Sursiendo hilos sueltos wikimedia Desde 2011 estamos encontrando a cuentagotas algunas informaciones sobre el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, o Tratado Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), muchas de ellas avisando del peligro que conlleva la firma de este tratado. Ahora vamos a hacer un breve repaso, con algunos datos y reflexiones, de […]
Sursiendo hilos sueltos
Desde 2011 estamos encontrando a cuentagotas algunas informaciones sobre el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, o Tratado Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), muchas de ellas avisando del peligro que conlleva la firma de este tratado. Ahora vamos a hacer un breve repaso, con algunos datos y reflexiones, de lo que implica al mundo y particularmente a México este nuevo intento de cercamiento a cada vez más aspectos de la vida.
Este tratado fue impulsado en 2006 por pequeños países asiáticos a los que se juntó inmediatamente Estados Unidos. Actualmente participan 11 países: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Estados Unidos, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, y con la próxima incorporación de Japón. La inclusión del país nipón en esta iniciativa implica el establecimiento de una zona de libre comercio que constituye cerca del 40% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y aproximadamente 30% del comercio mundial. Lo poco que dicen los negociadores es que será un instrumento para el crecimiento, el empleo y la prosperidad, promesas que se han escuchado ya miles de veces, y que en realidad sólo revierten en beneficio de unos pocos (muy poderosos).
Hace unos días se celebró en Lima (Perú) la 17a. Ronda de Negociaciones del TPP, y en pocas semanas se comenzará la siguiente: del 15 al 25 de julio en Kuala Lumpur (Malasia). Parece que tienen prisa. Con prisa y con pocas ganas de hacer públicas esas negociaciones. No hay documentos oficiales que den cuenta de qué se está tratando, con qué términos, qué implica. Salvo algunas declaraciones generales en prensa (declaraciones del sector privado, sobre todo) y algunas pocas filtraciones, poco se sabe sobre el TPP. Muchas prisas y falta de transparencia, todo lo contrario a lo que requiere un proceso de deliberaciones democráticas por el bien común, que más bien serían trabajadas con sosiego, análisis minucioso, apertura a la participación social, información puntual al conjunto de la sociedad, acuerdos consensuados. ¿Y por qué será?
El 1% poderoso que maneja los hilos de la economía mundial no quiere perder el negocio (una humanidad desigual y autodestruyéndose) y para ello quiere encadenar aún más a las poblaciones, impidiendo derechos y libertades fundamentales. Es un paso más en la dependencia total de las trasnacionales, por encima de cualquier control democrático ciudadano, y censurando y criminalizando las voces de protesta.
El TPP en sus negociaciones está desarrollando una batería de propuestas que apuntan a favorecer el poder de las farmacéuticas, la preponderancia de las leyes comerciales sobre cualquier derecho, la desprotección del campo, la mayor comercialización de bienes naturales, la desregulación del mercado laboral, la ampliación de las patentes, la homogeneización de la cultura y la censura de Internet, entre otras cosas.
Pero insistimos: ¿por qué? Además de que «porque así funciona el capitalismo global», pues todo parece indicar que el peligro que está suponiendo China a la dominación de los capitales occidentales quiere ser contrarrestado con este tipo de tratados político-comerciales. Y que de seguro va a arrastrar a más acuerdos en otras zonas del planeta. Es una forma de chinizar el mundo:
-liberalizar al máximo el comercio, por encima de cualquier consideración ambiental, laboral o social.
-privatizar sectores públicos, servicios básicos y bienes comunes naturales, aplicando feroces políticas neoextractivistas.
-censurar las herramientas y formas de comunicarse, organizarse, protestar y crear alternativas, llegando a la criminalización y la represión.
Con la promesa (y la excusa) del progreso y el desarrollo pasamos a la última fase del capitalismo tardío, el que arrasa con toda forma de vida susceptible de ser vendida-comprada, metida en el juego del casino financiero. Con ello también buscan amplificar el estilo de vida de ese 1% poderoso, para que sea imitado por más gente, que consuma, trabajen para consumir, no se meta en problemas… así se desestructuran lazos sociales, colectivos, comunidades y organizaciones, se consume más para estar integrado al sistema, se trabaja más aguantando lo que sea… es la zanahoria que nos ponen delante, «buscar el desarrollo» para ser un país importante, pero que en realidad este se mide sólo por el PIB, que puede indicar que las corporaciones ganan más y la gente está peor. El índice que se ofrece con el PIB se refiere fundamentalmente al movimiento de dinero, que incluye transacciones poco productivas (como reparación de catástrofes) y no evalúa las desigualdades (si la población se empobrece pero las trasnacionales se enriquecen el índice sube).
