El periódico estadounidense afirmó que no ha encontrado evidencias de una posible manipulación de los resultados, y que el análisis de la OEA «es profundamente defectuoso».
Una investigación publicada por el periódico estadounidense The Washington Post concluyó que en las elecciones celebradas en octubre en Bolivia no hubo fraude, contrariamente a lo que denunció la oposición al presidente reelecto, Evo Morales, previo al golpe de Estado que lo destituyó.
El análisis, realizado por el blog de ciencia política Monkey Cage, está basado en 1.000 simulacros y datos estadísticos, especialmente sobre lo que pudo haber ocurrido en el lapso que se suspendió el conteo —no oficial— de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), uno de los pilares en los que se basó la Organización de los Estados Americanos (OEA) para concluir que hubo una «manipulación».
«Nuestros resultados fueron directos. No parece haber una diferencia estadísticamente significativa en el margen antes y después de la suspensión de la votación preliminar. En cambio, es muy probable que Morales haya superado el margen de 10 puntos porcentuales en la primera ronda», sostiene el informe.
Partidarios del expresidente boliviano Evo Morales transportan ataúdes de personas asesinadas en Senkata, en La Paz, Bolivia, el 21 de noviembre de 2019
Esos 10 puntos de distancia eran los necesarios para que Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP), evitara un balotaje contra su más cercano competidor, el expresidente Carlos Mesa. Si bien esa cifra no había sido alcanzada al paralizarse el conteo, con el 84 % de los votos emitidos —Morales llevaba una ventaja de 7,87 %—, sí superaba el umbral de 10 % al reanudarse el recuento electrónico, 24 horas después.
En su informe final, presentado en diciembre pasado tras haber participado como observador electoral, la OEA aseguró que se habría dado «un aumento masivo e inexplicable de los votos del MAS en el 5 % final del cómputo». Y concluyó que el presidente depuesto, Evo Morales, «habría conseguido la mayoría de los votos, pero no habría obtenido la diferencia del 10 % necesario para evitar la segunda vuelta».
Por su parte, John Curiel y Jack R. Williams, dos investigadores norteamericanos especializados en datos electorales y miembros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), sostienen que, opuestamente a lo que señala la OEA, «hay razones para creer que las preferencias y los informes de los votantes pueden variar con el tiempo«.
A modo de ejemplo, The Washington Post indica que las personas que trabajan votan más tarde en el día, o que «en las áreas donde los votantes empobrecidos se agrupan pueden tener líneas más largas y menos capacidad para contar e informar los totales de votos rápidamente», factores que pueden darse en Bolivia debido a las «brechas graves en infraestructura e ingresos entre las zonas urbanas y rurales».
De todas maneras, para los autores del artículo, la variación es muy pequeña, por lo que no han encontrado «ninguna evidencia estadística de fraude».
«Las tendencias en el conteo preliminar, la falta de un gran salto en el apoyo a Morales después del alto y el tamaño del margen de Morales parecen legítimos», dicen los investigadores. Y agregan: «Con todo, el análisis estadístico y las conclusiones de la OEA parecerían profundamente defectuosos«.
En suma, los analistas que firman la nota del Washington Post hacen hincapié en que los medios bolivianos han dado por ciertas las acusaciones de manipulación electoral, e incluso algunos analistas han «justificado el golpe». Así, tras un período de gobierno «instalado militarmente», se celebrarán las elecciones, el próximo 3 de mayo, sin el candidato «con más votos» del país.
«Por supuesto, el fraude electoral es un problema grave, pero confiar en pruebas no verificadas como prueba de fraude es una seria amenaza para cualquier democracia», concluyen.
«El único fraude ha sido el de la OEA»
El año pasado, tras conocerse el informe de la OEA sobre las elecciones en Bolivia, Morales -quien ya se había exiliado en México- aseguró que «el único fraude» había sido el de ese organismo, al que acusó de ser «cómplice del golpe de Estado, para instaurar un gobierno de facto».
«El informe de la OEA señala que encontraron irregularidades en 226 actas. Incluso anulando el voto del MAS-IPSP en esas actas, la diferencia se mantiene por encima del 10%», dijo en ese entonces el exmandatario en su cuenta de Twitter.
Este jueves, Morales también se hizo eco del artículo publicado en el Washington Post. «Es una evidencia más del monumental robo que Mesa, la presidenta de facto, Jeanine Áñez, el dirigente opositor Luis Fernando Camacho y el secretario general de la OEA, Lius Almagro, hicieron a todos los bolivianos», opinó.
«Narrativa postelectoral»
El informe publicado por el periódico estadounidense no es el primero que contradice a la OEA. Ya en noviembre, dos estudios elaborados de manera independiente concluyeron que los comicios se habían desarrollado sin pruebas concluyentes de fraude.
En uno de ellos, realizado por el Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), se indica que la Misión de Observación Electoral (MOE) de la OEA apoyó una «narrativa postelectoral sin evidencia».
El otro estudio fue obra de Walter Mebane, profesor de los departamentos de Ciencias Políticas y de Estadística de la Universidad de Michigan, y uno de los expertos en fraude electoral en el mundo. Su conclusión fue que, si bien encontró evidencia de votos «fraudulentos» en las elecciones, estos «no fueron decisivos para el resultado».