El consumo de la hoja de coca considerada -en su estado natural- alimento, medicamento y ritual fue despenalizada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo que provocó masivas movilizaciones y actos festivos en diferentes regiones del Estado Plurinacional de Bolivia. El masticado de la hoja de coca conocido como «chajcheo» en el Perú, «mambeo» […]
El consumo de la hoja de coca considerada -en su estado natural- alimento, medicamento y ritual fue despenalizada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo que provocó masivas movilizaciones y actos festivos en diferentes regiones del Estado Plurinacional de Bolivia.
El masticado de la hoja de coca conocido como «chajcheo» en el Perú, «mambeo» en Colombia, «coqueo» en el Norte de la Argentina o «pijcheo» en Bolivia ya no está prohibido en la comunidad internacional. Antes y contradictoriamente se permitía el uso de la coca en la multinacional Coca Cola, pero estaba prohibido su consumo porque estaba considerado como ilícito.
Hace pocas horas, de los 184 países que conforman la Convención de Viena, sólo 15 objetaron la readmisión de Bolivia, entre esos países figuran Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Rusia, Suecia, México, Reino Unido, Irlanda, Japón, Alemania, Finlandia, Portugal, Israel, Holanda, Francia e Italia.
En 1961 fue penalizada la hoja -considerada como sagrada desde tiempos ancestrales pero veneno para los países desarrollados- y ningún gobierno boliviano hizo gestiones, como el actual, para que no se la confunda intencionalmente como estupefaciente.
Al contrario y por la dependencia hacia políticas norteamericanas, diferentes gobiernos siempre trataron de implementar políticas de erradicación de cultivos de coca para reemplazarlos por productos del desarrollo alternativo. Todas las políticas neoliberales fracasaron porque consideraban a la hoja sagrada como droga, al productor de coca como narcotraficante y al consumidor como narcodependiente.
Violando los derechos humanos y pisoteando la soberanía nacional, se trataron de imponer desde esferas gubernamentales diferentes planes, como el Plan Trienal, Plan Quinquenal y otros con el único objetivo de acabar con las plantaciones de coca en determinado tiempo. Nunca pudieron: la resistencia y defensa del cultivo natural derivó en centenares de muertos, heridos y huérfanos pero también germinó la conformación de un poderoso instrumento político que hoy está en el poder.
Bolivia se retiró de la Convención de Viena a mediados de 2011 y en diciembre de ese mismo año solicitó su readmisión con la condición de que ya no esté penalizado el acullicu. La ONU difundió esa decisión entre los 184 países miembros de la Convención, los mismos que tuvieron un plazo de 12 meses para manifestarse y aceptar o rechazar la reserva. La mayoría aceptó la readmisión y la despenalización del producto natural, conocida como la hoja sagrada.
Hoy el Jefe del Estado Plurinacional, Evo Morales Ayma, manifestó que la determinación de readimitir a Bolivia en la Convención de Viena otorga además de la legalización del pijcheo (masticado de la coca), la permisibilidad de cultivar la hoja de coca en la «extensión necesaria» para usos tradicionales; es decir, que Bolivia tiene la potestad legítima de determinar la cantidad de cultivos de coca para usos tradicionales.
«En qué consiste la denuncia con adhesión, el Estado Plurinacional de Bolivia se reserva el derecho de permitir en su territorio la masticación tradicional de la hoja de coca para su consumo y uso en su estado natural para fines naturales y medicinales, así como también el cultivo, comercio y la posesión de la hoja de coca en la extensión necesaria para estos propósitos lícitos», explico el primer mandatario.
«A partir de este triunfo no solamente está permitido el pijcheo o el masticado de la coca sino también el cultivo de la coca en Bolivia», remarcó.
Según el Presidente de Bolivia, la despenalización del acullicu de la hoja de coca, es un triunfo internacional de Bolivia «frente al imperio».
El representante de la Oficina de las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD), César Guedes, aclaró que la extensión de las plantaciones de coca se halla sujeto a un informe que debe presentar ante la ONU el gobierno; mientras que la exportación de la hoja de coca y sus derivados no se encuentra prevista en la Convención de Viena.
«Es una victoria de nuestra cultura, nuestros pueblos indígenas y movimientos sociales. Se corrige un error histórico después de casi 50 años. La coca en su estado natural no es droga y eso se reivindica con la readmisión de Bolivia», celebró el viceministro de Coca y Desarrollo Integral, Dionisio Núñez.
En diferentes regiones del territorio nacional, sobretodo en La Paz y Cochabamba, miles de productores de coca y otros sectores sociales -consumidores de la hoja de coca- demostraron su fortaleza.
Según la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, en la actualidad Bolivia produce 27.200 hectáreas de coca. La Ley 1008, reconoce 12 mil hectáreas de coca como lícitas.
Sin embargo, Bolivia aún no cuenta con un estudio que determine la cantidad de cultivos de coca para uso tradicional, considerando que cada vez más sectores la reconocen como alimento, medicamento y ritual.
Casi 50 años, un producto natural -la coca- estuvo penalizado por decisiones políticas de los países desarrollados que son los que controlan las decisiones en el mundo, hoy Bolivia, tuvo la capacidad de escribir una digna página de dignidad, soberanía y justicia…
Alex Contreras Baspineiro. Periodista y escritor boliviano. [email protected]
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