La manera en que un país forma parte y a lo que renuncia también para entrar al TPP tiene poco de democracias soberanas: Según el análisis de Gustavo Castro, «la condición para los países que se han ido incorporando y los futuros, es que acepten lo ya discutido y solo intervenga en los temas que aún están abiertos. Y aquí está parte de la trampa: lo ya negociado por unos cuantos, los demás no pueden modificarlo (…) Por ello inician el proceso los gobiernos que están totalmente a favor del TPP. Los demás países sólo se suman. Con esto pretenden evitar los desacuerdos, rupturas y dificultades que pudieran interponer otros gobiernos como sucedió con la OMC y con el ALCA«.
En la Cumbre de los Pueblos celebrada este año en Santiago de Chile se reunió la sociedad civil para expresar y compartir sus preocupaciones y desarrollar estrategias para detener este tipo de tratados. La sociedad civil del hemisferio ha identificado al TPP como una «herramienta de desintegración» para la región, ya que intenta desestabilizar los procesos de integración regionales, los cuales a su vez representan un obstáculo para el modelo neoliberal inherente al TPP.
Una coalición de organizaciones llamada A Fair Deal, que representa una diversidad de intereses en todo el mundo, se unió recientemente para pedir un trato justo en el TPP. La ONG chilena Derechos Digitales, que ha estado siguiendo atentamente las negociaciones, tiene una conclusión clara: «el país no ganará mayor acceso a mercados, con lo que no tendremos ni más crecimiento económico ni más trabajos» (dossier). La Electronic Frontier Foundation (EFF) lo ha descrito como la mayor amenaza a la red global en años.
No sólo están en contra del TPP los movimientos sociales y organismos ciudadanos, también hay voces críticas en sectores privados y oficiales de los distintos países: desde la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos, que se opone al TPP porque mermaría a la sanidad pública y el acceso a los medicamentos; o el ex-jefe negociador del TPP del gobierno de Chile, que alerta de la imposición de los intereses de las potencias del Norte; hasta el director de la División de Comercio Internacional e Integración de CEPAL, Osvaldo Rosales, que critica que en cuanto a números, el TPP no significa mucho porque casi todos los países ya tienen tratados bilaterales entre ellos, y también advierte el peligro de que Estados Unidos incorpore elementos de dos de sus proyectos de ley en relación a la propiedad intelectual, postergados en su país por la movilización de la ciudadanía: SOPA y PIPA.
La puerta trasera y la criminalización
Entre las filtraciones, se puede analizar que el TPP al igual que el ACTA propone penas criminales incluyendo la cárcel por compartir contenidos con copyright. Pero a diferencia de ACTA, el TPP aplica estas penas independientemente de que la persona que realiza la acción sepa o no que está cometiendo una infracción y se aplica incluso en casos que no implican una ganancia económica. El TPP incluye amplios poderes para que los gobiernos vigilen el tráfico de bienes que infrinjan «los derechos de propiedad intelectual en sus fronteras». Y todo ello sin necesidad de orden judicial, el Gobierno de turno podrá actuar a discreción.
Para el profesor Michael Geist, de la Universidad de Ottawa, «los EEUU ven el TPP como una forma de exportar sus propias leyes de copyright hacia otros países y crear cambios en su propia legislación por la puerta trasera».
En la filtración, dos inaceptables hechos quedaron transparentados: que el tratado de libre comercio está hecho a la medida de las grandes industrias hollywoodenses y del lobby corporativo farmacéutico de Estados Unidos; y que el secretismo en las negociaciones solo confirma que los intereses que se juegan son corporativos y no para el bien público.
En México
Para el Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, el TPP es un tratado que lo más probable es que terminará dejando obsoleto al mismísimo TLC firmado con Estados Unidos y Canadá hace 18 años.
