienes naturales y la distribución de la tierra. Asimismo, discute las formas de producción y las políticas agrarias del gobierno.

Emerge en tanto fue ocultado, invisibilizado, excluido en el proceso de construcción y consolidación del Estado-Nación llevado a cabo por la élite dominante, culta, blanca e ilustrada. Sus miembros representaban «la civilización». Para ellos, lo campesino, lo indígena, lo del interior, representaba «la barbarie», y debía erradicarse. La nueva nación que imaginaron se conformaría a partir de la conjunción de todas las razas que fueran a habitar el suelo argentino, pero no de quienes ya la habitaban.

La construcción de una identidad nacional basada en los intereses dominantes de la clase propietaria y comercial de Buenos Aires y el litoral no reflejaba el componente rural del resto del país. En la región pampeana mediante diversos mecanismos disciplinares se consolidó la gran estancia y se convirtió al campesino indígena en trabajador dependiente y sin tierra. Sin embargo, en el interior del país la cuestión es más compleja dado que existe gran cantidad de zonas marginadas de la producción agroexportadora. En ellas la gran estancia no logró consolidarse territorialmente, lo que permitió la permanencia de campesinos e indígenas sin títulos de propiedad.

Las nuevas condiciones económicas que se desarrollan a partir de la globalización neoliberal produjeron fuertes transformaciones en el ámbito rural, principalmente debido a la expansión agroindustrial y a la consolidación de un nuevo régimen alimentario mundial. El agronegocio incorporó tierras marginadas a la producción de monocultivos a gran escala. Debido al desarrollo tecnológico se hicieron susceptibles de explotación. El avance de la frontera agropecuaria desencadenó fuertes conflictos sociales por el uso de la tierra. En este marco, frente al despojo violento, a la incapacidad de mantener sus formas de vidas, sus prácticas culturales, su economía de subsistencia, surgen los nuevos movimientos campesinos.

En el presente trabajo se analizan las condiciones que propiciaron la emergencia del MNCI y las transformaciones alcanzadas como producto de su praxis política liberadora, intentando enmarcar este proceso en las tesis políticas de la filosofía de la liberación desarrolladas por Enrique Dussel.

Descargue el documento completo aquí:

Ana Katia Troncoso, La emergencia del movimiento campesino en Argentina: de su invisibilización a la lucha política emancipatoria, Alba Sud, Colección Opiniones en Desarrollo – Programa Soberanía Alimentaria, núm. 2, marzo 2012.