Encontrar errores en los artículos publicados en la prensa no es un incidente fuera de lo normal. Si el artículo se ha escrito con prisas, con malas fuentes, por un periodista desmotivado o por todo lo anterior más motivos que ahora mismo no se me ocurren, cualquier persona que tenga conocimiento de los hechos publicados […]
Encontrar errores en los artículos publicados en la prensa no es un incidente fuera de lo normal. Si el artículo se ha escrito con prisas, con malas fuentes, por un periodista desmotivado o por todo lo anterior más motivos que ahora mismo no se me ocurren, cualquier persona que tenga conocimiento de los hechos publicados podrá detectar fallos. Ante eso, se puede uno abrir un blog especializado en gazapos o puede enviar un comentario al periódico. Si tiene suerte, en algún momento recibirá una respuesta o, si los dioses le son propicios, verá publicada una rectificación.
Lo malo de estas actividades individuales es que al final, salvo casos excepcionales, la noticia queda como estaba. Si suponemos que la información veraz y objetiva es un pilar de una sociedad democrática, quizá merezca la pena intentar tener un proceso continuo de corrección.
Fixmedia es un proyecto que ni siquiera ha nacido: sus responsables acaban de lanzar una petición de financiación pública para empezar a ponerlo en marcha.
¿Debe el lector, como cliente último del anunciante del periódico, encargarse además de asegurar la corrección de la información publicada en éste último? Si entendemos la prensa como el repartidor de cupones diarios para poder regalar la promoción mensual de turno, todo ello convenientemente acompañado de textos atractivos para el nicho ideológico correspondiente, entonces no. Si suponemos que existe un conjunto de personas interesadas en comprender la realidad lo mejor posible para poder cambiar su forma de pensar de forma acorde a la misma, entonces esto hace mucha falta.