Josefina Juste, historiadora y docente de la Universidad de Madres de la Plaza de Mayo, reside ahora en Valencia, donde se gana la vida impartiendo la asignatura de Derechos Humanos y Discapacidad en la Universidad Católica. Desde la distancia, analiza la actualidad de su país -Argentina- en el poco tiempo que le resta, pues también […]
Josefina Juste, historiadora y docente de la Universidad de Madres de la Plaza de Mayo, reside ahora en Valencia, donde se gana la vida impartiendo la asignatura de Derechos Humanos y Discapacidad en la Universidad Católica. Desde la distancia, analiza la actualidad de su país -Argentina- en el poco tiempo que le resta, pues también colabora en tres programas de Radio Klara (emisora comunitaria de la ciudad de Valencia) y desempeña la función de coordinadora de la sección valenciana de COCEMFE (confederación de asociaciones de personas con discapacidad). No oculta cierta admiración por la presidenta argentina, Cristina Kirchner, «como mujer y gran estadista». La considera «una peronista de izquierdas que, siguiendo la estela de Eva Perón, basa su política en el nacionalismo y el apoyo a las clases populares».
Se cumple el aniversario de la guerra de las Malvinas. ¿Qué claves subyacen en el rebrote del conflicto?
El litigio entre Argentina y Reino Unido resurge ahora por los recursos petrolíferos de las islas. A mi juicio, se trata de una cuestión de índole colonial. Aunque oficialmente las Malvinas sean inglesas, la titularidad debería corresponder a Argentina. De hecho, los británicos se apropiaron de las Malvinas en el primer tercio del XIX y la convirtieron en una colonia. Pero me gustaría destacar dos puntos. Hoy se olvida que en el conflicto -en 1982- murieron 620 jóvenes argentinos y se suicidaron acabada la guerra 450 sobrevivientes. Además, Cristina Kirchner intenta recabar para esta cuestión el apoyo de los demás presidentes latinoamericanos. Es éste, en mi opinión, uno de los principales logros de su mandato.
¿Consideras, en cuanto a Cristina Kirchner, que es una gobernante de izquierdas?
Cristina no es de izquierdas. Es una peronista de izquierdas, que no es lo mismo. También abraza el catolicismo. Pienso que es una gran estadista además de una persona muy inteligente y bien formada. Una abogada educada en la prestigiosa tradición de juristas argentinos. Montonera en su día, para definirla políticamente podemos señalar los estadistas con los que mantiene buena relación: Fidel Castro, Rafael Correa, Evo Morales, Hugo Chávez o Dilma Rousseff. Personalmente, creo que además sigue las pautas que marcó en su día Eva Perón, basadas en dos pilares: el nacionalismo y el apoyo a la clase trabajadora.
Otra cuestión candente es el debate sobre la intervención estatal o expropiación de YPF (filial argentina de Repsol). ¿Cuál es tu opinión?
Es una larga historia. Hay que retrotraerse al periodo 1947-1951, cuando Perón -en una época boyante- nacionalizó las grandes empresas privadas, que en su mayoría pertenecían a capital inglés. Todo lo que después, en la década de los 90, privatizaría Ménem. Hoy, algunos sectores presionan a Kirchner para que expropie Repsol o la nacionalice. Pienso que va a tender a ello. Porque, de entrada, la compañía está incumpliendo sus contratos en Argentina. Lo que realmente les preocupa son proyectos como los que desarrollan en el Orinoco o México. En sus anuncios y la información que suministran, YPF vende que ha invertido 20.000 millones de euros en Argentina, pero nunca dicen lo que se llevaron.
Argentina se ha convertido, además, en un referente en cuanto a la recuperación de la memoria histórica. Se ha logrado mucho de lo que en España no ha sido posible.
En efecto. El año pasado se juzgó en Argentina a cerca de 600 militares. Unos juicios que están celebrándose por todo el país. Pero se abre ahora una nueva etapa. Se trata de pedir responsabilidades a civiles y empresarios que, además de los militares, alentaron y fomentaron el golpe militar de 1976, y también de las personas secuestradas para que vendieran sus empresas; lo cierto es que en ningún otro país se ha llegado tan lejos, aunque también con dificultades. Por ejemplo, el caso de los niños desaparecidos resulta más difícil de aclarar y va más lento: han podido recuperarse 100, cuando hay más de 500. Además, quiero recordar el trabajo de la juez María Servini, que estudia la denuncia presentada en Buenos Aires contra los crímenes del franquismo. Es decir, lo que Garzón no ha podido hacer en España.
En el país tampoco son extrañas las protestas en la calle, por ejemplo, el paro en el sector de la enseñanza del pasado mes de marzo.
