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Fiebre electoral o la primacía relativa de lo político

Fuentes: Rebelión

No se terminó de conocer los resultados de las elecciones nacionales, que inmediatamente los partidos políticos, los líderes y dirigentes con aspiraciones, y la generalidad de organizaciones sociales de cada departamento y municipio, nuevamente se volcaron afanosamente a las campañas electorales. Es como si se hubiese producido un contagio generalizado para pugnar por apoderarse de […]

No se terminó de conocer los resultados de las elecciones nacionales, que inmediatamente los partidos políticos, los líderes y dirigentes con aspiraciones, y la generalidad de organizaciones sociales de cada departamento y municipio, nuevamente se volcaron afanosamente a las campañas electorales.

Es como si se hubiese producido un contagio generalizado para pugnar por apoderarse de los gobiernos municipales y departamentales. Se percibe una lucha sin cuartel y paradójicamente a la dificultad manifiesta por encontrar candidatos «potables» para las primeras autoridades (sean del oficialismo o la oposición), se ha hecho patente la multiplicación de innumerables aspirantes que pelean por alcanzar su nombramiento. No importa ya dónde está la derecha y dónde se encuentra la izquierda.

Pero más allá de estas manifestaciones que no dejan de sorprender por el inusitado afán de ganar y acceder al gobierno a como dé lugar, valgan algunos apuntes sobre aspectos no tan evidentes.

La siembra del descontento.

Muy a pesar de la alegría y satisfacción por el triunfo electoral que embargó a las organizaciones y sectores sociales afines al gobierno, y muy en contra de la predisposición negativa que suele surgir como resultado de la aplicación de medidas antipopulares; sucede que esta fiebre electoral que ha embargado a una gran parte de la sociedad, está dando lugar a un descontento creciente. La imposición y nombramiento de candidatos que ya había sido motivo de duras críticas en las elecciones nacionales, ahora adquiere un matiz más generalizado y directo, porque afecta, divide y enfrenta a las organizaciones no solo a nivel nacional, sino a nivel departamental y local. Las consecuencias no tendrán efecto únicamente sobre los resultados electorales que pueden ser negativos y adversos, sino para la futura gobernabilidad que puede avizorarse conflictiva por la emergencia y siembra del descontento y la división. No hay peor enemigo que el que surge del rechazo y la discriminación.

La bonanza como señuelo y espejismo.

No es posible entender la fiebre electoral que se ha empoderado en el país, sin la bonanza económica ni la apuesta por el desarrollismo, la atracción de inversiones y la pretensión de construir grandes obras faraónicas, porque sencillamente se la asocia al prebendalismo y la oportunidad de crear y/o reproducir redes de lealtad que permitan ganar y conservar el poder. Dándose por supuesto que la bonanza económica será permanente y que la economía nacional se encuentra blindada; pero principalmente habiendo privilegiado la toma y reproducción del poder a como dé lugar, abandonado la oportunidad de construir un Proyecto Nacional alternativo al capitalismo; sólo se podrá establecer la grave equivocación y decisión adoptadas, cuando la drástica reducción de los precios internacionales de las materias primas (minerales y principalmente hidrocarburos), afecte la economía nacional y revierta la bonanza económica. Se olvida o ignora que si puede producirse circunstancialmente un predominio circunstancial de lo político, en perspectiva no puede sustraerse de la necesidad de una base material económica que lo sustente. Ello obligará a pensar qué tipo de economía y sociedad necesitamos y si verdaderamente queremos continuar dependiendo de la venta de materias primas y del extractivismo primario exportador que ha alimentado hasta ahora la bonanza económica. Es decir, nos hará caer en cuenta que aquella disputa por ganar el poder y elegir candidatos era inconducente, y que lo que se requiere urgentemente es que las organizaciones y sectores sociales se vuelquen a construir colectivamente un Proyecto de país, un programa nacional, que se complemente con la Constitución y las especificidades regionales y locales. Entonces se podrá calibrar en su justa dimensión la crítica al desarrollismo extractivista vigente.

Desgaste y desacumulación de la potencia social.

La instrumentalización exclusivamente electoral de organizaciones y sectores sociales, no solo provoca disputas y divisiones alrededor de caudillos que sustituyen y embargan la representatividad popular. Lo que pasa es que a tiempo de favorecerse individualmente del respaldo circunstancial del pueblo, el electoralismo contribuye al desgaste y la desacumulación de la potencia social, al mal utilizar su iniciativa, capacidad y fuerza en tareas inmediatistas de interés sectario. Y así como la ilusión del desarrollismo hace imaginar un bienestar para todos, aquí se produce una inversión similar en la que se termina creyendo que el poder y el gobierno son el único instrumento del cambio, sustituyendo de esta forma a la conciencia y potencia social para convertirla únicamente en una fuerza electoral. 

 

Arturo D. Villanueva Imaña, Sociólogo, boliviano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.