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Las guerras por la vida en Chihuahua: la sangre

Sobre la autodefensa de masas

Fuentes: Rebelión

«Me mataron a mi hijo y me lo desaparecieron.Un señor de la guerra me dijo «lo echamos al pozo del pueblo».Al buscarlo, los trabajadores que se metieron al pozo me preguntaron«¿Cuál de todos es su hijo? Que aquí hay como cincuenta.»– Anécdota de un viajero del noroeste de ChihuahuaHace tiempo, recibí un correo de un […]

«Me mataron a mi hijo y me lo desaparecieron.
Un señor de la guerra me dijo «lo echamos al pozo del pueblo».
Al buscarlo, los trabajadores que se metieron al pozo me preguntaron
«¿Cuál de todos es su hijo? Que aquí hay como cincuenta.»
– Anécdota de un viajero del noroeste de Chihuahua

Hace tiempo, recibí un correo de un camarada que hablaba de la caravana que encabezaban los pobladores del noroeste del estado de Chihuahua. En ella participaba Julián Lebarón, ex-miembro del movimiento por la paz con justicia y dignidad, la comunidad de Ascensión, que practicó la autodefensa, y distintas autoridades municipales de distintos partidos. Su exigencia común, el retiro de los retenes policiaco-militares. Su consigna, «abran paso, dejen de joder».

La situación me pareció esperanzadora. Los pueblos empiezan a ejercer una fuerza que apenas están descubriendo. Las grandes mayorías cansadas de Chihuahua han soportado una pesadilla muy larga. Ante las masacres, las desapariciones, las ejecuciones, las violaciones, las dignas familias, las dignas víctimas muestran su digna resistencia, de forma heroica, mientras las grandes mayorías solo observan, a la espera de no ser la siguiente víctima.

La militarización del estado, la ocupación del territorio, la criminalización, la guerra. Todo esto llevó a miles de individuos y de familias al borde del abismo. La digna resistencia de luchadoras como Marisela Escobedo, que enfrentó sola la violencia criminal del estado y del gobierno, la Familia Reyes Salazar, que denuncio la barbarie, Susana Chávez, que permaneció firme en la exigencia de «Ni una muerta más»: ante el reclamo de justicia y paz, el estado respondió con ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, y montajes policiacos para justificar sus crímenes (respectivamente).

La dignidad de las familias, como las madres de Villas de Salvárcar, víctimas de la masacre de sus hijos por los grupos paramilitares en Ciudad Juárez o los familiares y de los 12 hombres y el bebé masacrados en una fiesta en Creel. Y el silencio doloroso y resistente, el medio de todas las demás familias víctimas anónimas, de todos los pueblos con miedo, víctimas también del terrorismo de estado. Como con las arañas, «cuando te abres paso entre lo que cediste a su dominio, encuentras el fruto de su acecho: el cuerpo de un insecto, su cáscara suspendida en la red como una joya. La araña le sorbió la existencia y ofrece el despojo para atemorizar a sus vasallos. También los señores de horca y cuchillo exhibían en la plaza los restos del insumiso. Y los nuevos verdugos propagan al amanecer (…)»(1) en lotes baldíos, hieleras, puentes, calles, carros y en cualquier lado, los cadáveres descuartizados del pueblo inocente.

Nos llamaron a poner nuestra vela frente al palacio de gobierno, por haber sido el lugar donde Marisela Escobedo cayó asesinada cuando exigía justicia para su hija. La banqueta se iluminó del amor y la tristeza que la población expresó. Miles de velas. Tenue luz de esperanza. El estado prohibió esa manifestación por «poner en peligro la seguridad pública». Nada más patético. Sintió miedo al ver el fuego tan cerca. Ya por esos días, la comunidad Lebarón hablaba de autodefensa, ante los crímenes cometidos, secuestro, ejecución, contra esta comunidad.

En septiembre del 2010 el cansancio y la rabia se convirtieron en organización. Los secuestros que azotaron a la comunidad de Ascensión llegaron a un punto inaudito. Dos muchachas fueron «levantadas» y la comunidad dijo «Hasta aquí». Cientos de pobladores se movilizaron para rescatar a las muchachas. Se enfrentaron a los secuestradores, a la policía federal que intentó salvar a los secuestradores y al ejército que acudió en ayuda de la policía. El pueblo tomó la iniciativa en la autodefensa y se organizó para prevenir ataques. Se intentó organizar de nuevo la policía municipal, que había dejado de existir, sin embargo, los «flamantes» policías renunciaron todos en menos de diez meses (2).

El cansancio nacional era muy grande. Empezó a estallar. Cuarenta mil personas acudieron al grito de dolor y justicia de Javier Sicilia, en la marcha que dio inicio en Cuernavaca al Movimiento Por la la paz con justicia y dignidad, a raíz del asesinato del hijo de Javier Sicilia y otros jóvenes. Pero no solo se reunieron a marchar. Diversas víctimas de distintos estados de la república se reunieron a compartir su dolor y a organizarlo y a convertirlo en resistencia. Entre ellas estaba Julián Lebarón, cuyo hermano fue ejecutado. El movimiento conmovió a los pueblos y Chihuahua no fue la excepción. Distintas iniciativas autónomas tuvieron lugar a raíz de los llamados y acciones (caravanas, campamentos) del movimiento por la paz. Cabe destacar al grupo de Jóvenes ante la Emergencia Nacional.

Sin embargo, la evolución política de Julián Lebarón, de procedencia y posiciones contradictorias, como la posición de cualquier sujeto político, lo llevó a concepciones más independientes de la lucha contra la militarización; en sus propias palabras: «No creo que el sistema de gobierno como tal nos pueda traer la paz que buscamos, ya que en su forma de imponer el orden incorpora la contradicción, la coerción y la violencia. Creo que los problemas morales y económicos son asuntos cívicos, que deben asumirse como responsabilidad ciudadana y no gubernamental.»(3) Estas razones lo llevaron a incorporarse al movimiento de pobladores cansados de los retenes y la ocupación policiaco-militar.