En este punto intervienen dos variables fundamentales, en mi opinión. Primero, la ideología del millonario Macri, personaje que gobierna la ciudad autónoma de Buenos Aires (Capital Federal). A Macri no le interesa para nada la educación pública. Pero es que, además, los sindicatos de clase docentes son de los más potentes de Argentina. Han impulsado reivindicaciones salariales desde un punto de partida inequívoco: su acusada conciencia de clase. De hecho, se denominan a sí mismos como «trabajadores de la educación», con lo que evitan eufemismos que eludan su condición obrera.
Economía. Hay problemas que se han convertido en estructurales: la gran producción de soja y la minería a cielo abierto. ¿Cuál es tu análisis?
Quiero recordar que desde los años 90 hasta la actualidad, y sobre todo en la última década, Argentina era un país productor de trigo. Pero de acuerdo con la demanda internacional de soja, sobre todo como alimento para los animales, ésta sustituyó al cereal. Y aquí hay varias cosas que no se tuvieron en cuenta. Por ejemplo, que el trigo permite continuar plantando, mientras que la soja liquida el suelo. En resumidas cuentas, la Pampa cerealera ha acabado por plantar soja porque da dinero, aunque el trigo ofrezca más posibilidades de combinar cultivos y alternarlos. ¿Qué ha ocurrido finalmente? Problemas de alimentación en el interior del país. El proceso explicado no es, sin embargo, exclusivo de Argentina. Algo muy parecido ocurre en países como Paraguay.
¿Y en cuanto a la minería?
El problema empezó con el oro, cuando la multinacional canadiense Barrick Gold comenzó a explotar las minas en territorio argentino durante la última década. Luego ha ocurrido lo mismo con el resto de metales y en otros países, como Chile o Colombia. Este tipo de compañías desarrollan la explotación a cielo abierto, es decir, extraen las materias primas que buscan y dejan la zona totalmente abandonada. Ni restauran ni adoptan medidas correctoras. El impacto es terrible. Los gobiernos provinciales permitieron a estas empresas que se instalaran -muchas veces mediante firmas subsidiarias- con la excusa de un supuesto progreso y trabajo para los pequeños pueblos. Piensa en algo parecido a lo que ha ocurrido con el urbanismo en el País Valenciano. Cuando las empresas han empezado a ejecutar los proyectos se ha desatado el conflicto. Ha ocurrido esto en San Juan, La Rioja, Neuquén o Catamarca.
Los titulares de los periódicos han mirado hacia Argentina, recientemente, por la tragedia ferroviaria que se saldó con 51 muertos y 700 heridos. ¿Está el neoliberalismo en el origen del suceso?
Es evidente. Otra vez hay que recurrir a la historia para explicar los hechos. Se trata de ferrocarriles en manos de los ingleses que Perón nacionalizó en su día y Ménem enajenó en los 90. Primero entró RENFE, que abandonó las áreas que no le resultaban rentables. Zonas enteras quedaron desabastecidas de servicio ferroviario. En su primer mandato Macri privatizó Trenes de Buenos Aires (TBA) y lo puso en manos de un consorcio. La línea Sarmiento, en la que se produjo el accidente, ha padecido singularmente el golpe del proceso de privatizaciones. Prestan un servicio parecido al que en España ofrecen los trenes de cercanías. Además del que señalas, ha habido otros accidentes con muertos en esta línea, en la que, por cierto, hace tiempo que se denuncia la falta de inversiones en mantenimiento. Algo que no ocurre en los servicios ferroviarios que utiliza la gente acomodada. Ahora Cristina trata de recuperar el control de los ferrocarriles, en un proceso muy similar a lo que ocurre con YPF-Repsol.
Por último, Obama, la Unión Europea, Japón y otros 40 países han denunciado a Argentina ante la OMC por sus prácticas proteccionistas. ¿Tiene alguna base real este discurso?
Es una cuestión que me apasiona. Un país como Estados Unidos, que desde su nacimiento es proteccionista y, por supuesto, hoy continúa siéndolo, acusa de proteccionista a otros. El trigo del medio-oeste norteamericano y la leche no podrían venderla si no subsidiaran los precios. ¿Dejan acaso que entre en Estados Unidos el maíz de México? Pues bien, Argentina protege su economía de la competencia desleal. Aumenta los controles. Es lo mismo que hace la Unión Europea. O China, que exporta a todo el mundo e importa sólo lo que necesita. En el fondo, lo que EEUU pretende es poner su bota encima de América Latina. Y, por sus dimensiones e influencia, uno de los grandes países en conflicto es Argentina.
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