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Evo Morales apuesta por la «continuidad del cambio»

Fuentes: La Vanguardia (Argentina)

Bolivia se ha metido de lleno en la campaña electoral luego de que el Tribunal Constitucional avalara, en abril pasado, la decisión de Evo Morales de buscar un tercer mandato. Aunque la Constitución de 2009 incluyó una cláusula transitoria que especificaba que el primer mandato (2006-2010) sí cuenta, el máximo órgano judicial consideró que al […]

Bolivia se ha metido de lleno en la campaña electoral luego de que el Tribunal Constitucional avalara, en abril pasado, la decisión de Evo Morales de buscar un tercer mandato. Aunque la Constitución de 2009 incluyó una cláusula transitoria que especificaba que el primer mandato (2006-2010) sí cuenta, el máximo órgano judicial consideró que al haberse «refundado» el país con la nueva Carta Magna, Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera tienen allanado el camino a una re-reelección. Tal como vienen dando las encuestas, el presidente boliviano le ganaría hoy a cualquiera de sus contrincantes. Si en 2005 Evo Morales tenía a su favor la épica del cambio hoy tiene de su lado un Estado que cuenta con recursos inéditos en la historia boliviana, gracias a los elevados precios de las materias primas y a la nacionalización de los hidrocarburos, todo ello sumado a un manejo económico prolijo a cargo del ministro de Hacienda Luis Arce Catacora. Junto al canciller David Choquehuanca, la cara indígena del gobierno, Arce ha sobrevivido en el gabinete desde la llegada de Morales al poder a principios de 2006 cuidando la caja del «proceso de cambio».

