Después de doce años de haber perdido el gobierno de México, la vieja maquinaria del PRI ganó la elección. Con mandatarios del PAN o del PRI, la pobreza manda en el país y, en cierto modo, los narcos. Por razones de importancia económica y política, todo el continente estuvo pendiente de los comicios de México, […]
Después de doce años de haber perdido el gobierno de México, la vieja maquinaria del PRI ganó la elección. Con mandatarios del PAN o del PRI, la pobreza manda en el país y, en cierto modo, los narcos.
Por razones de importancia económica y política, todo el continente estuvo pendiente de los comicios de México, país limítrofe con EE.UU. y comienzo de la tierra latinoamericana que llega hasta Tierra del Fuego. A su vez tiene 112 millones de habitantes, casi tres veces mayor a la Argentina.
Otras características, como el triste récord de 50.000-60.000 muertos en medio de la guerra declarada por el Estado contra los narcos y a su vez entre diversos carteles por hacerse de las rutas más rentables de las drogas, también concitaron gran interés.
El resultado oficial será completado a partir del miércoles próximo y el Instituto Federal Electoral (IFE) recién tendrá el cómputo final hacia el fin de semana. La espera no daría lugar a las tremendas denuncias de fraude habidas en 2006, cuando el actual presidente Felipe Calderón, del PAN, postergó al segundo más votado, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), del PRD, por apenas el 0,56 por ciento.
Esta vez los resultados no fueron tan ajustados, pues con el 72 por ciento de los votos escrutados, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, obtenía el 37,14 por ciento de los votos, postergando a López Obrador, del centroizquierdista PRD, que en su segundo intento colectó el 32,84.
En los análisis previos había un 71 por ciento de los entrevistados que creía en la posibilidad de irregularidades y fraudes. Así lo informaba el diario «La Jornada» en su edición del 29 de junio, al comentar encuestas de que «en México existe un «déficit en la disposición a cumplir las reglas, incluidas las electorales».
La luz de ventaja de Peña Nieto no fue la pronosticada por los sondeos previos, que hablaban de 8 a 15 puntos. Fueron 5, según el escrutinio incompleto. Si sólo se hubiera votado en el Distrito Federal el PRD habría sido el vencedor, porque allí triunfó ampliamente. Pero se votaba en todo el país para elegir nuevo presidente, 500 diputados y 128 senadores del Congreso, además del jefe de Gobierno del DF, 6 gobernadores estatales y 925 alcaldes.
Y al ser una elección de todo el país, el candidato de la centroizquierda no pudo repetir el empate con sabor a triunfo, frustrado con el fraude, de 2006. En un comicio de amplio alcance pasó a ser decisivo el aparato del dinosáurico PRI, que gobierna en 20 de los 32 estados. Ya gobernó por 71 años el país, usufructuando el típico «roban pero hacen»; por eso el Premio Nobel Octavio Paz lo calificó como «ogro filantrópico».
Con la triste experiencia de seis años atrás, AMLO aguardará el escrutinio final y oficial del IFE antes de admitir su derrota. La otra vez su gente acampó por muchas semanas en la avenida Reforma, de la Capital. Esta vez parece que no habrá tanto material para la polémica.
El PAN para atrás
En el año 2000 ocurrió la derrota primera del PRI y la asunción del Partido de Acción Nacional, más corrido a la derecha, con el viejo gerente de la Coca Cola, Vicente Fox. Seis años después, aquel consiguió a duras penas consagrar en elecciones a su sucesor del mismo partido, Calderón.
Pero allí se cortó la continuidad. La agrupación consagró esta vez a una candidata a la que no respaldó cuando marchaba segunda en las encuestas, Josefina Vázquez Mota. La «mataron» los comentarios adversos de su mismo partido. Fox, varias semanas antes de votar, proclamó públicamente que había que sufragar por Peña Nieto. «Este arroz ya está cocido», declaró, queriendo decir que las cosas ya estaban decididas y debía votarse al priísta.
El resultado quedó a la vista el domingo. El partido de gobierno resultó tercero cómodo. Semejante retroceso debe tener razones económicas y políticas que irán clarificándose en las próximas semanas.
Por lo pronto puede conjeturarse que ese fracaso panista fue producto de la mala situación económica, que ha venido de mal en peor. Ha sido impresionante el avance de la pobreza. En los últimos tres años los mexicanos pobres, que eran 48 millones, treparon a 52 millones, o sea el 46,2 por ciento de la población. Otros guarismos aseguran que el número real de pobres es de 60 millones, lo que superaría la mitad de la población.
Y no es que en este período la economía azteca hubiera entrado en fulminante recesión, ya que -al menos para la estadística- se creció al 2 por ciento anual. Eso sí, de redistribución del ingreso, ni noticias.
