Yendo a las trayectorias de vida, al detalle secuencial del evento presente, en este caso, de la asonada de suboficiales, es menester detenerse en la mecánica de la reproducción de clases sociales, no solamente en la estructura de reproducción, sino en las historias concretas. ¿Qué es lo que pasa? ¿Quiénes son los suboficiales que se […]
Yendo a las trayectorias de vida, al detalle secuencial del evento presente, en este caso, de la asonada de suboficiales, es menester detenerse en la mecánica de la reproducción de clases sociales, no solamente en la estructura de reproducción, sino en las historias concretas. ¿Qué es lo que pasa? ¿Quiénes son los suboficiales que se revelaron al régimen colonial de las Fuerzas Armadas? Ciertamente no se puede generalizar; sin embargo, es indispensable contar con algunos itinerarios, para poder comprender, de manera específica lo que ocurre. La mayoría de nuestros jóvenes no se encuentran en condiciones de competir en el ingreso de las universidades, así como resulta difícil responder a los exámenes de las normales, tampoco es fácil ingresar al Colegio Militar; entonces recurren a otras alternativas. Escuelas técnicas, que deberían ser, más bien, las más valoradas y apoyadas, sin embargo, no es así, escuela de suboficiales, otras opciones de formación, para afrontar las exigencias de la vida[1]. Por otra parte, tampoco, en el caso de que todos podrían competir, en equivalentes condiciones, tampoco habría cupos suficientes para que accedan los que cumplan con las condiciones institucionales. ¿Dónde radica el problema, la génesis del problema?
Yendo directo a uno de los factores generadores del problema, se puede decir que es el sistema educativo el generador de esta deficiencia y falencia de la mayoría de los bachilleres. El sistema educativo, no solo por las inequidades en las opciones, sino por la lamentable formación fiscal, tanto urbana como rural, mucho más en este último caso[2]. No se resuelve esta diferencia con la unificación artificial de la educación en un solo sistema, descartando la división administrativa y rural. Menos se puede reducir la cuestión a un problema administrativo; es un problema estructural. El sistema educativo se ha convertido en un espacio que garantiza trabajo seguro, sueldo garantizado y beneficios, por más bajos que sean, pues tampoco los y las maestras ganan como corresponde. Lo que no se tiene es garantizada la vocación de los y las maestras. Tampoco se les dio la oportunidad de una formación adecuada, para afrontar, en su debido momento, la pedagogía requerida, la transmisión de conocimientos, la educación integral y especializada. La responsabilidad educativa, los desafíos contemporáneos de la formación, no son las preocupaciones relevantes ni del gobierno ni del magisterio. El gobierno busca controlar el magisterio, el magisterio busca resolver y lograr materializar las demandas gremiales, que ciertamente son justas. Sin embargo, por más justas que sean, la educción y la formación no se circunscriben a las demandas laborales.
Estamos ante un círculo vicioso. No hay estrategia educativa y formativa de parte del Estado, a no ser que se crea que la manipulada Ley Avelino Siñani y Elizardo Perez y su reglamentación derivada sea una estrategia. La Ley ha quedado en enunciados descolonizadores e interculturales, contradichos en los artículos operativos; peor aún, en la práctica educativa implementada, que es sustancialmente la misma que la anterior, salvo el cambio de nombres. El cambio de la malla curricular habla de ello; más que un cambio de contenidos se trata de un cambio de nombres. Fuera de esta falencia, lo que se da efectivamente es la preservación de una herencia educativa carente de presupuesto, de infraestructura, de logística, de actualización y de interculturalidad. Lo que prepondera es la provisionalidad en la aplicación de la Ley Educativa. No se han resuelto los problemas heredados, no se atienden a los desafíos de la Constitución; se opta por la demagogia, ocultando con la propaganda las graves falencias.
En contraste, las expectativas de los jóvenes crecen, más aún cuando se sienten en un periodo prometedor. Cuando no pueden acceder a las opciones seleccionadas, recurren a todos los medios, incluyendo la protesta, las marchas y los bloqueos para lograrlo. Están en su derecho pues el Estado debe garantizar su educación y formación, tal como establece la Constitución. El tema es cumplir con estos derechos, efectivizar el mandato constitucional; obviamente no hacerlo de manera demagógica, como lo hace el Ministerio de Educación, prebendalizando la relación con el magisterio. Acudiendo al montaje de la actualización, al escamoteo en formación docente, y al teatro de la pretendida descolonización, entregando títulos «nobiliarios», que avalan licenciaturas y posgrados en los papeles, cuando los cursos dejan mucho que desear. Este autoengaño complica la situación; las supuestas transformaciones se dan en los papeles; empero, se mantienen las viejas prácticas de aula y la enseñanza deficiente. Muy lejos de la descolonización efectiva.