Para Alejandro Nadal, «México entró en las negociaciones como siempre: de rodillas y entregando todo aún antes de comenzar a negociar. Alguien podría pensar que con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) nuestro país ya entregó todo y no hay nada que perder. Eso es parcialmente incorrecto. Se entregó todo a Estados Unidos y Canadá, no a otros ocho países en Asia y América Latina. El TPP es una nueva amenaza sobre México.
Uno de los rasgos característicos del TTP es que los gobiernos pueden ser demandados por una empresa extranjera cuando ésta sienta que se ha visto afectada en sus ganancias esperadas. Esta parte del TPP está inspirada en el capítulo XI del TLCAN que constituye una amenaza particularmente peligrosa en materia de salud pública, protección al consumidor y medio ambiente. De hecho este instrumento ya fue utilizado por la empresa Metalclad en 1996. Por cierto, Monsanto podría estar recurriendo a esta parte del TLCAN para forzar al gobierno federal a abrir completamente el campo mexicano a sus dañinos maíces transgénicos.
Esos tipos de acuerdos comerciales «han redefinido radicalmente la estrategia de desarrollo de cualquier país y la colocan en manos de las transnacionales y del ‘libre mercado’.¿Cuál ha sido el resultado? Una economía mundial semi-estancada, altos niveles de desempleo, deterioro ambiental acelerado y la peor crisis en 80 años. Alguien podría pensar que con estos ‘logros’ se habría frenado el afán de negociar nuevos acuerdos comerciales. Pero es exactamente al revés. Las corporaciones trasnacionales necesitan abrir espacios de rentabilidad, aunque sea en detrimento de las reglas de ética social y de salud ambiental. Y como esas empresas trasnacionales se han adueñado del ámbito regulatorio, sus amanuenses en la burocracia se esmeran inventando nuevos pactos comerciales», reflexiona Nadal.
Aunque está siendo un proceso opaco y secreto, Gustavo Castro dice que «sí se sabe que impactará la vida de todos y todas. De los pueblos, comunidades y de cualquier persona en lo referente a la salud, la educación, el agua, el trabajo, la tierra, la vivienda, la biodiversidad, la cultura, la alimentación y todos los ámbitos de la vida. Los gobiernos perderán soberanía en todas sus políticas públicas. Su imposición conllevará un incremento de la militarización, la violencia y la criminalización de la protesta social.»
El club exclusivo del ‘libre mercado‘
Las organizaciones y entidades sociales no tienen permitido participar ni saber qué pasa en las rondas de negociaciones del TPP, pero sí están asistiendo representantes de corporaciones trasnacionales y de grandes empresas locales, que suelen estar muy contentas con el proceso. Las grandes farmacéuticas globales, las corporaciones tecnológicas, las químicas y alimenticias y las productoras majors de contenidos culturales, por ejemplo, tienen asientos permanentes en las conversaciones.
En nombre del «libre mercado» están construyendo unos acuerdos que sólo benefician a los oligopolios establecidos. En este mercado global que nos quieren imponer ¿qué podrá hacer un agricultor de Chiapas frente al poder otorgado a WallMart? ¿una disquera independiente que publica músicas locales no sucumbirá ante Sony? ¿una comunidad peruana podrá evitar la instalación de minas de oro? ¿un colectivo de trabajadoras podrá publicar un blog para denunciar los abusos de la empresa trasnacional donde son explotadas?
Ya los gobiernos y parlamentos participantes en el TPP están legislando en favor de los intereses del mercado, sin siquiera prestar atención a las sensibilidades sociales. Esta libertad que propugnan significa homogeneización, control y beneficios para unos pocos. Stella Calloni nos comparte una ilustrativa frase de Sherman Kent: «La guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales«.
Lo interesante de las voces en contra que se están organizando y preparando en una ofensiva anti-TPP, es que los temas son transversales, convergen porque el Tratado se convierte en un problema común, que afecta a la gente que lucha por un Internet libre, contra los transgénicos, por la sanidad pública, contra los grandes megaproyectos (minería, represas, etc), por la cultura libre, por el rescate de lo local, por la alimentación sana, contra el cambio climático, por los derechos civiles…
Sigamos haciendo reflexiones, difundamos, organicémonos, reclamemos y construyamos alternativas.
Extra: Infografía TPP
Fuente: http://sursiendo.com/blog/2013/06/tpp-tratado-transpacifico-todos-podemos-padecerlo/