En una población con tantas críticas al accionar del gobierno, era casi lógico que la candidata oficialista tropezara y el PAN se cayera del presidencial palacio Los Pinos.
Radio Habana Cuba, en un despacho del 2 de julio, citó al diario norteamericano The Washington Post, que el fin de semana había asegurado que «el actual presidente de México, Felipe Calderón, planea abandonar el país tras concluir su gobierno, por temor a ser víctima de la ola de violencia que azota a la nación latinoamericana».
Eso lleva al otro motivo del fracaso del PAN: su cuestionada guerra contra los narcos. A lo largo del sexenio de gobierno de Calderón, que puso a las Fuerzas Armadas a la cabeza de la «lucha antinarcóticos», el resultado objetivo es que han muerto decenas de miles de personas y el narcotráfico es cada vez más fuerte.
El capo del cartel de Sinaloa, «Chapo» Guzmán, quien se fugó de una cárcel de máxima seguridad, tiene una fortuna personal de mil millones de dólares y está entre los multimillonarios de las revistas que publican ese ranking.
El último traspié de Calderón fue anunciar que la Armada había capturado en Jalisco a un hijo del «Chapo». Hizo mucha propaganda que se le volvió en contra: no era el hijo del narco sino un vulgar mecánico de autos.
Límites de Peña Nieto
El fin de semana próximo las autoridades del IFE proclamarían formalmente la victoria del candidato del PRI. En ese caso se sabrá que va a asumir el 1º de diciembre por los próximos seis años pero los cambios que eso supondrá para México son muy limitados.
Si se analiza la relación del país con el imperio del Norte, cabe suponer que seguirá prevaleciendo, como en el tiempo de Fox-Calderón, una política de unidad o subordinación. Hay que recordar que de los más de cuarenta acuerdos comerciales bilaterales, una buena parte se firmó en tiempos del PRI. Sin ir más lejos, el tristemente célebre Nafta o Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con ambos más Canadá. Carlos M. Salinas de Gortari, un símbolo de ese período de corrupción, negociados y alineamiento con EE.UU., lo suscribió por la parte azteca.
México, como Colombia, Perú y Panamá, son los países latinoamericanos que han amarrado sus economías y algo más a las decisiones dominantes de Washington, mediante los Tratados de Libre Comercio.
En lo económico doméstico, el país que recibirá el presidente electo es sumamente desigual, parte de una América Latina que a despecho de sus muchos avances políticos sigue siendo uno de los más desiguales del mundo, sino el más.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) difundió en diciembre de 2011 que la brecha entre ricos y pobres era abismal en México: el 10 por ciento más rico tiene ingresos 26 veces superiores al 10 por ciento más pobre (en Argentina las cosas no son muy diferentes, pues según el Indec, «el diez por ciento más rico a nivel nacional concentró el 28,5 por ciento de la renta total». Página/12, 27 de agosto de 2011).
¿Acaso Peña Nieto piensa cambiar esas reglas de juego de la economía y la sociedad mexicana? En absoluto. El ex gobernador del estado de México ya mostró su acoplamiento al establishment empresarial y por eso fue el candidato no sólo del PRI sino sobre todo del monopolio televisivo Televisa.
Su figura fue moldeada y difundida por la tele, como un galán de las novelas de televisión, más cuando su segunda esposa es la actriz Angélica Rivera, «Gaviota» en la telenovela.
Debe ser por eso que poco tiempo antes de morir Carlos Fuentes calificó al entonces candidato como «personaje menor». Los problemas de México no tendrían solución con ese personaje, aseguraba.
Desde el punto de vista del derramamiento de sangre en la guerra con los narcos, lo más seguro es que siga como hoy. En un reportaje al Diario El Comercio, del «Grupo de Diarios de América» afiliados a la SIP, a Peña Nieto le preguntaron: «¿Cuáles fueron los errores y aciertos de Felipe Calderón en el combate al crimen organizado? Su respuesta fue: «La estrategia ha sido la correcta. Sin embargo, lo que ha fallado es su ejecución eficaz».
Quizás el fenómeno más novedoso de la campaña electoral fue la aparición del grupo de estudiantes universitarios conocido como «Yosoy132», que escrachó al candidato priísta el 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana cercana a la capital. El nucleamiento, con las redes sociales, su canal 131, sus debates con los candidatos (Peña Nieto no participó), etc, jugó un papel dinamizador. ¿Continuará como una opción política en el futuro o se agotará en el Zócalo?
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/opinion-pena_nieto__del_pri__se_instalara_en_diciembre_en_los_pinos-78015-111.html