La elección de Bolivia hace pocos días en la ONU como presidenta del Grupo de los 77+China, constituyó otra contundente victoria internacional del presidente Evo Morales, además de un nuevo y categórico revés para la maltrecha oposición en esa nación sudamericana. Con su modestia y sencillez características, el bautizado como «Gran Jefe Indio Latinoamericano» ha […]
La elección de Bolivia hace pocos días en la ONU como presidenta del Grupo de los 77+China, constituyó otra contundente victoria internacional del presidente Evo Morales, además de un nuevo y categórico revés para la maltrecha oposición en esa nación sudamericana.
Con su modestia y sencillez características, el bautizado como «Gran Jefe Indio Latinoamericano» ha echado por tierra de igual manera los intentos fanáticos y desesperados de Estados Unidos de evitar que el mandatario de la Pachamama (madre tierra) se convierta en un líder regional y mundial, como ha ocurrido en la práctica.
Washington no ha podido frenar el prestigio ganado por el máximo dirigente del ejecutivo boliviano, ni siquiera con su plan macabro del secuestro del avión de Morales, ejecutado en julio pasado, con la complicidad de cuatro gobiernos europeos.
Lejos de conseguir su propósito de restarle protagonismo, el régimen norteamericano de Barack Obama ha recibido uno y otro guantazo del «Gran Jefe Indio de la Patria Grande», como lo denominó su similar de Venezuela, Nicolás Maduro.
La más reciente bofetada recibida por Estados Unidos fue la determinación por aclamación en la Asamblea General de Naciones Unidas de que Bolivia presida a partir de enero de 2014 el Grupo de los 77+China, integrado por 133 naciones, dos tercios de los Estados miembros de la ONU.
La elección de la Pachamama al frente de esa importante agrupación de concertación internacional y que coordina programas de cooperación, ocurrió a pocos meses de las elecciones generales bolivianas, previstas para octubre venidero, lo que sin duda alguna se traduce en un nuevo espaldarazo a Morales de cara a los referidos comicios.
Por el contrario, para la dividida y desprestigiada oposición tradicional en Bolivia, alentada y financiada desde siempre por Washington, el porrazo no pudo ser más duro en momentos en que apresura su campaña difamatoria con vista a la consulta popular del próximo año.
En menos de dos años, Morales ha logrado relevantes triunfos en el escenario internacional no solo para su país, sino también para la unidad de América Latina, que lo han convertido en un indiscutible referente mundial.
Sobresalen entre las conquistas del gobernante boliviano, el reconocimiento del acullico (mascado de la hoja de coca), y el haber conseguido que la ONU nombrara a 2013 «Año Internacional de la Quinua», el cereal oro de los Incas, y a él como su embajador.
Otro destacado éxito de Morales y su pueblo fue la admisión por el Tribunal Internacional de La Haya de la demanda marítima interpuesta contra Chile por el derecho soberano de Bolivia a tener su anhelada salida al mar.
Los acontecimientos hablan por sí solos, y auguran que con su humildad pero al mismo tiempo perseverancia el «Gran Jefe Indio Latinoamericano» está llamado a consolidarse como una de las principales figuras de la Patria Grande con reputación planetaria, al igual que otros de sus homólogos de nuestra región que han dicho basta y han echado a andar.
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