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Madres de desaparecidos

Fuentes: Rebelión

Vivos se los llevaron y vivos los quieren. Los familiares -principalmente madres- de desaparecidos en México recorrieron este pasado viernes el Paseo de la Reforma de la capital y se concentraron bajo la figura del Ángel de la Independencia, para reclamar al gobierno del priista Enrique Peña Nieto que busque a las más de 26.000 […]

Vivos se los llevaron y vivos los quieren. Los familiares -principalmente madres- de desaparecidos en México recorrieron este pasado viernes el Paseo de la Reforma de la capital y se concentraron bajo la figura del Ángel de la Independencia, para reclamar al gobierno del priista Enrique Peña Nieto que busque a las más de 26.000 personas que, según datos del propio Ejecutivo, desaparecieron en el país durante el anterior sexenio (2006-2012).

En ese periodo, el ex presidente, Felipe Calderón, basó prácticamente toda su acción política en combatir por todos los medios a los cárteles de la droga. Sacó al Ejército de los cuarteles, militarizó buena parte del territorio y consiguió que en la sociedad mexicana se extendiera la expresión de «la guerra de Calderón», para referirse al conflicto interno que ha dejado alrededor de 70.000 muertos.

Vestidas de blanco, portando flores y fotografías de sus seres queridos y protegiendo sus bocas con máscaras en las que se preguntaban «¿Dónde están?», decenas de personas venidas de diferentes puntos de la república hicieron oír sus gritos, su rabia y hasta sus llantos de frustración en una emotiva marcha.

«¡Nos están arrancando el corazón a pedazos! y eso nadie lo sabe…», gritaba María Herrera Magdaleno, madre de cuatro hijos desaparecidos. «A todos esos delincuentes los invitamos para que vean el dolor, para que vean la desgracia que están ocasionando, para que vean todas estas familias destruidas».

«¿Qué tenemos que festejar nosotros hoy? ¡Nada! No tenemos un hijo que nos venga a abrazar… no queremos regalos, ¡queremos a nuestros hijos!» reclamaba Yolanda Morán, madre del joven Dan Jereemel Fernández, desaparecido en diciembre de 2009 en la ciudad de Torreón, en el Estado norteño de Coahuila.

En esa misma localidad desapareció el 11 de agosto de 2011 Iván Baruch Núñez, durante una despedida de soltero. Casado y con dos hijos, tenía varios empleos: contador público, profesor de informática y, durante los fines de semana, vendedor de hamburguesas. Su madre, María de los Ángeles Mendieta, denuncia que las autoridades estatales están coludidas con el crimen organizado.

«Es una pesadilla porque yo nunca pensé que mi hijo fuera a desaparecer y menos que existiera tanta impunidad en Coahuila, y que no se hiciera nada», aseguraba emocionada. «Pero ahora ya no es sólo mi Estado, es todo mi país desgraciadamente. Estamos luchando contra un monstruo sin rostro, pero nosotros vamos a seguir luchando hasta que ellos aparezcan».

Otros parecen perder, poco a poco, la fuerza y la esperanza en encontrar vivos a sus familiares. José Leonardo García Franklin desapareció el 25 de marzo de 2009 en Pachuca, Hidalgo. Su hermano, Miguel Ángel, resignado ante los miles de casos sin resolver en los últimos años, se conforma con que algún día le devuelvan el cuerpo de su hermano.

«Va pasando el tiempo y se pierde más la esperanza. Y ya realmente lo único que queremos es encontrarlo (…) vivo o muerto, su cuerpo, sus restos aunque sea, para siquiera poderle dar una sepultura, algo…», pedía Miguel Ángel.

En la marcha, entre el color blanco y las fotografías de los desaparecidos, sobresale la figura de Adela Alvarado Valdés. Payaso de profesión, lleva buscando a su hija Mónica Alejandrina Ramírez desde el 14 de diciembre de 2004, cuando desapareció camino de la universidad. Tenía entonces 20 años y le quedaba poco para terminar su carrera de psicología.

«Mi hija ya prácticamente había terminado su carrera, ya únicamente le hacía falta el título y no se pudo concretar. Desaparece y… pues seguimos en la lucha», promete Adela, con mirada firme tras su maquillaje de payaso triste.

A todos ellos se les ha unido un grupo de diez madres, venidas desde distintos lugares del territorio mexicano, que horas antes de la manifestación levantaban un campamento frente a la sede de la Procuraduría General de la República y comenzaban una huelga de hambre indefinida para pedirle al gobierno que, sin más excusas ni dilaciones, busque a los desaparecidos.

Porque vivos se los llevaron. Y vivos los quieren.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.