Si Morales ha experimentado en varias áreas de su gobierno, por ejemplo nombrando a una ex empleada doméstica a la cabeza del Ministerio de Justicia, en la económica no ocurrió lo mismo. En el terreno económico/financiero apeló a fórmulas que combinaron una nacionalización progresiva de empresas de servicios públicos y recursos estratégicos con una gran prudencia fiscal. Así, se jacta de haber logrado lo que los neoliberales no pudieron. Hoy Bolivia cuenta con 14.000 millones de dólares de reservas (60% del PBI), y la demanda interna creció de la mano de la expansión del gasto público, que se triplicó desde 2005. La inversión estatal se sextuplicó en un lustro y ahora equivale al 11% del PIB, mientras que la privada extranjera y la privada nacional son, cada una, de 4%. Todo ello ha aumentado la confianza en el boliviano en detrimento de dólar, fomentando una bolivianización de los depósitos bancarios, que hoy llega al 82% según la asociación de bancos. Con esas cifras, Bolivia volvió al mercado de capitales después de casi un siglo y consiguió financiamiento a una tasa del 4,875%.
En campaña…
Para pavimentar su re-reelección, Morales apela a varios grandes proyectos. Un satélite de comunicaciones -bautizado Túpac Katari- que debe ser lanzado en diciembre desde China; una planta petrolera separadora de líquidos recientemente inaugurada -expresión de la «industrialización de los hidrocarburos»-, un teleférico que unirá La Paz y El Alto (el más largo del mundo); la reactivación de la demanda marítima frente a Chile y la incorporación de Bolivia al rally Dakar. Todo ello motorizará una batería de símbolos, que se sumarán a las políticas sociales, el aumento del salario mínimo y el derrame de la bonanza económica. En el caso del juicio a Chile, Morales nombró al ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé como embajador ante la Corte de la Haya, transformando esa histórica demanda de restitución del litoral marítimo en una política de Estado.
Con todo esto, el aun líder cocalero busca contrarrestar el desgaste en el apoyo urbano, luego de siete años en el poder. Recientemente, en Oruro la población se movilizó para evitar que el aeropuerto local fuera rebautizado con el nombre de Evo Morales, logrando frenar la iniciativa. Y más recientemente una serie de bloqueos de la Central Obrera Boliviana (sobre todo de mineros y maestros) en demanda de mejores jubilaciones puso de relieve que el hecho de ser «el gobierno de los movimiento sociales» no garantiza la desaparición de los conflictos sociales. Aunque los pedidos de la COB suelen ser poco realistas -y su fuerza histórica está muy erosionada- los bloqueos de rutas y las explosiones de dinamita recuerdan que la bonanza económica no ha sido suficiente para modificar la estructura económica del país. Y a ello se suman avances muy limitados en educación y salud (más allá de la presencia de médicos cubanos). Incluso en una oportunidad Morales recomendó a los campesinos enviar a sus hijos a las universidades privadas porque las públicas «están en decadencia».
Pero como ironizó el economista Carlos Toranzo en un reciente debate de la oposición en La Paz, «la pobreza es más llevadera con plata». En estos años, la extrema pobreza urbana bajó de 24 a 14%, y la pobreza extrema rural de 63 a 43%. Los «bonos» que el gobierno da a los ancianos, las mujeres embarazadas y algunos grupos de estudiantes benefician al 33% de la población, es decir, 3,3 millones de personas, con montos que van de 28 a 340 dólares por persona/año.
Hegemonía nacional
Los opositores se dividen hoy entre pesimistas y moderadamente optimistas. Todos saben que vencer a Morales no es tarea fácil. El presidente boliviano ganó holgadamente varias batallas en las urnas: en agosto de 2008 fue ratificado con el 67% en el referéndum revocatorio y en diciembre de 2009 fue reelecto con el 64% consiguiendo dos tercios del congreso. La clave hoy es cuánto apoyo urbano perdió, dado que en el campo, donde sigue viviendo casi el 40% de la población, la adhesión al mandatario indígena es más estable y está sostenida en una «confianza étnica» más perdurable en el tiempo y alimentada con un programa de pequeñas obras de rápido llamado «Bolivia cambia, Evo cumple» y con viajes diarios del presidente a las regiones más alejadas del país.
Por el momento, tres candidatos se decidieron a dar batalla a Morales a fines de 2014: el ex alcalde paceño Juan del Granado (del centroizquierdista Movimiento sin Miedo, ex aliado de Morales); el gobernador de Santa Cruz Rubén Costas (del conservador partido Los verdes), y ex constituyente y empresario del cemento Samuel Doria Medina (del partido centrista Unidad Nacional). Doria Medina viene llamando a los opositores a imitar a los venezolanos y elegir un candidato único. De lo contrario, advierte, el escenario será como el ecuatoriano, donde Rafael Correa se impuso cómodo ante una oposición fragmentada. La postulación de un «candidato de unidad» permitió a la oposición ganar las últimas elecciones para gobernador en el departamento de Beni, pero es difícil transpolar los resultados de esa región amazónica a la arena nacional. Las encuestas aún mantienen la popularidad de Morales alrededor del 50%. Y Del Granado dice que no hay acuerdo posible entre opositores de centroderecha y de centroizquierda.
«Esto no es un castillo de naipes como creen muchos opositores de izquierda y derecha, Bolivia vivió una revolución política, con un fuerte recambio de élites», dice el analista liberal Fernando Molina, quien cree que para ganarle a Evo hay que entender por qué el presidente aún es popular. «Si Evo se desgasta será por errores del propio gobierno más que por aciertos de la oposición», decía recientemente un influyente asesor presidencial.
Donde se verifica que el gobierno ha construido una hegemonía nacional es en el oriente del país, que alguna vez desafiara a Morales con las banderas de la autonomía. Como ha explicado el periodista de Santa Cruz Pablo Ortiz «hoy los miembros de la élite empresarial cruceña o se autoexiliaron por problemas judiciales o se dieron cuenta que es muy lucrativo llevarse bien con el gobierno». Ello ha debilitado a la dirigencia local que aún quiere dar batalla. Y el gobierno logró lo que una vez exigiera Álvaro García Linera: que los empresarios se dediquen a hacer negocios y no política.
La disputa por el «cambio»
Los intentos de construir alternativas a la izquierda de Evo hasta ahora no dieron resultados. Una de ellas fue una coordinadora de «reconducción del proceso de cambio» promovida por ex funcionarios como los ex viceministro Raúl Prada Alcoreza y Alejandro Almaraz. Otros intentan poner en pie nuevas fuerzas: el ex ministro de Educación Félix Patzi, de origen aymara, fundó el partido Tercer Sistema y la Central Obrera Boliviana quiere poner en marcha un partido de trabajadores hegemonizado por los trotskistas. Por ahora ninguna de estas iniciativas muestra capacidad de articular un espacio a la izquierda del Movimiento al Socialismo (MAS) y el gobierno responde que se trata de grupos de «resentidos».
Estos sectores consideran que el MAS es demasiado pragmático y contradictorio. Unos critican que no se tome en serio el proyecto de Estado Plurinacional consagrado en la nueva Constitución. Ello habría quedado claro con el intento de construir una carretera que cortaba en dos al Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), lo que echaría por tierra el proyecto ecoindigenista del «vivir bien» en favor del neodesarrolllismo extractivista. Sin duda, aunque el gobierno conserva discursos anticapitalistas y ecoindiogenistas, el éxito o fracaso de Morales no se juega en esa cancha. Su popularidad se asocia cada vez menos a la utopía y más a la gestión. Un desafío particularmente grande en un Estado que recuperó el control de la economía (con varias empresas a su cargo) y que casi duplicó la cantidad de empleados públicos.
Si es reelegido el año próximo, Morales podría quedarse hasta 2020 y batir récord. El presidente boliviano apuesta a que la mezcla de redistribución limitada de la riqueza junto a la identificación étnica con el primer presidente indígena le alcance para derrotar a sus adversarios. La oposición se ilusiona con que en un país tradicionalmente hostil a las reelecciones, los bolivianos en algún momento se cansen de Evo y apuesten al «cambio». Ahora Morales es la «continuidad del cambio» y la oposición el cambio a secas, sin que nadie sepa bien hacia dónde. Y allí se juega la disputa político/simbólica boliviana del próximo año y medio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.