En el estado de Chihuahua, y particularmente en esa región (Ascensión cuenta con 180 km de frontera y el paso fronterizo de Palomas – Columbus) se trafican grandes cantidades de droga y de armas, mientras los señores de la guerra hacen lo que quieren en ciudades y poblados. La ocupación del territorio por policías y militares no ha solucionado en nada tal situación, sino que se ha convertido en una constante violación a los derechos de los pueblos, con abusos, humillaciones, intimidaciones, extorsiones, robos y obstrucciones, que solo han servido para «lastimar moralmente» a los pueblos, «destruir la economía y la productividad» y en los hechos, «cancelar el derecho a la felicidad» como mencionan en su «Carta abierta».

El cansancio se hizo insoportable. Dice Lebarón: «Se portan con la gente como los dueños de camino, con ese nivel de abuso y desprecio especialmente con la gente pobre, les cobran cuota a los transportistas que llevan gente a desyerbar. Llegan a quitarles hasta 10 mil pesos y la gente no soporta más, ya no les queda nada de lo que producen. Es la queja de toda la región». Y gracias a la movilización de la región, se acordaron reuniones con los representantes policiacos de los retenes. Las autoridades rompieron el acuerdo, y la decisión de los pueblos fue pasar a retirar los retenes: «Hemos llegado a la conclusión de que es mejor encargarnos nosotros mismos de la seguridad de los caminos que comunican a nuestra región.» Los policías fueron desalojados y las instalaciones clausuradas.

Abran paso, dejen de joder. Se puede decir más fuerte, pero no más claro. Después de media década de guerra de «preventiva» contra un posible estallido social, en la que el estado criminal ha impuesto el terror en la sociedad, la criminalización hacia las mayorías oprimidas, la suspensión de las garantías constitucionales y los crímenes sistemáticos contra el pueblo (ejecuciones extra-judiciales, desaparición forzada, torturas, etcétera, etc.), el hartazgo y el repudio empiezan a materializarse en la expresión antagónica de la actual «estrategia de seguridad nacional»: la autodefensa de masas. Y al presentarse la autodefensa contra la ocupación, ésta contradice ya las premisas de la ocupación: el control y la dominación social en función de la acumulación capitalista (despojo, privatización, explotación).

La acción directa y la autodefensa en el noroeste chihuahuense camina aprendiendo y enseñando a los pueblos una ruta, difícil y llena de obstáculos, como todas las rutas, hacia la superación de la actual situación de guerra. Sin embargo, al llegar a este punto, no podemos limitarnos a exigir simplemente «No más sangre». Habría que decir, No más guerra. Y solo hay dos posible guerras, una contra el narco (que es falsa) y una contra el pueblo (que es la verdadera). Entonces, si la guerra es contra el pueblo y el estado es quién la instrumenta, para la paz, para el fin del derramamiento de sangre, no nos queda más que ganar la guerra.

Nuestro enemigo sabe bien que la lucha es de vida o muerte. Bajo su estrategia de dominación, nuestro enemigo ha acumulado una riqueza obscena con base en el despojo y la explotación de los pueblos (legal e ilegal), a la vez que convierte la guerra en un negocio multi-millonario: sangre por dólares. Esta es la raíz de la guerra, y para acabar con ella es preciso pasar a la autogestión popular y ciudadana de la política y la economía; como se hace con la autodefensa, que le retira al estado la responsabilidad de la seguridad y la vida de las personas, la autogestión generalizada recupera el poder de los pueblos de elegir sobre sus propios destinos. Exigir el fin de la guerra en abstracto es simplemente darle más poder a nuestro principal enemigo, el estado, que nada puede solucionar. La consigna ha de ser «¡A ganar la guerra!». A generalizar la autodefensa de masas, a retomar todo lo que nos ha sido arrebatado, empezando por nuestras vidas.

Postdata

No dejemos que el olvido que impone el poder venza la memoria de todas las personas que han muerto en esta guerra, todas las desaparecidas, las torturadas, violadas, y secuestradas por el estado. ¡Seguimos exigiendo justicia por las masacres de Creel, Villas de Salvarcar y la larguísima lista de tragedias! Convirtamos nuestro recuerdo del dolor y nuestra rabia en organización y en unidad. Desde #Yosoy132-Chihuahua se convoca a la Coordinadora para la Asamblea Popular de los Pueblos de Chihuahua, a celebrarse el día 25 de Agosto de 2012 en el local de El Barzón a las 12:00 pm. ¡Unidos Venceremos!

Notas

1.-José Emilio Pacheco, la Maquina de matar, en Desde entonces (1975, 1978), en Antología: la fábula del tiempo, Ediciones Era, México, 2005.

2.-«Unas 24 horas después, la Fiscalía de Chihuahua informó que el Ejército y la Policía Federal se harían cargo de la protección de los 10 mil habitantes del municipio que comparte 180 kilómetros de frontera con Nuevo México, Estados Unidos, idónea para el trasiego de drogas e indocumentados.»http://mexicanosalgrito.wordpress.com/2011/08/24/primero-se-fueron-los-policias-luego-los-medicos-ascension-chihuahua/, 24 de agosto, 2011

3.-Carta de Julián Lebaron al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, anunciando su ruptura, 5 de marzo del 2012 en http://pulsociudadano.com/2012/03/julian-lebaron-javier-sicilia-y-los-nombres-alrededor-de-la-salida-del-chihuahuense/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.