El informe de la cuenta pública de 2011, a cargo de la Auditoría Superior de la Federación, demuestra que el candidato que en 2006 cautivó -y además compró el voto de no pocos electores- bajo el compromiso de construir «un gobierno de manos limpias», destacó por la suciedad en todo su cuerpo, con respetables excepciones. […]
El informe de la cuenta pública de 2011, a cargo de la Auditoría Superior de la Federación, demuestra que el candidato que en 2006 cautivó -y además compró el voto de no pocos electores- bajo el compromiso de construir «un gobierno de manos limpias», destacó por la suciedad en todo su cuerpo, con respetables excepciones.
De tal magnitud y recurrencia fueron las prácticas de la corrupción hecha gobierno, del esposo de Margarita Zavala e investigador de la Universidad de Harvard, que a la Estela de Luz con la que pretendió imponer su impronta personal, partidista y grupal, la voz popular la rebautizó como Estela de la Corrupción, antes de su inauguración el 7 de enero de 2012 aunque debió estar lista para el 15 de septiembre de 2010.
En 400 millones de pesos se estima el quebranto ocasionado a las arcas de la nación con el caprichoso monumento ordenado por Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, quien no resultó tan sagrado a su paso por la dirección de Banobras, donde uno de los primeros acuerdos que tomó fue otorgarse un ventajoso crédito para vivienda y no precisamente social, pero la documentada denuncia periodística lo obligó a recular. Y desde la Secretaría de Energía, con César Nava en el jurídico de Petróleos Mexicanos, y Juan Camilo Mouriño en la Coordinación de Asesores de Energía, montaron el entramado «institucional» para los negocios y corruptelas personales en la aún paraestatal. Empresa que el Revolucionario Institucional y Acción Nacional -«El PRIAN, pues», como ya reconoce sin tapujos el dueto intelectual y comercial Aguilar-Castañeda-, toman providencias para privatizarla aún más.
Es decir, desde temprano tres figuras clave del grupo gobernante anterior mostraron al país sus aptitudes en el servicio público para obtener beneficios privados, partidistas y grupales. No hay novedad para los mexicanos, salvo que una acreditada dependencia del Poder Legislativo pone números, hechos y circunstancias en que se produjeron los daños al patrimonio nacional.
Mas la ASF ni siquiera intentó dar los nombres de los 20 grandes consorcios a los que la Secretaría de Hacienda regresó 63 mil millones de pesos en impuestos, lo que representa una buena porción de las devoluciones solicitadas al Servicio de Administración Tributaria. El total devuelto por Hacienda es de 284 mil 854 millones de pesos durante el ejercicio fiscal 2011, beneficio que fue prácticamente exclusivo para los grandes contribuyentes, mientras que los simples mortales cada mes realizan grandes esfuerzos para cumplir sus obligaciones, so pena de sufrir las consecuencias.
En este opíparo renglón, concluye el informe que el (des)gobierno de Felipe Calderón se caracterizó por las altas devoluciones de impuestos a grandes contribuyentes, lo cual afectó los ingresos tributarios, pues los reintegros representaron, en promedio, 13 por ciento de la recaudación anual total. Mientras tanto, succionan a Pemex el máximo de recursos para el fisco hasta hacerla inviable por gobiernos que no sirven para recaudar y mucho menos para garantizar la vida y propiedad de los ciudadanos, obligación primaria de cualquier Estado.
La Secretaría de Educación es otro renglón donde las corruptelas quedan registradas al detalle en el informe de la cuenta pública 2011. Tampoco sorprende la entrega ilícita de recursos públicos a Elba Esther Gordillo, pues son pagos realizados por los servicios prestados en julio de 2006, con la elección más impugnada por los ciudadanos, pero avalada por instituciones que sus titulares «mandaron al diablo» para imponer al señor que aterrorizó a México.