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Derecho al aborto

Ustedes son los criminales

Fuentes: Página 7

Este jueves, una pequeña multitud se movilizó en Bolivia contra el derecho al aborto lanzando una serie de argumentos para cancelar un debate que, pese a todo, trata de seguir abierto (pese a las resistencias dentro del gobierno y de la oposición). Las consignas de las marchas fueron las clásicas «por el derecho a la […]

Este jueves, una pequeña multitud se movilizó en Bolivia contra el derecho al aborto lanzando una serie de argumentos para cancelar un debate que, pese a todo, trata de seguir abierto (pese a las resistencias dentro del gobierno y de la oposición). Las consignas de las marchas fueron las clásicas «por el derecho a la vida» a lo que se agregó un argumento pseudonacionalista que hizo correr la iglesia: que el derecho … al aborto sería una reivindicación impulsada por ONG extranjeras, sin anclaje en la sociedad boliviana. Peor aún, su objetivo sería el control de la natalidad en beneficio de alguna fuerza oculta (seguramente de una diabólica Internacional Malthusiana). Se trata sin duda de un intento de movilizar un falso nacionalismo en contra de la ampliación de los derechos de las mujeres. Siempre fue así: en los años veinte o treinta se acusaba a las feministas de marimachos y se argumentaba, igualmente, que se trataba de ideas exóticas provenientes del exterior, lo mismo con el socialismo, el anarquismo, etc. como si el catolicismo y el evangelismo sí fueran un auténtico producto de la nación. Si quienes demandan el derecho al aborto dependen de ONG multinacionales, la Iglesia depende directamente de un Estado extranjero, como es el Vaticano, que pone los obispos y digita la línea a seguir al interior de cada país.

Pero el punto es otro: todas las cifras muestran que Bolivia tiene muy altas cifras de aborto, siendo este «ilegal». Algunas cifras lo ubican entre 40.000 y 80.000 al año. Esos abortos incluyen de todo: desde los seguros hasta los caseros (con medicamentos u otras formas de provocar hemorragias, hierbas, pastillas de dudosa procedencia), pasando por clínicas que no garantizan las condiciones mínimas de seguridad para las intervenciones. Es decir, quienes tienen el dinero para pagarlo en Bolivia sí tienen «derecho al aborto»; las mujeres pobres, por el contrario, deben jugarse la vida frente a un embarazo no deseado muchas veces practicado por médicos que aprovechan la ilegalidad para hacer negocios.

Ese «derecho a la vida» es corrientemente ignorado por quienes se movilizan «contra el aborto» y buscan cerrar rápidamente la discusión. El obispo Salcedo, de Ekklesia, se quejó de los lobbies, como si las iglesias no estuvieran entre los principales lobistas no solo contra los derechos reproductivos sino contra el matrimonio igualitario y las diversidades sexuales. Los propios curas tienen hijos por ahí, muchas veces sin cuidar siquiera a sus parejas. Por eso el dicho popular de que los curas son las únicas personas a quienes todos les dicen padre menos sus hijos que les dicen tío.

No obstante, gracias a los espacio de discusión ganados los últimos meses circularon en la prensa los padecimientos que sufren muchas adolescentes que quedan embarazadas y son botadas de las escuelas a pedido de los propios padres o dirigentes sociales «para no difundir el mal ejemplo». Es decir, son los propios conservadores los que conducen a muchas jóvenes a abortar para escapar al estigma de llevar «una vida» en su vientre. Una reciente tesis de la investigadora Natalie Kimball, titulada «La historia escondida del embarazo no deseado y el aborto en La Paz y El Alto» aporta varios datos sobre la extensión del aborto en Bolivia y las terribles historias de muchas mujeres que intentaron interrumpir su embarazo.

El aborto es un tema sensible, traumático, que ninguna mujer pasa de la manera frívola como los «antiabortistas» lo presentan. Es un tema en el cual, obviamente, deben ser admitidas diversas posiciones ético-morales, pero un debate honesto no puede evitar partir de la difícil realidad actual y despreciar el derecho a la vida de las mujeres pobres. Pero lo que estos ocultan es que la reivindicación del derecho al aborto va junto a la necesidad de difusión de métodos anticonceptivos, que en Bolivia están fuera del alcance de muchas mujeres, y de la educación sexual. A ambas cosas se oponen los grupos «pro vida» más conservadores cuando esos cuidados sirven tanto contra los embarazos no deseados como para proteger la salud. Ellos están en contra del aborto pero también de los mecanismos para reducir esos abortos. Al igual que rehúyen a discutir el problema en el marco de la lucha contra el patriarcado y de la emancipación de la mujer de las opresiones que, pese a los avances, aun perviven.

Por eso una de las principales consignas de los movimientos feministas es «Anticonceptivos para no abortar; aborto legal para no morir».¿ La Unidad de Despatriarcalización del Viceministerio de Descolonización que dice el respecto?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.