Es en este panorama donde se da la rebelión de los suboficiales. Este panorama sumado a las estructura institucionales mantenidas, hacen de contexto y clima a la asonada de los suboficiales. El problema entonces no atinge sólo a la institución de defensa del Estado, las Fuerzas Armadas, sino al mapa institucional del Estado, particularmente al mapa institucional del campo escolar, educativo y formativo. Las transformaciones institucionales requeridas y establecidas por la Constitución deben darse integralmente en el espacio de la malla institucional del Estado. En lo que respecta a la descolonización en el campo escolar, la transformación estructural exige la conformación de un sistema educativo integral, transversal a todo el campo social; un sistema integral que opere técnicamente en la des-constitución de sujetos subalternos y en la constitución de sujetos emancipados. Esta perspectiva constitutiva de subjetividades y de sujetos comprende el cometido fundamental en la descolonización del sistema educativo.
Entonces si partimos del sistema educativo integral, como sistema de apoyo constitutivo de las subjetividades emancipadas, no se puede mantener la estructura y la composición del campo escolar; esta integralidad educativa requiere del desplazamiento hacia articulaciones dinámicas de los campos sociales. Articulaciones que restituyan, en las sociedades humanas, las condicionantes iniciales de los ciclos de la vida. En pocas palabras se trata de integrarse a la vida, a si como valorar la vida, dejando la «ideología», la institución imaginaria y los fetichismos que la acompañan. El sistema educativo se convierte en el gran activador de las memorias sociales. El sistema educativo aporta en la formación continua en todas las composiciones sociales, en todas las organizaciones sociales, en todas las estructuras de la sociedad. Apoya en la resolución de problemas y en las decisiones políticas. El sistema educativo integral convierte a la sociedad no en un sistema productivo, sino en un sistema de vida, en sistema de aprendizajes de las experiencias sociales, de sistematización de las experiencias, de sistematización de las memorias sensibles, apuntando a la creatividad constante. La producción es parte de las respuestas en los contextos de las reproducciones vitales.
Pasando a temas técnicos, esto quiere decir que, la inversión primordial, tomando en cuenta el presupuesto del Estado en transición, es la inversión educativa, no así, la inversión productiva, mucho menos, el gasto rentista, asistencial. En otras palabras, la inversión educativa es la mejor inversión productiva, en el mediano y largo plazo. Visto de esta manera, la tarea primordial de un gobierno «revolucionario» es la inversión educativa. Esto exige la extensión completa del sistema educativo integral en la configuración de la formación social y del Estado en transición. Exige también la transformación estructural, institucional y conceptual del sistema educativo heredado; sistema disciplinario y moderno. No solo de las prácticas educativas, de las mallas curriculares, sino también de la arquitectura misma del sistema educativo. Lo que implica también la transformación de las tradicionales formaciones de maestros y docentes, acudiendo a formaciones que liberen capacidades creativas y vocacionales. Quizás la selección de maestros y maestras deba ser la más cuidadosa, pues requiere de entrega y vocación. Esta demás decir que este estrato social no puede verse ante la contingencia de necesidades económicas y la obligación de reivindicaciones gremiales. La tarea que les compete es estratégica. Este es un tema que debe ser tratado como cuestión de Estado en transición; es uno de los temas que debe estar resuelto, independientemente de las contingencias coyunturales, periódicas, políticas.
Hay temas de Estado en transición que deberían estar definidas, acordadas, consensuadas, independientemente de los gobiernos de turno. Ente estos temas estratégicos se encuentran las políticas sobre los recursos naturales. La Constitución establece que los recursos naturales no pueden ser mercantilizables y están destinados al vivir bien. Los recursos naturales no pueden ser reducidos a materias primas, no pueden ser cosificados como objetos de producción, menos de la acumulación capitalista. La relación con los recursos naturales debe formar parte de la eco-producción, de la eco-industrialización y de la eco-tecnología. Esta es la manera de cortar con la condena de la dependencia, condena que reitera la colonialidad económica a partir del modelo extractivista. Ningún gobierno tiene el permiso de afectar esta política de Estado en transición.
El sistema educativo integral debe, entonces, preparar profesionales y técnicos, para su desempeño en la eco-producción, eco-industrialización y eco-tecnología, fuera de científicos en estos campos, fuera de administradores en estos espacios, fuera de teóricos que agudicen en la interpretación de estas experiencias y sus vinculaciones con los ciclos vitales.
Otro tópico estratégico tiene que ver con la construcción del sistema de gobierno de la democracia participativa. Ciertamente no es fácil pasar a este sistema de gobierno participativo; se requiere de transiciones transformadoras de las condiciones socio-políticas heredadas. La única manera de construir este sistema participativo es de manera participativa. Haciendo participar a la gente, a las comunidades, a las organizaciones sociales, a las poblaciones territoriales, a los pueblos, a los individuos. No se puede construir un sistema de gobierno de la democracia participativa sin la participación de la gente.
El sistema educativo integral puede colaborar en el apoyo a la gente, a los grupos sociales, a los individuos, a las comunidades, a las organizaciones sociales, a las poblaciones territoriales, en la preparación en temas que debe manejar la participación. Temas diversos, pues atingen a las políticas públicas, a los problemas sociales, a los problemas políticos, a los problemas económicos, a los problemas culturales.
Otro tópico estratégico es la integración continental. El Estado plurinacional es tal no sólo respondiendo a una transición que toma en cuenta las condiciones plurales de naciones, pueblos y culturas del país, sino también porque se proyecta a la integración de los pueblos del continente, por lo tanto a la constitución de la patria grande. Los problemas de las emancipaciones y las liberaciones múltiples no se resuelven en un país, sino en el conjunto de países del continente, por lo menos partiendo del subcontinente, Sur América. La transición del Estado plurinacional empuja a la Confederación de pueblos del continente. Hay que hablar pues del Estado plurinacional también continentalmente, efectuando la geografía emancipadora de Milton Santos.
Hay pues, como se puede ver, grandes diferencias histórico-políticas y geográficas entre El Estado-nación y el Estado plurinacional. No es pues la comunidad imaginada de la nación la que se recrea en las condiciones del Estado plurinacional. Estamos ante el despliegue de otro imaginario. Como no tenemos la experiencia del Estado plurinacional, pues nos mantenemos en la institucionalidad del Estado-nación, podemos conjeturar que se trataría de un imaginario que valoriza no la homogeneidad ni unicidad, sino la complementariedad articulada de lo múltiple, la confederación conjugada de los pueblos.
El sistema educativo integrado tiene que encarar el proceso instituyente de este imaginario del juego de las complementariedades y de la confederación conjugada de los pueblos; no de la nación.
Quedándonos, por de pronto, con estos temas, el de la concepción no-mercantil de los recursos naturales, que suponen relaciones no cosificante de los recursos, el de la eco-producción, de la eco-industrialización, de la eco-tecnología, el de la democracia participativa y el de la integración, vemos que las transformaciones del campo escolar, del sistema educativo heredado, exige contenidos concretos, no generales. La descolonización como desmontaje de los dispositivos de poder que se encarnan en los cuerpos, no es una tarea discursiva, ni de cambio de nombres; la descolonización no es una tarea abstracta ni general. La descolonización se efectúa desmontando diagramas de poder concretos, instituciones de la colonialidad heredadas, actuando sobre órdenes de relación, trastrocando estos órdenes y relaciones, desplegando prácticas. Estos tópicos no son los temas ni la preocupación de la reforma educativa del gobierno popular.
La asonada de los suboficiales devela nuevamente que nada ha cambiado, que la malla institucional del Estado-nación sigue intacta, que el sistema educativo, incluyendo a universidades, colegios militares, de policías, escuela de suboficiales, no ha cambado. Se trata de la misma reproducción del poder, sólo que acompañada de otro discurso; se trata de la misma ceremonialidad de poder, sólo que efectuada con otros símbolos y colores. Se trata de la misma colonialidad, sólo que ahora efectuada por «indígenas» y «revolucionarios».
Las crisis son al mismo tiempo una gran oportunidad para resolverlas, pues hacen visible los nudos problemáticos que la generan. Sin embargo, esta oportunidad es aprovechable si se da una condición fundamental, la voluntad o el conglomerado de voluntades para hacerlo. Esto es precisamente lo que falta en el gobierno reformista. A preferido llenar este vacío con el fácil recurso de la propaganda y publicidad, como si este recurso pudiera sustituir la ausencia de esta condición de posibilidad histórica de carácter subjetivo; no puede hacerlo. Sencillamente se trata de un autoengaño institucionalizado. La opción gubernamental es la opción de la época, la simulación.
[1] Conversación con Víctor Hugo Quintanilla.
[2] No mejora mucho esta situación en la mayoría de los colegios privados.
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